Harris el amigo doctor de Wgaber salió por la puerta donde habían ingresado a la chica que atropello. La expresión de su rostro le indicaba que el accidente no había sido tan grave después de todo.
—Estara bien, algunos raspones y cortes. Lo único importante fue la herida en la cabeza tuve que tomarle cuatro puntos, también le mandé hacer una radiografía para cerciorarme de que todo estaba en orden.
—¿Y todo salió bien?
—Si. Ella estará bien, la dejaré por esta noche aquí. Mañana podrá regresar a casa.
—¿Es todo?
—Necesitara tomar algunos analgésicos que por la mañana le recetare antes de darle el alta.
—¡Está bien!
El magnate se pone en pie estrechando la mano de su amigo.
—¡Gracias por atenderla!
—No te preocupes… ella… ¿Quien es ella? No trajo ninguna identificación consigo.
—No lo sé, yo también quisiera saberlo. Yo… bueno yo la arrolle en la calle sin querer, simplemente ella se me atravezo… no sé qué pasó.
—Bueno… esperemos que no te ponga una demanda por ello. En estos momentos está dormida, y seguirá así hasta por la mañana.
—¡Genial! Bufa impaciente —¿Tengo que quedarme aquí toda la noche?
—No es necesario, las enfermeras la cuidarán. Ve a descansar. El médico palma su hombro —Esta en la habitación catorce.
Harris se marcha dejándolo solo con sus pensamientos y con una incertidumbre de si debía quedarse con la desconocida o volver a casa. El móvil en su bolsillo no había parado vibrar, realmente lo estaba volviendo loco… lo saco fijándose que la morena que pretendía ser su cita esa noche le había mensajeado como un millón de veces, sin contar las cientos de llamadas perdidas.
No sentía ganas de dar explicacion alguna de su ausencia, tampoco tenía porque darlas. Nunca le había tenido que explicar nada a ninguna mujer. Colgó la llamada en curso y optó por apagar el móvil. Camino por la sala de espera dando vueltas.
—Deberia de irme, ¡esto es una estupidez! ¿Porque carajos sigo aquí? Pasó las manos por el cabello totalmente frustrado —¡Ash! Exclamó.
Se dirigió hasta el mostrador donde se encontraba la recepcionista revisando unos documentos. Este la interrumpió.
—Disculpe señorita. Esta lo miro detrás sus gafas redondeadas.
—En que le puedo ayudar.
—¿Donde queda la habitación catorce?
—Por ese pasillo.
Esta señalo una puerta marrón con sus uñas perfectamente arregladas. Este siguió el camino recorriendo un largo pasillo con paredes pintadas en blanco y franjas verdes. Busco la habitación que necesitaba y la encontró al final del recorrido. Sin pensárselo mucho entro, y allí la vio. Su cara estaba del asco, hinchada y con un gran moretón justo debajo del ojo.
Además, usaba un collarín y una venda se encontraba enrrollada en la cabeza. Aplano los labios acercándose hasta la cama.
—¿Qué le hecho a esta chica? Se pregunto en susurro.
Mira su cuerpo entero, cubierto hasta la mitad por la sábana blanca de la clínica. Era una chica linda. Roso la piel de su mano, era suave aunque tenía un buen raspón en el brazo se podía sentir que ella era tan sedosa ¿Sería todo su cuerpo así? Se pregunto. Negó mentalmente.
—Pareces un pervertido Wagner ¿Qué crees que estás haciendo animal?
Se aleja de la cama, y fue a parar a un pequeño sofá verde que habitaba en esa habitación, los privilegios de ser atendido en una clínica. Recostó su cabeza del sofá un poco incómodo y sin querer se quedó completamente dormido.
Nadia hacia el intento de abrir los ojos, pero sentía tan pesado los párpados que le era imposible realizar una tarea tan fácil… se movió un poco sintiendo un pinchazo doloroso en la cabeza que del impacto logro abrir los ojos. Se llevó la mano hacia donde le palpitaba a horrores.
—¡Madre mía! ¿Qué es esto? Toca el vendaje que cubría la mitad de la cabeza —¿Una venda? Pero… ¿Porq…?
No pudo terminar la palabra porque sus ojos enfocaron a un extraño hombre dormido en un sofá. Parecía demasiado incómodo a decir verdad, ya que ese mueble era muy pequeño y el extremadamente grande. Pero la pregunta más importante de todas, ¿Quien carajos era ese tío? ¿Y que hacía en su… en su?
—¿Pero qué lugar es este? Susurro mirando hacia todos lados, entonces fue que recordó —El coche… El accidente, ¡Dios mío! Volvió a tocar su frente.
Miro al desconocido que continuaba dormido, parecía una persona adinerada. Llevaba un traje caro, zapatos finos y ese… ¡Dios! Con ese reloj podría pagar todos los semestres restantes de la universidad.
—¡Oh no! La universidad, mi primer día. Dijo Nadia sintiendo molestia. Necesitaba salir de dónde estuviera metida —¡He tú! Exclamó un poco alto de voz —Oye,¡Despierta! Grita.
Wagner despertó sobresaltado al escuchar la voz de una mujer gritando. En cuanto se puso en pie miro a la chica que se encontraba en la cama observándolo fijamente. Su corazón sufrió algo parecido a un pre-infarto porque al verla bien, aunque la luz fuese tenue podría observar bien su rostro. Era demasiado hermosa, y esos ojos marrones verdosos tan brillantes… tan… tan enormes y cautivadores ¡Por dios!
Nadia contuvo la respiración por unos segundos, sintió la piel erirarse y no identifico si era por el frío de la habitación o por ver esos ojos de gatos escudriñando su alma. Abofeteó sus pensamientos, no era el momento y tampoco deberia de estar sintiéndose de esa manera… por todos los cielos, tenía novio, uno que muy probable estuviera como un loco buscándola. Pobre Josh pensó. De momento debía confrontar a ese tipo raro y misterioso.
—¿Quien es usted? ¿Qué es este lugar?
—Sufriste un accidente y estás en una clínica.
—Eso ya lo sé… ¿Clínica? ¡Madre mía! Esto es súper carísimo, ¿Cómo lo voy a pagar? ¿Qué clínica es esta? Pregunto angustiada.
—Solverzan. No te preocupes por…
—¡Oh no! La más costosa de todo Houston ¿Qué voy hacer? Casi al borde del llanto miro a Wagner que estaba inmóvil como idiota —¿Quien eres tú?
El estaba como idiotizado por ella, no comprendía que le pasaba… pero se sentía muy extraño ante aquella mujer con voz melodiosa. Sería conveniente contarle que el había sido quien la atropello. Bueno, de igual forma lo sabría estaba completamente seguro de que la policía estaría visitando la clínica por la mañana. Desde luego que eso no le preocupaba en lo absoluto, era más que imposible ir a prisión por una situación como esa.
El único hecho que le atormentaba en esos momentos y no sabía porque… era que ella le odiara por haberla lastimado.
—Me llamo Wagner D'Blukcle, yo… fui yo quien la atropello.
—¡¿Qué?! Pregunto encrispada.
Estaba oyendo bien… ese tipo… ese sujeto había sido el causante de su desgracia. Por culpa de ese hombre ella… ella... ¡Cielos! Las lágrimas amenazaban con traicionarla justo en esos momentos.
—Usted… se miro las manos que las tenía empuñada hasta que sus nudillos blanquearon —Usted es un ¡Desalmado! Le gritó mirándolo a la cara.
Bueno, por alguna razón aquellas palabras fueron como un puñal ardiente clavándose en el pecho de Wagner ¿Porque le fastidiada el hecho de que ella le odiara?—Fue un accidente, te pido disculpas… yo estoy corriendo con los gastos de la clínica y…—¡Ah no! Es que sería el colmo que yo tuviera que pagar por todo. Usted… usted arruino mi trabajo, mis… mis clases...¡Dios! Todo. Lo miro de forma acusatoria.—Te lo compensare.¿Pero qué carajos le pasaba? ¿Compensar? ¿A una mujer? Algo no estaba bien con el, nunca se comportaba de esa manera con una chica.<
El agua de la ducha era helada, los músculos de Wagner se tensaron en cuanto la lluvia cayó sobre su cuerpo. Con la cabeza inclinada hacia un lado le permitía que todo el poder del agua cayera sobre sus tensos hombros. El agua fría siempre relajaba su cuerpo, y más cuando no había podido dormir en la maldita noche. Su cerebro no paraba de pensar e imaginar a esa mujer desnuda en su cama ¿Qué obsesión tenía con ella joder?Era una chica como cualquier otra, no poseía nada especial que la hiciera diferente entonces, ¿Porque mierda no dejaba de pensarla? Se volvería loco como siguiera así. Después de lavar su cuerpo, salió en busca de un traje. Entro en el alargado armario donde los guardaba, ese día era sábado así que no trabajaba. La dicha de ser un jefe era que podía faltar el día que le viniera en gana. A menos que se
—Josh… ¿Acaso estás celoso del señor Wagner?—¡Para nada! Le resta importancia —A mí que más da con ese tipo. Frunce el ceño —Solo que no lo quiero cerca de ti.—¡Oh vamos! Eres muy tonto cariño… no lo volveremos a ve…—¡Buenos días! Vocifera Wagner entrando por la puerta de la habitación esa mañana.La pareja se quedó perpleja al observar a la persona que era tema de conversación en ese instante interrumpiendolos así como si nada. Nadia pestañeo repetidas veces para confirmar que de verdad estaba viendo a ese hombre allí de pie y a la vez, se preguntaba ¿Qu
Wagner achico los ojos… era la primera mujer con la que se topaba que le rechazara. Por lo general nunca tenia problemas con ninguna, de hecho todas siempre estaban dispuestas a todo cuando se trataba de estar con el. Nadia definitivamente era diferente a todas esas chicas con las que salía regularmente. Ya comprendía porque continuaba llamando su atención, el que le rechazara solo aumentaba las ganas de querer estar con ella.—Solo quiero compensar los daños que te he hecho Nadia.Ella pestañeo rápidamente otra vez, sospecho que cada vez que la llamaba por su nombre le afectaba y eso era bueno.—¿Compensar? ¿ De verdad? Arruino mi primer día de clases, la bicicleta que la empresa me asigno para trabajar
Al día siguiente, Nadia necesitaba ir a trabajar suficiente tenía con haber faltado ese día como para no presentarse otro día más… era nueva no podía abusar de la empresa. Sabía bien lo que le dijo el doctor, pero ese señor no pagaba las cuentas. Nadie lo hacía por ella, así que no tenía de otra que levantarse esa mañana para llegar a tiempo al trabajo.Para cuando llegó en la entrada del edificio la recepcionista la recibió.—¡Oh! Nadia, ¿Qué haces aquí?—Vine a trabajar que si no…—¿Trabajar? Acaso no revisaste tu teléfono, te he enviado un texto.
Nadia observa a Wagner parado en el entrada de su apartamento. Parecía una piedra en su zapato, desde que ese tío apareció en su vida todo se vino abajo. Era como la mala suerte, y aún así le había abierto la puerta ¿Porque?—¿Puedo pasar?—No.—¡Por favor!Joder… odiaba que le hiciera esos ojos, era como si no se pudiera resistir a él. Se sentía tan extraña estando tan cerca de él.—Bien… pase, pero no se quedará mucho rato.—¡Claro! El sonríe de nuevo —Te he
—Se que por mi culpa faltaste al trabajo y te echaron, pero yo puedo solucionarlo.—¿Solucionarlo? Responde a lo que suelta enormes lágrimas —Amenazaste a mi jefa con lastimarla, ¿Como me dices que lo vas a solucionar? ¿Acaso le vas a pedir disculpas? ¡Oh no! Espera. Hace un gesto con la palma de las manos —¿La volverás amenazar para que me contraté?—Nadia, ¿De qué díablos estás hablando? Yo no he amenazado a nadie, te puedo asegurar que no he puesto un pie en tu antiguo trabajo.—Mentiroso… me estás mintiendo para aprovecharte de mi. La chica se limpia las lágrimas. Fuera del edificio de Nadia, en la penumbra de la oscuridad y bajo la torrencial lluvia desde el interior de un coche aparcado un poco retirado, observaban como Wagner D'Blukcle abandonaba la edificación.—Acaba de salir del edificio. La voz de un hombre informo atravez de la bocina de un teléfono.—¡Muy bien! Colgaron la llamada.Encendieron el motor del coche para luego desaparecer del lugar.[…]Después de una noche de lluvia, trueños, relámpagos y tristeza. Nadia se levantCapítulo XIII Vigilados