El beso poco a poco fue aumentando la intensidad, así como el calor que recorrió el cuerpo de Alessia. Deseaba demasiado a Noah y era evidente, que él a ella, también.—Espera —jadeó Noah con dificultad, mientras la empujó suave por los hombros, hasta alejarla de él—, tú no has comido bien, así que, primero el almuerzo y después me aseguraré de que tengas un buen postre —carraspeó y acomodó la pretina de su pantalón, que se sentía tensa por la erección que aguardaba escondida—, que tengamos un buen postre.Ale hizo un puchero, pero sabía que él tenía razón, además su estómago se aseguró de recordarle que no le había dado alimento suficiente, que compensara la energía gastada con la mudanza y organización de las cosas en el apartamento. Ella sonrió y, con resignación, agarró su celular.—Recuerdo que tengo algunos folletos de restaurantes cercanos en el cajón de la cocina —comentó y empezaron a caminar hacia este—. No los vayas a perder, porque te serán muy útiles —le dijo a Noah, apen
La habitación se llenó de una calidez reconfortante mientras Noah y Alessia disfrutaban de su mutua compañía, exploraban ese lazo profundo y apasionado que los unía. La risa ligera de ella resonaba en sus oídos, y Noah no pudo evitar sonreír al verla brillar con felicidad. El deseo que los envolvía era acompañado de una conexión más allá de la mera atracción, una complicidad que ni siquiera necesitaba palabras para manifestarse.Mientras la guiaba hacia la tina, Noah se percató de los pequeños detalles que ella había dispuesto en su oasis personal. Las velas, los aromas suaves y los frascos decorativos creaban una atmósfera casi mágica. Alessia lo miró con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando la sorpresa en su rostro.—¿Estás seguro de que puedes aguantar otro "postre"? —bromeó ella, mientras se deslizaba en el agua caliente que llenaba la tina e invitándolo con una mano.Noah se rio y se unió a ella, acomodándose a su lado en el pequeño, pero acogedor espacio de la tina. La ca
Charlie, aunque estaba un poco más tranquilo, seguía mirando su hamburguesa con la frente arrugada y las manos en su regazo, como si todo lo que le habían contado aún no acabara de encajar en su mente. Alessia y Noah se miraron comprensivos, sabían que aún necesitaban darle un poco más de seguridad.—¿No te gusta tu hamburguesa, campeón? —preguntó Noah, inclinándose hacia él y sonriendo suavemente.—Sí…, pero, ¿por qué nos mudamos? ¿Es porque Nadia y Oly ya no me quieren? —dijo en voz baja, mientras sus ojos llenos de incertidumbre lo miraban a él y luego a Alessia, en busca de respuestas.Noah sintió un nudo en la garganta y tomó una pausa antes de contestar, tratando de mantener el tono calmado y seguro que sabía que Charlie necesitaba en ese momento.—Nada de eso, hijo. Nadia y Oly te quieren muchísimo, y las vas a ver a diario, pero quiero que tú y yo tengamos un hogar, algo solo nuestro, donde podamos hacer lo que nos guste, con tu propio cuarto, tus juguetes, y donde estés cómodo
Durante el trayecto hasta el Orion, Ale llamó a su melliza. Tras varios timbres, Gia contestó.—Perdón, Ale, estaba acostando a Scotty —explicó por su demora en atender.—Sabes que no tienes que explicarme. Imaginé que estabas con mi pequeño. Dale un beso de mi parte —pidió Ale.—Así será, de hecho, me preguntó que cuándo podrá ir a quedarse contigo, porque ya extraña las tardes de juegos con la tía Lessy —comenta Gia con diversión.—También lo extraño, de hecho, a los tres. Si quieres, este fin de semana me puedes dejar a mi pequeño, así tienes un fin de semana para estar a solas con Stephen, solo no me vuelvan a hacer tía —bromeó y Gia suelta una carcajada.—Eso no pasará, la fábrica de bebés está cerrada, ahora solo nos divertimos sin problema —comenta con picardía.—Ja ja ja. Bueno saberlo. Entonces no se diga más, tráeme a Scotty desde el viernes en la noche y lo recogen el domingo en la noche. Y puede jugar con Charlie, ese par no se aburren juntos —comentó Ale.—Por cierto, ¿qué
El silencio se apoderó del lugar y Ale le dio tiempo a Noah, pues por más callado que estuviera, ella sabía que su mente estaba dándole mil vueltas a la conversación que habían tenido con Georgia.Ale volvió a su silla y se acomodó a la espera de que Noah reaccionara, pero no sucedía y ya estaba un poco ansiosa, además el cansancio del trajín de la mañana y la falta de almuerzo ya estaban haciendo mella en ella.—Estás muy callado —comentó Alessia en un tono suave, acercándose a él.—Solo estoy procesando todo —respondió Noah mientras se pasaba una mano por el cabello—. La idea de que Daniel vuelva a estar involucrado en esto… no sé, me pone un poco incómodo.Alessia colocó una mano sobre su brazo, obligándolo a mirarla.—Entiendo por qué lo sientes así, pero confía en Gia. Ella no tomaría decisiones que no fueran lo mejor para ti y para Charlie, si ella considera que Daniel merece una segunda oportunidad, que así sea, ¿no lo crees? Todos merecemos una segunda oportunidad. Además, ahor
Se quedaron así un rato, en un silencio cómodo, compartiendo bocados del sándwich y turnándose la botella de vino. Alessia no recordaba la última vez que se había sentido tan relajada, tan en paz. Y, aunque no lo dijera en voz alta, sabía que gran parte de esa sensación se debía a la compañía de Noah. —¿Sabes algo? —dijo él de repente. —¿Qué? —Este lugar… este momento… Me hace pensar que quizá, a pesar de todo lo complicado que ha sido este año, no todo está perdido. Alessia lo miró con ternura, leyó en sus ojos algo más profundo de lo que él había dicho. —No, Noah —respondió y acarició suavemente su mano—. No todo está perdido. De hecho, creo que estás encontrando mucho más de lo que crees. El eco de esas palabras quedó suspendido entre ellos, mientras Noah bajaba la mirada hacia ella. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el resto del mundo desapareció. No fue necesario decir nada más. Noah inclinó la cabeza y, con delicadeza, depositó un beso en sus labios. Alessia cerr
Cuando le conversación ya llevaba algunos minutos, Noah decidió que era el momento de finalizarla, pues escuchaba cada vez más concretas las respuestas de Charlie. No debía ser muy inteligente, para darse cuenta de que la señora Charlotte le hacía preguntas en exceso al pequeño.—Hijo, despídete de tu abuela, ya es hora de cenar —le pidió Noah con una sonrisa calmada en su rostro, asegurándose de que la mujer escuchara. El pequeño asintió.—Chao, abuela —se despidió Charlie y le devolvió el celular a su padre.—Ve con Ale —susurró Noah, asegurándose de cubrir la bocina.Ale le guiñó un ojo al pequeño y le hizo una seña para que fuera con ella hacia la cocina, así podían dejar a Noah solo, para que hablara con su exsuegra.Noah esperó a que Alessia y Charlie salieran de la sala antes de volver a llevarse el teléfono al oído. Respiró profundamente para calmar el nudo que sentía en el pecho.—Señora Charlotte, ¿algo más que quisiera decir? —preguntó, con un tono cordial pero firme.—Noah
Charlie se despertó antes de que su papá fuera a buscarlo. Su vejiga pedía ser vaciada con urgencia, así que salió de la cama y fue directo al baño, moviéndose con cuidado en el silencio de la casa. Mientras se lavaba las manos, vio de reojo el reloj de dinosaurios en el pasillo. En la escuela ya le estaban enseñando a leer la hora, y, aunque aún se equivocaba a veces, logró entender que era más temprano de lo habitual.Una sonrisa se dibujó en su rostro al imaginar lo divertido que sería cambiar los papeles.«Voy a despertarlo», pensó emocionado.El pequeño avanzó con pasos sigilosos hacia la habitación de su papá. La puerta estaba entreabierta, y no pudo evitar asomarse primero. Lo que vio lo hizo fruncir el ceño con curiosidad.Noah estaba en la cama, dormido de lado, pero no estaba solo. Alessia también estaba allí, con una manta cubriéndola hasta los hombros y su rostro girado hacia el lado contrario. Charlie se quedó de pie y observaba en silencio. No entendía completamente lo q