Noah se quedó quieto por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Alessia estaba decidida a ayudarle, y no solo eso, sino que ya había tomado pasos importantes para asegurar que no estuviera solo en la batalla legal por Charlie. No sabía si sentirse agradecido o incómodo por la magnitud de lo que había hecho. Sin embargo, la realidad lo golpeaba con fuerza: no podía permitirse más orgullo.Mientras ella recogía sus cosas y hablaba con seguridad, Noah se dio cuenta de que, aunque esto le removía la herida de depender de otros, también era lo mejor para Charlie. Le dolía que todo hubiera llegado a este punto, que la situación se hubiera salido de control de tal manera que tuviera que recurrir a la hermana de Alessia, pero si eso significaba tener una oportunidad real de no perder a su hijo, entonces debía aceptarlo.Alessia lo miró mientras caminaba hacia la puerta, esperando que él la siguiera. No dijo nada más, solo extendió la mano en un gesto silencioso, pero firme, y Noah
El beso poco a poco fue aumentando la intensidad, así como el calor que recorrió el cuerpo de Alessia. Deseaba demasiado a Noah y era evidente, que él a ella, también.—Espera —jadeó Noah con dificultad, mientras la empujó suave por los hombros, hasta alejarla de él—, tú no has comido bien, así que, primero el almuerzo y después me aseguraré de que tengas un buen postre —carraspeó y acomodó la pretina de su pantalón, que se sentía tensa por la erección que aguardaba escondida—, que tengamos un buen postre.Ale hizo un puchero, pero sabía que él tenía razón, además su estómago se aseguró de recordarle que no le había dado alimento suficiente, que compensara la energía gastada con la mudanza y organización de las cosas en el apartamento. Ella sonrió y, con resignación, agarró su celular.—Recuerdo que tengo algunos folletos de restaurantes cercanos en el cajón de la cocina —comentó y empezaron a caminar hacia este—. No los vayas a perder, porque te serán muy útiles —le dijo a Noah, apen
La habitación se llenó de una calidez reconfortante mientras Noah y Alessia disfrutaban de su mutua compañía, exploraban ese lazo profundo y apasionado que los unía. La risa ligera de ella resonaba en sus oídos, y Noah no pudo evitar sonreír al verla brillar con felicidad. El deseo que los envolvía era acompañado de una conexión más allá de la mera atracción, una complicidad que ni siquiera necesitaba palabras para manifestarse.Mientras la guiaba hacia la tina, Noah se percató de los pequeños detalles que ella había dispuesto en su oasis personal. Las velas, los aromas suaves y los frascos decorativos creaban una atmósfera casi mágica. Alessia lo miró con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando la sorpresa en su rostro.—¿Estás seguro de que puedes aguantar otro "postre"? —bromeó ella, mientras se deslizaba en el agua caliente que llenaba la tina e invitándolo con una mano.Noah se rio y se unió a ella, acomodándose a su lado en el pequeño, pero acogedor espacio de la tina. La ca
Charlie, aunque estaba un poco más tranquilo, seguía mirando su hamburguesa con la frente arrugada y las manos en su regazo, como si todo lo que le habían contado aún no acabara de encajar en su mente. Alessia y Noah se miraron comprensivos, sabían que aún necesitaban darle un poco más de seguridad.—¿No te gusta tu hamburguesa, campeón? —preguntó Noah, inclinándose hacia él y sonriendo suavemente.—Sí…, pero, ¿por qué nos mudamos? ¿Es porque Nadia y Oly ya no me quieren? —dijo en voz baja, mientras sus ojos llenos de incertidumbre lo miraban a él y luego a Alessia, en busca de respuestas.Noah sintió un nudo en la garganta y tomó una pausa antes de contestar, tratando de mantener el tono calmado y seguro que sabía que Charlie necesitaba en ese momento.—Nada de eso, hijo. Nadia y Oly te quieren muchísimo, y las vas a ver a diario, pero quiero que tú y yo tengamos un hogar, algo solo nuestro, donde podamos hacer lo que nos guste, con tu propio cuarto, tus juguetes, y donde estés cómodo
Alessia no dejaba de mover sus piernas de forma errática e intermitente, mientras sus ojos no paraban de escrutar al médico frente a ella, solo que, las facciones estoicas del hombre no le daban ninguna luz sobre el resultado en sus manos. —¿Y, bueno? —se atrevió a preguntar. El médico levantó la mirada y le regaló una sonrisa incómoda, pero que intentó hacer pasar por una tranquila y relajada. —¿Estoy embarazada? Se instaló un silencio entre los dos, que la puso más nerviosa de lo que estaba. Se negaba a dejar avanzar sus pensamientos, solo quería que el médico le contestara. Cuando el hombre negó, ella dejó escapar el aire que estaba reteniendo en sus pulmones. —Lo lamento, señorita Rogers, el tratamiento no ha funcionado —confesó el médico. Alessia se limitó a asentir, pero no dijo ninguna palabra, pues las lágrimas amenazaron con abandonar sus ojos y no deseaba que nadie la viera triste y derrotada. Ella había sido una mujer exitosa a lo largo de su vida, desde hace doce añ
Noah caminó con pasos lentos hacia la oficina a la que había sido llamado, como si fuera directo al pabellón de fusilamiento. El tono del hombre al que odiaba llamar jefe, que más bien, era un esclavizador, no le había dejado un sentimiento agradable. —Jefe, ¿me mandó a llamar? —preguntó Noah al abrir la puerta de la pequeña y desordenada oficina. —¡Entra! —demandó el hombre y así lo hizo Noah—. No te sientes, que lo que necesito decirte no tomará mucho tiempo. Noah tragó saliva, rogó en su fuero interno, para que no fuera grave lo que tuvieran que decirle, sin embargo, se quedó en blanco al ver cómo el hombre sacaba un sobre del cajón. —Esta es tu liquidación, tómala y vete ya mismo, que tengo que seguir trabajando y no puedo perder el tiempo contigo —pronunció el hombre y se giró en su silla, centrando su mirada en un televisor detrás de él, en el que uno de los tantos realities se reproducía. La ira fluyó por su cuerpo, pero se contuvo, de nada serviría pelear o confrontar al
Los siguientes tres días de la semana se pasaron como un borrón, entre reuniones, trabajo en la oficina y uno que otro recorrido por el Hotel-casino Orion, lo que mantuvo a Alessia con su mente ocupada en sus deberes, dejando así, de lado la tristeza que le acarreaba el no quedar embarazada.—Señorita Alessia, ¿va a salir? —preguntó Silvia, la recepcionista a la entrada del hotel.—Sí. Silvia, por favor, si alguien me llama, guarda la razón, que no quiero saber nada más de trabajo de acá al lunes. Mañana vienen mis sobrinos, por favor avísale al cambio de turno, para que estén pendientes de ellos y los dejen entrar. Ya sabes —le pidió con un leve tono de advertencia en su voz, pues no deseaba que volviera a suceder lo de la vez anterior, pues los habían anunciado como si fueran desconocidos y no parte de la familia dueña del lugar.—No se preocupe, que Bruce aprendió y no se volverá a equivocar —contestó la joven y mantuvo una sonrisa incómoda en su rostro.—Nos vemos, ten buena noche
—Eres una mujer interesante, Alessia —dijo él, mirándola con admiración.—Y tú eres un hombre misterioso, Noah. Quizás por eso hacemos buen equipo —respondió ella, sintiendo que el alcohol empezaba a afectarla un poco.La música, el ambiente y las risas les hicieron perder la noción del tiempo. Alessia notó que se estaban acercando cada vez más, sus risas resonando en la barra y sus miradas entrelazadas.—¿Te gustaría bailar? —preguntó Noah de repente, inclinándose hacia ella.Alessia asintió, dejando su copa vacía en la barra. Noah la tomó de la mano y la guió hacia la pista de baile. La música era vibrante y envolvente, y pronto se encontraron moviéndose al ritmo, sus cuerpos cada vez más cercanos.Las risas y los movimientos se volvieron más íntimos, sus manos se entrelazaron y sus miradas se volvieron más profundas. En un momento de valentía, Alessia se acercó aún más y sus labios se encontraron en un beso apasionado.El mundo a su alrededor se desvaneció mientras se perdían el un