Cuando le conversación ya llevaba algunos minutos, Noah decidió que era el momento de finalizarla, pues escuchaba cada vez más concretas las respuestas de Charlie. No debía ser muy inteligente, para darse cuenta de que la señora Charlotte le hacía preguntas en exceso al pequeño.—Hijo, despídete de tu abuela, ya es hora de cenar —le pidió Noah con una sonrisa calmada en su rostro, asegurándose de que la mujer escuchara. El pequeño asintió.—Chao, abuela —se despidió Charlie y le devolvió el celular a su padre.—Ve con Ale —susurró Noah, asegurándose de cubrir la bocina.Ale le guiñó un ojo al pequeño y le hizo una seña para que fuera con ella hacia la cocina, así podían dejar a Noah solo, para que hablara con su exsuegra.Noah esperó a que Alessia y Charlie salieran de la sala antes de volver a llevarse el teléfono al oído. Respiró profundamente para calmar el nudo que sentía en el pecho.—Señora Charlotte, ¿algo más que quisiera decir? —preguntó, con un tono cordial pero firme.—Noah
Charlie se despertó antes de que su papá fuera a buscarlo. Su vejiga pedía ser vaciada con urgencia, así que salió de la cama y fue directo al baño, moviéndose con cuidado en el silencio de la casa. Mientras se lavaba las manos, vio de reojo el reloj de dinosaurios en el pasillo. En la escuela ya le estaban enseñando a leer la hora, y, aunque aún se equivocaba a veces, logró entender que era más temprano de lo habitual.Una sonrisa se dibujó en su rostro al imaginar lo divertido que sería cambiar los papeles.«Voy a despertarlo», pensó emocionado.El pequeño avanzó con pasos sigilosos hacia la habitación de su papá. La puerta estaba entreabierta, y no pudo evitar asomarse primero. Lo que vio lo hizo fruncir el ceño con curiosidad.Noah estaba en la cama, dormido de lado, pero no estaba solo. Alessia también estaba allí, con una manta cubriéndola hasta los hombros y su rostro girado hacia el lado contrario. Charlie se quedó de pie y observaba en silencio. No entendía completamente lo q
El fin de semana que Scotty pasó con su tía Lessy, se repitió más seguido de lo esperado, pues el pequeño no solo era consentido por Alessia, sino que se divertía sin descanso, por horas, mientras jugaba con Charlie. Se habían hecho muy buenos amigos, confidentes y aprovechaban cada momento que pasaban juntos.En mes y medio, el pequeño Scotty les había dado a sus padres tres fines de semana para ellos solos.—¡Hijo! —gritó Gia al ver a su pequeño en la sala del penthouse.—¡Mami! —contestó el pequeño con la misma efusividad y corrió hacia ella.—¿Cómo la pasaste, mi amor?—Bien —contestó con una gran sonrisa tensa y miró a su tía. Era consciente de que ese día, mientras jugaba con Charlie, rompieron un florero decorativo y solo esperaba que a su tía no se le ocurriera contarles a sus papás.—Una que otra travesura con Charlie, pero todo estuvo bien —dijo Ale y su hermana supo que algo había pasado, pero también era consciente de que no le contarían, pues todos en la familia eran asid
Alessia despertó temprano aquella mañana, con un ligero mareo mientras se sentaba en la cama. Había tenido un sueño intranquilo, lleno de imágenes confusas que desaparecieron tan pronto como despertó. La habitación parecía girar por un momento, pero respiró hondo y cerró los ojos a la espera de que la sensación desapareciera.«Seguramente es el estrés», pensó mientras se llevaba una mano al vientre.Dolor en la boca del estómago, acidez, náuseas e inapetencia; ese había sido su sentir los últimos días, que coincidían perfectamente con los compromisos de trabajo. Una semana más estaba por concluir y solo deseaba poder descansar el fin de semana, debido al cansancio de los eventos que se habían realizado en el Orion.No era la primera vez que sentía ese tipo de malestar en los últimos días. Mareos, fatiga, náuseas que aparecían de manera aleatoria. Sin embargo, Alessia había decidido ignorar cada una de esas señales. Se repetía a sí misma que no debía sacar conclusiones precipitadas. «Es
Noah se paseó de un lado a otro en la oficina, revisó su reloj por tercera vez en el último minuto. Eran casi las diez y Alessia aún no bajaba. No era algo típico de ella. Alessia siempre llegaba temprano, lista para enfrentarse a la montaña de responsabilidades que el hotel-casino implicaba, pero ese día, su ausencia empezaba a inquietarlo.Intentó concentrarse en las órdenes pendientes y los reportes, pero no logró nada. El pensamiento de que algo podía estar mal no dejaba de rondar en su cabeza.«¿Será que amaneció enferma?», pensó, aunque no recordaba haberla visto indispuesta últimamente.Suspiró y tomó su teléfono, marcó su número. La llamada no tardó en ser respondida.—¿Aló? —respondió Alessia al otro lado de la línea, su voz era suave y tranquila, aunque con un ligero toque de sorpresa.—Ale… —dijo Noah, con un tono que mezclaba alivio y preocupación—. ¿Estás bien?Alessia sonrió al escuchar su voz, pero también detectó la angustia detrás de sus palabras.—Sí, todo bien. ¿Por
Noah estaba de pie junto a la ventana de su oficina cuando Alessia llegó. A pesar de la aparente calma que mostraba mientras observaba el tráfico de la ciudad, sus hombros estaban tensos y sus manos descansaban en los bolsillos de su pantalón, como si intentara contener algo. Alessia lo conocía lo suficiente como para notar que la tranquilidad era solo superficial.—¿Todo bien? —preguntó, cerrando la puerta tras ella.Noah se giró al escuchar su voz. Su expresión cambió al instante al verla; por un momento, sus preocupaciones parecieron desvanecerse.—Sí, bueno… —se encogió de hombros y dejó escapar un suspiro—. Más o menos. Gia me llamó hace unos minutos. Me dijo que hay algo nuevo sobre el caso, pero no quiso explicarme todo por teléfono. Me pidió que pasara por su oficina esta tarde.Alessia asintió, sintiendo el peso de la situación. Noah tenía un semblante serio, pero ella podía percibir la ansiedad detrás de sus palabras.—Gia me llamó antes —confesó, avanzando hacia él—. Me dij
Noah se mantuvo en contacto durante toda la semana con Georgia, quien no dudó en mantenerlo al tanto de cada cosa que pasaba con el caso, aunque tampoco era mucho lo que tenía por informar, más allá de lo que ya se sabía. Los abogados de la señora Charlotte habían solicitado mayor plazo, para la presentación de pruebas adicionales y ante eso no había nada que hacer, pues las partes están en todo su derecho y el juez se los otorgó, así que, solo quedaba estar pendientes para actuar en el momento oportuno.Colgó el celular tras recibir la misma información de Gia, del día anterior y fijó su mirada en la fotografía sobre su escritorio. Esa selfie fue tomada en el último cumpleaños de Charlie, ambos un poco serios, con la mirada en la cámara. abrazados y su vestuario informal.«Andrea amaba las camisas de cuadros», pensó Noah y sonrió al imaginarla ver a su hijo en esa foto. Exhaló con fuerza, al mismo tiempo que se abrieron las puertas del ascensor y salió una agotada Alessia, que apenas
La música suave del salón todavía resonaba en los oídos de Alessia mientras cruzaban la puerta del penthouse. Había sido una noche larga, pero verlo a él ahí, en su espacio, hacía que cada minuto valiera la pena. Noah, por su parte, parecía estar mucho más relajado tras sobrevivir a la exposición pública y las interacciones con los empresarios del medio. Las fotografías habían sido algo incómodas, que lo mantuvieron tenso un buen rato, pero ya después se adaptó a la vida social de Alessia.—¿Quieres algo? ¿Un vino? ¿Agua? —preguntó Alessia, dejándose caer en el sofá, mientras desabrochaba sus tacones.Noah negó con una sonrisa, se quitó la chaqueta del esmoquin y aflojó la pajarita.—Lo único que quiero ahora es a ti —respondió con esa voz baja que siempre la desarmaba.Alessia sintió un calor recorrerle el cuerpo al escuchar esas palabras. Durante toda la gala había estado conteniéndose, midió cada gesto, cada mirada, pero ahora no había más barreras. Lo miró con intensidad, y antes d