Alessia despertó temprano aquella mañana, con un ligero mareo mientras se sentaba en la cama. Había tenido un sueño intranquilo, lleno de imágenes confusas que desaparecieron tan pronto como despertó. La habitación parecía girar por un momento, pero respiró hondo y cerró los ojos a la espera de que la sensación desapareciera.«Seguramente es el estrés», pensó mientras se llevaba una mano al vientre.Dolor en la boca del estómago, acidez, náuseas e inapetencia; ese había sido su sentir los últimos días, que coincidían perfectamente con los compromisos de trabajo. Una semana más estaba por concluir y solo deseaba poder descansar el fin de semana, debido al cansancio de los eventos que se habían realizado en el Orion.No era la primera vez que sentía ese tipo de malestar en los últimos días. Mareos, fatiga, náuseas que aparecían de manera aleatoria. Sin embargo, Alessia había decidido ignorar cada una de esas señales. Se repetía a sí misma que no debía sacar conclusiones precipitadas. «Es
Noah se paseó de un lado a otro en la oficina, revisó su reloj por tercera vez en el último minuto. Eran casi las diez y Alessia aún no bajaba. No era algo típico de ella. Alessia siempre llegaba temprano, lista para enfrentarse a la montaña de responsabilidades que el hotel-casino implicaba, pero ese día, su ausencia empezaba a inquietarlo.Intentó concentrarse en las órdenes pendientes y los reportes, pero no logró nada. El pensamiento de que algo podía estar mal no dejaba de rondar en su cabeza.«¿Será que amaneció enferma?», pensó, aunque no recordaba haberla visto indispuesta últimamente.Suspiró y tomó su teléfono, marcó su número. La llamada no tardó en ser respondida.—¿Aló? —respondió Alessia al otro lado de la línea, su voz era suave y tranquila, aunque con un ligero toque de sorpresa.—Ale… —dijo Noah, con un tono que mezclaba alivio y preocupación—. ¿Estás bien?Alessia sonrió al escuchar su voz, pero también detectó la angustia detrás de sus palabras.—Sí, todo bien. ¿Por
Noah estaba de pie junto a la ventana de su oficina cuando Alessia llegó. A pesar de la aparente calma que mostraba mientras observaba el tráfico de la ciudad, sus hombros estaban tensos y sus manos descansaban en los bolsillos de su pantalón, como si intentara contener algo. Alessia lo conocía lo suficiente como para notar que la tranquilidad era solo superficial.—¿Todo bien? —preguntó, cerrando la puerta tras ella.Noah se giró al escuchar su voz. Su expresión cambió al instante al verla; por un momento, sus preocupaciones parecieron desvanecerse.—Sí, bueno… —se encogió de hombros y dejó escapar un suspiro—. Más o menos. Gia me llamó hace unos minutos. Me dijo que hay algo nuevo sobre el caso, pero no quiso explicarme todo por teléfono. Me pidió que pasara por su oficina esta tarde.Alessia asintió, sintiendo el peso de la situación. Noah tenía un semblante serio, pero ella podía percibir la ansiedad detrás de sus palabras.—Gia me llamó antes —confesó, avanzando hacia él—. Me dij
Noah se mantuvo en contacto durante toda la semana con Georgia, quien no dudó en mantenerlo al tanto de cada cosa que pasaba con el caso, aunque tampoco era mucho lo que tenía por informar, más allá de lo que ya se sabía. Los abogados de la señora Charlotte habían solicitado mayor plazo, para la presentación de pruebas adicionales y ante eso no había nada que hacer, pues las partes están en todo su derecho y el juez se los otorgó, así que, solo quedaba estar pendientes para actuar en el momento oportuno.Colgó el celular tras recibir la misma información de Gia, del día anterior y fijó su mirada en la fotografía sobre su escritorio. Esa selfie fue tomada en el último cumpleaños de Charlie, ambos un poco serios, con la mirada en la cámara. abrazados y su vestuario informal.«Andrea amaba las camisas de cuadros», pensó Noah y sonrió al imaginarla ver a su hijo en esa foto. Exhaló con fuerza, al mismo tiempo que se abrieron las puertas del ascensor y salió una agotada Alessia, que apenas
La música suave del salón todavía resonaba en los oídos de Alessia mientras cruzaban la puerta del penthouse. Había sido una noche larga, pero verlo a él ahí, en su espacio, hacía que cada minuto valiera la pena. Noah, por su parte, parecía estar mucho más relajado tras sobrevivir a la exposición pública y las interacciones con los empresarios del medio. Las fotografías habían sido algo incómodas, que lo mantuvieron tenso un buen rato, pero ya después se adaptó a la vida social de Alessia.—¿Quieres algo? ¿Un vino? ¿Agua? —preguntó Alessia, dejándose caer en el sofá, mientras desabrochaba sus tacones.Noah negó con una sonrisa, se quitó la chaqueta del esmoquin y aflojó la pajarita.—Lo único que quiero ahora es a ti —respondió con esa voz baja que siempre la desarmaba.Alessia sintió un calor recorrerle el cuerpo al escuchar esas palabras. Durante toda la gala había estado conteniéndose, midió cada gesto, cada mirada, pero ahora no había más barreras. Lo miró con intensidad, y antes d
La noticia cayó como un balde de agua fría sobre Noah. Sentía que la rabia lo consumía, pero más allá de eso, el miedo se le instaló en el pecho. La sola idea de que Charlie pudiera ser llevado a una casahogar lo hizo apretar los puños con fuerza.Alessia, que hasta entonces había estado inmersa en sus propios pensamientos, sintió cómo sus propios problemas se desdibujaban frente a lo que Noah enfrentaba. Se levantó de la silla y caminó hasta él. Le acarició el hombro con suavidad, intentaba transmitirle calma, pero Noah parecía tener su mente ocupada y lejos de ella.—¿Cuánto tiempo tenemos para tomar una decisión? —preguntó Noah con voz tensa.—No mucho. Esta semana el juez hará la solicitud al respecto. Noah, siento esto, sé que tu vida es estable acá en Las Vegas y que volver va a cambiarlo todo, pero sé que no dejarías a Charlie volver, mucho menos, estar en un lugar desconocido —explicó Gia al otro lado de la línea.—Así es… Si tengo que volver con mi hijo, así será. Me reuniré
Alessia se despertó con un fuerte malestar mañanero, que la obligó a correr hacia el baño, donde vació lo poco que había comido la noche anterior. Apenas había dormido, con los ojos hinchados y una punzada constante en las sienes, pero el malestar no se limitaba a su mente. Se dejó caer en el suelo frío del baño, sosteniéndose la frente con la mano temblorosa. Su cuerpo estaba agotado, y su alma, aún más. Entre los malestares del embarazo y el peso de todo lo que había ocurrido con Noah, no sabía cómo enfrentar el día.Su teléfono vibró en la mesa de noche y mostró una notificación de un mensaje. Pensó en ignorarla, pero cuando se arrastró de vuelta a la cama y la revisó, sintió una punzada en el pecho: era un mensaje de Noah.Noah: ¿Estás bien? Salgo a ver a Gia ahora. No dormí nada, pero estoy decidido a resolver esto, aunque siento la cabeza embotada, que no veo solución a nada.Ella cerró los ojos con fuerza y reprimió las lágrimas. El dolor de su pecho no era solo por la tristez
Alessia no dejaba de mover sus piernas de forma errática e intermitente, mientras sus ojos no paraban de escrutar al médico frente a ella, solo que, las facciones estoicas del hombre no le daban ninguna luz sobre el resultado en sus manos. —¿Y, bueno? —se atrevió a preguntar. El médico levantó la mirada y le regaló una sonrisa incómoda, pero que intentó hacer pasar por una tranquila y relajada. —¿Estoy embarazada? Se instaló un silencio entre los dos, que la puso más nerviosa de lo que estaba. Se negaba a dejar avanzar sus pensamientos, solo quería que el médico le contestara. Cuando el hombre negó, ella dejó escapar el aire que estaba reteniendo en sus pulmones. —Lo lamento, señorita Rogers, el tratamiento no ha funcionado —confesó el médico. Alessia se limitó a asentir, pero no dijo ninguna palabra, pues las lágrimas amenazaron con abandonar sus ojos y no deseaba que nadie la viera triste y derrotada. Ella había sido una mujer exitosa a lo largo de su vida, desde hace doce añ