Noah se despertó, miró la hora en su celular y se sorprendió al ver que no era medianoche. Al parecer, el tiempo junto a Ale les había rendido más de lo imaginado y todavía podía disfrutar de su compañía por algunas horas más.La luna iluminaba a través de la ventana, que no tenía la cortina cerrada, pero tampoco era algo por lo cual preocuparse, pues nadie podía ver hacia el interior, debido a que los edificios cercanos eran más bajos. Efectivamente, ella tenía razón respecto a la vista desde ese apartamento, pero no solo era espectacular la de esa parte de la ciudad, sino que, el cielo se podía apreciar, como en ningún otro lado. Ale se dio la vuelta sobre la cama, la sábana le quedó enredada entre las piernas, dejando su cuerpo descubierto. Noah se deleitó ante la visión de su espalda, glúteos y cabello desordenado; casi fue imposible dejar de mirarla, pero debía ir al baño y también saber cómo se encontraba su hijo.Se levantó con cuidado de no despertarla, agarró el bóxer y cami
Una semana más de trabajo obligó a Alessia a salir de la cama y alistarse, sus piernas todavía le dolían y era el recuerdo inequívoco del satisfactorio y placentero fin de semana que había tenido al lado de Noah. Llevaban poco más de quince horas sin verse, pero ella ya deseaba volver a verlo en la oficina.Ale disfrutó del agua tibia cayendo sobre su cuerpo, era revitalizante y le ayudó con el dolor de sus músculos. Al salir de la ducha, se vistió igual que siempre para la oficina, pero puso especial atención en su maquillaje, para que resaltara sus ojos.Alessia se tomó su tiempo frente al espejo, repasando cada detalle de su maquillaje con cuidado, asegurándose de que sus ojos azules brillaran más de lo habitual. Sabía que Noah notaría esos pequeños detalles, y, aunque no lo admitiría abiertamente, le encantaba la idea de verlo mirarla de esa manera que tanto le gustaba, con admiración discreta pero intensa.Ale tomó su bolso, echó un último vistazo al reflejo y salió de su apartam
Las horas pasaron y llegó el momento de abandonar la comodidad de su oficina, para ir hasta el restaurante y encontrarse con Grace. Desde el interior de su oficina podía ver a Noah en su escritorio, trabajando diligentemente. Ella esperó hasta que él colgó la llamada en la que estaba y lo llamó a la oficina. —¿Pasa algo? —preguntó Noah al entrar. —Nada malo… —aclaró ella y mordió su labio—. Saldré a almorzar con Grace, entonces quedas a cargo —dijo y le guiñó un ojo, lo que lo hizo reír—, pero antes de irme, necesito decirte algo urgente. Noah la miró de forma intensa, una sonrisa se marcó en su rostro y con disimulo cerró la persiana de la oficina. Ale sonrió y cuando quedaron ocultos del resto de oficinistas, ella se acercó a él con paso seguro y sin decir nada se besaron. Él la aferró por la cintura, atrayéndola hacia su cuerpo. El beso fue intenso, como si con este rememoraran lo vivido en ese fin de semana juntos. —Tenía muchas ganas de esto —admitió ella. —Te iba a invitar
Alessia dejó escapar un suspiro profundo, sentía el peso de las palabras de Grace. Sabía que su amiga tenía razón, pero admitirlo era otra cosa.—Lo sé... —murmuró, finalmente, levantando la mirada hacia Grace—. Sé que esto puede terminar mal, que estoy arriesgando mucho, pero no sé qué hacer. Siento que, si dejo de intentarlo, estaré renunciando a algo que siempre he querido.Grace la observó con compasión, pero su expresión era firme.—No estoy diciendo que renuncies, Ale. Lo que te estoy diciendo es que lo hables, que seas honesta, sobre todo con Noah. No puedes construir una vida basada en secretos, no así.Alessia apretó los labios, luchaba con la emoción que se acumulaba en su pecho. La imagen de Noah, de su risa, de su compañía, se mezclaba con la de Charlie y lo que podría ser su futuro, pero también veía las sombras de las consecuencias que podría traer su decisión.—Tienes miedo de que él no lo acepte, ¿verdad? —preguntó Grace suavemente, como si hubiera leído sus pensamient
Noah sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Su abogado, la persona en la que había confiado para manejar el futuro de Charlie, le estaba diciendo que había cometido un error. Un error que podría costarle la custodia de su hijo.—¿Un error? —repitió Noah, su voz temblando de incredulidad—. ¿Qué tipo de error, Daniel? ¿Por qué no me lo dijiste antes?Daniel suspiró al otro lado.—Fallé en responder una citación. La audiencia se programó sin que yo lo notara, y cuando lo hice, ya era demasiado tarde. He estado aquí en Aurora toda la semana intentando llegar a un acuerdo con la otra parte, pero ellos han decidido usar esto en nuestra contra.El corazón de Noah se hundió. Sabía que la abuela de Charlie era implacable cuando se trataba de proteger lo que consideraba su derecho, y ahora tenía una ventaja que no iba a soltar fácilmente.—¿Y ahora qué? —preguntó Noah, tratando de mantener la calma, aunque la ira y el pánico comenzaban a mezclarse dentro de él—. ¿Qué significa esto p
Alessia no dejaba de mover sus piernas de forma errática e intermitente, mientras sus ojos no paraban de escrutar al médico frente a ella, solo que, las facciones estoicas del hombre no le daban ninguna luz sobre el resultado en sus manos. —¿Y, bueno? —se atrevió a preguntar. El médico levantó la mirada y le regaló una sonrisa incómoda, pero que intentó hacer pasar por una tranquila y relajada. —¿Estoy embarazada? Se instaló un silencio entre los dos, que la puso más nerviosa de lo que estaba. Se negaba a dejar avanzar sus pensamientos, solo quería que el médico le contestara. Cuando el hombre negó, ella dejó escapar el aire que estaba reteniendo en sus pulmones. —Lo lamento, señorita Rogers, el tratamiento no ha funcionado —confesó el médico. Alessia se limitó a asentir, pero no dijo ninguna palabra, pues las lágrimas amenazaron con abandonar sus ojos y no deseaba que nadie la viera triste y derrotada. Ella había sido una mujer exitosa a lo largo de su vida, desde hace doce añ
Noah caminó con pasos lentos hacia la oficina a la que había sido llamado, como si fuera directo al pabellón de fusilamiento. El tono del hombre al que odiaba llamar jefe, que más bien, era un esclavizador, no le había dejado un sentimiento agradable. —Jefe, ¿me mandó a llamar? —preguntó Noah al abrir la puerta de la pequeña y desordenada oficina. —¡Entra! —demandó el hombre y así lo hizo Noah—. No te sientes, que lo que necesito decirte no tomará mucho tiempo. Noah tragó saliva, rogó en su fuero interno, para que no fuera grave lo que tuvieran que decirle, sin embargo, se quedó en blanco al ver cómo el hombre sacaba un sobre del cajón. —Esta es tu liquidación, tómala y vete ya mismo, que tengo que seguir trabajando y no puedo perder el tiempo contigo —pronunció el hombre y se giró en su silla, centrando su mirada en un televisor detrás de él, en el que uno de los tantos realities se reproducía. La ira fluyó por su cuerpo, pero se contuvo, de nada serviría pelear o confrontar al
Los siguientes tres días de la semana se pasaron como un borrón, entre reuniones, trabajo en la oficina y uno que otro recorrido por el Hotel-casino Orion, lo que mantuvo a Alessia con su mente ocupada en sus deberes, dejando así, de lado la tristeza que le acarreaba el no quedar embarazada.—Señorita Alessia, ¿va a salir? —preguntó Silvia, la recepcionista a la entrada del hotel.—Sí. Silvia, por favor, si alguien me llama, guarda la razón, que no quiero saber nada más de trabajo de acá al lunes. Mañana vienen mis sobrinos, por favor avísale al cambio de turno, para que estén pendientes de ellos y los dejen entrar. Ya sabes —le pidió con un leve tono de advertencia en su voz, pues no deseaba que volviera a suceder lo de la vez anterior, pues los habían anunciado como si fueran desconocidos y no parte de la familia dueña del lugar.—No se preocupe, que Bruce aprendió y no se volverá a equivocar —contestó la joven y mantuvo una sonrisa incómoda en su rostro.—Nos vemos, ten buena noche