La consulta terminó entre una bruma, Ale solo logró prestar atención a algunas de las recomendaciones que le dio el doctor McGregor, ya del resto se encargaría Gia, porque ella no tenía cabeza ni para seguir las bromas y comentarios alegres del doctor, solo asentía y sonreía, aunque por dentro no dejaba de sentirse confundida.Salieron del consultorio y reclamaron los medicamentos y vitaminas en la farmacia. Georgia notaba que a su hermana parecía costarle asimilar la noticia y no la presionó, porque sabía que todo lo relacionado con Noah era un tema delicado.—¿Quieres que llame a Paul para que se haga cargo del Orion hoy? —propuso Gia, pero Ale negó.—No, necesito ir a trabajar y ocupar mi mente en algo que puedo controlar, porque si me quedo en el penthouse, me voy a enloquecer —admitió Ale, con firmeza.—¿Quieres que me quede contigo? —preguntó, mientras se dirigían a la camioneta.—No, Gia, no te preocupes, voy a estar bien, solo que ha sido una noticia que no esperaba y solo deb
Georgia llamó a Noah, su conversación fue corta, porque sentía que, si se extendía, podía decir algo del embarazo de su hermana y no podía fallarle de esa forma. Le informó a Noah, que la señora Charlotte ya estaba al tanto de su presencia en Aurora y que, por esa razón, había hecho una solicitud para ver a su nieto.Noah respiró profundo, sabía que este momento llegaría, pero no se sentía preparado, aunque nada podía hacer al respecto. Si del juzgado creían que Charlie debía ver a su abuela, él no podía hacer más que obedecer. Evitó tocar el tema “Alessia” y le agradeció a Gia por la información, por lo que quedó atento a una respuesta que no demoraría en llegar.—¡Charlie, debes bañarte! —exclamó, mientras dejaba su celular sobre el mesón de la cocina y caminaba hacia la habitación del pequeño.—Ay, papá… —contestó el niño, con voz perezosa, haciéndolo reír.—Si te quedaras todo el día en casa, no sería problema, pero debemos salir —le informó y Charlie le regaló una mirada entre cu
Alessia no dejaba de mover sus piernas de forma errática e intermitente, mientras sus ojos no paraban de escrutar al médico frente a ella, solo que, las facciones estoicas del hombre no le daban ninguna luz sobre el resultado en sus manos. —¿Y, bueno? —se atrevió a preguntar. El médico levantó la mirada y le regaló una sonrisa incómoda, pero que intentó hacer pasar por una tranquila y relajada. —¿Estoy embarazada? Se instaló un silencio entre los dos, que la puso más nerviosa de lo que estaba. Se negaba a dejar avanzar sus pensamientos, solo quería que el médico le contestara. Cuando el hombre negó, ella dejó escapar el aire que estaba reteniendo en sus pulmones. —Lo lamento, señorita Rogers, el tratamiento no ha funcionado —confesó el médico. Alessia se limitó a asentir, pero no dijo ninguna palabra, pues las lágrimas amenazaron con abandonar sus ojos y no deseaba que nadie la viera triste y derrotada. Ella había sido una mujer exitosa a lo largo de su vida, desde hace doce añ
Noah caminó con pasos lentos hacia la oficina a la que había sido llamado, como si fuera directo al pabellón de fusilamiento. El tono del hombre al que odiaba llamar jefe, que más bien, era un esclavizador, no le había dejado un sentimiento agradable. —Jefe, ¿me mandó a llamar? —preguntó Noah al abrir la puerta de la pequeña y desordenada oficina. —¡Entra! —demandó el hombre y así lo hizo Noah—. No te sientes, que lo que necesito decirte no tomará mucho tiempo. Noah tragó saliva, rogó en su fuero interno, para que no fuera grave lo que tuvieran que decirle, sin embargo, se quedó en blanco al ver cómo el hombre sacaba un sobre del cajón. —Esta es tu liquidación, tómala y vete ya mismo, que tengo que seguir trabajando y no puedo perder el tiempo contigo —pronunció el hombre y se giró en su silla, centrando su mirada en un televisor detrás de él, en el que uno de los tantos realities se reproducía. La ira fluyó por su cuerpo, pero se contuvo, de nada serviría pelear o confrontar al
Los siguientes tres días de la semana se pasaron como un borrón, entre reuniones, trabajo en la oficina y uno que otro recorrido por el Hotel-casino Orion, lo que mantuvo a Alessia con su mente ocupada en sus deberes, dejando así, de lado la tristeza que le acarreaba el no quedar embarazada.—Señorita Alessia, ¿va a salir? —preguntó Silvia, la recepcionista a la entrada del hotel.—Sí. Silvia, por favor, si alguien me llama, guarda la razón, que no quiero saber nada más de trabajo de acá al lunes. Mañana vienen mis sobrinos, por favor avísale al cambio de turno, para que estén pendientes de ellos y los dejen entrar. Ya sabes —le pidió con un leve tono de advertencia en su voz, pues no deseaba que volviera a suceder lo de la vez anterior, pues los habían anunciado como si fueran desconocidos y no parte de la familia dueña del lugar.—No se preocupe, que Bruce aprendió y no se volverá a equivocar —contestó la joven y mantuvo una sonrisa incómoda en su rostro.—Nos vemos, ten buena noche
—Eres una mujer interesante, Alessia —dijo él, mirándola con admiración.—Y tú eres un hombre misterioso, Noah. Quizás por eso hacemos buen equipo —respondió ella, sintiendo que el alcohol empezaba a afectarla un poco.La música, el ambiente y las risas les hicieron perder la noción del tiempo. Alessia notó que se estaban acercando cada vez más, sus risas resonando en la barra y sus miradas entrelazadas.—¿Te gustaría bailar? —preguntó Noah de repente, inclinándose hacia ella.Alessia asintió, dejando su copa vacía en la barra. Noah la tomó de la mano y la guió hacia la pista de baile. La música era vibrante y envolvente, y pronto se encontraron moviéndose al ritmo, sus cuerpos cada vez más cercanos.Las risas y los movimientos se volvieron más íntimos, sus manos se entrelazaron y sus miradas se volvieron más profundas. En un momento de valentía, Alessia se acercó aún más y sus labios se encontraron en un beso apasionado.El mundo a su alrededor se desvaneció mientras se perdían el un
Noah no demoró en llegar a la casa de Oscar, agradeció que la luz de la sala todavía estuviera encendida, lo que significaba que su amigo había llegado hace poco de su turno del trabajo, así que, solo dio algunos golpecitos en la puerta y Oscar no demoró en abrir la puerta.—Veo que la noche estuvo interesante —comentó Oscar con diversión, mientras escrutaba a Noah y una sonrisa se le marcó en su rostro—. Tienes cara de haber conocido a una mujer.—Cállate —contestó Noah y pasó por el lado de su amigo, para entrar al apartamento—. ¿Acabas de llegar? Ni siquiera sé qué hora es —comentó.—Son las tres de la madrugada —le informó Oscar y Noah abrió los ojos con sorpresa.—Será mejor que vayamos a descansar. Voy a ver a Charlie —se excusó Noah y Oscar asintió.—Descansa, yo iré con Nadia y mi pequeña —dijo Oscar en despedida y le dio una palmada suave en la espalda a su amigo—. Me alegra que te haya ido bien en tu salida de esta noche, así ya no me siento culpable por no haberte podido ac
—Chao, mi niño —se despidió Alessia del pequeño Scotty, que venía corriendo de vuelta a donde su tía, pues al ver a sus padres todo se le había olvidado por ir con ellos.—Chao, tía Ale —contestó él y le dio un beso húmedo en la mejilla.—Hola, preciosa —la saludó Gia y la abrazó con fuerza—. ¿Cómo se portaron mis pequeños?Annie y Tommy se rieron por la forma en la que su madre los llamaba, definitivamente, nunca dejarían de ser los pequeños de mamá.—Ellos muy bien, pero espero que ustedes se hayan portado mal —comentó Alessia con picardía, mientras miraba a su hermana y cuñado a los ojos.Gia se sonrojó y Stephen sonrió.—Oh, sí, de eso me aseguré —contestó él, haciéndola reír.—¡Papá! —gritaron al mismo tiempo Annie y Tommy, pues no deseaban saber detalles de lo que sus padres hicieran los fines de semana solos.—A mí no me dejan portarme mal —renegó Scotty y ahora los que se rieron fueron los hermanos mayores, mientras que sus padres se miraron sin saber qué decir.—No es verdad