Noviembre, 12Ámbar.Todo me da vueltas, siento el cielo caerseme encima, mi corazón no aminora su marcha, mis ojos no paran de lagrimear, ni mi cuerpo de temblar. Tengo muchas ganas de vomitar, mi garganta duele, duele mucho y mi respiración no es la mejor.Mis sienes palpitan, mi mirada es borrosa y el maldito tubo sigue en mi boca, acentuando el sabor a sangre.Tengo miedo, nunca me había sentido tan mal.Escucho voces pero soy incapaz de entender lo que dicen, pero puedo deducir el desespero que me agobia aún más. Quiero moverme, quiero mover mi cabeza, pero no puedo, el dolor no me lo permite y las manos de los paramédicos que hablan entre sí, no me dan tregua a la hora de intentar mover mis débiles y temblorosos brazos.Quiero hablar y tampoco puedo, mi llanto empieza a ser desesperado y el temblor en mi cuerpo se hace más fuerte, más alarmante.¿Dónde está? ¿Dónde están todos? ¿Mi hija? No quiero estar sola, ya no más.-Debe calmarse, señorita.- me habla uno de los paramédicos
Diciembre, 24.Damián.Ladeo el vaso de cristal en mi mano y fijo mis ojos en el líquido color ámbar que se mueve dentro. Doy un sorbo y lo dejo en mi boca, dejando que el sabor a alcohol me llene todo el paladar.Miro las dos carpetas con documentos esparcidos por la mesita de centro y me levanto del sillón pasando la bebida por mi garganta.Necesito un receso de esto.Le doy la espalda a los papeles y me acerco a la pared acristalada del departamento. Vuelvo a dar otro sorbo y fijo mis ojos en la ciudad que desde mi altura se hace minúscula. Doy otro sorbo a mi bebida sintiendo como un nudo se me forma en el estómago.Tomo aire profundamente y me alejo del ventanal, camino a paso lento por todo el lobby, pasando la punta de mi índice por los muebles y encimeras.«Quizás deba pensarlo un poco más... Alargar un poco más el tiempo» no sería mala idea, es una decisión importante. Es mía, siempre ha sido mía, nadie se dará cuenta sí guardo los documentos y los hago esperar por un par de
Diciembre, 03.Suelto un suspiro y estaciono el auto frente al lugar. Mi corazón se siente chiquitito, mis ojos pican y siento un enorme nudo situarse en mi estómago con ahínco.Ha pasado mucho tiempo.Me recuerdo a mí misma para tratar de detener el maldito escozor en mi pecho, el jodido dolor que aún me invade aunque ya ha pasado prácticamente un año.Debo hacer estó.Debo dejarlo ir.Y con ese pensamiento suelto el aire atascado en mis pulmones por la boca, para luego abrir la puerta del vehículo y salir antes de arrepentirme de hacer estó e irme como todas las otras veces que intenté venir. El aire golpea mi rostro con violencia, la baja temperatura me hace estremecer –Quizás también sean los nervios– con mis brazos rodeo mi cuerpo y trás otro suspiro empiezo a andar.Mi vista está fija en mis zapatos negros, hacen un perfecto contraste con la pequeña capa de nieve bajo mis pies. Mantengo mi vista en ellos, porqué aún me sigue siendo doloroso mirar esté lugar, saber que él está aq
Marzo, 15-¡Mamá!- grita por milésima vez en los últimos diez minutos. Suelto un pequeño suspiro.-¡Que!- respondo por milésima primera vez, mientras mantengo el equilibrio en mi mano para pasar con éxito el delineador por mi ojo derecho.Siempre es el más difícil.Unos largos segundos pasan y no recibo respuesta de la pequeña rubia y aunque eso me preocupa un poco, lo dejo estar, pues de seguro no es nada importante ya que de lo contrario hubiese salido de su habitación a decirme lo que sucede.-¡Mamá!- el chillido repentino y lleno de reproche me hace saltar en mi lugar, y el casi perfecto delineado se alarga hasta mi sien en una línea curva y desastrosa.Hago una mueca de desagrado al mirarla en el espejo y tomó una toallita húmeda para quitar la línea negra de mi cara. Doy una semi vuelta en mi lugar hasta poner los ojos sobre la pequeña rubia de cuatro años parada bajó el umbral de la puerta con las cejas fruncidas y las mejillas sonrojadas.Viste el tierno uniforme del colegio y
El ascensor se detiene y abre sus puertas en el living de la empresa, suelto un suspiro y empleando mi actitud seria, empiezo a caminar con seguridad y sin mirar a nadie. En estós últimos años entendí porqué la actitud de Damián con sus empleados, sus aires de grandeza, de altanería cuando estaba frente a ellos.Y es que no era para nada fácil llevar las riendas de una empresa de tal magnitud como para que encima tener que estar pendiente de cada cosa que hacían los empleados para que no arruinanse las cosas importantes. Yo trataba de ser amable, de ser gentil y no una jefa autoritaria y detestable, pero cuando me dí cuenta que muchos de los empleados se aprovechaban de ello, tuve que recurrir a las forma de la bestia y no tener con ellos ninguna otra relación que no fuera la de jefe/empleado. Suena feo, incluso a mí misma me causaba algo de molestia esa normalidad, pero me sostenía de la idea de que debía acrecentar lo que mi bestia dejó en mis manos, debía hacer que se sintiera orgu
Después de la llegada de Hansel, los cuatro nos dirigimos al centro comercial donde estaba Amelie trabajando, una vez allí los cinco fuimos al área de comida para tomar el almuerzo que ninguno de los tres adultos habíamos tomado, al contrario de los niños que gracias a la dulce abuelita Amy habían comido tan pronto como salieron del colegio.Así que sólo se dispusieron a tomar su helado mientras nosotros comíamos entre risas y charlas triviales. Cuando el reloj marcó las cinco de la tarde decidimos regresar a casa con la idea de descansar un poco para salir por una cena de cumpleaños a las siete y media de la noche.Hansel había dejado su auto en la casa de Amy, por lo que a su regreso subió de piloto en el vehículo de su esposa, la pequeña familia Smith y nosotras tomamos la misma ruta rumbo a nuestros hogares, y es que ellos vivían en el penthouse del edificio continuó al mío, uno de los edificios que también eran de Damián.Los ví adentrarse al estacionamiento subterráneo y tras un
La hora de la cena llega y algo atrasados los tres bajamos al recibidor. Había hablado con Hansel, le dije que Tristán se uniría a nuestra cena y que no era necesario que viniera por nosotras, pues, la idea en primer lugar era irnos los cinco en un solo auto.—¿A dónde?—pregunta Tristán antes de arrancar el auto aún estacionado frente al edificio.Echo un vistazo hacia la parte trasera del auto sólo para ver a Mía sentada en su sillita mientras jugaba algún juego en la tablet con funda de princesas.—McDonald's— respondo simple y él gira para mirarme contrariado.—¿McDonald's?— pregunta haciendo una mueca y asiento.—¿Vas a celebrar tu cumpleaños en McDonald's?— pregunta nuevamente como sí no pudiese creerlo.Asiento por segunda vez.—Los niños eligieron el lugar— sonrío— será divertido.— él ríe algo contrariado y arranca el auto.En minutos nos vemos rodeados por las luces nocturnas de Seattle, autos que se mueven en direcciones contrarias y un ambiente agradable. Ninguno de los dos h
Marzo, 16Miro la hora en el reloj de mi muñeca y soltando un suspiro me levanto y voy al baño privado de la oficina, de la misma que antes era de Damián. Observo mi reflejo en el espejo del lavado del lugar por unos segundos antes de sacar de mi bolso negro el labial carmín que pinta mis labios.El celular suena mientras paso el labial por mis labios hasta dejarlos aún más rojos. Miro la pantalla del teléfono que está dentro del bolso y el nombre de Tristán aparece en la pantalla. Respondo la llamada y la dejo en manos libre para seguir retocando mi maquillaje antes de irme.—¿Si?—digo al descolgar.—Hey, estoy llegando por tí— dice y frunzo mis cejas.—¿Por qué?—pregunto como tonta sin dejar de pintar mis labios—no creo que sea necesario, además hoy tengo que ir por los niños.—Te acompaño—se ofrece y vuelvo a poner la tapa del labial.— aún estamos a tiempo, luego podemos ir a almorzar.Suelto un suspiro silencioso.—He traído mi auto, Tris.—digo en un tono de voz más bajo.—Puedes