04

La hora de la cena llega y algo atrasados los tres bajamos al recibidor. Había hablado con Hansel, le dije que Tristán se uniría a nuestra cena y que no era necesario que viniera por nosotras, pues, la idea en primer lugar era irnos los cinco en un solo auto.

—¿A dónde?—pregunta Tristán antes de arrancar el auto aún estacionado frente al edificio.

Echo un vistazo hacia la parte trasera del auto sólo para ver a Mía sentada en su sillita mientras jugaba algún juego en la tablet con funda de princesas.

—McDonald's— respondo simple y él gira para mirarme contrariado.

—¿McDonald's?— pregunta haciendo una mueca y asiento.—¿Vas a celebrar tu cumpleaños en McDonald's?— pregunta nuevamente como sí no pudiese creerlo.

Asiento por segunda vez.

—Los niños eligieron el lugar— sonrío— será divertido.— él ríe algo contrariado y arranca el auto.

En minutos nos vemos rodeados por las luces nocturnas de Seattle, autos que se mueven en direcciones contrarias y un ambiente agradable. Ninguno de los dos hablamos, ambos estamos sumidos en nuestros pensamientos y Mía en su juego.

Por un momento me permito pensar en Damián, en lo distinto que fuera todo si él estuviera con nosotras, si fuera él quien conduciera el auto en esté momento y no Tris.

Muchas cosas serían diferentes sí el siguiera aquí; quizás nunca hubiese entrado de nuevo a la universidad, quizás nunca me hubiera graduado como lo hice hace un par de meses, quizás seguiría encerrada en una mansión dedicándome únicamente a Mía y a ser feliz junto a mi familia.

Sin duda su muerte sería uno de los sucesos más dolorosos de mi vida, pero está más que claro que sí eso no hubiese sucedido yo no sería ni de asomó la mujer que soy hoy en día. Y no lo sé, quizás estoy loca, pero preferiría mil veces seguir siendo una idiota inservible si con eso consigo que viva, que esté conmigo y con mi hija.

—He estado pensando— la voz de Tristán me hace salir de mis pensamientos y girar para mirarlo.—Me gustaría que vinieras junto a Mía a mi casa esté fin de semana—frunzo el ceño—así los niños las conocen más, y ya sabes...

—¿Nosotras?- pregunto como si hubiera escuchado mal, él asiente.—No lo sé, Tris, no me parece una buena idea—conocía a los niños; Thomas y Adrien tenían siete y seis años, eran muy lindos y educados, los ví una o quizás dos veces—Hace mucho que no estás con ellos a solas, quizás lo menos que quieran sea tener que compartirte.

—Tienes razón—asiente entrando al aparcamiento del restaurante infantil.—Entonces por lo menos acepta una invitación a cenar con nosotros el viernes por la noche—propone galante y yo río.

—Por supuesto—acepto y él apaga el motor del vehículo.—Allí estaremos.

Sonríe complacido y abre su puerta, yo imito su acción, tomó mi bolso y lo cuelgo en mi hombro. Antes de que yo pueda hacerlo él abre la puerta de Mía y segundos después la saca del interior del auto y cierra la puerta trasera. Empezamos a caminar al interior del restaurante los tres juntos.

—Mamá—se estira en los brazos de Tristán con los brazos extendidos hacia a mí para que sea yo quien la cargue, y eso hago.

El interior del lugar está algo vacío, pues es lunes por la noche y es muy poco probable que los padres traigan a sus niños a McDonald's un día de semana. Sólo dos mesas están siendo ocupadas y de una de ellas Amelie se levanta y nos saluda para que los miremos. Sonrío y junto a Tristán avanzamos entre las mesas hasta llegar a la suya, que está frente a la pared de cristal con vista a los juegos para niños.

—Hola Tristán—saluda Amelie amablemente.

—Hola Amelie, Hansel.—saluda él de vuelta. Más que claro está qué a Hansel no le agrada ni un poco Tristán, pero aún así y para no ser borde, lo saluda con un leve alzamiento de cabeza.

Siento a Mía al lado de Noah, yo al lado de ella de manera que quedó justo frente a Hansel y Tristán toma asiento a mi lado, quedando así frente a Amelie. Una chica se acerca y después de pedir una cajita feliz para cada niño y hamburguesas grandes para nosotros, nos dispusimos a entablar una conversación amena.

Así avanza el tiempo y después de la cena los niños se retiran a el área de juegos dejándonos solos a los cuatro adultos.

—Si—la voz de Tris suena a mi lado— pero tengo fe de que todo mejore a partir de ahora.— está hablando con Amelie quien le acaba de preguntar como va el proceso con sus hijos.—Quiero que convivan más tiempo con Ámbar.

Mis ojos están fijos en el cristal que me deja ver a los niños jugar en los juegos acorchonados y coloridos del mini parque. Veo a Noah subir con rapidez las pequeñas escaleras que al igual que el piso y todo lo demás allí dentro son acorchonadas. Mía lo sigue, a ambos les sube y baja el pecho rápidamente, están cansados de seguro también transpirados pero eso no los detiene, siguen jugando como si el mundo se fuera a acabar en esté instante.

—Que se acostumbren más a ella...— la voz de Tris sigue sonando a mi lado. Pero la verdad ya ni siquiera estoy escuchándolo.

Sólo soy capaz de mirar el único par de cuerpecitos capaces de hacer que mis días dejen de ser un martirio. Noah empieza a andar por el puentecito movedizo, ambos empiezan a saltar y ríen mientras se mueven sobre él, yo sonrío más. Noah se detiene y hacen una mueca de sorpresa mientras le señala a Mía algo en la piscina de pelotas bajo sus pies, presa de la curiosidad la niña se acerca al borde del puente buscando con la mirada lo que sea que su mejor amigo casi hermano le señala pero entonces y de la nada, el pelinegro la empuja al vacío y se ríe a carcajadas mientras la ve caer, yo también lo hago.

Con la melana ahora más desordenada que antes sale de entre las pelotas acorchonadas y mira a Noah enojada mientras le grita algo que no soy capaz de escuchar con claridad, empieza a correr a las escaleras mientras el pelinegro no para de burlarse en el mismo lugar sin dejar de señalarla. Se detiene frente a él y con los brazos en jarra le dice algo, está enojada, tanto que al hablar mueve sus labios más de lo necesario, igual que lo hacía su padre. Noah sigue riendo y eso parece incrementar el enojo de la rubia que le dice algo más y finalmente lo empuja con todas sus fuerzas hacia el vacío.

Pero se impulsa tanto que cae junto a Noah, río por eso, ambos salen de entre las pelotitas y se ríen a carcajadas, ya no están enojados, en sus vidas no hay lugar para los enojos o cualquier sentimiento negativo.

—Quiero...—la voz de Tristán se ve interrumpida por una leve palmada sobre la mesa, quitó la vista de los niños y la pongo en Hansel que está inclinándose hacia el frente.

Luce divertido a simple vista, pero está más que claro que la presencia de Tris no le gusta para nada. Siente que estoy reemplazando a su mejor amigo, cree que Tristán está ocupando su lugar.

No creas eso Hansel, eso no pasará jamás.

—Ya basta, joder...—susurra hastiado sin dejar de mirarse tranquilo.

—Hansel, no...— intenta intervenir Lie, pero el pelinegro hace un gesto que corta sus palabras.

—Tristán— pronuncia el nombre con cierto detenimiento—no me agradas—quiero reír pero me contengo, los ojos de Amelie amenazan con salirse de sus lugares, está avergonzada por lo que Hansel está diciendo—Ámbar es ajena, ella sólo perteneció y pertenecerá siempre a Damián, el padre de su hija— ¿Que habrá dicho Tristán para que Hansel diga estó?— deberías tener eso muy claro...

—Damián está muerto—interrumpe Tristán.—ella merece ser feliz y Mía merece un padre...

—Para eso estoy yo...—Hansel se levanta de su silla y en estado de alerta, el resto también lo hacemos.

—Ya basta— intervengo poniendo una de mis manos en el pecho de Tristán—paren, no sigan.

—Hansel ya basta—riñe Amelie.— estás siendo muy borde...

Chasquea la lengua y a paso veloz se dirige a la salida del lugar, Amelie lo llama pero él no la obedece.

—Creo que ya es hora de irnos— digo para relajar el ambiente, Amelie asiente y Tristán bufa— Ve por los niños, iré a hablar con él.

—Hazlo rápido antes de que se vaya y nos deje aquí tirados—bromea y yo río, le dedico una mirada inexpresiva a Tristán y él mira hacia otro lado, Amelie empieza a hacer su camino a la sala de juegos y yo avanzo hacia afuera.

El aire frío de la noche me abraza y busco con la mirada al pelinegro. Está recostado del auto de Amelie, mientras enciende un cigarrillo con el ceño fruncido. Su acción me recuerda a Damián, en realidad todo me recuerda a mi bestia. Con una débil sonrisa avanzo hacia él hasta posicionarme a su lado.

—¿Quieres?—pregunta con brusquedad tendiendo el cigarrillo hacia mí. No fumo, nunca lo hecho y él lo sabe, es por ello que frunzo las cejas contradictoriamente.— No, mejor no—quita el cigarrillo del frente y ríe un poco— después tendré que soporta qué Damián tiré de mis pies todas las noches por el resto de mi vida— ambos reímos y nos quedamos en silencio por un par de minutos.—se que no es tu culpa—dice y da una calada al cigarrillo— pero maldición, que me caga ese hijo de puta...

—Creo que te estás equivocando.—susurro mirando al frente, él me mira como sí estuviera loca y yo río— No sobre Tris, bueno quizás también en eso—hago un ademán con la mano para restarle importancia—a lo que me refiero es que crees que estoy reemplazando a Damián, que estoy imponiéndole un padre a mi hija— él me mira atento—y no es así Hansel, a Damián nadie lo reemplazará jamás y prefiero morir antes de que mi hija le diga papá a otro. Yo quiero a Tris—admito— pero nadie nunca igualará el amor que aún siento por Damián.

—¿Entonces por qué estás con él?— pregunta y sintiendo mi corazón ponerse pequeñito fijo mis ojos en los suyos y me encojo de hombros.

—Porque de alguna manera debo rehacer mi vida— susurro—¿No crees?—hace un mohin con sus labios y desvía la mirada—Damián ya no está, Hansel—digo más para mí que para él.— y de verdad siento que estoy quedándome estancada—desvío la mirada— siento que el tiempo pasa, que todos de alguna forma han crecido, han superado lo sucedido... Que al final todos si consiguieron sus malditos finales felices—las lágrimas amenazan con salir de mis ojos— sólo mírate a tí; lograste salir de ese mundo ileso, te casaste, formaste y disfrutas de tu familia.— sonrío y vuelvo a mirarlo.—En cambio yo sigo igual, para mí no hubo final feliz, el tiempo pasó Hansel y yo sigo sintiendo el dolor igual que el de hace cuatro años.

—Ám...

—Me sujeto a él— interrumpo—a Tristán, porqué de alguna forma quiero verme avanzar, no quiero seguir estancada en el mismo sitio. Él no es como piensas, no es una mala persona.

Baja su cabeza y fija la mirada en el cigarrillo que tiró al piso hace unos segundos.

—Lo siento—susurra y lo abrazo.—es que...

—Se siente feo pensar que lo estamos olvidando— susurro—pero ni aunque queramos, eso va a pasar- me separo y sonrío débilmente— el hijo de puta se metió tan dentro de nosotros y tomo el asiento de rey en nuestros corazones—ríe.—y ya sabes como era, ese puesto no se lo quita nadie.— me separo y miro a Amelie salir de la mano con los niños y Tristán siguiéndolos.

—Es hora de ir a partir el pastel ¿No?— pregunta con una sonrisa.

—Oh si, amigote—reímos y yo camino hasta Amelie mientras Hansel espera a su esposa e hijo al lado de su auto.

Lie me sonríe y le devuelvo la sonrisa, tomo a Mía en mis brazos y así cada quien sube a su auto y emprendemos camino a casa.

—¿Que le dijiste a Hansel?— preguntó bajito cuando estaciona el auto detrás del de Amelie.

Se encoge de hombros y apaga el motor.

—Nada malo— se defiende serio.—es solo que el idiota no supera...

—Te prohíbo que vuelvas a insultarlo— dictó severa cuidando que Mía no sé de cuenta de nuestra pequeña disputa—es mi familia, todos ellos son mi familia y no quiero tener que elegir entre ellos o tú.

Sin más salgo de mi lugar y cierro la puerta para luego abrir la de Mía, Tristán sale del auto y empieza a caminar algo molesto al interior del edificio sin esperar a nadie. Saco a mi hija del vehículo y cierro la puerta, ella se mueve para que la deje en el suelo y así correr junto a Noah al interior.

Los seis subimos al ascensor, Hansel y Tristán van serios y gracias a ellos el aire pesado se puede palpar pero entre Amelie, los niños y yo hacemos que el ambiente se vuelva más ligero entre conversaciones y risas infantiles. La chica de mantenimiento se encargó de despejar el apartamento, y ahora las rosas y globos se encuentra decorando perfectamente el lugar.

-—A qué no me atrapas!—grita Noah segundos antes de salir corriendo fuera del ascensor, Mía no sé queda atrás y trás soltar unas risas empieza a perseguirlo.

El celular de Tris empieza a sonar y él se gira a mí para darme la botella de vino.

—Es Thomas, tengo que contestar—dice y se aleja hasta el ventanal mientras descuelga la llamada de su hijo mayor.

Lie y yo nos disponemos a caminar a la cocina mientras Hansel saca su celular y empieza a grabar y tomar fotografías de todo lo que hacemos. Pero sus protagonistas favoritos son los revoltosos niños que corren como si tuvieran todas las energías del mundo por el apartamento.

—A ver— dice alargando la letra "E" mientras nos enfoca con su celular a Lie y a mí.— ¿De que es?— pregunta y sonrío a la cámara del teléfono.

—De chocolate—respondo con el pastel en mis manos para llevarlo a la mesa de cristal de la sala de estar—¿A caso no es obvio?— Amelie que trae platos y cubiertos para el pastel ríe y Hansel bufa divertido.

—Ámbar antipatía Webster ¿No?— pregunta sin dejar de enfocarnos.

—Un gusto— sonrío—te daría la mano, pero ya ves, las tengo ocupadas—ríe y deja de enfocarnos a nosotras para poner la cámara en los niños que corren veloces por el lugar— ¡Voy a los dos!

— les grita—¡Sí Noah gana le doy una paleta y sí no también!— todos reímos incluso ellos.

Dejo el pastel sobre la mesa y pongo sobre él las velas en forma de "2" y "6" en el proceso mi dedo se llena de chocolate y sin dudarlo lo levanto hasta meterlo a mi boca. Cierro los ojos cuando el magnífico sabor del chocolate inunda mi paladar.

Siento el flash de la cámara de Hansel en mi cara y sin sacar el dedo de mi boca abro grande los ojos.

—¡Ya deja de grabarme!—me quejo y ellos ríen.

—Eternamente recordada como la chica que no sabe esperar para comer pastel— se burla y siguen riendo.

—¡Es hora!— grita Amelie entre risas para que los niños se acerquen y Tristán también—¡A partir el pastel!

Escucho los chillidos emocionados de los niños y luego sus pasos apresurados correr por el pasillo, Tris que ya estaba acercándose llega hasta a mí y me abraza desde atrás para dejar un beso en mi mejilla, río al ver a Hansel hacer una mueca desagrado sin dejar de enfocar la cámara en nuestra dirección.

Pero esa mueca se convierte en una sonrisa burlesca cuando Mía llega a nosotros y a empujones leves separa a Tristán de mí y me pide que la cargue. Es celosa, muy celosa, no le agrada que Tristán me abrace, que me bese e incluso su presencia se le hace intolerable sí ella está de malhumor, dice que soy suya y que Tristán debe buscarse otra mami.

Ni una sola de sus actitudes las heredó de mí.

Amelie levanta a Noah y así todos empezamos a entonar la ya conocida canción de cumpleaños. Mi pecho se infla de nostalgia, de alegría y al mismo tiempo de tristeza al ver a las personas a mi alrededor; a Hansel seguir grabando el momento con la cámara de su celular mientras sigue entonando la canción como si fuera un niño emocionado, los niños que ríen y aplauden mientras miran las velas encendidas del pastel con la misma emoción que Hansel, Lie que canta con una sonrisa y de vez en cuando me dedica miradas tiernas como toda ella, y Tris, está a mi lado, canta bajito sin llamar mucho la atención mientras sonríe.

Sin dejar de sonreír y moviendome de un lado a otro en mi sitio sigo la sintonía de las voces hasta que finalmente la canción termina y advirtiendo a todos que no se les ocurra empujarme contra el pastel; aseguro a Mía con mi otra mano para que no caiga al frente cuando me inclino y soplo las velas para luego escuchar los aplausos eufóricos de todos.

Río y dejo a Mía nuevamente en el suelo, ella enseguida se va con Noah a otro lugar mientras Lie y yo nos disponemos a picar el pastel en grandes rebanadas para luego ponerlas en cada plato.

Minutos después de repartir el pastel todos nos sentamos en el living, cada uno tenía una copa de vino en sus manos, Lie estaba sentada junto a Hansel y Tristán a mi lado, estos dos últimos estaban más relajados que hace un rato, no se habían vuelto a dirigir la palabra pero por lo menos no estaban atancándose verbalmente.

—¡Claro!—exclama Hansel de la nada— sabía que se me estaba olvidando algo, que faltaba algo—con la mano que sostiene su copa me señala con el dedo índice—¿Dónde está Carmen?— todos reímos.— desde que llegué ni siquiera la he oído.

Bebo un sorbo de mi copa y paso la lengua por mis labios antes de responder con tranquilidad:

—Fué a visitar a su hija— respondo—y a conocer a su tercer nieto—añado y Hansel levanta las cejas.

Hacía una semana que Carmen se había ido a Oregon a visitar y conocer al tercer hijo de Ellie. Tiempo después de la muerte de Damián, la nana decidió dividir su herencia y darle la mitad de la misma a su única hija, quien con ese dinero se fué a la ciudad vecina dónde residían la familia de su esposo. Carmen por otro lado solo usaba su dinero para ir a visitarla, llevar muchos regalos a sus nietos y consentir cada capricho de Mía y Noah.

—Vaya— responde Hansel algo sorprendido aún— ¿Ya Ellie tiene tres hijos?

Asentí calmadamente viendo a los niños sentados frente a la gran pantalla del televisor que yacía apagado.

—Nicol—- pronuncio el nombre tratando de recordar si era ese o no—es la mayor, creo, cumplirá seis años el primer día de abril, por lo que Carmen no regresará hasta después de eso— digo recordando lo que me dijo la nana antes de irse— Luego de ella, Lilieth de tres o dos años, no recuerdo muy bien— le hice saber—y hace poco nació el más pequeño, es un niño y creo que su nombre es Aleisxander.

—¡Oh!—murmura sin salir de la sorpresa—si que fué rápida...

—¿La conoces?—pregunta Lie mirándolo con atención.

—Hace mucho que no la veo— responde él—pero cuando era niña, era una pesada— sonrío recordando a Damián la tarde que me respondió eso mismo— Nos odiaba— añade evitando nombrar a Damián- siempre que nos veía hacía estó:— con una extrema exageración rueda los ojos con antipatía al mismo tiempo que mueve su cabeza como sí en ella hubiera un largo cabello que con ese movimiento se hubiera posicionado hacia un lado, puso sus labios en una trompa molesta y añadió a la expresión un movimiento de cabeza que utilizarías para dejarle en claro algo a tu enemiga, levanta su mano a la altura de se pecho y con los dedos índice y pulgar hizo un círculo mientras que con ellos señalaba a alguien inexisten frente a él.

Fué inevitable no reír, la carcajada salió de mi boca como hace mucho no lo hacía, escuché también la de Amelie y ni siquiera Tristán pudo evitar soltar una pequeña risa.

—Es en serio.— río él.—Creo que nos odió más la última vez que nos vimos—recuerda con una sonrisa nostálgica- ella y yo teníamos díez años—me mira unos segundos y luego sonríe de medio lado—Damián aún tenía nueve pero faltaba poco para que cumpliera los diez—sonrío sin poder evitar imaginarlo así de pequeño.—en fin, el hecho es que al día siguiente nos iríamos a España y Carmen quiso verla antes, así que pidió a su padre que la llevara a la mansión—ríe— ella estuvo todo el día presumiendo el vestido nuevo de invierno que su padre le había comprado, entonces Damián propuso una idea— ríe hundido en sus recuerdos— después de todo ella había estado haciéndonos malas caras durante todo el día, cuando faltaba poco para que se marchara la hice ir al patio trasero y a penas lo piso Damián mojó con la manguera su lindo vestido de invierno.

—La maldad la llevan en la sangre—río Lie.

Hansel tomó aquel cuestionamiento como un cumplido e hincho su pecho con orgullo haciéndonos reír más.

—¿Que hacen?— pregunto en dirección a los niños trás escuchar el sonido de una de las dos gavetas bajo el televisor cerrarse con fuerza.

Ambos se giran a mí, Mía me mira y luego desvía sus ojos para sacarse los zapatitos de sus pies. Noah la imita mientras saca su lengua y una vez que queda en calcetines vuelve a mirarme con una sonrisa en sus rojos labios mojados.

—Estamos buscando una película—responde.

—Pero no encuentro la de Cenicienta—interviene Mía y Noah rápidamente quita sus ojos de los míos y con el ceño fruncido los pone sobre ella.

—¡Nini!— se molesta— dijimos que hoy no veríamos de princesas.

—¡No me digas Nini!— refuta ella, no le gusta que el pequeño la llame así.

—Pero no veremos Cenicienta— se cruza de brazos molesto.

—Tú siempre quieres ver Cars, a mí ya no me gusta Cars— se queja ella cruzándose de brazos también.

—¿Por qué no miran Shek?— les pregunto y ellos me miran sin decir nada por unos segundos— ¿Ya no les gusta Shek?—vuelvo a preguntar.

—Si, pero no sé dónde están— responde Mía.

—La otra vez ví a la abuelita Carmen llevarlas con otras películas a la sala de proyección— interviene Noah señalando el pasillo.

Mía sonríe animada y por inercia yo también lo hago.

Ambos ríen y corren hacia la sala de proyección.

—...Carmen nos regañó — volví a poner atención a las palabras divertidas de Hansel— pero igual seguimos riéndonos de la pesada Ellie toda la semana y en ocasiones cuando veíamos a Carmen hablando con ella por teléfono nos reíamos con fuerza y ella le colgaba el teléfono a su madre.

—Si yo fuera Carmen los hubiese subido a un avión y una vez que estuviéramos muy arriba los hubiera lanzado sin contemplaciones.—digo riendo y negando con la cabeza en su dirección.

—Creo que a ella también le pasó eso por la cabeza— se burló— nos miraba con ganas de asesinarnos, pero luego ahí estaba; consintiendonos como sí nada hubiera pasado—añade con una sonrisa.

—Así es ella...

Mi voz se ve interrumpida por los altavoces del televisor a todo volumen. Todos giramos la cabeza hasta la pantalla plasma y cuando mis ojos miraron las imágenes, mi cerebro pudo conectar las voces para escuchar las palabras con claridad.

¡Feliz cumpleaños a tí!— cantaban entre gritos todas las personas.

Mi corazón da un vuelco y reanuda su marcha velozmente. Con los ojos busco el motivo por el cual se estaba reproduciendo ese vídeo y encuentro a Noah y Mía parados frente al televisor mirando con atención la pantalla. Mía se gira a mí y me mira con una gran sonrisa y los ojitos llenos de emoción.

—¡Es papi!—chilla y corre hasta a mí para abrazarme, con la misma emoción Noah corre hasta su padre y se sienta en las piernas de este.

—¡Es mejor que Shek!—dice el pequeño y Mía se sube a mis piernas hasta sentarse sobre ellas y pegar su espalda en mi pecho.

Su sonrisa no abandona su cara ni sus ojos la pantalla, está anonadada, quizás se confundieron y pusieron en el Blu-ray el dvd incorrecto.

Mis ojos repasan el salón buscando a alguien dispuesto a levantarse para quitar el maldito vídeo, pero todos, incluso Tristán se han quedado mirando la pantalla con atención, como sí en lugar de un vídeo de recuerdo de cumpleaños fuera la mejor película de Hollywood recién estrenada, incluso Hansel vuelve a sacar su teléfono y enfoca la pantalla.

—¡Soy yo! ¡Soy yo!— grita Mía con emoción señalándo a la bebé que está siendo sostenida por Damián.

—¡Y ese soy yo!— Noah ríe señalando al bebé de un año en los brazos de Lie.

Siento los recuerdos embargarme y llenar mi mente; dolor mezclado con nostalgia añoranza y alegría. Estábamos muy felices, por un momento habíamos olvidado lo que esa mañana había sucedido. Él sostenía a su bebé con amor, me miraba a mí con el mismo sentimiento, en sus labios había una hermosa sonrisa, mientras que con su mano libre me apretaba a su costado.

Hansel cantaba la canción igual de animado que siempre, estaba a mi lado y Amelie al suyo con Noah en brazos. Carmen estaba parada del otro lado de Damián, sonreía genuinamente por ver a su bebé cumplir un año más de vida... Su último año de vida...

La voz de Callie sonaba detrás de la cámara gritando desafinadas notas de la canción de cumpleaños, la cámara rueda y Anna, Dan y Aldair también aparecen alrededor de la mesa de la cocina de la mansión.

Todos hemos cambiado mucho estós años; Hansel se ha dejado crecer la barba e incluso ahora está más fornido, ya no es igual de delgado que hace cuatro años y tres meses, su corte de cabello también ha cambiado y ahora al igual que Noah un tupé decora sus abundantes melenas azabaches. Lie, sigue mirándose tierna igual que cuatro años atrás, pero sin duda es una de las que más ha cambiado, ya no es la misma chica de hace años, ahora solo con mirarla puedes darte cuenta de lo profesional que se ha vuelto, de lo lista e inteligente que se mira, de lo aún más hermosa que sigue siendo cuatro años después. Carmen, mi preciosa Carmen sin duda para ella el tiempo ha pasado, sigue manteniendo su aura maternal, el cariño y ternura desprende de cada poro de su blanquecina piel, pero ahora está más viejecita, su cabello se ha teñido de blanco por completo, ya no son sólo mechones como bien se puede apreciar en el vídeo. Mis bebés, mis pequeñitos bebés ya no son chiquititos, han crecido, lo han hecho sin ni siquiera un solo recuerdo de Damián.

Y yo, mi cabello ahora es más largo, mi cuerpo ahora es diferente, mis pechos crecieron más después de dejar de amamantar, mis caderas se hicieron más anchas. Ya no soy ni de asomo a la mujer que mis ojos ven, al igual que Amelie crecí; mi actitud cambio, ya no soy solo amabilidad y gentileza para otras personas que no sean de mi círculo, Damián me cambió, su mundo y todo lo vivido con él me cambió y de alguna manera se lo agradeceré siempre.

Mi corazón está lleno de nostalgia, las risas tiernas de los bebés que miran la pantalla con atención llegan a mis oídos y aunque mis ojos también están perdidos en cada cosa que sucedió hace años, no puedo evitar que las emociones me embarguen, quiero llorar, hacerlo sin medir precauciones.

Extraño todo eso, extraño ese día pese a que también fué uno de lo más amargos, extraño esa noche, la noche que me pidió que no lo dejara solo y aún así fué él quien nos dejó. Extraño la alegría, la felicidad que Callie supo inmortalizar en el vídeo, había sido un día de m****a, pero ahí estábamos; riendo y celebrando el cumpleaños número treinta y uno de mi bestia, del único que no cambió porqué con esa misma imágen se despidió del mundo.

Me extraño a mí, a la chica feliz y radiante que se vislumbra en la pantalla, a esa a la que la sonrisa sí le llega a los ojos, a la que reía con tanta felicidad y emoción pese a qué justo esa mañana una bomba había explotado en su cara. Quizás fué la última vez que estuve así de feliz, plena y totalmente feliz, él me traía felicidad y yo no supe darme cuenta de ello sino hasta después que ya no pude tenerlo.

¡Feliz cumpleaños querido Damián! ¡Feliz cumpleaños a tí!—las voces seguían escuchándose fuerte por los altavoces y volví a poner atención en el vídeo.

¡Pide un deseo!— se escucha mi voz por sobre el bullicio de risas alegres. Él me mira y luego pasa su mirada por el lugar, sonríe y me presiona contra su cuerpo para luego besar mis labios, el "Uy" socarron de los demás no se hace esperar y nos separamos riendo.

Él besa la cabecita de su bebé y después de reforzar su agarre para que no cayera hacia delante al momento de inclinarse, cierra los ojos y se encorva con Mía en sus brazos para soplar las velas.

La cara que hace Hansel a la cámara en ese momento es tan graciosa que la sala de estar vuelve a inundarse de risas divertidas y está vez la mía débil y algo ausente las acompañan. El pelinegro camina detrás de mí con rapidez y justo cuando Damián está por levantar la cabeza; la enorme mano de Hansel hunde su cara en la crema blanca del pastel que con ayuda de Carmen había preparado esa misma tarde.

Las carcajadas en el vídeo y en la sala de estar dónde nos encontramos no se hacen esperar, los niños ríen con fuerza y Noah choca los cinco con su padre en un claro gesto de complicidad.

Damián se levanta y sabiendo de antemano quien fué mira a Hansel como sí estuviera a punto de cortarle la cabeza, pero antes de que pueda moverse hacia dónde él pelinegro corrió tan pronto impacto la cara de su amigo contra el pastel; mi gran carcajada llena de burla y diversión lo frena, su mirada severa ahora cae sobre mí y río, lo hago ahora y en el vídeo, pues su cara está toda llena de crema y pese a que está enojado no produce ningún otro sentimiento que no sea diversión.

Me mira con severidad y yo levanto mis manos a su cara, convirtiendo mi risa burlesca en mimos hacia él que sigue mirándome con seriedad, pero mi boca se pone chiquitita y sin dejar de hablarle como si fuera un bebé recién nacido; con mis pulgares quitó la crema que cubre sus ojos y sonrío. Casi de inmediato él también lo hace y con su mano libre envuelve mi cintura y me aprieta nuevamente contra él, sus labios se unen con los míos mientras mueve su cara bruscamente hacia todos lados con el único fin de ensuciarme a mí también.

Entonces Callie enfoca a Carmen y tras una reprimenda de esta última Callie corta el vídeo.

El silencio vuelve a inundar el apartamento y por un momento se hace tan denso que temo a que todos puedan oír los latidos de mi acelerado corazón. Mía se baja de mis piernas y cuando creo que va a ir nuevamente hacia el televisor para tratar de poner una de sus películas se gira a mí y me mira con el ceño fruncido.

—Mami—su voz es suave, dubitativa y eso hace que mi corazón se acelere más. Sé lo que viene, se que va a hacerme la misma pregunta que me hace desde que es conciente de la ausencia de su padre, la misma que yo nunca he respondido, la misma que trato de esquivar las veces que sean necesarias.— ¿Dónde está papi?— mi corazón se encoge al mismo tiempo que siento como si alguien lo apuñala.

El dolor que se siente al oírla preguntar eso es desgarrador, me quema el pecho, el alma.

Mis ojos dejan de mirarla, no sé que responder. Veo a Noah bajar de las piernas de su padre y acercarse a nosotras con la misma curiosidad, también quiere saber dónde está su tío, el mismo que le envía los mejores regalos cada cumpleaños, el mismo hombre del qué Hansel, Carmen y yo les hemos hablado a lo largo de sus vidas.

—Si tía— dice Noah con las cejas fruncidas en un claro gesto de confusión. Siento el flash del celular de Hansel alumbrar mi perfil y quiero gritarle y decirle que baje su maldito celular y venga aquí a ayudarme, pero soy incapaz, no puedo hacer más que mirar las caritas curiosas y confundidas que me miran esperando una respuesta.— ¿Por qué nunca viene? ¿Por qué el tío Damián sólo envía los regalos? Él nunca viene a partir nuestros pasteles.

—¿Dónde está papá?—vuelve a preguntar Mía con los ojitos llenos de incertidumbre.

Mis ojos van a Hansel y aún con la cámara en nosotros me sonríe en apoyo ¡No quiero apoyo! ¡Lo que quiero es no decirles nada! Voy a Lie, ella me sonríe y asiente, quiere que les diga la verdad ¿A caso no le parece cruel? Por último miro a Tris, él sonríe débilmente y asiente, apoya a Amelie quiere que le diga a los niños que Damián no está, que no viene junto a sus regalos porqué sencillamente dejó de vivir antes de que ellos pudieran recordarlo.

Quizás tienen razón, sí les digo la verdad me liberaré de una gran carga. Pongo nuevamente mis ojos en ellos y me decido.

Mis ojos se nublan, pero su voz llega a mi mente.

Mami nunca llora, abuelita.

Fué lo que una vez le dijo a Carmen cuando ella trataba de explicarle que los adultos eran capaces de llorar igual que los niños.

Su ceño se frunce al ver mis ojos centellar, no está segura de lo que está viendo. Sonrío forzadamente para transmitirle calma y trás un suspiro fijo mi mirada en mis manos entrelazadas con las pequeñitas de ella.

—Él...—empiezo en un susurro bajito— Él está...— no puedo hacer estó, es una bebé ¡Maldición! No puedo romper todas las ilusiones que tiene respecto a su padre, no puedo mirar la ilusión hacerse añicos en sus ojitos ¡Joder! Sólo tiene cuatro años, de seguro sin siquiera sabe el verdadero significado de la muerte.—Él está...perdido—fué lo que pude decir finalmente.

Pude ver a Hansel soltar aire, a Amelie dedicarme una delicada sonrisa de apoyo junto a un encogimiento de hombros, Tristán por su parte hizo una mueca en desacuerdo y fijo la vista en la pantalla del televisor dónde se vislumbra una imágen: Damián sosteniendo a Mía con un brazo y con el otro abrazándome a mí, ambos sonrientes, felices. Es una imagen del vídeo que se pauso allí para volver a reproducirse en caso de que así lo querramos.

—¿Perdido?— preguntan ambos niños confundidos. Los miro por unos segundos, mientras trato de ordenar mi cabeza, mi mente no deja de cuestionarme si estó es lo correcto, si estoy haciendo bien o no.

Pero ¿Como puedo decirles que está muerto? Se sentirán más confundidos; es decir; ¿Como puede un muerto enviar regalos? Creo que es realmente cruel decirles la verdad, sólo tienen cuatro y cinco años, les queda mucha vida para desilusionarse, ahora sólo deben seguir felices viviendo en su burbuja, nada ganamos exponiéndolos a la maldita realidad, aún son muy pequeños, son unos bebés y me rehuso a robarles aunque sea una mínima parte de sus ilusiones.

—Si...— susurro volviendo a poner mis ojos en la misma imágen que Tristán.—sólo está perdido.

—¿En dónde?—pregunta Mía.

—Si supieran entonces no estaría perdido, Nini.— responde Noah con obviedad.

Ella está tan confundida que ni siquiera se molesta por volver a quejarse del alías.

—¿Como se perdió?—reformula la pregunta y mi corazón se acelera aún más.

¿Como se perdió?

—Yo...— empiezo sin quitar la mirada de mi bestia sonriente— un día salimos— dejo que mi boca diga exactamente lo que mi mente piensa— a dar un paseo por el bosque— mis lágrimas se hacen más pesadas en mis ojos, pero aún sigo manteniendolas.— y un pequeñísimo descuido dejé de mirarlo— las palabras se vuelven susurro—lo dejé solo— suelto aire disimuladamente— y cuando me dí cuenta ya no estaba, se había ido por otro lugar, todo lo que había eran árboles y confusión—vuelvo a mirarlos a ellos y dibujo una débil sonrisa en mis labios—yo logré salir, pero él se quedo allí dentro.

—¡El tío Damián es como Tarzán, Nini!— la emoción vuelve a Noah y todos soltamos risas débiles por lo que dice.

Mía ríe pero la emoción no es la misma que siempre comparte con su mejor amigo. Ella lo mira unos segundos y de nuevo vuelve a mí.

—Pero volverá ¿No es cierto?—pregunta y mi corazón se vuelve nada, lo siento quebrarse nuevamente en mil pedazos.

Aún con el alma destrozada y los ojos amenazando con desbordarse vuelvo a sonreír y asiento débilmente.

—Debemos encontrarlo.—susurro y ella sonríe, entonces si se deja llenar de la misma emoción que Noah al saber que su padre es como Tarzán.

.......

¡El cumpleaños de Ám se alargó bastante🥵!

Y bueno, fué así porqué si se dan cuenta son capítulos "explicativos" para aclarar dudas y ponerl@s en el aquí y el ahora de la historia.

Y como pueden ver han pasado muchas cosas y se aproximan otras, no se desesperen.

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