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Capítulo 2: Lola.

Lola entró al salón de Matemáticas. Dejó su mochila de cuero sintético negra con flecos que le colgaban de la tapa, sobre el escritorio. Sacó la Tablet y se dispuso a leer. Poco a poco comenzó a llenarse el aula. Todos la saludaban con alegría, era muy popular en el colegio y conocida por ser buena en todo. Su estilo bohemio la hacía destacar. 

Tiene el pelo largo y lacio, teñido de rojo intenso. La piel blanca como el papel y los ojos verdes. Es de estatura media y sus curvas son un poco exuberantes, aunque conserva el vientre totalmente plano. Esa mañana llevaba una falda por los tobillos de color café y una blusa que le caía sobre un hombro dejándolo totalmente descubierto, mientras el otro permanece dentro de la manga contraria. Sus manos están llenas de hermosas pulseras, la mayoría hechas por ella misma, con recuerdos que traen sus padres de los viajes de trabajo. Su preferida es la de conchitas de mar, su madre las recogió especialmente para ella durante el viaje a Hawái que hizo el año pasado. 

Los padres de Lola viajaban todo el año. Su padre Alex Bueno nació en España y se mudó a los Estados Unidos cuando tenía 17 años. Iba a la misma clase que Elizabeth Cooper. Se hicieron novios muy rápido y están juntos desde entonces. Alex es pintor y Eli su representante. 

Lucen como una familia feliz, viven con poco drama, son bastante permisivos y comprensivos, será por el poco tiempo que pasan juntos. Lola ha pasado la mayor parte de su vida con niñeras. Al cumplir los dieciocho, sus padres acordaron que podía permanecer sola en casa.

Las chicas habían decidido reunirse en la cafetería a la hora del almuerzo. Lola estaba en camino cuando recibió un SMS de su mamá diciendo que había llegado antes de Berlín y que ella y su padre la esperaban en casa. Lo cual le resultó muy extraño. Ellos nunca ponían nada por delante del trabajo, así que supuso que había pasado algo malo. Tenía dos opciones, esperar a que acabase el día y no parar de pensar en ello o correr a casa. Se decidió por la segunda.

─Mis padres lo entenderán. ─pensó

Corrió hacia el parqueo y metió las llaves, arrancó el auto, dio marcha atrás, se incorporó a la carretera y a toda marcha se dirigió a su casa.

Entró sigilosamente por la puerta de atrás con la idea de sorprenderlos, pero quien resultó sorprendida fue ella. 

Entró en la casa con una sonrisa en los labios. Corrió hasta la cocina y en cuestiones de segundos la expresión de su rostro cambió de manera radical.

─Papá, ¿qué está pasando? ─preguntó con voz temblorosa.

─Cariño ─contestó su madre─. ¿Qué haces aquí tan pronto? ¿No te buscarás líos en la escuela? Es tu primer día del curso. 

─¿Qué pasa? ─dijo esta vez entre sollozos

Sobre la mesa del comedor estaba la sortija de casado de Alex junto a los papeles del divorcio y debajo de esta, cuatro maletas bien cargadas. Elizabeth tenía los ojos llorosos y estaba fumando. Ella solo fumaba cuando estaba triste o muy estresada. 

─¿Se van a separar? ─insistió Lola

─Mira cariño hay relaciones que no están destinadas a durar para siempre y no por eso son menos especiales. Yo quiero a tu madre, y sé que ella también a mí.

─¡Ay! Por favor no te victimices, dile a tu hija lo que has hecho. Ya no es una niña dile la verdad. ─dijo Eli enfurecida y dio una fuerte calada al cigarro, mientras la mano que lo sostenía no paraba de temblar.

─¿Qué hiciste papá? 

─Bueno cariño, yo cometí un error. ─dijo tartamudeando

─Por favor. ─gritó la madre de Lola. 

Se apartó un mechón del largo cabello negro ondulado sobre los ojos color café. Eli es de complexión delgada, aunque con curvas, las mismas que heredó Lola. Es una persona muy carismática y segura de sí misma.

─¿qué tan difícil es decir a la niña que te acostaste con su niñera mientras yo me dejaba los huesos en esa reunión tratando de conseguirte el contrato de trabajo de tus sueños?

─¿Que… papá hizo qué? 

─Toda la vida he vivido para ti Alex, para cumplir tus sueños, los sueños de esta familia y así es como me pagas, con engaños.

─Alex no podía levantar la mirada del piso, intentaba decir algo, pero Elizabeth estaba histérica, no paraba de interrumpirlo.

─Esperen. ─gritó Lola y al instante un absoluto silencio reinó en la habitación.

─¿Están diciendo que papá se acostó con Laurel? ─dijo haciendo un esfuerzo para pronunciar el nombre.

─Si hija, lo siento. 

Lola no dio tiempo a que sus padres dijeran una palabra más y corrió como un ciclón por las escaleras que conducen a su habitación.

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