Enny y Alexa coincidían en casi todas las clases ese curso. Así que entraron juntas al salón de Literatura, luego de dejar a Lola en la puerta del de Mates. Se despidieron con un beso al aire, como solían hacer.
En poco tiempo, todos los estudiantes del aula se amontonaron alrededor de las chicas, para escuchar con atención sus historias del verano. Unos minutos después Irrumpió una voz desconocida en la habitación.
─Hola soy el señor Méndez, profesor sustituto, estaré aquí mientras la señora Green está de licencia por maternidad ─dijo, y se apresuró a escribir su nombre en la pizarra.
─¡Malcome Méndez! ¡Qué guapo! −susurró Enny
Alexa le respondió con una sonrisa pícara. Parecía que habían echado algún tipo de polvo mágico en el aire, por las caras de los estudiantes durante la hora con treinta minutos que estuvo el profesor Méndez en el aula. Estaban encantados con su belleza y su manera de hablar.
─¡Ahhh! ─suspiró Enny al salir del aula ─. Creo que estoy enamorada.
Y siguieron caminando entre risas hacia la cafetería.
─¿Qué le pasa a Lola que no me contesta el móvil? Debería estar aquí ya.
─Seguro anda por ahí siendo Lola, libre y espontánea. −contestó Alexa─. Como sea me tengo que ir, no veo a Matt desde que empezó el verano y esto de la relación por Skype ya no me resulta tan atractivo. Estoy loca por besarlo.
─Vale Julieta, corre a los brazos de tu Romeo −dijo Enny en tono burlón.
Las chicas rieron y Enny se quedó sola en el banco viendo como Alexa se dirigía hacia el campo de fútbol.
Enny es la más bajita del grupo y la deportista por excelencia. Se le da bien todo lo que implique correr, saltar o simplemente estar en movimiento. Tiene el cabello por debajo de los hombros y de color castaño claro natural.
─¿Me puedo sentar?
A Enny se le pusieron los pelos de punta al escucharlo. Levantó la mirada de golpe.
─Profesor Méndez ─tartamudeó
─Enny, ¿verdad? ─dijo y sonrió.
Malcome Méndez, tenía solo 24 años y este era su primer trabajo oficial, desde que acabó la carrera de Literatura en la Universidad de Yale. Es descendiente de mexicanos, por parte de padre. Tiene el cabello rubio oscuro y los ojos color miel, la piel un poco bronceada y la sonrisa más perfecta de todo el instituto posiblemente. No es de extrañar la reacción de los estudiantes al verlo en clase.
─Si, claro ─respondió y se hizo a un lado.
─No me gusta comer adentro con los profesores, me hacen sentir muy mayor.
─Oye, y… ¿tú no eres muy joven para ser profesor?
─Me acabo de graduar, este es mi primer empleo. Espero hacerlo bien, la verdad es que estoy un poco nervioso.
─Hoy lo hiciste muy bien, a mí me encantas. Quiero decir, la clase, me gusta como das la clase.
Malcome soltó una fuerte carcajada y Enny quien ya estaba nerviosa se ruborizó tanto que parecía que iba a explotar. Pasaron todo el mediodía contando historias sobre cada uno, coincidían en muchas cosas. Ella le contó sobre sus padres, que eran pastores de una iglesia y que a veces su vida carecía de muchas libertades en comparación con las demás chicas de su edad.
─¿Qué piensas hacer cuando termine el instituto? ─le preguntó
─Bueno mis padres quieren que vaya a alguna buena Universidad y estudie la carrera de medicina. Ya sabes, para ayudar al prójimo.
─Eso está bien, pero tú ¿qué quieres?
─Bueno supongo que lo mismo, ellos dicen que es lo mejor para mí.
─¿Te puedo dar un consejo?
─Claro, ¿qué es?
─No permitas que otros te digan cómo vivir tu vida. Lo digo desde mi experiencia personal, las personas pueden aconsejar, pero al final solo nosotros mismos sabemos lo que más nos conviene.
─No, estas equivocado, no es mi caso. Yo tomo mis propias decisiones. No sé por qué lo dices. ─reaccionó un tanto sobresaltada.
─Me alegro entonces que así sea. ─dijo Malcome poniendo fin a la conversación.
No dijeron una palabra más, así permanecieron un rato. Hasta que casi al unísono se pusieron de pie y se despidieron con una sonrisa un tanto incómoda. Finalmente, cada uno se fue por un camino diferente.
Se quedó unos minutos viéndolo jugar desde las gradas. Lo animó con muchísima entrega, tanto que la voz que más resaltaba era la suya.Alexa y Matt eran novios desde pequeños, había sido su primer amor de la infancia, su primer beso de verdad en la adolescencia y su primera relación sexual, recién consumada. Estaban hechos de primeras veces.Matt es muy apuesto, cabello rubio, piel blanca, ojos azules, justo como Alexa. Parecen hermanos de tan similares que son. No en vano tienen el título a la pareja más popular del colegio.Matt llegó todo sudoroso a donde Alexa, la levantó en peso y le dio un giro en el aire. La bajó y la besó en los labios, un beso largo y apasionado. Finalmente se separó y le dijo:─No sabes cómo añoré este momento. Te extrañé tanto Alexa, no había noche que no pen
–Reunión urgente en mi casa, con fiesta de pijamas incluida. —Advirtió Alexa por el grupo de WhatsApp.–Sí, que a mí me viene genial dormir fuera de casa –escribió Lola.–Yo no sé si me dejen ir, como mañana hay clases… −añadió Enny–Por favor Enny, convence a tus padres, las necesito. He roto con Matty.A las ocho en punto parqueó un BMW rojo en la entrada de casa de Alexa. Lola se bajó del auto, luego de estacionarlo junto al jardín. Llevaba un vestido de flores, muy ancho, con una chaqueta de mezclilla por encima. Calzaba unas botas negras, sin cordones, con un muy bajo tacón cuadrado. El cabello rojo intenso estaba bien acomodado en un chongo alto, en medio de la cabeza.Alexa que sintió el claxon del auto en cuanto llegó, bajó a toda prisa por las escaleras para dar la bien
Iba Lola al volante, cuando le suena el móvil, Alexa que estaba de copiloto lo observa por ella.−¿Quién es Eidan? –preguntó.−Nadie −le arrebató el móvil de las manos.−¡Uh! Lola tiene chico nuevo −se burló Alexa.Enny iba en la parte trasera, enajenada en sus pensamientos, le costaba entender por qué Malcome no salía de su cabeza. Llevaba un pantalón deportivo de color negro, una sudadera blanca con un cartel de empoderamiento femenino, las mismas zapatillas de anoche y el pelo recogido en una coleta.Lola vestía unos vaqueros anchos, al estilo de los años noventa, una blusa de cuello alto ancha y unas sandalias de tiras finas que se amarraban en los tobillos. Llevaba su cabello rojo y lacio, suelto y repartido en dos mechones a cada lado de su cuello.Alexa lucía una saya de mezclilla ajustada, desflec
Eran las cuatro de la tarde del miércoles, Enny y el profesor Méndez habían acordado reunirse en el Ginna´s Cofee. Allí estaba él, sentado en una mesa para dos, ubicada justo debajo de uno de los grandes ventanales. Ella lo divisó desde la entrada. Estaba muy nerviosa, se acomodó el cabello, respiró hondo (unas cuantas veces) y caminó hasta la mesa. Cuando estaba casi a punto de tocar la silla, se acerca la camarera y le pregunta a Malcome qué iba a ordenar. −¿Qué deseas Enny? −preguntó a la chica que justo acababa de sentarse. −Un frapuccino. −contestó ella. −Lo mismo para mí. La camarera se alejó con su orden. −Me encanta sentarme en este sitio, desde aquí puedo ver todo el lugar. Y lo mejor, saber también que está pasando fuera. −dijo entusiasmada, poniendo su mochila sobre el suelo. −¿Ves esa señora de allá con el perrito pequinés blanco? –ella asiente con la cabeza−, viene cada tarde al parque, siempre se
Era viernes en la tarde, Alexa se había pasado todo el día en casa, encerrada en su habitación. Alguien tocó la puerta principal, la señora Jones lo atendió. Era Nando, el tutor de año le había orientado traer a Alexa sus apuntes, según él.─No entiendo los castigos de las escuelas hoy en día. ─bufó Taylor.Lo hizo pasar y esperar en el recibidor. Subió las escaleras hasta la habitación de su hija y le informó que un joven la esperaba abajo.─¿Nando? ─dijo Alexa sorprendida cuando lo tuvo de frente.─Me envió el profesor Carlos, para que no te pierdas contenidos importantes mientras estés ausente. ─reaccionó él.Alexa le lanzó una mirada de desconfianza, pero no quiso hablar más delante de su madre. Tenía muchas preguntas que hacerle sobre lo que había ocurrido la m
Eidan regresó a su puesto de trabajo y a Lola, que se dirigía a la salida le sonó el móvil.─Y si… ¿no quiero esperar otro día para volverte a ver? Vira. Espera a que termine mi turno de trabajo y te llevaré a casa. Me gusta tenerte por aquí.─Y yo. ¿Qué gano?─Muchas margaritas gratis. ─Dijo Eidan divertido del otro lado del teléfono.─Está bien, pero solo por las bebidas.Colgó el móvil y fue hasta la barra. Llegó y le plantó un beso en los labios. Él le preparó una margarita y se la sirvió.─Lo prometido es deuda. ─Dijo mientras terminaba de decorar el cóctel con pétalos de rosa que flotaban sobre la bebida.─¿Se comen? ─Bromeó Lola con respecto a los pétalos y los sacó uno a uno de su copa.Luego de cuatro margarita
─¿Por qué no me avisaron antes? ─Preguntó Alexa mientras se adentraba a la habitación de hospital donde se encontraba Lola.─¡Shhh! Habla bajito ─la regañó Enny─. Aun le duele la cabeza.─Lo siento.Alexa arrastró la silla de invitados lo más cerca que pudo a la cama. Enny se hallaba sentada a los pies de Lola, quien había despertado hacía solo unos pocos minutos.─¿Cómo te sientes? ─Preguntó Alexa a Lola.─Estoy bien, me duele la cabeza, pero ya se pasará.─No lo minimices, casi te perdemos tonta. ─le dijo Alexa y la envolvió en un abrazo al que pronto se unió Enny. Cuando se soltaron y cada una volvió a su lugar, Alexa preguntó.─¿Nos vas a decir dónde estabas anoche?─Si y ¿cómo fue que llegaste a ponerte tan borracha? ─añadi&oacut
El lunes por la mañana Lola despertó en su casa. Desde que estaba en el hospital sus padres se mantuvieron muy unidos para cuidar de ella. Cada vez veía más probabilidades de que se reconciliaran. Pensó que podría tener algo que ver el deseo que había pedido antes. Y quizás el accidente había sido obra del destino para que lograra su objetivo.Por otra parte, Eidan no paraba de llamarla desde esa noche. Le había enviado también algunos mensajes de texto. Quería saber por qué había desaparecido sin dar explicaciones, estaba realmente preocupado por ella. Por supuesto que no le había contestado en ninguna ocasión.Revisó el móvil y tenía otro mensaje. Lo ignoró como había hecho con el resto. Decidió bloquearlo, estaba tan furiosa y decepcionada al mismo tiempo que prefería no tener noticias de él.&nb