–Reunión urgente en mi casa, con fiesta de pijamas incluida. —Advirtió Alexa por el grupo de W******p.
–Sí, que a mí me viene genial dormir fuera de casa –escribió Lola.
–Yo no sé si me dejen ir, como mañana hay clases… −añadió Enny
–Por favor Enny, convence a tus padres, las necesito. He roto con Matty.
A las ocho en punto parqueó un BMW rojo en la entrada de casa de Alexa. Lola se bajó del auto, luego de estacionarlo junto al jardín. Llevaba un vestido de flores, muy ancho, con una chaqueta de mezclilla por encima. Calzaba unas botas negras, sin cordones, con un muy bajo tacón cuadrado. El cabello rojo intenso estaba bien acomodado en un chongo alto, en medio de la cabeza.
Alexa que sintió el claxon del auto en cuanto llegó, bajó a toda prisa por las escaleras para dar la bienvenida a su amiga.
–Estoy realmente emocionada por la salida de esta noche. Es la primera que lo hacemos desde que somos mayores de edad.
Lola le regala una sonrisa, seguido tensa el rostro y le dice:
−¿Cómo llevas lo de Matt?
Alexa suspira, se encoje de hombros y contesta:
–No muy bien, sabes lo mucho que le he querido –toma aire−. En el fondo siento que es lo mejor. Le he dado muchos chances de cambiar. He intentado ser paciente, pero a veces siento miedo de él. Hace tiempo no me pasaba. Pero hoy, en el baño, cuando vi a ese chico tirado en el suelo, golpeado, sentí que mi límite había llegado. Temí por mí, por el futuro que planeábamos juntos, por los hijos que soñábamos tener. Lo vi capaz de hacerme algo así a mí o a ellos. –añadió Alexa y lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
–No te aflijas. Hiciste lo que creíste correcto –le acaricia el brazo con gestos condescendientes.
–¿Sabes si viene Enny? –preguntó Alexa.
–Sí, creo que viene con su madre luego, le dijo que estabas muy mal y parece que al final la ha convencido –le respondió Lola mientras caminaban hacia el interior de la casa.
Una hora después llegaron Hanna y Enny a casa de los Jones, tocaron la puerta y las recibió la madre de Alexa. La señora Fitzgerald se aseguró de dejar claro a Enny como debía comportarse antes de marcharse.
—No puedes llegar tarde mañana a la escuela.
—Si mamá, lo sé. Vete tranquila −respondió y la besó en la mejilla.
—No te preocupes, está en buenas manos –añadió Taylor (la madre de Alexa) antes de cerrar la puerta.
–Lo sé –dijo Hanna y sonrió.
Enny subió como torbellino las escaleras. Llevaba un chándal rosa, con una sudadera blanca debajo, unas zapatillas deportivas de color blancas y el cabello recogido en una coleta alta.
–Ya estoy aquí –anunció.
–Menos mal. Era hora de que llegaras −añadieron las chicas.
−Bueno, ¿Cuál es el plan? −preguntó.
–Esperar a que los papás Jones se duerman para ponernos guapas e irnos a bailar, como si no hubiera un mañana. —dijo Lola mientras bailaba graciosamente sin música. Las otras dos chicas se rieron de ella.
Llegada la hora, se escabulleron de casa y se dirigieron al Pub más cercano, que casualmente era el que estaba en tendencia.
−¡Oh, no! miren quien está ahí −anunció Enny−. Alexa no voltees −le advirtió.
–Alex, ¿qué haces aquí? −preguntó Matt que se acercó a ellas a la velocidad de un rayo.
–No eres el único que tiene derecho a divertirse −dijo Lola furiosa.
Matt le giró los ojos y se dirigió a Alexa ignorando el comentario de su amiga.
−Yo solo quería decirte que lo siento.
−Si de verdad lo sintieras no estarías haciendo esto, déjala en paz, y si tanto la quieres, cambia, pero hasta que lo hayas hecho no te le acerques más. −añadió furiosa Enny.
−¿Alex, tú quieres eso? –preguntó viéndola a los ojos. Ella asintió−. Está bien, si es lo que realmente deseas, me marcho −dijo.
Las chicas se acercaron a la barra. Pidieron tres margaritas. Lola se quedó mirando al bartender mientras jugueteaba con el borde de su copa. Este le sonrió, y le hizo señas para que se acercara. Ella le lanzó una sonrisa desafiante y les dijo a las chicas:
−Vámonos que quiero bailar.
Se desplazaron a la pista de baile. Lola no apartaba su vista de la barra y dirigía a él cada uno de sus sensuales pasos de baile. Alexa no dejaba de perseguir con la mirada a Matt y Enny estaba paralizada tras divisar a Malcome hablando con otros chicos, no muy lejos de donde se encontraba ella.
−Lola te está sonando el móvil −se percató Alexa.
−Es mi madre −colgó la llamada.
−Y a tus padres, ¿cómo les va en Berlín? −preguntó Enny
−Bien, creo que ya mamá logró que firmaran ese contrato tan importante para papá.
−Sí, tu madre es genial. −intervino Alexa.
−Sí que lo es –vociferó Lola.
Ahora vuelvo, voy al baño −dijo Enny.
−Yo voy a la barra, ¿Quieres otra Margarita? −preguntó Lola.
−No gracias. Estoy bien así –dijo alzando su copa, a la que aún le quedaba un poco.
Matt, que se había pasado toda la noche velando cada movimiento de Alexa, se acercó.
−¿Podemos hablar?
−Sí, salgamos de aquí −contestó ella, tomándolo del brazo.
***
−Una margarita, por favor. −dijo Lola, recostada a la barra.
−Todas las que quieras, cortesía de la casa.
Ella sonrió pícaramente y con la lengua tomó toda la sal que quedaba en el borde de la copa vacía.
−Mi turno termina en 5 minutos. ¿Quieres que hagamos algo? –preguntó el chico detrás de la barra.
−¿Alguna idea?
−La azotea de aquí tiene unas vistas preciosas. Podemos subir y hablar más tranquilos allí.
−Me parece bien −añadió Lola y dio un sorbo a la copa llena.
***
−Señor Méndez.
−¡Hola, Enny! Por favor, en este lugar dime Malcome −susurró−. Creo que debo cambiar los sitios a los que salgo. Me he encontrado a muchos alumnos aquí.
Enny contestó con una sonrisa.
−Este sitio es muy frecuentado por los de mi edad, es cierto. Pero, ¿tienes algún problema con ello?
−Para nada –dijo y bebió de su vaso con whiskey−. ¿Puedo invitarte a algo? –preguntó.
−Yo no bebo mucho.
−¿Tampoco me aceptarás un refresco?
−No gracias, estoy bien –sonrió−. Me gustó mucho hablar contigo esta tarde.
−A mi también.
−Y lo siento si me puse brava, por lo de mis padres. −dijo ella apenada.
−No pasa nada, no debí entrometerme – hizo una pausa−. Por cierto, estás hermosa esta noche, me gustan las chicas en ropa deportiva.
−Prefiero ir cómoda −sonrió y se quedaron hablando un buen rato.
***
−Alex perdóname por lo de Nando. Pero tú sabes que yo nunca te haría daño a ti –se pasó una mano por el rostro y suspiró−. ¿Por qué te empeñas en separarnos? El chico se lo buscó, no miento.
−¡Matty! –contestó Alexa−, porque te conozco mejor que nadie te digo que necesitas ayuda, no es la primera vez que te veo actuar así, tienes un problema y lo sabes.
−Entonces ayúdame tú. Me haces mucho bien. Ayúdame, enséñame a ser mejor ¡Te amo! −la tomó por la cintura y la besó en los labios.
Cerró los ojos. No sabía por qué lo hacía, quizás la costumbre puede más que la razón.
−También te amo –acabó susurrando ella.
Se besaron durante unas cuantas canciones. Alexa se apartó y le dijo que tenía que buscar a las chicas. Se despidieron con otro beso en los labios.
−Prométeme que hablaremos mañana –gritó Matt. Ella se giró y desde la distancia asintió con la cabeza.
Alexa tomó a Enny de la mano y juntas salieron a buscar a Lola. Hicieron varios intentos de hablar con ella a través del móvil, pero no contestó.
−Apaga el teléfono −le dijo el chico del bar.
−No puedo, son mis amigas −contestó Lola, mientras se liaban.
Tomó el teléfono en las manos y contestó la llamada de Alexa:
−Estaré ahí en cinco minutos.
−¿Te vas ya? Pero acabamos de llegar –añadió el joven.
−Lo siento, tengo que ir a casa.
−¿Volveremos a vernos? –preguntó.
−Es posible. −dijo, con aires de grandeza. −Por cierto, me llamo Lola.
−Eidan, mucho gusto.
Ella le estiró la mano para estrechársela y él se la tomó para atraerla contra su cuerpo. La atrapó con ambas manos, manteniéndola lo más cerca que pueden estar dos personas. Abrió su boca y la besó, apasionadamente, durante un largo minuto.
Las chicas permanecieron en silencio durante todo el viaje de regreso a casa. Al llegar se cambiaron de ropa y se metieron a la cama. No lograban conciliar el sueño pensando en la noche que habían tenido, pero prefirieron mantenerla en secreto, ninguna se atrevió a cruzar palabra con las otras sobre lo ocurrido.
Iba Lola al volante, cuando le suena el móvil, Alexa que estaba de copiloto lo observa por ella.−¿Quién es Eidan? –preguntó.−Nadie −le arrebató el móvil de las manos.−¡Uh! Lola tiene chico nuevo −se burló Alexa.Enny iba en la parte trasera, enajenada en sus pensamientos, le costaba entender por qué Malcome no salía de su cabeza. Llevaba un pantalón deportivo de color negro, una sudadera blanca con un cartel de empoderamiento femenino, las mismas zapatillas de anoche y el pelo recogido en una coleta.Lola vestía unos vaqueros anchos, al estilo de los años noventa, una blusa de cuello alto ancha y unas sandalias de tiras finas que se amarraban en los tobillos. Llevaba su cabello rojo y lacio, suelto y repartido en dos mechones a cada lado de su cuello.Alexa lucía una saya de mezclilla ajustada, desflec
Eran las cuatro de la tarde del miércoles, Enny y el profesor Méndez habían acordado reunirse en el Ginna´s Cofee. Allí estaba él, sentado en una mesa para dos, ubicada justo debajo de uno de los grandes ventanales. Ella lo divisó desde la entrada. Estaba muy nerviosa, se acomodó el cabello, respiró hondo (unas cuantas veces) y caminó hasta la mesa. Cuando estaba casi a punto de tocar la silla, se acerca la camarera y le pregunta a Malcome qué iba a ordenar. −¿Qué deseas Enny? −preguntó a la chica que justo acababa de sentarse. −Un frapuccino. −contestó ella. −Lo mismo para mí. La camarera se alejó con su orden. −Me encanta sentarme en este sitio, desde aquí puedo ver todo el lugar. Y lo mejor, saber también que está pasando fuera. −dijo entusiasmada, poniendo su mochila sobre el suelo. −¿Ves esa señora de allá con el perrito pequinés blanco? –ella asiente con la cabeza−, viene cada tarde al parque, siempre se
Era viernes en la tarde, Alexa se había pasado todo el día en casa, encerrada en su habitación. Alguien tocó la puerta principal, la señora Jones lo atendió. Era Nando, el tutor de año le había orientado traer a Alexa sus apuntes, según él.─No entiendo los castigos de las escuelas hoy en día. ─bufó Taylor.Lo hizo pasar y esperar en el recibidor. Subió las escaleras hasta la habitación de su hija y le informó que un joven la esperaba abajo.─¿Nando? ─dijo Alexa sorprendida cuando lo tuvo de frente.─Me envió el profesor Carlos, para que no te pierdas contenidos importantes mientras estés ausente. ─reaccionó él.Alexa le lanzó una mirada de desconfianza, pero no quiso hablar más delante de su madre. Tenía muchas preguntas que hacerle sobre lo que había ocurrido la m
Eidan regresó a su puesto de trabajo y a Lola, que se dirigía a la salida le sonó el móvil.─Y si… ¿no quiero esperar otro día para volverte a ver? Vira. Espera a que termine mi turno de trabajo y te llevaré a casa. Me gusta tenerte por aquí.─Y yo. ¿Qué gano?─Muchas margaritas gratis. ─Dijo Eidan divertido del otro lado del teléfono.─Está bien, pero solo por las bebidas.Colgó el móvil y fue hasta la barra. Llegó y le plantó un beso en los labios. Él le preparó una margarita y se la sirvió.─Lo prometido es deuda. ─Dijo mientras terminaba de decorar el cóctel con pétalos de rosa que flotaban sobre la bebida.─¿Se comen? ─Bromeó Lola con respecto a los pétalos y los sacó uno a uno de su copa.Luego de cuatro margarita
─¿Por qué no me avisaron antes? ─Preguntó Alexa mientras se adentraba a la habitación de hospital donde se encontraba Lola.─¡Shhh! Habla bajito ─la regañó Enny─. Aun le duele la cabeza.─Lo siento.Alexa arrastró la silla de invitados lo más cerca que pudo a la cama. Enny se hallaba sentada a los pies de Lola, quien había despertado hacía solo unos pocos minutos.─¿Cómo te sientes? ─Preguntó Alexa a Lola.─Estoy bien, me duele la cabeza, pero ya se pasará.─No lo minimices, casi te perdemos tonta. ─le dijo Alexa y la envolvió en un abrazo al que pronto se unió Enny. Cuando se soltaron y cada una volvió a su lugar, Alexa preguntó.─¿Nos vas a decir dónde estabas anoche?─Si y ¿cómo fue que llegaste a ponerte tan borracha? ─añadi&oacut
El lunes por la mañana Lola despertó en su casa. Desde que estaba en el hospital sus padres se mantuvieron muy unidos para cuidar de ella. Cada vez veía más probabilidades de que se reconciliaran. Pensó que podría tener algo que ver el deseo que había pedido antes. Y quizás el accidente había sido obra del destino para que lograra su objetivo.Por otra parte, Eidan no paraba de llamarla desde esa noche. Le había enviado también algunos mensajes de texto. Quería saber por qué había desaparecido sin dar explicaciones, estaba realmente preocupado por ella. Por supuesto que no le había contestado en ninguna ocasión.Revisó el móvil y tenía otro mensaje. Lo ignoró como había hecho con el resto. Decidió bloquearlo, estaba tan furiosa y decepcionada al mismo tiempo que prefería no tener noticias de él.&nb
Alexa pintó sus labios de rojo vino y aplicó polvo traslúcido sobre todo el rostro para sellar el bien elaborado maquillaje. Después se sentó en la cama para abrochar en los tobillos las sandalias plateadas, de tacón cuadrado. Se miró al espejo una vez más para comprobar que todo estaba en orden. Llevaba un vestido de tirantes finos negro, tan ajustado que marcaba a la perfección las bien dotadas curvas de su cuerpo. El cabello largo rubio, lacio esta vez, caía sobre su espalda, tapando al ligero escote.Sonó el móvil, era Nando, ya la esperaba en el sitio donde habían acordado. Alexa bajó las escaleras tan rápido como pudo, tratando de hacer el mínimo ruido. Sus padres se habían ido a la cama más temprano de lo normal, lo cual le dio una buena ventaja de tiempo para arreglarse. Ella siempre demoraba bastante haciéndolo.Salió
Durante todo el fin de semana Enny y Malcome no volvieron a tener comunicación alguna. Hasta esa mañana en la escuela que prácticamente chocaron en el horario de almuerzo, y solo se regalaron un saludo cordial. En la clase de literatura tampoco cruzaron palabra, de hecho, en todo el turno no mandó a Enny a contestar ninguna pregunta sobre la asignatura. Ella por supuesto lo notó, y pensó en hacer algo al respecto luego.Cuando terminó el entrenamiento de natación. Tenía claro lo que haría: ir al departamento de profesores e intentar hablar con él. Enny había pensado mucho al respecto. No se había sentido atraída de esta forma hacia un chico nunca. Había tenido novios, por ejemplo, Adams Johanson en segundo, un chico de su iglesia con el que había estado saliendo durante unos meses, pero nunca logró que nacieran sentimientos reales, por eso terminó el n