─¡Corre! −Grita Alexa.
─No te pares, alcánzame ─continua diciendo, sin mirar atrás.
Nando carece de fuerzas, será por las drogas que le han puesto en el hospital, aun así, hace lo posible por alcanzarla.
Alexa ya no aguanto ─Grita él.
Acelera y chocan, se enredan y caen tendidos en el suelo, él sobre ella. Se apoya con una mano en la hierba húmeda, la otra la usa para apartar el pelo de su cara, la besa en los labios. Un beso a ojos cerrados, de los que te hacen olvidar donde estás y bajo qué circunstancias. De los que te sacan el alma del cuerpo y sientes que vuelas a otra dimensión. En este lugar no existe nada, ni vida, ni muerte, ni el peligro, ni siquiera tú existes, solo ella, la otra persona. No puedes ver nada, ni pensar, solo puedes sentir. Sentir sus labios húmedos, su respiración, el latido de su corazón, su sangre navegando por todo su cuerpo.
Se reponen, baja a la tierra de la nube en que estaba y la mira, la mira pensando que no hay cosa más linda en el mundo que ella, su Alexa.
Se pone de pie y le extiende la mano para ayudarla a levantarse, pero sus pies le fallan y casi caen los dos otra vez.
─Estás muy débil. Creo que lo mejor es pasar la noche aquí, escondidos, mañana sabremos qué hacer –insiste ella.
─Está bien, no creo que pueda aguantar mucho más −dice Nando─. Y, mañana, ¿qué? ¿Seguiremos huyendo sin rumbo como hoy?
Alexa saca de su mochila una toalla, y la extiende sobre ambos como una manta.
─Tengo una idea, pero hablamos de esto mañana ─le dice ella
─Y se sientan así, acurrucados entre dos árboles, toda la noche.
(Seis meses antes)
Sonó el claxon de un auto, Alexa bajó las escaleras de su casa a toda prisa. Dio un beso a su mamá, sin apartar la vista del móvil, y seguido se metió al carro. Se sentó en el asiento del copiloto, besó a su papá en la mejilla y todo sin parar la conversación que llevaba con sus amigas.
─Lo presiento, este año va a ser el mejor de nuestras vidas −les dice a sus chicas a través de Skype
─No puedo creer que este sea nuestro último año en el instituto. En un abrir y cerrar de ojos estaremos en la universidad −expresó Enny entusiasmada.
─Hey, ¿nos encontramos en la entrada, para atravesar el pasillo juntas? −preguntó Lola.
─Por supuesto. ─respondieron las otras dos chicas casi al mismo tiempo.
Alexa, Enny y Lola, son amigas desde primero del instituto, las tres venían de las familias más ricas e influyentes del pueblo, por tanto, coincidían mucho en fiestas. Pero su amistad no se hizo sólida hasta aquella noche en que los padres de Enny, los pastores del pueblo, organizaron un baile benéfico para recaudar fondos destinados al orfanato de la ciudad.
Eran pasadas las siete y la chica aún no llegaba a casa del colegio, los invitados empezaban a presentarse y sus padres histéricos no paraban de llamarla, pero ella no contestaba. Enny se había pasado toda la tarde montando el skate, cosa que sus padres le habían prohibido, pues lo veían como una actividad muy peligrosa y poco femenina.
Alexa que se dirigía al baile en casa de su amiga, al pasar junto a ella, notó que cojeaba, tenía una rodilla ensangrentada y el skate en la mano. Le lanzó una mirada de asombro, y la chica respondió llevándose un dedo a la boca, pidiéndole silencio con el gesto. Alexa les pidió a sus padres que la dejaran allí con la excusa de hacer unas fotos en lo que quedaba de camino. Ella nunca iba a ningún lado sin la cámara. Su madre se negó al instante.
─Es tarde, no quiero que andes sola por ahí y menos haciendo fotos, que te entretienes y sabe dios lo que te pueda pasar ─le dijo.
Alexa cruzó sus brazos sobre el pecho y tuvo que conformarse con la decisión de su madre, al igual que todos en su casa tenían que hacer siempre.
Lola también iba de camino al baile, les prometió a sus padres, que los vería allí luego de las clases de ballet. Laurel, su niñera la llevó en el auto hasta allá. En el recorrido se tropezó a Enny, le pidió a Laurel frenar el vehículo y socorrer a la chica. Enny lloriqueaba, estaba asustada, no sabía qué hacer para evitar el castigo de sus padres.
─No te aflijas ─le pidió Laurel─. Te llevaremos a nuestra casa, sus padres deben estar ya en la tuya, te darás un baño, te pondrás un vestido bonito y diremos que estuviste todo el día con Lola.
─Sí, puedes decir que viniste conmigo a las clases de ballet −le dijo Lola entusiasmada
─Podría funcionar ─añadió Enny mientras secaba sus lágrimas─. También les puedo decir que cuando mi batería murió, les envié un mensaje de tu teléfono, pero parece que la señal está mala y nunca llegó.
Así fue, las chicas regresaron a casa. Enny se arregló con la ayuda de Laurel.
−Me encanta el peinado –dijo frente al espejo.
─Ella es especial, es mi persona favorita en el mundo ─dijo Lola y besó a laurel en la mejilla.
Laurel llevaba tres años cuidando de Lola. Tenía solo 19 años y estudiaba en la universidad, así que cogió el trabajo para ayudar en casa con los gastos. Las chicas siempre se entendieron bien, se trataban de confidentes y amaban pasar tiempo juntas. Los padres de Lola también estaban prendados del encanto de Laurel, además de su dulzura era muy guapa físicamente. Tenía el cabello castaño claro, la piel blanca y una mirada que enternece. Era muy delgada, pero con una figura bien formada. Y nunca descuidó sus responsabilidades con respecto a la niña. El padre de Lola tenía una obsesión especial con esta chica.
Llegaron las tres al baile, la madre de Enny se abalanzó sobre ella para saber dónde estaba y que hacía fuera hasta estas horas. Lola reaccionó al instante dijo todo lo que tenían planeado. El señor Fitzgerald (padre de Enny) le pidió a Hanna (su madre) que no hiciera ningún aspaviento.
─Luego hablamos con la chica ─dijo con serenidad.
Hanna respondió con una sonrisa fingida.
─Solo no me vuelvas a asustar así, sabes que te queremos mucho ─La besó en la mejilla.
─No sabía que fueran amigas, pero me encanta, tus padres son amigos nuestros también, personas increíbles ─continuó diciendo y esbozó a Lola una sonrisa.
Lola asintió con la cabeza y la madre de Enny se despidió de ellas. Alexa caminó con sigilo hasta donde estaban y expresó entre dientes:
─Yo tampoco sabía que eran amigas.
─Ya, ni yo, es nuevo ─añadió Lola entre risas y le guiñó a Enny un ojo.
─Oye, ¿tú no le dirás nada a mis padres sobre cómo me viste, verdad?
─No, te doy mi palabra ─le aseguró Alexa─ ¿Me puedo quedar con ustedes? ─preguntó
Permanecieron juntas todo el tiempo que duró la fiesta. Rieron, se contaron cosas sobre ellas mismas y sobre los demás, hasta que tuvieron que irse. Acordaron verse el día después de ese y al otro, y a la semana siguiente. Se convirtieron en las mejores amigas a partir de esa noche.
Y allí estaban, cuatro años después, paradas en la puerta de entrada del colegio, tomadas del brazo, tan unidas como el primer día. Listas para enfrentarse al último curso de instituto.
─Este año seguro nos esperan muchas sorpresas −aseguró Lola.
─Sin duda. ─respondieron entusiasmadas sus amigas y caminaron con confianza hacia su primera clase.
Lo que estas chicas no imaginaban era el tipo de sorpresas a las que iban a tener que enfrentarse en este período, y lo pronto que empezarían a presentarse.
Lola entró al salón de Matemáticas. Dejó su mochila de cuero sintético negra con flecos que le colgaban de la tapa, sobre el escritorio. Sacó la Tablet y se dispuso a leer. Poco a poco comenzó a llenarse el aula. Todos la saludaban con alegría, era muy popular en el colegio y conocida por ser buena en todo. Su estilo bohemio la hacía destacar.Tiene el pelo largo y lacio, teñido de rojo intenso. La piel blanca como el papel y los ojos verdes. Es de estatura media y sus curvas son un poco exuberantes, aunque conserva el vientre totalmente plano. Esa mañana llevaba una falda por los tobillos de color café y una blusa que le caía sobre un hombro dejándolo totalmente descubierto, mientras el otro permanece dentro de la manga contraria. Sus manos están llenas de hermosas pulseras, la mayoría hechas por ella misma, con recuerdos que traen sus padres de los viajes de
Enny y Alexa coincidían en casi todas las clases ese curso. Así que entraron juntas al salón de Literatura, luego de dejar a Lola en la puerta del de Mates. Se despidieron con un beso al aire, como solían hacer.En poco tiempo, todos los estudiantes del aula se amontonaron alrededor de las chicas, para escuchar con atención sus historias del verano. Unos minutos después Irrumpió una voz desconocida en la habitación.─Hola soy el señor Méndez, profesor sustituto, estaré aquí mientras la señora Green está de licencia por maternidad ─dijo, y se apresuró a escribir su nombre en la pizarra.─¡Malcome Méndez! ¡Qué guapo! −susurró EnnyAlexa le respondió con una sonrisa pícara. Parecía que habían echado algún tipo de polvo mágico en el aire, por las caras de los
Se quedó unos minutos viéndolo jugar desde las gradas. Lo animó con muchísima entrega, tanto que la voz que más resaltaba era la suya.Alexa y Matt eran novios desde pequeños, había sido su primer amor de la infancia, su primer beso de verdad en la adolescencia y su primera relación sexual, recién consumada. Estaban hechos de primeras veces.Matt es muy apuesto, cabello rubio, piel blanca, ojos azules, justo como Alexa. Parecen hermanos de tan similares que son. No en vano tienen el título a la pareja más popular del colegio.Matt llegó todo sudoroso a donde Alexa, la levantó en peso y le dio un giro en el aire. La bajó y la besó en los labios, un beso largo y apasionado. Finalmente se separó y le dijo:─No sabes cómo añoré este momento. Te extrañé tanto Alexa, no había noche que no pen
–Reunión urgente en mi casa, con fiesta de pijamas incluida. —Advirtió Alexa por el grupo de WhatsApp.–Sí, que a mí me viene genial dormir fuera de casa –escribió Lola.–Yo no sé si me dejen ir, como mañana hay clases… −añadió Enny–Por favor Enny, convence a tus padres, las necesito. He roto con Matty.A las ocho en punto parqueó un BMW rojo en la entrada de casa de Alexa. Lola se bajó del auto, luego de estacionarlo junto al jardín. Llevaba un vestido de flores, muy ancho, con una chaqueta de mezclilla por encima. Calzaba unas botas negras, sin cordones, con un muy bajo tacón cuadrado. El cabello rojo intenso estaba bien acomodado en un chongo alto, en medio de la cabeza.Alexa que sintió el claxon del auto en cuanto llegó, bajó a toda prisa por las escaleras para dar la bien
Iba Lola al volante, cuando le suena el móvil, Alexa que estaba de copiloto lo observa por ella.−¿Quién es Eidan? –preguntó.−Nadie −le arrebató el móvil de las manos.−¡Uh! Lola tiene chico nuevo −se burló Alexa.Enny iba en la parte trasera, enajenada en sus pensamientos, le costaba entender por qué Malcome no salía de su cabeza. Llevaba un pantalón deportivo de color negro, una sudadera blanca con un cartel de empoderamiento femenino, las mismas zapatillas de anoche y el pelo recogido en una coleta.Lola vestía unos vaqueros anchos, al estilo de los años noventa, una blusa de cuello alto ancha y unas sandalias de tiras finas que se amarraban en los tobillos. Llevaba su cabello rojo y lacio, suelto y repartido en dos mechones a cada lado de su cuello.Alexa lucía una saya de mezclilla ajustada, desflec
Eran las cuatro de la tarde del miércoles, Enny y el profesor Méndez habían acordado reunirse en el Ginna´s Cofee. Allí estaba él, sentado en una mesa para dos, ubicada justo debajo de uno de los grandes ventanales. Ella lo divisó desde la entrada. Estaba muy nerviosa, se acomodó el cabello, respiró hondo (unas cuantas veces) y caminó hasta la mesa. Cuando estaba casi a punto de tocar la silla, se acerca la camarera y le pregunta a Malcome qué iba a ordenar. −¿Qué deseas Enny? −preguntó a la chica que justo acababa de sentarse. −Un frapuccino. −contestó ella. −Lo mismo para mí. La camarera se alejó con su orden. −Me encanta sentarme en este sitio, desde aquí puedo ver todo el lugar. Y lo mejor, saber también que está pasando fuera. −dijo entusiasmada, poniendo su mochila sobre el suelo. −¿Ves esa señora de allá con el perrito pequinés blanco? –ella asiente con la cabeza−, viene cada tarde al parque, siempre se
Era viernes en la tarde, Alexa se había pasado todo el día en casa, encerrada en su habitación. Alguien tocó la puerta principal, la señora Jones lo atendió. Era Nando, el tutor de año le había orientado traer a Alexa sus apuntes, según él.─No entiendo los castigos de las escuelas hoy en día. ─bufó Taylor.Lo hizo pasar y esperar en el recibidor. Subió las escaleras hasta la habitación de su hija y le informó que un joven la esperaba abajo.─¿Nando? ─dijo Alexa sorprendida cuando lo tuvo de frente.─Me envió el profesor Carlos, para que no te pierdas contenidos importantes mientras estés ausente. ─reaccionó él.Alexa le lanzó una mirada de desconfianza, pero no quiso hablar más delante de su madre. Tenía muchas preguntas que hacerle sobre lo que había ocurrido la m
Eidan regresó a su puesto de trabajo y a Lola, que se dirigía a la salida le sonó el móvil.─Y si… ¿no quiero esperar otro día para volverte a ver? Vira. Espera a que termine mi turno de trabajo y te llevaré a casa. Me gusta tenerte por aquí.─Y yo. ¿Qué gano?─Muchas margaritas gratis. ─Dijo Eidan divertido del otro lado del teléfono.─Está bien, pero solo por las bebidas.Colgó el móvil y fue hasta la barra. Llegó y le plantó un beso en los labios. Él le preparó una margarita y se la sirvió.─Lo prometido es deuda. ─Dijo mientras terminaba de decorar el cóctel con pétalos de rosa que flotaban sobre la bebida.─¿Se comen? ─Bromeó Lola con respecto a los pétalos y los sacó uno a uno de su copa.Luego de cuatro margarita