Salí de la agencia con el pecho contraído de dolor, de amor, de confusión. Thiago estaba siendo demasiado bueno conmigo pero no lograba sacar de mi cabeza lo sucedido al medio día. Caminé por la interminable carretera, cruzada de brazos sujetando mi bolso, así llegué a la casa de James, un viejo amigo que conocí en la universidad.
— ! Apareciste! - Gritó efusivamente mientras me abrazaba, tras acercarme a su puerta, yo le devolví el abrazo, lo necesitaba. No lo solté, recosté mi barbilla en su hombro y comencé a llorar; el embarazo comenzaba a alterar mis emociones y ese día había sido lleno de contradicciones que iniciaban a pasarme la cuenta — ¿Qué sucede? — Preguntó mi amigo, preocupado No pude mencionar una palabra, me aparté de él y en silencio llegué hasta la sala, a lo inmediato me sirvió agua y su novio Hugo, me pasó un pañuelo.
— ¿Cariño, por qué lloras? — Preguntaron, mientras se sentaban frente a mí
— Me enamoré — Les dije limpiando mi nariz, detener mis lágrimas era imposible, aquella sensación de dolor me sobrepasaba mis límites de autocontrol.
— Deberías estar feliz por eso, enamorarse es una de las verdaderas maravillas de la vida —Comentó Hugo confundido
— De un hombre casado y millonario y lo peor de todo es que estoy embarazada
— !Maldición, Lisa! — Dijo Hugo — El peor de los males; hombres casados y adinerados en busca de una jovencita decente
— !Cállate, Hugo, no seas imprudente! — Lo amonestó James
— Intento protegerla de esas criaturas demoniacas — Justificó
— Me hicieron un in vitro por error — Expliqué aun llorando como una niña
Les conté cómo había sucedido todo, necesitaba limpiar mi alma y quitarme un poco la pesada carga.
— ¿Estás dispuesta a tenerlo? — Preguntaron aún con más asombro
— Pese a todo, algo en mí me impide deshacerme de él, ni he tenido valor para ir a denunciar a la clínica, me siento como olvidada en el tiempo, no sé qué hacer, estoy sola, amigos, por eso he venido hasta aquí, esta situación es terrible, solo han pasado tres días y yo siento que es una eternidad — Dije y empecé a llorar de nuevo
— Si quieres tenerlo deber asistir a los controles prenatales
— No lo había pensado, soy una boba, Thiago me ha pagado hoy por tomar unas fotos, mañana tendré que ir a la clínica, debo cuidarme
— Olvídate de Thiago, Lisa, un hijo es una gran responsabilidad que no puedes obviar
Esas palabras fueron calcinantes, sentí que me tiraban a un barranco — Es solo una utopía — Logré decir mientras lloraba, tan solo pensar en eso, me hacía sentir como si se me acabara la vida, y estuviera en un completo infierno, por una parte la idea de ser madre me alentaba y por otra, solo limitaba mi mayor anhelo, no es que yo quisiera tener el dinero de Thiago, o que esa fuera la razón por la cual yo estaba tan empecinada en conquistarlo, no, a mí el dinero no me importaba, que fuera millonario era en lo menos que podía pensar, yo quería su alma buena que estaba empezando a conocer, su mirada tierna, su bondad y sus labios en los míos, lo único que quería era hacerlo feliz, devolverle la sonrisa que su esposa Esmeralda le había arrebatado, esa arpía que solo jugaba con él y con su dinero, sin importarle lo que él quisiera.
La conversación con mis amigos se extendió hasta el anochecer, ellos tomaron vino, mientras yo solo pude tomar un refresco, convencida que debía cuidarme por el bienestar de mi bebé. Salí de ahí a las nueve de la noche, no tomé un taxi, sino que decidí caminar sin rumbo otra vez, no deseaba llegar a casa a encontrarme con la soledad y mi cama que solo me alentaba a llorar, entendí también que si seguía llorando afectaría al niño, así que intenté ser valiente y dejarme llevar por la poca luz de los faros en las calles, pensando como siempre en Thiago, me paseé por la agencia y su coche no estaba estacionado y las luces estaban apagadas, intuí por eso que esa noche no había pasado ahí.
Continué mi camino hasta detenerme en uno de los parques de la ciudad, en donde no hubiese tanta claridad, no quería que nadie me mirara, solo necesitaba estar ahí sentada, buscar paz y autoconvencerme de que la decisión que estaba tomando era la correcta. Vi a los niños pasearse tranquilamente y reír mientras otros jugaban en los columpios, todo era calma y alegría en ese sitio pero por dentro sentía una angustia terrible, un desacomodo de mis emociones incontrolable, el deseo de haber conocido a Thiago en otro momento o simplemente entender lo que empezaba ocurrir entre nosotros, esos besos inesperados y su forma de mirarme, porque nada parecía tener sentido, me preguntaba si en realidad ambos estábamos solos, buscando ese refugio que nos mostrara el amor o si en realidad era solo yo quien estaba ilusionada con algo tan sencillo ¿Qué importancia tenían esos momentos para Thiago? No encontré respuesta a mis preguntas cada vez todo era más confuso.
— ¿Pretendes agobiarme con tu presencia? — Escuché una voz que me susurraba en el oído, volteé de prisa y el corazón se me aceleró a mil, era él con su sonrisa coqueta
— Más bien ¿Qué haces en este lugar que no es de tu clase? — Pregunté aparentando tranquilidad pero estaba loca de asombro
— Huyendo de mi sociedad — Contestó mientras se sentaba a mi lado. Verlo ahí en un lugar tan inadecuado `para él, con su abrigo negro y sus zapatillas relucientes me causó risa, pero no dejé que mis nervios me traicionaran
— Qué tramposas casualidades nos ofrecen los días — Dije para disimular
— Eso, o me estás siguiendo — Añadió con una mezcla de arrogancia y risa
— ¿Seguirte? Yo vine primero — Dije con orgullo — Además no podría seguir tu Ferrari, caminando
Thiago se rió — He decidido caminar — Contestó para hacer referencia a mi contradicción
— Eso no puede ser verdad — Comenté, estaba tan nerviosa que no era capaz de formar ideas más largas
— ¿Por qué estás aquí y no en casa? — Preguntó lleno de preocupación, como si en verdad le importara lo que hacía y lo que no y de paso evadiendo lo que dije — Estás embarazada y debes cuidarte — Agregó mostrando mayor interés en mi bienestar, pero que mencionara mi estado, me arruinó la magia del encuentro
— Estoy embarazada no enferma — Me expresé molesta
— No hables más — susurró en mi oído - Contemplemos la maravilla que nos ofrece la noche
— Es ridículo, solo hay oscuridad — contesté y luego me arrepentí de decirlo de ese modo
— Sí, pero es mejor que la nuestra — dijo él sin mostrar molestia
— Tú vives feliz, no tienes ninguna preocupación, eres millonario, eso es suficiente para resolver cualquier cosa. Oscuridad la mía, estar embarazada por error, seré madre soltera, no tengo ningún trabajo fijo y para mayor desgracia, enamorada de un hombre que no podré tener nunca
— Yo te daré trabajo fijo — Comentó con una tranquilidad que me alteró más, sobre todo porque estaba evadiendo todo lo demás que habías dicho que era lo más importante
— Ni siquiera sé qué haces aquí, un hombre como tú no debería estar en este lugar - Dije, evadiendo también su respuesta
— ¿Quieres saber la verdad? — Preguntó mirándome y elevando un poco la voz
— ¿De qué hablas?
— Del motivo que me trajo hasta este lugar que según tú no merezco
— Ajá — Mascullé intrigada y fingiendo indiferencia
— Mientras iba de camino a casa, vi que te cruzabas la calle y te dirigías hacia acá, así que decidí seguirte — Explicó con una linda sonrisa mientras seguía contemplando las estrellas. Quise que sus palabras no me llenaran de asombro ni me ilusionaran, pero era el hombre que amaba el que las pronunciaba y era imposible no sentirme feliz, sin embargo disimulé para no quedarme con más dudas
— ¿Y eso con qué motivo, Thiago?
— ¿No te has dado cuenta, Lisa?
— ¿De qué, Thiago?
— Que me vuelves loco, boba
— No me digas boba
— Adoro que me contradigas, boba
— Mientes, Thiago; jamás te fijarías en alguien como yo, además de que estoy embarazada, ni siquiera me visto bien, lo has dicho esta mañana, y eso porque soy una simple asalariada de tu agencia, que apenas tiene una moto roja que ya no puede utilizar — Grité incrédula, sintiendo que se burlaba de mí
— Tienes un alma hermosa y unos ojos pequeños que me miran con ternura — Dijo dirigiendo su vista hacia mí. Yo me quedé perpleja, con el corazón a punto de salirse de mi pecho, quería llorar o gritar, por el embarazo mis emociones eran inestables, pero sus palabras me tenían nerviosa
— ¿Hablas en serio, Thiago?— Pregunté una vez recuperada mi respiración — Jamás le mentiría a esos ojos café — Respondió — No estoy a tu altura - Dije persuadiendo la fiabilidad de su respuesta — !Eso qué importa! Pensar en eso es casi una blasfemia, cuántas mujeres andan por ahí dispuestas a mí pero por mi dinero ¿Qué sentido tiene eso? Ya no lo quiero, lo vivo desde mi hogar, no necesito eso, Lisa, solo lealtad ¿Quieres someterte? Escucharlo me generó tantas dudas, que en cambio de comprobar lo que deseaba en cambio me sentía más confundida, por lo cual solo pude añadir — ¿Someterme a qué? — A este juego —¿Juego? — Sí, el jugo de la lealtad, que suele ser muy peligroso — Yo no me fijé en ti por tu dinero - Agregué como si me estuviera preguntando eso — No hablo de dinero, sino de cuánta lealtad podrías ofrecerle tú, a este pobre hombre rodeado de mujeres que quieren aprovecharse de él — Comentó con sarcasmo — ¿Es necesario mencionar irónicamente "mujeres"? Eso es algo de lo
Me desperté rodeada de unas lujosas luces y Thiago a mi lado. — ¿Qué pasó? —Pregunté tras abrir los ojos — Oh, mi pequeña, has vuelto. Tuviste un desmayo — Respondió —¿Por qué estás tú aquí? — Pregunté absorta — Te explico luego, reposa — Añadió con su voz dulce mientras conducía Me estabilicé en un santiamén, su voz me transmitía paz y serenidad, recordé entonces la situación del parque y una vez recobrada mis fuerzas, hablé — Déjame aquí; debo ir a casa — supliqué aun soñolienta — Debes descansar, no puedo dejarte aquí, irás conmigo a otro lugar — Contestó mientras acariciaba mi cabello El temor me empezó invadir y aunque estaba perdidamente enamorada de él sabía que estar juntos en cualquier lugar era peligroso para mis emociones — No, llévame a casa — Grité desesperada en mi intento de abrir la puerta, también gritó — Que no, no seas como una niña caprichosa, atiende a lo que digo — Que hay de Esmeralda, qué pasa si nos ve juntos — Dije desesperada — Cálmate, Lisa. Te h
¿Quién era yo ahora, sin cámaras, sin celular y sin Thiago? Me sentía el estómago revuelto, el frío de la soledad ¿cómo era posible que aquel hombre millonario me metiera en sus redes? Eran ya las seis de la mañana cuando decidí salir del parque, ir a casa no era buena idea, solo pude dirigirme a casa de Laura — ¡Soy Lisa, ábreme la puerta, por favor! — Grité después de haber tocado la puerta en repetidas ocasiones— ¡Estás loca, cómo se te ocurre irrumpir mi sueño! — Dijo Laura aún con el pelo desordenado, más dormida que despierta — Definitivamente estoy loca — contesté y me senté con tristeza en su pequeño sofá — Traes una cara de muerto — Comentó mi amiga mirándome perpleja — ¿Dónde amaneciste? — En una quinta, no sé ni siquiera dónde — respondí como si fuera un robot, mecánicamente, iba completamente absorta — ¿ Lisa, no has entendido que estás embarazada? ¿En qué líos estás metida? — Me amonestó mi amiga un poco incomprensible o incrédula — En el lío llamado Thiago y su m**
El frío de la madrugada me despertó, llena de alucinaciones, corrí al baño, la incontinencia urinaria me fastidiaba, mientras caminaba también sentí nauseas, vomité como un perro, me vi al espejo y me lavé la cara, fue ahí que decidí que lo mejor sería aceptar la propuesta de Laura. — No es tu culpa, Lisa, no podrás con esto — Me dije viéndome pálida en el espejoCuando el reloj marcó las siete en punto me levanté, tomé una ducha, busqué ropa decente y me peiné, convencida de mi decisión, lo mejor era abortar para tener mi vida normal de vuelta, eso era lo único que definiría si en realidad tenía un espacio en la vida de Thiago, aun estando casado.Me dirigí a la oficina de Thiago, pero Madeline, la secretaria, me detuvo. — No puedes entrar, ahora no puede atenderte — Dijo mirándome por encima de sus lentes — Él dijo que viniera hoy para hacer una sesión de fotos — Afirmé convencida y extraña porque normalmente entraba sin pedir permiso Madeline se rió, irónica — Siéntate y espera
Me odié por sentir que sus palabras dulces me dominaban las fuerzas, la valentía e incluso mis decisiones.— ¿Prometes no abandonarme? — Dije completamente sumisa a su voluntad — Ni a ti ni a ese bebé — Contestó aún sin soltarme de sus brazos — Es una carga demasiado pesada — Aclaré sintiendo pena — No importa, juntos podremos sobrellevarla — Dijo con su voz amorosa, eso fue lo único que me hizo cambiar de opinión, entender que si la vida me había dado la oportunidad de ser madre y me estaba poniendo en el camino a alguien que me ayudara, no debía renegar de ello, después de todo no estaba tan sola como creía — No quiero que me rompas el corazón, no quiero sentir que estoy atada a ti sin causa, es demasiado confusa esta situación — Repetí en ruegos — Lisa, solo comprende que mis intenciones no son lastimarte, solo quiero ayudarte por ahora no puedo hacer más, también me gustas solo que no sé si eso es algo pasajero o acaso implica un sentimiento más profundo, también temo que te
Salí de ahí directo al estacionamiento, pero justo cuando, iba a encender mi moto, escuché una voz:— Súbete de prisa — Me dijo casi en susurros desde la ventana de su auto— Ando en mi moto — Expliqué nerviosa— No insistas, ya hablamos que debes cuidarte, no puedes usar la moto por ahora — ExplicóIndispuesta a seguir mis fuerzas me subí a su Ferrari, llena de nervios y completamente angustiada por si alguien nos miraba, él subió los vidrios del auto.— Tranquila, ya todos se han ido — Dijo y su aclaración me molestó un poco— ¿Entonces qué ocultas? — PreguntéÉl no pudo responderme y solo hizo otra pregunta — ¿Dónde vives?— Calle principal, avenida 42. Yo te daré las indicaciones cuando estemos cercaThiago me miró con angustia, vi en su frente perfecta asomarse un poco de sudor, tal vez tenía miedo de que alguien nos viera, o simplemente también para él era incomprensible lo que nos sucedía, la atracción tan grande que sentíamos y lo lejano que estábamos uno del otro, aunque estu
— No puedo, Thiago — Contesté mientras lo apartaba de mí, él se levantó con furia del sofá y caminó hacia la puerta, yo me quedé sentada mirándolo, sentí que el nudo en la garganta me asfixiaba y en silencio lloré tras el sonido de la puerta, el ruido del auto me confirmó su huida y yo me sentí devastada, el frío atacó mi desnudez y mi fuerza de mujer se vio derrotada. Era tan difícil darle rienda suelta a mis instintos, y tan fácil tomar en cuenta mi consciencia, para dejar que la oportunidad de mi vida se fuera sintiéndose completamente despreciado, sé que lo que había sucedido no era correcto, pero es que en realidad ya nada de lo que pasaba lo era, pero no era capaz de convertirme en una más de sus amantes, sobre todo porque por su misma petición había decidido continuar con mi embarazo. Me levanté despacio, completamente inerte para apagar la lámpara, recogí mi ropa con frustración y me dirigí al cuarto, me acosté y sentí un peso enorme encima, estiré mi brazo al espacio vacío d
Tomé una ducha, y me sentí fresca aunque no del todo bella, mi autoestima cada vez flaqueaba más, pero era mi noche, y yo debía hacer que fuera la mejor de todas, en medio de todo el caos había algo bueno, y era ese premio. Una vez lista con la ropa más casual que tenía, convencida que en la agencia me darían una vestimenta correcta, tomé un taxi que me llevó puntual hasta Siluetas, entré pero no ví a Thiago por ningún lado, pasé directo hasta el estudio de Fernando quien sería el indicado para arreglarme, Sandra y Laura también se vestían para la premiación, me vieron de reojo mientras pasaba, sin embargo no se atrevieron a decirme nada; sabían que ahora sí estaba triunfando por encima de sus burlas y desprecios, pues su veneno no había podido contra mí y que gracias a las fotos que yo les había tomado ellas podían asistir a la actividad más esperada en la agencia. — Lisa, querida, felicidades — Me recibió Fernando con una alegría indescriptible Le agradecí mientras me sentaba — A