Cuando conocí a Blake era un "chico malo" bastante en su línea. Era alto, no tenía muchos músculos, fumaba y se metía en problemas. Sin embargo ahora que lo veo tras tantos años me vuelve a causar el sentimiento de que yo jamás he visto a un hombre tan atractivo.
Sigue igual de alto pero le han salido tantos músculos que las mangas de su camiseta parecen de licra pegada a la piel. Ya no lleva ese corte de pelo estandar como el resto de chicos. Ahora tiene una hilera de tatuajes en ambos brazos que le recoren desde los dedos hasta sobresalirle por el cuello... Pero sigue fumando y sigue dando miedo como primera impresión. Ya no es un chico de instituto, es un hombre.
—¿Pero qué te trae por aquí? ¡Cuanto tiempo! —me anima Josh, que suelta su taco de billar y abre los brazos para mi.
Lo miro a él, que también ha dejado de ser un chico para convertirse en un hombre más grande, con el mismo pelo rapado y el piercing de la ceja.
—Hola —me río y dejo que me estreche con fuerza. Antes éramos un grupo, todos nos queríamos—. Qué bien volver a verte.
—Joder, ya ves. Parecía que no volverías nunca. ¡Mira cuánto tiempo! ¿Has dejado de ser una niñata? —se burla.
Aunque me hable, yo soy consciente de que Blake nos está mirando y de que la chica a su lado debe de ser su nueva novia. Mi madre tiene razón, se parece un poco a mi.
—Espero que sí —le sigo la broma.
Con su brazo echado sobre mis hombros me acerca a la mesa de billar, aparte de ellos hay más chicos con su estética de: "somos unos malotes y los reyes de este bar". Levanto la mano a modo de saludo. Esto es muy raro.
—¿Qué haces aquí?
Escuchar su voz sería mejor si no me lo soltara de esa forma tan brusca, como si yo no pudiera volver a pisar aquí dentro desde lo nuestro. Ahora que tengo motivos para mirarle, lo hago, y me arrepiento un poco porque sus ojos oscuros siempre han sido más fuertes que yo.
—He venido con Lilly.
—¿Por qué no os unís? —me ofrece Josh, pero por como me mira Blake creo que lo mejor será retomar mi idea de salir a tomar el aire.
Lo que yo decía: raro. Parece que nunca nos quisimos. Con esa pose de chico chulo y de ser superior a todo me recuerda a cuando lo conocí y fue un completo gilipollas conmigo. Luego resultó que fue un novio increíble durante dos increíbles años. Por eso yo le quería, por eso mi madre y todo el mundo a mi alrededor lo aceptó: porque a pesar de todas sus cosas malas, Blake me quería más que a si mismo.
—Voy a salir un momento pero se lo diré a Lilly cuando vuelva —miento.
En cuando Josh me suelta, me despido con prisas y atravieso lo que queda de bar para salir. No sabía que volver a verlos me agobiaría más que el ambiente del bar. Por fin puedo respirar en la calle aunque los oídos me pitan y tengo que alejarme unos metros hasta apoyarme en el coche de Lilly. El frío de la calle hace que me abrace a mi misma. Esto ya no se siente como lo que era antes y más me vale acostumbrarme.
Cuando la puerta del bar se abre todo el ruido de dentro se escapa. Blake sale por la puerta caminando con esa seguridad tan caracterísitica suya. Sacándose un cigarro de la cajetilla que se guarda en los vaqueros, se apoya en el coche a mi lado, su brazo roza el mío cuando se lo enciende. Sacudo la mano para alejar el humo de mi, sabe que lo odio, siempre me fumaba en la cara y me llamaba niñata.
—¿Qué haces aquí? —me repite, esta vez mucho más pausado.
—Ya te lo he dicho.
—Me refiero a la ciudad. Llevas años sin aparecer.
Yo sé el por qué está pasando esto, conozco las razones que me han devuelto a estar aquí y las odio. Pero, ¿se las quiero contar a Blake? ¿Qué le voy a decir? ¿Qué por intentar buscar a alguien como él terminé arruinándome la vida?
—Lo sé... ¿Hubieras preferido no verme?
—No he dicho eso.
Le pega una calada al cigarro, tiene la decencia de soltar el humo lejos de mi cara.
—¿Por qué has vuelto?
Me reservo gran parte de la historia.
—Cuando terminé la universidad no encontré trabajo de lo mío, he sido un completo desastre estos dos últimos años hasta que se me ha hecho insostenible.
—¿Has sido un desastre? —suena realmente intrigado, yo jamás me hubiera torcido tanto, tenía toda mi vida planificada—. No me gustan las mentiras, lo sabes.
Claro que lo sé, antes solía saberlo todo sobre él.
—No te miento. He estado trabajando en un bar asqueroso todas las noches durante los últimos años y este último año se me ha hecho tan cuesta arriba... —pensarlo hace que deje de pensar en el frío que tengo, pensarlo me da escalofríos—. Lo mejor era volver a casa de mi madre.
—¿Llegaste hace mucho?
—No, tres días. Metí todas mis cosas en el coche y... aquí estoy. —Suspiro—. Pero me alegra que a ti te vaya bien. Lilly me ha contado lo del taller.
—Gracias —dice.
Pasamos unos largos segundos en silencio, son minutos y es raro porque antes estar silencio juntos era agradable, ahora es raro. Se separa del coche con el digarro entre los labios y empieza a alejarse por el aparcamiento de tierra.
—Vamos —me dice.
¿Vamos? ¿Es que no va a volver con sus amigos y su novia?
—¿No vas a entrar?
—Camina —insiste con fuerza.
Y yo camino. Lo sigo hasta un todoterreno negro y gigante, abre el maletero y me pasa una chaqueta de cuero. Es como las que solía usar pero más grande para enfundar todos esos músculos y a mi me queda aun más gigante.
Terminamos sentados en el maletero de su coche. Yo no comento nada sobre su novia, ni sobre el echo de lo mucho que se parece a mi, y así él no me pregunta por mi horrible vida sentimental. Le hablo de mi carrera y él de que terminó la universidad.
—Pensé que no lo terminarías. Me costó un montón convencerte de ir a la universidad.
—Pues ya ves —dice. Sí, ya veo—. ¿Te vas a quedar mucho por aquí?
—No lo sé. Supongo que sí. Mis ganas de viajar ahora mismo ya no existen.
—Irte a una ciudad a horas de aquí no creo que se considere viajar —se burla.
—Viajé a Filipinas hace tres años —confieso.
Viajar allí para conocer parte de mis raíces era algo que siempre había deseado hacer. Por aquel entonces todavía tenía dinero y un buen grupo de amigas que se animaron a acompañarme en la aventura. Pasé tres semanas de verano allí y fue la última vez que recuerdo ser realmente feliz.
—Por fin —dice y me hace reír. Lo veo sonreír.
—¡Sí! Me encantó, conocí muchas cosas. ¿Sabes lo bien se está en un sito cuando no soy yo a la que preguntan por su origen?
—Pero si a ti te encantaba fardar de que eras exótica —dice y entre risas emujo su cuerpo con el mío.
Al mirarlo a la cara cuando por fin me atrevo a hacerlo, me doy cuenta de que ya me está mirando. En algún momento ha tirado el cigarro y esta relación de expareja tan rara se ha vuelto normal. Durante un rato es como si no hubiera pasado el tiempo.
Al mirar me frente me doy de sopetón con los ojos rasgados de su novia mirándonos desde la entrada al bar. Me levanto de su maletero y él también se da cuenta de que ella está ahí. Se levanta a mi par.
—Gracias —le digo.
La expresión se le suaviza. Ahora todo su rostro está más marcado, más maduro, es más atractivo o quizás yo nunca he dejado de compararlo con otros. Por eso me fijé en Danny.
—¿Por qué? —duda.
—Por no hacer esto tan incómodo.
Asiente con la cabeza y yo dejo su chaqueta bien colocada en el maletero antes de que él lo cierre. Antes de ser capaz de pensar en qué narices estoy haciendo, le rodeo con mis brazos y con la cara aplastada contra su pecho y mi cuerpo contra el suyo, reconozco que he olvidado su olor natural y que está mucho más entrennado que antes.
Tarda un poco, pero al final sus brazos tatuados me abrazan con más fuerza durante unos segundos antes de separarnos.
—Me ha alegrado volver a verte.
—A mi también.
Le sonrío aunque no me lo devuelva y camino al bar. Su novia no deja de mirarme cuando paso por su lado y empujo de nuevo la puerta. De nuevo a la marea de borrachos, fumados y drogados del bar.
Empiezo a hacer planes con Tania y con Lilly, como ellas trabajan todas las mañanas hasta por la tarde, suelo ir a cenar a su apartamento para cotillear de cosas hasta que nos podemos al día.—¿Y no habéis vuelto a hablar? —me pregunta Lilly.—Me cambié el número el año pasado y ya no hablaba con él. Da gracias que hablaba contigo.—¿Y no tienes pensado volver a retomar aunque sea una amistad?—Bueno, tiene novia y...—¿Y eso que tiene que ver? —me corta Tina mientras zappea con el mando—. Solo una amistad, no tenéis que acostaros.—Y hablando de estos temas... —dice Lilly—. Nunca me volviste a hablar de aquel chico con el que salías. Era súper guapo.—Y super mala persona —admito. Muy poca gente lo sabe, él me alejó de mucho—. Le puse una orden de alejamiento.De repente la cena y la televisión dan igual. Las dos chicas se me echan encima bien atentas, preocupadas. Ya no es algo que me importe tanto contar, lo tengo como agua pasada y más ahora que he me alejado tanto.Recuerdo que c
De todos los currículums que mando a empresas solo recibo una llamada y me pongo mi mejor traje de dos piezas para la entrevista. Me tiro horas para arreglarme y verme decente, más madura y seria de lo que soy. Le mando una foto a mi madre y dice que la enmarcará con la frase: "La primera entrevista de mi hija".Estoy saliendo dos horas antes de la entrevista solo para ser previsiva y afrontar cualquier imprevisto. Todo tiene que salir bien. Cuando me adentro en la autopista para ir al centro de la ciudad la radio de mi coche empieza a tintinear, lo hace mucho y de un golpe se repara, sin embargo no hay golpe que arregle la chatarra que es.—No no no no.Pongo el intermitente y el coche me deja tirada en el arcén. Durante unos minutos en los que entro en pánico no tengo ninguna idea de lo que hacer. Quiero echarme a llorar pero eso me arruinará el maquillaje. ¿Es que tan mala persona he sido en otra vida? Cojo aire y llamo a la grúa que tarda una eternidad en llegar y otra más en llev
Para cuando llega el viernes por la noche y aún no me han llamado, no me quiero desanimar, me dieron una semana de plazo para recibir algún tipo de respuesta. A modo de darme ánimos y de celebrar que ya es viernes, me veo de nuevo en el bar del polígono con una cerveza en la mano. —Venga, ¡anímate! —me dice Tina—. Sino es en esa empresa será en otra. —Ya... —No es solo eso. Está así por lo de Blake —se entromete Lilly y me mira tan de cerca que le veo hasta las pecas con esta mala luz. Ni yo sé qué de todo es lo que me tiene así. —¿Y qué es lo de Blake? Según tú —digo, igual así me ilumina. Abre los ojos y los brazos, casi le tira su cerveza a un tío que nos mira mal. —¡Por favor, Gina! Blake y tú estáis echos para estar juntos. Él sale con una tía que hasta tú sabes que es tu reemplazo y tú saliste con un hijo de puta que se asemejara a él. ¡Tina! Dame la razón —le exige—. Gina, nunca has dejado de estar enamorada de Blake. Jamás he visto una relación como la vuestra, eráis pe
Dejo mi ropa bien doblada en el baño y cojeo hasta sentarme de nuevo en su sofá. Escaneo un poco su apartamento, todo con colores neutros, más grande de lo que esperaba y con muy poca decoración.Escucho como cruje la tarima cuando Blake se acerca y se deja caer a mi lado en el sofá. Deja un vaso de agua en la mesa de centro de cristal, cuando lo cojo, lo hago con el brazo que no me duele.—¿Me vas a decir quién era ese? Porque te conoce.—Mi exnovio —respondo.Se revuelve a mi lado y por fin lo miro. Solo lleva unos pantalones del pijama, solo eso. Se ha tatuado un ágila en el pecho y todos sus tatuajes desde los brazos hasta el cuello, hasta el pecho, están conectados con más tinta negra. Le quedan bien. Le hacen tener una apariencia intimidante pero Blake no es malo.Las yemas de los dedos me cosquillean por tocarlo pero no lo hago, le doy un trago al agua.—Es un puto gilipollas.—Es un agresivo de mierda —le corrijo—. Le puse una orden de alejamiento que venció hace cosa de un me
Lilly se queda conmigo hasta que se hace de noche y el cotilleo se nos ha cansado. Mi madre le invita a cenar pero ella, tapándose el chupetón, le da un abrazo y le dice que mejor a la próxima. Durante la cena mi madre no deja de preguntarme si estaré bien quedándome sola por las mañanas y yo no dejo de asentir. —Esta semana me tienen que llamar de la entrevista que hice, de todas formas voy a estar ocupada viendo más ofertas de trabajo. Estaré bien. Aun así, por la mañana cuando le toca irse a trabajar me lo repite un par de veces y yo pongo mi mejor sonrisa para que se marche tranquila. Yo me quedo sentada en el sofá de casa navegando por páginas web que ofertan trabajos. No quiero tener que volver a trabajar en un bar. Mi búsqueda se ve interrumpida por el timbre de casa. Dejo el ordenador en el sofá y cojeo hasta la puerta. Antes abrir ojeo por la mirilla y casi me caigo de culo. ¡¿Pero qué hace aquí?! > Vuelve a llamar y me paso los dedos por el pelo antes d
Cuando me quedo sola, vuelvo a lo mismo del trabajo hasta que me llaman del ayuntamiento de la ciudad y me entretengo con otros cientos de trámites. Tengo que cambiar mi domicilio y renovar un montón de papeles.Estoy liada hasta que se hace tarde y llamo a Lilly. Necesito contárselo a alguien.—Creo que hemos vuelto —le digo.Chilla a través de la línea.—¡Te lo dije! ¿Cuándo habéis hablado?—Ha estado aquí ésta mañana y hemos hablado de algunas cosas... Akira lo ha dejado.—¿Ella a él? Pobre chica.—Ya...—Pero bueno, era obvio que pasaría. ¿Estás feliz?No lo tengo que pensar mucho, si hablamos solo de Blake, sí, claro que estoy feliz.—Sí. Supongo que tenías razón.—¿Supones? Sois almas gemelas y todas esas cursiladas, sabes que tenía razón. ¡Jo! Ahora tengo ganas de veros juntos y que me déis envidia.Me hace reír.—¿Y qué hay de Josh? —curioseo.La escucho gruñir y me quedo pegada al teléfono casi veinte minutos escuchándola quejarse de lo mucho que odia que la llame "pelirroja"
Me quedo con él hasta que se hace tan tarde que lo mejor es dormir aquí, con él, esta vez los dos en la cama. Nos hundimos bajo las sábanas tan pegados que su piel se mezcla con la mía y si no fuera por toda esa tinta que tiene no distinguiría el inicio de uno del otro. Dibujo las formas de sus tatuajes, de cada trazo negro que parece hecho con furia. Siento como su piel se eriza bajo mis dedos, a mi me pasa lo mismo cuando su mano el camino de colarse bajo su camiseta para acariciarme la espalda desnuda. Me quita todo el sueño. Solo tengo que elevarme un poco para alcanzar su cuello con mis labios, lo oigo suspirar y saber lo que provoco en él me da más ganas de hacer cualquier cosa. Le lleno de besos hasta que alcanzo su boca y el clima entero en la habitación se vuelve más caluroso. Siento como la sábana deja de envolverme, me molesta, sobretodo cuando su mano se apoya en mi culo y empuja sobre él. Solo tengo que rozarlo para darme cuenta de lo duro que está. Hace tanto que no es
A la mañana siguiente me llama la policía: han detenido a Danny porque se ha metido en otra pelea en el bar del polígono. Saber que no está rondando me deja mucho más tranquila, y a mi madre que ya no revisa hasta las ventanas antes de dejarme sola en casa por las mañanas.El sábado tenemos una noche de chicas y me paso toda la tarde arreglándome porque no tengo otra cosa mejor que hacer. Mientras me maquillo, Blake me llama y lo pongo en altavoz para seguir intentando hacerme un buen delineado.—Hola, guapa —me saluda.Me hace reír.—Como te conozco demasiado bien deja que te diga que hoy tengo noche de chicas con Tina y con Lilly.—Ah, ¿hoy no eres mía? —se burla—. ¿Dónde váis?—No lo sé, por ahí pero no sé donde. ¿Tú no harás nada?Me acerco al espejo y abro la boca como un pez para concentrarme con el trazo.—No lo sé. Te diré algo con lo que sea.Hablamos hasta que el coche de Lilly frena en la calle, lo veo por la ventana. Me enfundo mis zapatillas cómodas y una chaqueta de cuer