Supongo que vivir por mi cuenta no es tan guay, sobre todo si cada fin de mes le tengo que estar pidiendo dinero a mi madre. Pensaba que la vida después de la universidad sería trabajar de lo mío: Economía, y que podría independizarme con más facilidad y mantener mi vida adulta con todo lo que eso conlleva. Pero no. He recogido todas mis cosas y las he metido a presión en mi chatarra de coche para conducir siete horas hasta casa de mi madre. Mi coche es tan malo que tengo que hacer un descanso de por lo menos veinte minutos cada hora y media de viaje.
Son las dos de la madrugada cuando aparco en la entrada del garaje y ahí está mi madre, esperándome en pijama sentada en la silla de plástico del porche. Se contiene para gritar cuando me ve y me da un abrazo tan fuerte que me deja sin aire. Lleva mucho tiempo deseando que vuelva con ella y yo me he esforzado por demostrarle que puedo salir adelante por mi cuenta. Spoiler: no se me ha dado bien.
—¡Pero mira qué grande estás! Verás que todo sigue igual —me dice.
—Nos vimos en Navidad, mamá, no ha pasado tanto.
Me sacude la mano en la cara quitándole importancia a mis palabras. Llevo sin aparecer por aquí desde hace por lo menos cuatro años. Vine un par de veces al iniciar la carrera pero después preferí que fuera mi madre a visitarme; yo tenía allí muchas cosas, estudios, amigos...
Mi habitación tampoco ha cambiado, los posters singuen ahí, mi lámpara con forma de estrella en el techo, mis fotos antiguas con compañeros del isntituto siguen colgadas de las estanterías aunque...
—Las quité, no sabía si querías verlas —escucho a mi madre.
Entre foto y foto hay huecos grandes de otras fotos que ya no están. Eran mis fotos con Blake. Dejé de seguirle la pista a los meses de irme y eso que pensaba que yo jamás podría dejar de amarle. El tiempo nos separó inevitablemente.
—No pasa nada, terminamos bien.
—Ahora tiene novia, creo que es asiática también.
La forma que tiene de decir "asiática" es algo brusca, sé lo mucho que mi madre odia a mi padre pero eso no va a cambiar el hecho de que él es de Filipinas y que yo tengo sus rasgos.
El corazón me da un parón repentino. Blake es mi primer amor, hubiera deseado que una relación a distancia funcionara con nosotros pero no fue así y ahora que lo pienso creo que fue lo mejor para darnos (darme) la oportunidad de vivir otras experiencias. Ojalá todo hubiera sido tan bonito.
—Ah. ¿Qué tal está?
—Bien.
Asiento lentamente y en vista de que no va a dejar de mirarme, empujo la puerta con el pie para cerrarla y poder cambiarme. Había olvidado lo cómoda que era mi cama.
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Tres días después he terminado de instalarme y la estética adolescente de mi habitación ha pasado a ser otra mucho más madura, con mis apuntes de la universidad, mis libros, algunas fotos nuevas de mis amigos de la univeridad... Y casi tres cajas apiladas contra la pared de cosas que compré para mi apartamento y ahora no tienen lugar, se las daría a mi madre si esta casa no estuviera ya recargada de adornos.
Durante estos últimos dos años no he estado con muchos ánimos, me puse a trabajar como camarera en un bar de mala muerte por un sueldo bastante nefasto y estarle pidiendo dinero a mi madre no ha sido nada agradable. Se lo pagaré en algún momento cuando consiga trabajo.
—Te he dejado el dinero en la entrada y te he mandado la lista de la compra por mensaje. Adiós, ¡te quiero!
Quiero rebatirla que por lo menos tengo dinero para ir a hacer la compra, pero acepto los billetes de la entrada y cojo mi coche para llegar hasta el supermercado. Recuerdo estas calles como si nunca me hubiera ido.
Recorro los pasillos del supermercado empujando un carrito de la compra que cada vez se llena más hasta que al dirigirme a las cajas de cobro otro carrito me intercepta.
—¡¿Gina?!
Una pelirroja se me lanza encima y la atrapo con fuerza. He perdido también mucho contacto con mis amios del instituto pero de vez en cuando sí que nos hemos preguntado sobre qué tal nos iba la vida. Lilly era una de mis mejores amigas y la última vez que hablé con ella fue hace unos meses.
—Hola —me río.
—¿Qué haces aquí? ¿De vacaciones?
—De momento vengo para quedarme —digo y no estoy muy orgullosa de ello. Ojalá las cosas me hubieran salido mejor.
—No jodas —suelta y me sacude por los hombros—. ¡Tienes que venir a la fiesta de esta noche!
¿Fiesta? Antes me encantaban pero he vivido dos años trabajando en ese bar que era una constante fiesta. Sin embargo he vuelto aquí y hasta que encuentre trabajo no quiero quedarme encerrada en casa.
—Claro. Allí estaré.
—¡Genial! ¿Estás en casa de tu madre? —me pregunta y yo asiento—. ¿Te viene bien si te paso a recoger a eso de las once?
—Claro —accedo—. Te esperaré.
Y lo hago. Me paso la tarde buscando algo decente que ponerme y arreglándome. Cuando mi madre llega del trabajo y me ve maquillándome en el baño, saca su artillería materna.
—Ve con cuidado —me dice.
Abro la boca como un pez para echarme algo de brillo labial.
—Lo haré.
—¿Verás a Blake?
No lo sé y hace tanto que no hablamos, casi cinco años, que dudo que una interacción entre los dos pueda ser fluida.
—No lo sé.
—Te has puesto muy guapa para no saberlo.
Me miro al espejo y me siento bien. Hacía mucho que no me arreglaba de verdad y lo necesitaba. El vestido verde oscuro de tirantes me llega a medio muslo y me realza la figura. Es bastante simple pero a mi me gusta y lo combino con unas zapatillas de tela negras y un bolso pequeño.
—Lilly me ha invitado, eso es todo lo que sé. Me recoge a las once.
—Pues date prisa, son las diez y media. ¿Has cenado?
—Hace rato.
Cuando me deja sola en el baño me doy unos retoques al maquillaje no muy cargado y guardo la rizadora. Para cuando lo recojo todo Lilly ya está tocando el claxon y me lanzo al asiento de copiloto de su coche. Nos ponemos un poco al día por el camino, no me importa contarle mis problemas, Lilly es una de esas personas con las que siento que el tiempo no ha pasado.
Llegamos a un polígono atiborrado de coches, la música retumba fuera del bar y se levanta arena que hace que me piquen los ojos. Reconozco un poco el bar. Solía ser un lugar muy popular cuando iba al insituto porque te dejaban fumar dentro y vendían alcohol a menores. Supongo que sigue igual porque veo a gente muy joven. Tengo solo veinticuatro años, no quiero pensar como mi madre. Suspiro y me dejo arrastrar hasta la barra. Hay una chica algo bajita de pelo castaño como el mío y unos potentes ojos verdes bajo las gafas de pasta negras.
—¡Ya pensaba que no llegarías! —le recrimina a Lilly y me mira—. Hola.
—Esta es Gina —me presenta la pelirroja y me sacude entre sus brazos—. La conoces, te he hablado de ella, es la ex de Blake.
Oh, vaya, así que es así como se me conoce. ¿Qué es de él? Sin embargo, mis ganas de preguntarlo se quedan en eso.
Con el paso de la fiesta conozco un poco más a Tina, se mudó aquí por la universidad y ahora ella y Lilly comparten piso. Las dos trabajan dando clases a niños de infantil en nuestro antiguo colegio.
—¿Y qué hay del grupo? —le pregunto.
Tuerce el gesto y se le arrugan las pequeñas pecas sobre la nariz.
No es que tuviéramos un grupo grande. Cuando empecé a salir con Blake y conocí a sus amigos, Lilly y yo nos unimos a ellos y durante aquellos dos años fueron lo mejor del instituto y de mi vida. Luego me marché y ahora, seis años después, parece que todo eso fue otra vida muy lejana.
—Nos distanciamos, ya sabes... La universidad, las amistades, el estilo de vida... En parte eras tú lo que nos unía.
—Ya, pero siempre creí que Josh y tú tendríais algo —admito.
—No se dio —se limita a responderme.
—¿Y sabes cómo les va? —curioseo.
—El padre de Josh murió hace unos años y él se quedó con el taller de coches, ahora Blake y él son socios y trabajan allí. Les va bien. Y Becca se fue al terminar la universidad, sé que está comprometida.
Supongo que somos las tres fases de una etapa tras la universidad: Becca con su vida resuelta, Lilly con trabajo pero desfasada por las noches, y luego estoy yo que he vuelto a vivir en casa de mi madre.
Para cuando dan las dos y media de la madrugada, Tina y yo somos espectadoras del sobeteo que Lilly se está pegando con un chico al que acaba de conocer. Hemos conseguido unas latas de cerveza y hablamos un poco de cualquier cosa hasta que la bruma de gente, olores y humo me marean.
—Voy a salir un momento —le digo a Tina y añado: —Tú quédate a vigilarla.
—Vale.
Tampoco hay taaaanta gente, cuando paso cerca de las dos únicas mesas de billar del bar escucho a la perfección mi nombre.
—¡¿Gina?!
Wow.
Cuando conocí a Blake era un "chico malo" bastante en su línea. Era alto, no tenía muchos músculos, fumaba y se metía en problemas. Sin embargo ahora que lo veo tras tantos años me vuelve a causar el sentimiento de que yo jamás he visto a un hombre tan atractivo.Sigue igual de alto pero le han salido tantos músculos que las mangas de su camiseta parecen de licra pegada a la piel. Ya no lleva ese corte de pelo estandar como el resto de chicos. Ahora tiene una hilera de tatuajes en ambos brazos que le recoren desde los dedos hasta sobresalirle por el cuello... Pero sigue fumando y sigue dando miedo como primera impresión. Ya no es un chico de instituto, es un hombre.—¿Pero qué te trae por aquí? ¡Cuanto tiempo! —me anima Josh, que suelta su taco de billar y abre los brazos para mi.Lo miro a él, que también ha dejado de ser un chico para convertirse en un hombre más grande, con el mismo pelo rapado y el piercing de la ceja.—Hola —me río y dejo que me estreche con fuerza. Antes éramos
Empiezo a hacer planes con Tania y con Lilly, como ellas trabajan todas las mañanas hasta por la tarde, suelo ir a cenar a su apartamento para cotillear de cosas hasta que nos podemos al día.—¿Y no habéis vuelto a hablar? —me pregunta Lilly.—Me cambié el número el año pasado y ya no hablaba con él. Da gracias que hablaba contigo.—¿Y no tienes pensado volver a retomar aunque sea una amistad?—Bueno, tiene novia y...—¿Y eso que tiene que ver? —me corta Tina mientras zappea con el mando—. Solo una amistad, no tenéis que acostaros.—Y hablando de estos temas... —dice Lilly—. Nunca me volviste a hablar de aquel chico con el que salías. Era súper guapo.—Y super mala persona —admito. Muy poca gente lo sabe, él me alejó de mucho—. Le puse una orden de alejamiento.De repente la cena y la televisión dan igual. Las dos chicas se me echan encima bien atentas, preocupadas. Ya no es algo que me importe tanto contar, lo tengo como agua pasada y más ahora que he me alejado tanto.Recuerdo que c
De todos los currículums que mando a empresas solo recibo una llamada y me pongo mi mejor traje de dos piezas para la entrevista. Me tiro horas para arreglarme y verme decente, más madura y seria de lo que soy. Le mando una foto a mi madre y dice que la enmarcará con la frase: "La primera entrevista de mi hija".Estoy saliendo dos horas antes de la entrevista solo para ser previsiva y afrontar cualquier imprevisto. Todo tiene que salir bien. Cuando me adentro en la autopista para ir al centro de la ciudad la radio de mi coche empieza a tintinear, lo hace mucho y de un golpe se repara, sin embargo no hay golpe que arregle la chatarra que es.—No no no no.Pongo el intermitente y el coche me deja tirada en el arcén. Durante unos minutos en los que entro en pánico no tengo ninguna idea de lo que hacer. Quiero echarme a llorar pero eso me arruinará el maquillaje. ¿Es que tan mala persona he sido en otra vida? Cojo aire y llamo a la grúa que tarda una eternidad en llegar y otra más en llev
Para cuando llega el viernes por la noche y aún no me han llamado, no me quiero desanimar, me dieron una semana de plazo para recibir algún tipo de respuesta. A modo de darme ánimos y de celebrar que ya es viernes, me veo de nuevo en el bar del polígono con una cerveza en la mano. —Venga, ¡anímate! —me dice Tina—. Sino es en esa empresa será en otra. —Ya... —No es solo eso. Está así por lo de Blake —se entromete Lilly y me mira tan de cerca que le veo hasta las pecas con esta mala luz. Ni yo sé qué de todo es lo que me tiene así. —¿Y qué es lo de Blake? Según tú —digo, igual así me ilumina. Abre los ojos y los brazos, casi le tira su cerveza a un tío que nos mira mal. —¡Por favor, Gina! Blake y tú estáis echos para estar juntos. Él sale con una tía que hasta tú sabes que es tu reemplazo y tú saliste con un hijo de puta que se asemejara a él. ¡Tina! Dame la razón —le exige—. Gina, nunca has dejado de estar enamorada de Blake. Jamás he visto una relación como la vuestra, eráis pe
Dejo mi ropa bien doblada en el baño y cojeo hasta sentarme de nuevo en su sofá. Escaneo un poco su apartamento, todo con colores neutros, más grande de lo que esperaba y con muy poca decoración.Escucho como cruje la tarima cuando Blake se acerca y se deja caer a mi lado en el sofá. Deja un vaso de agua en la mesa de centro de cristal, cuando lo cojo, lo hago con el brazo que no me duele.—¿Me vas a decir quién era ese? Porque te conoce.—Mi exnovio —respondo.Se revuelve a mi lado y por fin lo miro. Solo lleva unos pantalones del pijama, solo eso. Se ha tatuado un ágila en el pecho y todos sus tatuajes desde los brazos hasta el cuello, hasta el pecho, están conectados con más tinta negra. Le quedan bien. Le hacen tener una apariencia intimidante pero Blake no es malo.Las yemas de los dedos me cosquillean por tocarlo pero no lo hago, le doy un trago al agua.—Es un puto gilipollas.—Es un agresivo de mierda —le corrijo—. Le puse una orden de alejamiento que venció hace cosa de un me
Lilly se queda conmigo hasta que se hace de noche y el cotilleo se nos ha cansado. Mi madre le invita a cenar pero ella, tapándose el chupetón, le da un abrazo y le dice que mejor a la próxima. Durante la cena mi madre no deja de preguntarme si estaré bien quedándome sola por las mañanas y yo no dejo de asentir. —Esta semana me tienen que llamar de la entrevista que hice, de todas formas voy a estar ocupada viendo más ofertas de trabajo. Estaré bien. Aun así, por la mañana cuando le toca irse a trabajar me lo repite un par de veces y yo pongo mi mejor sonrisa para que se marche tranquila. Yo me quedo sentada en el sofá de casa navegando por páginas web que ofertan trabajos. No quiero tener que volver a trabajar en un bar. Mi búsqueda se ve interrumpida por el timbre de casa. Dejo el ordenador en el sofá y cojeo hasta la puerta. Antes abrir ojeo por la mirilla y casi me caigo de culo. ¡¿Pero qué hace aquí?! > Vuelve a llamar y me paso los dedos por el pelo antes d
Cuando me quedo sola, vuelvo a lo mismo del trabajo hasta que me llaman del ayuntamiento de la ciudad y me entretengo con otros cientos de trámites. Tengo que cambiar mi domicilio y renovar un montón de papeles.Estoy liada hasta que se hace tarde y llamo a Lilly. Necesito contárselo a alguien.—Creo que hemos vuelto —le digo.Chilla a través de la línea.—¡Te lo dije! ¿Cuándo habéis hablado?—Ha estado aquí ésta mañana y hemos hablado de algunas cosas... Akira lo ha dejado.—¿Ella a él? Pobre chica.—Ya...—Pero bueno, era obvio que pasaría. ¿Estás feliz?No lo tengo que pensar mucho, si hablamos solo de Blake, sí, claro que estoy feliz.—Sí. Supongo que tenías razón.—¿Supones? Sois almas gemelas y todas esas cursiladas, sabes que tenía razón. ¡Jo! Ahora tengo ganas de veros juntos y que me déis envidia.Me hace reír.—¿Y qué hay de Josh? —curioseo.La escucho gruñir y me quedo pegada al teléfono casi veinte minutos escuchándola quejarse de lo mucho que odia que la llame "pelirroja"
Me quedo con él hasta que se hace tan tarde que lo mejor es dormir aquí, con él, esta vez los dos en la cama. Nos hundimos bajo las sábanas tan pegados que su piel se mezcla con la mía y si no fuera por toda esa tinta que tiene no distinguiría el inicio de uno del otro. Dibujo las formas de sus tatuajes, de cada trazo negro que parece hecho con furia. Siento como su piel se eriza bajo mis dedos, a mi me pasa lo mismo cuando su mano el camino de colarse bajo su camiseta para acariciarme la espalda desnuda. Me quita todo el sueño. Solo tengo que elevarme un poco para alcanzar su cuello con mis labios, lo oigo suspirar y saber lo que provoco en él me da más ganas de hacer cualquier cosa. Le lleno de besos hasta que alcanzo su boca y el clima entero en la habitación se vuelve más caluroso. Siento como la sábana deja de envolverme, me molesta, sobretodo cuando su mano se apoya en mi culo y empuja sobre él. Solo tengo que rozarlo para darme cuenta de lo duro que está. Hace tanto que no es