Capítulo 108

Lylo emergió de su refugio nocturno, la puerta se cerró tras ella con un estruendo que parecía sacudir los mismos cimientos de la realidad. Se apoyó contra la madera fría, su cuerpo vibrando con una energía frenética, casi eléctrica.

—Calma, mi fiera, calma —se murmuraba con una voz que tejía seda y acero, intentando aplacar la tempestad que se desataba en su interior. ¿No era acaso una ironía del destino? Una criatura de la noche, un híbrido de sombras y salvajismo, atrapada en las garras de un terror tan mundano—. Respira, Lylo, no dejes que el terror te consuma.

Pero sus palabras se disolvieron en la nada cuando sus rodillas flaquearon y su figura se desmoronó al suelo, un lamento sordo escapó de sus labios al contacto con la dura realidad. Aunque su sangre estuviera entintada con la oscuridad de vampiros y la ferocidad de lobos, el dolor aún podía danzar sobre su piel.

—¡Condenación! —exclamó, sus dedos se enredaron en su cabello como si pudieran arrancar el tumulto de su mente—.
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