Capítulo 111

—¡Ah, pero es que en aquel instante, tú también vacilabas! —exclamó una anciana desde el estrado, alzándose con ímpetu y asestando un golpe que resonó sobre la mesa. Los demás jueces, imperturbables, no mostraron reacción alguna ante su estallido de ira—. ¡Todo esto es por culpa de esos malditos sentimientos que te nublan el juicio!

—¿Es que acaso anhelas revivir aquel tormento anterior? —inquirió el líder del consejo regulador de monstruos, su voz impregnada de un tono helado y desafiante. Se apropió de la conversación, arrebatándola de las manos de la anciana—. La única explicación lógica de que podamos penetrar en tu consciencia, como lo hacemos ahora, es porque te encuentras menguando, ¡debilitándote!

Lylo observaba, con una mezcla de horror y fascinación, cómo los líderes de las criaturas infernales descendían de la mesa, abandonaban el estrado y se dirigían hacia ella. Sus sonrisas eran retorcidas, sus garras destellaban amenazantes, los colmillos se descubrían ansiosos y las pú
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