Descubrir que había vuelto a su primera vida, sacudió bastante a Adeline, que apenas podía imaginar qué tan desesperada había estado en ese entonces como para desear borrar todo recuerdo de su tormentoso pasado y vivir una nueva vida, en paz y libertad. Otra cosa que volaba su mente era el hecho de que Ashal era el responsable de todo este caos, por lo que ahora solo quería respuestas a todas esas interrogantes que la abrumaban. —¿Qué sacrificó Ashal para transmigrar como yo? —preguntó aturdida. —No puedo decírtelo —respondió tajante el ente. —Entonces, ¿el hizo que volviéramos a nuestra línea temporal original? —volvió a cuestionar. —En parte, su deseo iba más allá de solo buscarte en el otro mundo. —¿Por qué quiso regresar a este mundo? ¿Acaso hubo algo que no pudo cumplir? —siguió preguntando Adeline con ansiedad. A lo cual, el misterioso ente la miró con frialdad y respondió: —Yo no soy quien debe darte esas respuestas, pero lo único que tengo que decir es que a pesar de que
Adeline sintió escalofríos al leer el enorme título que aparecía en la portada: “Palacio imperial bajo ataque”. Esto le hizo recordar al extraño sueño que había tenido la noche anterior, cuando ese misterioso ente le dijo que su destino sería el mismo. «No puede ser, ¿otra vez el palacio fue atacado? ¿Acaso los enemigos volvieron a atacar luego de que me fui? ¿Será que Ashal sigue perdido y por ello quieren aprovechar la vulnerabilidad en el palacio?», pensó aturdida. En tanto, Hina bajó de golpe el periódico y se dirigió a su empleado. —John, ¿estás seguro de que esta información es cierta? Según recuerdo, este periódico se encarga de difundir rumores del palacio… —Puede que sea falso —interrumpió el ansioso hombre—, pero lo extraño del asunto es que ningún medio tiene esa noticia tan detallada y dudo que tengan la capacidad para inventar algo así. Además, los periódicos ligados al imperio solo mencionaron una nota pequeña que desmentía la desaparición del emperador en el ducado d
Marion quedó pasmado al descubrir que la emperatriz Adeline se encontraba con las personas que Gérard le había encargado cuidar. Como no podía permanecer tanto tiempo en la calle en actitud sospechosa, comenzó a buscar un lugar donde poder observar los movimientos de esa casa. Para su fortuna, había un pequeño hotel frente al domicilio en cuestión, así que entró rápidamente para solicitar una habitación con vista a la calle. Luego de que le entregaron una llave, se dirigió presuroso al cuarto y luego de dejar sus cosas, se acomodó junto a la ventana para continuar vigilando la casa donde había entrado la emperatriz. —A ver, ¿dónde está? Tiene que estar en alguna de las habitaciones —murmuró ansioso mientras buscaba con sus binoculares la silueta de la emperatriz. Para su fortuna, no tardó en encontrarla junto con un grupo de niños, con quienes parecía estar jugando al “pesca-pesca”, lo cual sorprendió bastante a Marion, ya que jamás había imaginado ver a la emperatriz en una actitud
Si bien era cierto que el día anterior había manifestado su rechazo a que “Louise” se quedara y fuera la nueva niñera, Roger actuó groseramente para ocultar la verdadera impresión que tuvo la primera vez que la vio. La presencia de esa delicada mujer había encendido una pequeña llama en su corazón, sensación que nunca antes había experimentado, que después de la cena y el resto de la noche no pudo dejar de pensar en ella. Para decepción del ilusionado muchacho, “Louise” no apareció al día siguiente para encargarse de que todos se arreglaran para salir a la escuela, lo que lo llevó a pensar que ella se había marchado por culpa del rechazo que le habían manifestado la noche pasada. Esto le causó malhumor y le impidió concentrarse en sus clases. No obstante, su ilusión renació cuando vio a su preciosa niñera parada junto a Mary, esperándolos en la puerta. En ese instante estuvo a punto de correr hacia ella, pero su orgullo le impidió manifestar emoción alguna, sin embargo, eso no contuvo
Adeline tenía sentimientos encontrados ante la situación que se le había presentado con la caprichosa Rebeca. Consciente de que tanto ella, como su gemelo Roger, la rechazaban, comenzó a idear una forma para ganarse su confianza y así mantener la armonía entre todos los hermanos. «Por lo menos los más pequeños tienen curiosidad por conocerme y no he tenido problemas para relacionarme, lo cual es un alivio para mí, ya que en mi vida anterior no era tan buena tratando con niños, y en un principio decidí no ser madre para evitar con los berrinches y caprichos», meditó mientras miraba cómo los pequeños príncipes dibujaban animadamente en sus libretas. Como estaba distraída pensando en tales cosas, no escuchó cuando Olive se acercó y empezó a llamarla. —¡Louise! ¡Louise! ¡Louise! —¿Eh? ¿Qué pasó, Olive? —reaccionó, aturdida. —¿Qué te parece mi dibujo? —preguntó la pequeña mirándola con ansias. La joven parpadeó aturdida ante el papel que tenía tan cerca de su nariz, en el cual estaban
Hina se encontraba en su despacho revisando las cuentas que debía pagar, cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta. —¿Quién es? —preguntó distraída. —Soy John, señorita —respondió el hombre al otro lado de la puerta. —¡Ah! Adelante. El servicial empleado abrió delicadamente la puerta y entró diligentemente a la habitación. Después se acercó para entregarle un sobre a su jefa. —Hice lo que me encargó. —Bien, muchas gracias. Por favor, dame un resumen de lo que encontraste —solicitó Hina mientras abría el sobre y sacaba los documentos. —Sí, señorita —respondió John servicialmente—. Según pude encontrar, es cierto que en el palacio hay demasiado movimiento por los constantes ataques del ejército del Norte. Un amigo que trabaja ahí me comentó que todos los hombres aptos para luchar fueron reclutados para cubrir el frente. Él se libró de esa obligación debido a una lesión en la pierna que lo dejó cojo, pero esto no lo salvó de que su trabajo aumentara debido a la reducción de pe
Ashal Dunesque, quien era hijo ilegítimo del gran Constantine, vivió una infancia difícil luego de que Amelie, su madre, falleciera al dar a luz a su hermano menor. Debido a sus orígenes, su hermano mayor y posible heredero al trono de Mont Risto, Ovidio siempre se encargó de humillarlo por sus orígenes. A pesar de que la competencia entre ambos hermanos era encarnizada, el emperador Constantine dejó a un lado su labor de padre protector y se encargó de azuzar el fuego con tal de encontrar al heredero indicado para entregarle el trono, mostrando siempre preferencia en Ovidio, quien mostraba actitudes más ambiciosas y sanguinarias. En cambio, Ashal solo peleaba con su hermano para demostrar que no era débil, y de esta forma sobrevivir en ese ambiente tan competitivo al que era expuesto constantemente. Pasado el tiempo, su padre lo convirtió en General para enviarlo al frente del Ejército imperial que cuidaba la frontera del Norte, y de esta manera elegir a Ovidio como el heredero ofic
—¡El emperador debe atacar con toda su fuerza al traidor! —gritó Fernand Laval durante una reunión de emergencia. —¿Cuánto más vamos a seguir lidiando con su hermano? ¡Está arrasando con la mayoría de los ducados del norte y poniente! —exclamó lord Hermes Iron, del ducado del Plannion. Ante tales reclamos de sus aliados, Ovidio mantuvo su expresión fría con tal de ocultar la impotencia que sentía al no poder tener el control de la situación que tenía en frente. —Ustedes, ¿qué proponen? —reviró con severidad—. Solo están aquí para quejarse, pero no ofrecen soluciones. Ahora mismo necesito a más hombres en el frente —en ese momento su expresión se volvió sombría—, porque, como habrán visto, la mayoría de los soldados se aliaron con el maldito de mi hermano y me estoy quedando sin fuerzas para repeler sus ataques. Incluso me quedé sin espías para que me avisen con anticipación los siguientes movimientos de mi estúpido hermano. Los lores agacharon sus cabezas al no tener respuesta a l