Guerra, ¿inminente?
—¿Realmente quieres morir? —cuestionó Ashal manteniendo su expresión fría.

—¿No es lo mejor? ¡Si no lo haces ahora, saldré aquí para matarte y te arrebataré todo lo que te robaste! —amenazó Damien.

Ver a su hermano tan lleno de rabia sin justificación entristeció a Ashal. Realmente le dolía que él hubiera cambiado de la noche a la mañana, cuando en el pasado habían sido los mejores compañeros de armas. «No puedo creer que me odies tanto solo porque descubriste que eras el hijo perdido de mi padre. Si antes hubiera sabido que eras mi hermano, me hubiera encargado de darte el lugar que te corresponde», pensó con amargura, para después responder con una expresión retadora.

—Entonces, tienes un motivo más para recuperarte. Si consigues levantarte de esa cama por tu propio pie, te estaré esperando para un duelo justo.

Las palabras del emperador dejaron sin palabras a Damien. Odiaba que Ashal sintiera pena por el, pero en ese momento le demostraba que aún lo consideraba como un varadero
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