Tras recibir la noticia de que el palacio de Mont Risto había sido atacado y que Adeline estaba en peligro de muerte, Ashal se derrumbó. Se sentía incrédulo al saber que, a pesar de haber hecho las cosas bien, el resultado había sido similar y ya no le quedaba nada por qué luchar. En tanto, Damien mantuvo su expresión calmada, esperando que su mentira funcionara y finalmente consiguiera que el emperador cooperara con los planes de Adolf. —¿No dices nada? —preguntó de nuevo. —Realmente piensas que voy a creer en lo que dices —murmuró Ashal. —¿Qué? ¿Necesitas pruebas para comprobar que tu palacio cayó en manos de los rebeldes? Vamos, ¡responde! ¿Dónde está Julius Zenitty? «¡No! Estoy seguro de que Gérard no habría sido derrotado fácilmente si hubo algún ataque por parte de grupos rebeldes. Por otro lado, aún mantengo el poder del Ejército, así que es poco probable que Damien hubiera tenido oportunidad de orquestar un golpe de Estado», meditó Ashal, para después replicar con desgano
Gérard estaba al borde del colapso ante el hecho de que la emperatriz había desaparecido sin dejar rastro, que apenas su mente podía pensar en sitios probables en los que ella estuviera escondida. Mientras estaba derrumbado en el asiento detrás de su escritorio dándole vueltas al asunto, exclamó de frustración. —¡Maldita sea! ¿Cómo es posible que los soldados no hayan podido reconocer a una mujer tan delicada como la emperatriz Adeline? No es como que ella tenga una apariencia tan común como para salir tranquilamente del palacio sin ser reconocida. ¡Es absurdo! ¿Acaso todos estaban ciegos? Justo cuando azotaba su puño contra el escritorio para descargar su ira, entró el comandante Solep. Este último escuchó a su compañero de armas y dijo sarcásticamente: —Tienes que darle crédito al ingenio de la emperatriz Adeline para escapar de su habitación sin que los soldados se dieran cuenta. Es mucho más hábil que cualquier militar en misiones de encubierto —recalcó esto último un tanto dive
—¿Quién eres? —preguntó Adeline, aterrorizada de escuchar esa misteriosa voz en medio de la oscuridad inmensa. —Soy quien te sacó de este mundo y te regaló la oportunidad de renacer en uno nuevo —respondió el ente. Esta respuesta consternó bastante a Adeline, que inmediatamente imaginó que se refería a su antigua vida como Mercy. —¿Así que eres tú quien me hizo morir en mi mundo y me trajo aquí? —cuestionó furiosa. —¿Te gustó el cambio de aires? —devolvió interrogativamente el extraño ser. —¿Cambio de aires? ¡Me arrancaste de mi cómoda vida como soltera de 30 años y me trajiste a este mundo donde fácilmente me pueden asesinar! —reclamó indignada. Cuando mencionó esto, todo a su alrededor se tornó blanco y el ente se manifestó en forma de un hombre de apariencia etérea. —¿Crees que esta es tu segunda vida? —preguntó con una expresión sarcástica. —¿Cómo? ¿Acaso no lo es? —cuestionó Adeline extrañada. El ente negó con la cabeza y volvió a decir. —Parece que el bloqueo aún sigue,
En el momento en que sintió el dolor punzante, Ashal empujó con todas sus fuerzas a Damien, provocando que este perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás, golpeándose la cabeza contra la base de uno de los asientos. Como no quería perder más tiempo peleando con su contrincante, Ashal se arrastró para mantener el control de vehículo, antes de que chocaran contra un muro que estaba en su camino. Al mismo tiempo, Damien se incorporó para detenerlo, pero de nuevo trastabilló, debido a que se sentía mareado a causa del golpe que había recibido. —¡Detente, Ashal! ¡No podrás escapar de aquí! —gritó con esfuerzo. Ignorando el llamado de su antiguo compañero de armas, Ashal volanteó para esquivar unos obstáculos y dijo con frialdad. —Prefiero morir luchando, que dejarme asesinar por ustedes. En tanto, Damien intentó llegar hasta Ashal con tal de detenerlo, pero le fue imposible debido a que su cuerpo no respondía como él quería y finalmente se derrumbó. Ashal no prestó atención a lo que
Cuando finalmente el camión se puso en marcha, Adeline suspiró de alivio y pensó que apenas la había librado. «Tengo que ser cuidadosa de ahora en adelante. Aunque si ya saben cómo es mi apariencia, tengo que encontrar una forma de cambiar el color de mi cabello para que nadie descubra quién soy. Solo espero que el chofer o alguno de los pasajeros no sospeche de mí», reflexionó. Ansiosa por idear una forma de pasar desapercibida, vino a su mente el extraño sueño que había tenido momentos y esto la hizo sentirse angustiada. «¿Por qué soñé eso? ¿Acaso era una visión? ¿Por qué ese ser me pidió ir con Ashal? Espero que no le haya pasado algo malo, ya que aún sigue desaparecido. Bueno, ojalá que él haya regresado al palacio y se encuentre bien, pero yo… no quiero volver… Tengo miedo de que algo peor pueda suceder si estoy cerca de él», reflexionó. Aunque sentía enormes deseos de regresar con Ashal, la sola idea de que volvería ser encerrada en el palacio no le agradaba. «No entiendo qu
—¿Cómo? ¿Guerra? ¿De qué estás hablando Ashal? ¡No entiendo! —exclamó Gérard aturdido. Ashal miró seriamente a su compañero de armas y comenzó a explicar brevemente la situación. —Mi tío planeó todo para asesinarme y promover a Damien como el heredero legítimo al trono. Cuando estuve en su palacio, noté que todos estaban dispuestos a atacarme, así que en el primer intento escapé; sin embargo, me capturaron antes de poder salir del ducado. A pesar de esto, logré huir del lugar donde me tenían, pero en el proceso el maldito de Damien intentó matarme y justo ahora tengo una herida en esta parte —señaló la venda que cubría su costado. Tal relato dejó pasmado a Gérard, que apenas pudo señalar. —Entonces, lo que dijo la emperatriz es cierto. ¡Damien es tu hermano! —Así es. —¿Qué piensas hacer? ¿Piensas quedarte en donde estás? —Tengo que volver al palacio cuanto antes, supe por Damien que el palacio fue atacado por sus aliados y Adeline… —¡Ah! Sobre eso —interrumpió Gérard—, anoche i
Adeline sintió escalofríos al escuchar que esa mujer aseguraba ser hermana de Ashal, por lo que de inmediato se levantó para escapar de ese lugar. Al ver la reacción de su invitada, Hina se interpuso en su camino y cuestionó preocupada. —¿Qué sucede? ¿Acaso el idiota de mi hermano te hizo algo malo? Puedes decirme y yo me encargaré de protegerte. Al escuchar esto, Adeline se detuvo de golpe y, mirando detenidamente la expresión de su anfitriona, intentó descubrir si mentía, pero al no poder comprobar nada, respondió vagamente. —Bueno… yo estoy huyendo del palacio… temo por mi vida. Imaginando lo peor, Hina se acercó cuidadosamente y dijo con dulzura. —Te entiendo, querida, yo también soy una prófuga. —¿Prófuga? ¿Por qué? —preguntó Adeline asombrada. A lo cual, la expresión de su anfitriona se volvió amarga y respondió con frialdad. —Durante la Guerra de los Mil Días, cuando Ashal estaba cerca de conquistar la capital, mis hermanos y yo tuvimos que escapar antes de que ese malna
Los rostros infantiles mostraron un espanto terrible al escuchar que su invitada había estado cerca del emperador Ashal Dunesque y de inmediato bajaron sus miradas. Adeline tuvo una amarga sensación al verlos tan asustados, que se quedó sin palabras. «¡Cielos! Si es cierto que Ashal intentó asesinados, imagino que esa experiencia los dejó demasiado traumados», pensó afligida. Al ver que el ambiente se había tornado incómodo, Hina exclamó con efusividad para distraer a los pequeños de sus malos recuerdos. —¡Bueno, muchachos! Pero ahora, lo más importante es recibir con mucho cariño a Louise. ¡Es más! ¿No les gustaría tener una amiga de juegos? —propuso sin consultar a su invitada la idea. Esta resolución contrarió a Adeline, que inmediatamente objetó. —Señorita Hina, ¿qué dice? ¡Ni siquiera me conoce como para confiar en mí la seguridad de sus hermanos! Hina esbozó una sonrisa radiante y decretó sin chistar. —No necesito conocer tu historia para saber que eres una persona buena q