Emperador, ¿derrotado?
Tras recibir la noticia de que el palacio de Mont Risto había sido atacado y que Adeline estaba en peligro de muerte, Ashal se derrumbó. Se sentía incrédulo al saber que, a pesar de haber hecho las cosas bien, el resultado había sido similar y ya no le quedaba nada por qué luchar.

En tanto, Damien mantuvo su expresión calmada, esperando que su mentira funcionara y finalmente consiguiera que el emperador cooperara con los planes de Adolf.

—¿No dices nada? —preguntó de nuevo.

—Realmente piensas que voy a creer en lo que dices —murmuró Ashal.

—¿Qué? ¿Necesitas pruebas para comprobar que tu palacio cayó en manos de los rebeldes? Vamos, ¡responde! ¿Dónde está Julius Zenitty?

«¡No! Estoy seguro de que Gérard no habría sido derrotado fácilmente si hubo algún ataque por parte de grupos rebeldes. Por otro lado, aún mantengo el poder del Ejército, así que es poco probable que Damien hubiera tenido oportunidad de orquestar un golpe de Estado», meditó Ashal, para después replicar con desgano
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