Hermano, ¿de cuidado?
Por varios días, Adeline se mantuvo en la biblioteca subterránea del templo, aprendiendo la mayor cantidad de conjuros y sobre lo que podía controlar con su poder. Aunque al principio se le complicó ajustar la cantidad de energía que usaba para elevar objetos o siquiera moverlos, luego de una semana, ya podía usar magia ofensiva y defensiva.

A pesar de que le entusiasmaba la idea de tener poderes, en el fondo no podía apartar la idea de que se acercaba la hora en que se toparía cara a cara con Demon y temía no estar preparada para enfrentarlo o siquiera derrotarlo.

El estrés era tal, que por las noches apenas podía conciliar el sueño, ya que era asaltada por las pesadillas en las que se veía a sí misma siendo asesinada por Demon en todas las formas posibles. Por consiguiente, al día siguiente se sentía agotada, pero como no quería preocupar a los demás, intentaba mantenerse de buen humor.

Finalmente, la fatídica fecha llegó. Adeline se sintió inquieta todo el día, que apenas podía con
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