Ahora si preciosuras... El penultimo capítulo de esta historia. Ya estoy preparando el último, agradezco su apoyo y cariño. Son l@s mejores.
Vittorio se arrodilló al pie de la cama totalmente conmocionado por la escena que tenía enfrente, nunca pensó ser tan dichoso y menos con la mujer que le gritó a la cara haber vivido un infierno con él, pero que ahora es su mujer. La contempló como su posesión más preciada y le acarició las piernas, al recogerse el vestido que le hacía parecer un ángel y una diosa, habían quedado expuestas. La bestia que rugía en su interior anhelaba poseerla violentamente, como había hecho tantas veces para placer de ambos, pero su instinto protector – ese que desconocía hasta que conoció a Natalia – afloraba resguardando ese pequeñito ser que se formaba poco a poco en su interior. Por esa y otras razones en aquella ocasión quería que fuera distinto, y que Andrea Sullivan – ahora la Sra. Rossi - supiera todo lo que le debía, hasta qué punto la adoraba. Colocándose a cuatro patas sobre la cama, fue ascendiendo por su cuerpo, besándolo a medida que la desnudaba lentamente hasta que llegó a sus labios
Los recuerdos golpearon a Andrea Sullivan mientras observaba a Vittorio Rossi en la televisión estilo Smart TV del despacho de su socio. A pesar de haber sido puesta en aviso, cuatro años atrás había estado unida a él sentimentalmente a lo largo de dos años. Observando su rostro de facciones marcadas y mirada intensa, y con el sonido apagado, podía recordar lo primero que le había dicho: «Señorita Sullivan, será mejor que se vaya mientras pueda. Relacionarse conmigo no le hará ningún bien». Todavía podía oír su voz, profunda y sensual, con el leve acento Italiano que le resultaba tan seductor; podía sentir su mirada, quemándole la piel. — ¡Vaya, ha vuelto a la ciudad! - el comentario de su socio, la sacó del ensimismamiento en el que siempre se sumía al pensar en su ex e hizo que se fijara y se diera cuenta de que Vittorio estaba, efectivamente, delante de las oficinas centrales de su empresa, en la Quinta Avenida. —Me había resignado a no hacer negocios con él puesto que solo cierra
Andrea entró en su apartamento de Manhattan dándole vueltas a aquel tema y a la inesperada vuelta de Vittorio. Acababa de colgar el abrigo cuando oyó pisadas acercarse. Al volverse vio a Vera, mirándola con ansiedad y el cariño de siempre lo cual lejos de tranquilizarla la alteró mucho más. — ¿Le pasa algo a Natalie? ¿Por qué no me has llamado? —preguntó con el corazón acelerado y respirando mucho más rápido de lo normal. —La niña está perfectamente Andrea, deja la preocupación ¡por el amor de Dios! — dijo Vera—. Además ya te he dicho que nuestra Nat es una niña fuerte. Y sabes que tengo mucha experiencia en eso de cuidar niños – señala con una sonrisa conciliadora para sus nervios. — ¡Imposible! Natalie va a cumplir diez meses y sigo preocupándome cada minuto que estoy alejada de ella. Siempre puede haber un accidente... —como el que se había llevado a sus padres lamentablemente. No pudo evitar el sollozo que escapó de su garganta. Vera la estrechó en un fuerte abrazo, como los q
— Ex marido —precisó Andrea con ímpetu.—Solo técnicamente — dijo él, encogiéndose de hombros.—Técnicamente, se llama divorcio y tú y yo firmamos por si no lo recuerdas - para conseguirlo Vittorio le había hecho pasar un suplicio — ¡Bastante difícil por cierto! - este se encogió de hombros una vez más.— ¿A qué se debe todo este drama? Cualquiera diría que te abandoné, cuando fuiste tú quien me dejó – Andrea se cruza de brazos con la decepción a flor de piel.—Siempre tan egocéntrico. Eres incapaz de pensar en los demás. Siéntete libre de irte cuando quieras – espeta.— ¿Quieres decirme algo o has tenido un mal día y necesitas desahogarte? – Andrea abrió la boca, pero volvió a cerrarla. Para alguien tan emocional como ella, la frialdad de este hombre resultaba frustrante. — Si en el tiempo que llevamos separados has acumulado rencor y quieres expresarlo —continuó él—, no me importa servirte de paño de lágrimas – ella rodó los ojos ante su imprudencia.—No hay palabras para expr
—Por cómo has reaccionado al verme, parece que has acumulado mucho resentimiento —dijo Vittorio y Andrea resopló con incredulidad ante su sarcasmo que solo le provocaba golpearlo con un candelabro en la cabeza.—Si no supiera que tienes una familia, pensaría que eres un humanoide carente de todo sentimiento o escrúpulo, fabricado en un laboratorio por unos científicos de la Nasa que ni siquiera creen en Dios – el Ogro – así llamado por Andrea – ni siquiera pestañeó.—Si me ves así es cosa tuya, pero si fuera tal y como me describes, ¿por qué habría intentado impedir que me dejaras? – la pregunta hizo que su tracto emocional tambaleara de nuevo.—¡Para demostrar tu poder por supuesto! – puso los ojos en blanco reponiéndose de las sensaciones — En realidad nunca te casaste conmigo, solo firmaste unos papeles para impedir que diera nuestra fatídica relación por terminada; y para continuarla bajo la falsa etiqueta de “matrimonio” - el hombre abrió la boca sin poder creer lo que esta muje
Vittorio la mantuvo asida con uno de sus brazos y con la otra mano sacó el teléfono. Al ver quién llamaba, resopló y dijo: —Tengo que contestar. Pero lo retomaremos donde lo hemos dejado - logró liberarse de su brazo y de su hipnótica mirada y se sentó en el sofá, a una distancia prudencial.—No – el hombre se limitó a observarla con mirada ardiente al escuchar su negativa.Luego contestó la llamada y Andrea oyó que se trataba de Coppola. ¿Sería...? Luego dijo “Pietro”, confirmando lo peor. Se trataba del hombre que la amenazó con partirle las piernas, y cosas aún peores.Así había empezado todo entre el Vittorio Rossi y ella hacía seis años. Ella estaba con Malcolm en Roma para abrir una filial de su empresa. Estaban a punto de cerrar un trato cuando un grupo de matones los amenazó de parte de Pietro Coppola, el magnate local de la construcción. El mensaje había sido escueto: o se llevaban su negocio a otro lugar o no saldrían enteros de Roma. Pero antes de que pudieran hacerles una
Andrea se puso en pie de un salto con los ojos muy abiertos ante las palabras de Vittorio. — ¿Qué tipo de broma macabra es esta? —preguntó, furiosa. Vittorio se levantó pausadamente y, mirándola fijamente, dijo: —No es ninguna broma. Cuando Jussepe me llamó... – comenzó a decir y ella lo interrumpió. —No acudiste – insistió. —No era eso lo que quería, sino... —Me da lo mismo para lo que te llamara. Natalie es mía y punto ¡ahora sal de mi casa por favor! – él la ignoró. —Natalia es de Jussepe – Andrea sintió el corazón latirle con tanta fuerza que temió que le fuera a estallar. — ¡Y de mi hermana! —gritó. Pero había trascurrido tan poco tiempo desde la muerte de Sarah y había estado tan abatida, que no había comenzado el proceso de adopción por falta de concentración en otra cosa que no fuera la niña y su trabajo para mantenerse a flote ante el dolor y el sufrimiento. Entre otras cosas, porque no había dudado ni por un segundo que fueran a concedérsela. —Joseph era hijo únic
Él la estaba observando fijamente, pendiente de cada gesto, registrando su reacción. Finalmente, dijo: — Si quieres, puedes verificar la autenticidad del testamento. — ¡Vaya lo dices como si fueras un falsificador profesional! – resopló enfadada y triste por la situación. — En este caso, se trata de un documento auténtico —concluyó— ¿Por qué habría de hacer todo esto si fuera mentira? —No lo sé. Serías capaz de hacerlo por vengarte de mí – le dijo ella con voz completamente plana. —En contra de lo que pareces creer, nunca te he guardado rencor ni he querido humillarte, aunque es evidente que no he sabido demostrártelo. — ¿Por qué será? – se burló evocando en su mente lo ocurrido hace cuatro años — ¡No consigo comprender que Joseph te confiara a Natalie en su testamento! —Así que ahora lo crees. — ¡Ojala fuera falso! — Andrea apoyó la cabeza en las manos—. Solo se me ocurre que fuera una situación que no pensó que llegara a hacerse realidad. Después de todo, era más joven