El camino a la casa de Bastián Amelia se le hizo eterno, no hacía más que llorar recostada su pecho en la parte de atrás del maybach que funciona como transporte ya que es un blindado. Sabe perfectamente que su novio no se permite dejar ningún cabo suelto que comprometa su seguridad. — ¿A dónde vamos? – exige con sutileza.— A un sitio seguro, ya te dije que no me gusta correr riesgos cuando se trata de tu seguridad – explica, pero no la mira a la cara.Subiste está fija en el espejo retrovisor no solo en los ojos de su jefe de seguridad sino en el auto que viene detrás siguiéndolos, confía plenamente en César ya que es un elemento táctico por haber sido militar sin embargo se encuentra en una disyuntiva entre preguntar qué procede y ordenar cualquier procedimiento personal.— ¿Vas a aislarme mientras mi madre corre peligro? - se incorpora moviéndose bruscamente entre sus brazos sentada aún en su regazo.— Voy a aislarte, sí – expresa con el descaro que lo caracteriza —, pero es
Amelia da una vuelta en el rellano de la gran casa donde la trajo Bastián junto a su equipo de seguridad. Se trata de una estructura acero blindado con una cubierta de concreto lo que la hace una casa completamente segura, además de que es de un tamaño infame está decorada con un gusto exquisito como todo lo que posee su novio. No sabe si poner los ojos en blanco o silbar por lo ostentoso de su entorno, es sencillamente preciosa por dentro y por fuera. — ¡Bastián esto es! – comienza a decir. — ¿Impresionante? – ella lo mira con sospecha. — ¡Ridículo! – le dice para provocarlo y lo logra. — ¿Nadie te ha dicho que eres una persona hiriente? – protesta en broma —. No te importa romperme el corazón con tus comentarios – se acomoda en el suntuoso sillón donde está sentado — sin embargo lo voy a dejar pasar porque debo dejarte aquí mañana en compañía de los chicos para resolver ciertos asuntos – ella abre los ojos, se acerca a él. — No quiero estar sola y menos aquí en esta cárcel –
Amelia abre los ojos y lo único que logra ver es oscuridad, se encuentra cómodamente recostada en un mullido colchón del cual va a ser difícil salir ya que todo su cuerpo sufre los desmanes de su encuentro sexual con su futuro esposo que en realidad se convirtieron en tres o tal vez cuatro. Se irgue para darse cuenta de que Bastián no se encuentra en la gran cama con dosel que ahora divisa ya que sus pupilas se han acostumbrado a la oscuridad. , piensa al sentirse manipulada por el hombre que ama. — Pero no te saldrás con la tuya – expresa en voz alta. Escucha el agua de la ducha y sale de su cautiverio para dirigirse hacia el sonido que no le pasa desapercibido cuando ve salir a Bastián todavía mojado con una toalla en la cadera, su vista se va hacia la perfecta uve que se encuentra en su vientre bajo donde terminan los músculos del abdomen. Se deleita admirándolos hasta escuchar un carraspeo y se obliga a levantar la vista hacia el rostro de su dueño que tien
Amelia duerme plácidamente enredada entre las finas sábanas de seda en la gran cama que – según piensa – es exagerada hasta para Bastián Christopoulos y su pomposidad. No es el hombre que ella creía, es una preciosa versión de quien lamentablemente conoció y que al principio no supo ver, es amable, dulce y educado, adorable, justo y protector. Por supuesto que es un arrogante y presuntuoso, pero eso lo hace el dinero y el poder que el mismo le confiere. Abre sus castaños ojos encontrándolo hermoso durmiendo plácidamente. Le quita el aliento. Es el hombre más atrayente y seductor que haya conocido, nunca vio a nadie con esos rasgos tan perfectos: su mandíbula cuadrada y su nariz perfilada hacen perfecto juego con sus preciosos ojos y su boca delineada impecablemente rellena con esos labios que definitivamente se hicieron para besar son la amalgama perfecta para que sea un Donjuan – piensa con amargura – sin embargo le dice cosas tan dulces y hermosas que a cada momento cae rendida ante
Bastián ingresa al sitio en el cual ha sido convocado acompañado de sus abogados y uno de sus asesores. Amira – su ex esposa – se encuentra sentada como toda una reina en uno de los sillones, no puede evitar sentirse reacio a estar en la misma habitación con ella ya que los recuerdos lo golpean fuertemente haciendo que su amor propio se resienta sin contemplación alguna y ni siquiera es porque sienta algo por ella ya que se siente seguro de que se halla totalmente enamorado de Amelia sino porque se siente engañado ya que al ver a Emos que se encuentra de pie a su lado reconoce el parecido que tienen y fácilmente pueden ser confundidos como padre e hijo, lo que creyó hasta el último momento del embarazo de ella hace más de dieciocho años. Al verlo la expresión del joven cambia, muta a una de admiración y quizás un poco de alegría mientras su hermano mayor lo saluda con un asentimiento de cabeza y media sonrisa. Educado, elegante y soberbio. No confía en la mujer y por consiguiente tam
Hora y media después han pasado a Emos a observación, Segda y Magdala se encuentran sentadas esperando noticias de su recién apareció hermano aunque siempre han sabido de su existencia, pero como su sobrino el hijo del hermano que ni siquiera las toma en cuenta. Hoy han cambiado su perspectiva ya que al parecer el sentimiento se ha hecho un poco más intenso.No dudan en reconocer que Bastián a pesar de todo ha estrechado un bonito vínculo con el chico hasta el punto de arriesgarse a detener una bala con su propio cuerpo para protegerlo, la admiración no se aleja de sus rostros y bajan la cabeza cada vez que el hermano mayor las mira.— Dejen de hacer eso ¡por el amor de Dios, me están asustando! – sonríe para sus adentros —. Si tienen algo que decir háganlo y ya, no muerdo – permanecen con las cabezas gachas.— ¿Podrías no ser tan agresivo? – expresa Arístides en tono de reproche.— ¿Agresivo yo? – se señala ofendido —. Hermanito soy un tarro de miel de abejas comparado con ellas dos
Bastián abandona la sala de observación donde se encuentra con sus hermanos para llamar a Amelia, se siente culpable por dejarla encerrada en esa bonita cárcel tal y como lo dice ella misma. A pesar de que el susto con Emos fue considerable se siente un poco más tranquilo sabiendo que se encuentra fuera de peligro sin embargo sabe que los retos continúan y hasta no terminar con lo que se ha propuesto no descansará.— ¿Diga? – responde con voz rasposa Amelia por el sueño — ¿Bastián eres tú mi amor? – el pecho del hombre se hincha al escucharla decir eso último.— Amelia… - expresa con vos sedosa lo que desencadena una serie de jadeos y movimientos eróticos en ella que se encuentra sobre la enorme cama con dosel en la habitación principal de La Mansión — estabas durmiendo - afirma envidioso queriendo estar con ella en este momento.— ¡Sí… eh… ¿Ya vienes? No quiero estar sola – indaga con voz quejumbrosa.— Me temo que no amor ha surgido un inconveniente y un accidente con la
Bastián se traslada hacia la casa materna junto a sus hermanos luego de haber disfrutado del único – en toda su vida – almuerzo tranquilo y ameno, no se le borra la sonrisa del rostro Por el simple hecho de que las gemelas han estrechado un pequeño vínculo con el hermano mayor que es sin duda el héroe y la figura masculina que todos necesitan ya que el matriarcado ejercido por su madre no les satisface.— Creo que ya no estoy tan segura de desobedecer a madre – la voz de Magdala delata su temor — ella… va a retarme – dice mirando de reojo a Segda.— En el fondo siempre supiste que era un error siquiera pensarlo, no tienes derecho a desobedecer.— ¿Y si debe ser tratada como un objeto? – interviene Bastián molesto — ¿acaso no tienes sentido de pertenencia? – la aludida se cruza de brazos —. Estoy asombrado, sinceramente les hicieron más daño del que pensaba – comienza a decir, pero Segda lo interrumpe.— No lo tomes a mal y ni siquiera estoy pensando en romper este nuevo co