78.-Bastián admira el voluptuoso cuerpo de su mujer y sonríe ante lo que él mismo puede definir como una belleza rara. Amelia es una mujer tan hermosa que cada pueblo de la piel del hombre se abre para dejar salir una bota de sudor y darle a entender a ella que la desea más que a nada en este mundo.— Qué estás ocultandome Bastián? - en la mira entre enojado y admirado.Sin embargo ella no se amedrenta y se atreve a ingresar en sus dominios – tal como él mismo lo dice – para obligarlo a responder su pregunta. — ¿Yo? Disculpa no sé de qué hablas – expresa en un tono burlón que no pasa desapercibido por ella.Siempre se ha considerado un hombre que no acepta ningún tipo de reclamos, pero verla sin ropa, con las mejillas sonrosadas y con un enojo casi monumental porque puede deducir que ha escuchado la conversación entre su guardia y él, razón por la cual se encuentra en este momento acá.— No te atrevas a evadir mi pregunta, ya bastante tengo con que me distraigas con sexo cosa que
— ¿En serio vas a dejar que se quede aquí? – protesta César al ver a Amelia sentada en un extremo del escritorio.Va debidamente vestida, después de la pequeña discusión que tuvieron Bastián decidió que la dejaría estar presente en la reunión que iba a tener con César con la condición de que no hiciera preguntas al respecto. — Completamente César – observa a su novia de reojo que se encuentra con los brazos cruzados y expresión pétrea —, ella merece saber ciertos detalles de la investigación – su amigo se carcajea.— ¿Ah sí, cómo cuáles? Si tienes la amabilidad de informarme a mi – susurra con molestia.— ¡Estoy aquí! – expresa en tono de reproche —. No es necesario que susurren – levanta una ceja —, tengo derecho a saber y que mi futuro esposo deje de ocultar me cosas.— Cosas que no te digo en aras de protegerte Amelia – ella se acerca sintiéndose violenta.— ¿Entonces admites que hay secretos que me involucran? – asiente —. Esto es increíble Bastián, el colmo del descaro – s
— No deberías ser tan complaciente con ella amigo mío – expone César una vez que Amelia cierra la puerta. — ¿A que te refieres César? – indaga con el ceño fruncido totalmente. — A que parece que es capaz de manejarte como si fueras un muñeco de trapo – Bastián observa a su amigo con molestia. — ¿En serio estas inmiscuyéndote en mi vida privada? – el aludido niega enérgico. — ¡Claro que no! Me importa una m****a tu m*****a vida privada sabes que la mía es un desastre y no tengo intención de acomodarla, el problema es que me gusta tener todo controlado tanto como a ti y Amelia no se sujeta – no grita, pero su tono es firme, oscuro — no puedo cuidarte si ella va y comete errores porque estoy seguro que en este momento se encuentra maquinando como enterarse de lo que estamos diciendo, definitivamente es demasiado inteligente para mi gusto – lo aniquila con la mirada — ¿o no te diste cuenta que cedió solo hasta que le dijiste lo que harías? – Bastián se dirige hacia el sillón que está u
Un allanamiento limpio y sin problema alguno con la participación de la policía de Creta. Selene Christopoulos se encuentra casi desmayada ante el proceder del Jefe de seguridad de su propio hijo quien lo envió como si en ese sitio se lavara dinero o peor aun se hubiese sucedido un asesinato. — ¿Pero qué significa esto César? – el hombre abre los ojos y se encoge de hombros ante la exigencia de la mujer. — Son órdenes de su hijo Sra. Christopoulos, yo solo obedezco – Selene respira profundo — no se mueva por favor – ahoga un jadeo al ver la determinación en los ojos del hombre que apunta su arma hacia su rostro desencajado por completo. — ¡Esto es un atropello! – grita — ¡exijo la presencia de mi hijo en este momento! Los ojos de la Sra. Blackstone se abren como un par de platos al ver todas las armas que se encuentran a su alrededor. Una sensación de ahogo se aloja en su pecho y trata de contener el pánico que pugna por apoderarse de ella a pesar que es consciente de que no les ha
82.- La presencia de Amelia complica las cosas a pesar de que Harold ha sido sacado de la sala de estar, Bastián se siente violento solo de ver su actitud, no puede negar que es la mujer de su vida ya que lo tiene completamente embobado, pero está consciente de que puede lastimarse si no obedece y ella ¡no lo hace! — ¿Qué haces aquí Amelia? – pregunta Bastián con su acostumbrado tono plano. — Enterándome de lo que no me dices ¿o creíste que me tragaría el cuento de que no eres fan de tu padre? – ella abre los ojos y ladea la cabeza con expresión acusatoria —. Ahora ¿Qué es esto? – pregunta interesada mirando a todos y a nadie. — Bien, pasemos a otra habitación y te lo explico – da un paso atrás negando. — No gracias, prefiero quedarme aquí y saberlo con los testigos pertinentes – Selene pone los ojos en blanco. — ¡Sí que eres terca niña! – mira e reojo a Ángela — ¿Qué parte de “no te casarás cn mi hijo no comprendes? – expresa con las manos en la cadera. — La paparte donde uste
Amelia se detiene de súbito ante la escena de su madre en el piso con ambas manos puestas en su pecho, el color escapa del rostro de Amelia y su piel se eriza corroborando el latigazo de temor que en este momento está atravesando su cuerpo, ese miedo que la ha invadido en otras ocasiones en las que Ángela ha entrado en una crisis coronaria. — ¿Mami? – gime sin poder dar un paso. A su alrededor todo se vuelve un caos haciendo que su vida tambalee, que sus emociones la embarguen llevándola casi a un colapso. Siente unas manos que la retienen tratando de que se sienta mejor y al mirar se trata de Ana que con lágrimas en los ojos la llama o por lo menos eso es lo que puede aún leer en sus labios antes de desvanecerse. — Quiero el monitoreo completo de la paciente coronaria por favor – ordena el Dr. Arístides Christopoulos — ¡Bastián! – llama a su primo que intenta reanimar a su novia con desesperación — ¿serías tan amable de dejar en paz a Amelia para que respire? – Bastián gira a mir
Bastián toca la puerta de la oficina de su hermano y este pronuncia un “adelante” para que quien sea ingrese. Lo encuentra ojeando unos papeles que al parecer son la historia de su suegra o eso es lo que deduce por el ceño fruncido de Arístides. — ¡No entiendo nada! – dice para sí mismo. — Cuéntame entonces a ver si nos confundimos los dos o por fin entendemos – sugiere Bastián con una sonrisa. — Estas pruebas, no me convencen – informa con un susurro — es decir; los resultados están alterados a mi parecer – relee y entrega a su hermano cuando éste estira la mano interesado en ello. — ¿A que te refieres? – pregunta mirando sin entender —. Dime que buscar y comparemos porque este es el expediente de Ángela Blackstone cuando estaba interna en una clínica en Manhattan – informa con las cejas al cielo. — Lo sé y en esas pruebas se identifica una paciente con un cuadro clínico que es muy difícil de tratar dada la importancia del compromiso coronario Bastián – el aludido asiente compren
Amelia baja de la camilla para estirar las piernas, su cuerpo se estremece aun a causa de los besos de Bastián que ella propició y los que aun siente en su boca con el dulce sabor del helado. Sonríe con picardía ante su soltura con él. Entretenida en sus pensamientos vislumbra una figura detrás de la cortina que cubre el cubículo, muy pequeña para ser Bastián y demasiado elegante para ser una trabajadora así que, decide correr la pequeña cortinilla y descubre a Ana parada enfrente.— ¡Hola, no pensé encontrarte aquí! – dice Amelia con voz temblorosa.— No te des tanta importancia – la morena sonríe irónica y a Amelia se le rompe el corazón — vine por Angie no por ti ya que al parecer no necesitas de nadie más que e tu noviecito – no puede evitar que las lágrimas salgan de sus castaños ojos.— Ana ¿qué te pasó? – gime — ¿qué nos pasó? – la chica ofrece una expresión de incredulidad.— ¿A mí? Que pasó contigo que nos diste la espalda, apuesto que tu querido Bastián no te ha llevado a ve