Hola preciosuraaaasss... Me disculpo por no publicar ayer, pero el internet no me dejó. Disfruten de este capítulo revelador.
Amelia despierta sobresaltada, lo primero que hace es colocar su mano en el cuello recordando que su novio quiso – sin estar en sus cinco sentidos por su puesto – asfixiarla creyendo que era alguien más. Su dolor aumenta pensando mil teorías, lagrimas resbalan abruptamente de sus ojos hasta sus sienes pensando en que el sufrimiento del mor de su vida puede que se trate de un amor infructuoso o peor aun, de uno no correspondido. No tiene información acerca de la mujer con la cual fue obligado a casarse, pero intuye que es ella parte de su desconsuelo convertido en ansiedad. Se incorpora en la cama en la cual yace, no es su habitación, tampoco es un hospital o la clínica de su ahora cuñado Arístides, sino que deduce sea la habitación de invitados del ático en el cual estaba con Bastián. — ¡Qué idiota he sido! – se reprende — ¿en qué planeta se me ocurre pensar que ese hombre se enamoraría de mí? – el dolor aumenta al recordar los hechos Llora sin consuelo al saber que su propio prom
Bastián se encuentra bajo los efectos de la medicación administrada por su propio hermano tratando de controlar el episodio psicótico por el cual está pasando en este momento. El ver aquella marca en el cuello de la mujer que quiere como pareja y con la que desea contraer nupcias por sobre cualquier negativa familiar lo ha llevado a un estado casi de locura. Ahora más que nunca necesita el apoyo de aquellas personas que en realidad lo aprecian ya que su cordura pende de un hilo. Saberse como agresor de su propia novia lo ha sumido en la más fatídica agonía, una depresión que no experimentaba desde que su padre lo obligó a casarse con una mujer mayor que él de la que se enamoró perdidamente hasta descubrir que la farsa era su forma de vida y la estabilidad emocional ya recuperada quedó sumida en un enorme cero que lo llevó de nuevo a un sanatorio. — Ya te dije que no deberías estar aquí Amelia ¡por el amor de Dios es peligroso! – ella niega con los ojos anegados de lágrimas. — Es e
El cuerpo de Amelia vuela por los aires al salir disparada por Eliseo en una práctica de defensa personal y aunque, ya había practicado algo parecido el literalmente una muralla. Ana mira con cara de pocos amigos a su novio porque sabe que es premeditado y este le devuelve una mirada tan inocente que ni por un millón de euros se la cree. Desde el momento en el cual discutieron él y Amelia acerca de que ella necesitaba ser parte del plan para el rescate de Bastián, César se propuso lograr que cambiara de opinión a como diera lugar.— Esto me parece demasiado exagerado – expresa la morena con mal humor a su novio.— Ella necesita estar en forma para poder colaborar con el plan trazado Ana – ella lo mira mal.— Pero estás aprovechándote de ella – sisea en su rostro y él niega — no me digas que no César me mientes y lo sé, solo digo que no deberías aprovechar la situación para querer lograr que desista – reprocha.— Bastián es mi amigo Ana, no dudes que lo sacaré de ahí a como de lu
Amelia se encuentra en una bañera sumergida hasta el cuello esperando que con el agua caliente se alivien los dolores de su cuerpo tanto por el ejercicio como por las prácticas de Krag Maga qué ha estado haciendo los últimos tres días con Eliseo el sobrino de César el jefe de seguridad de Bastián. Ana prepara una pomada especial para los golpes que es la receta de su abuela con algún desinflamatorio en crema y otros tomados con agua tibia y fría a la vez.No solo se siente exhausta sino que se siente muy mal con respecto al desagradable encuentro con la madre de Bastián en la clínica Christopoulos, los recuerdos de su novio teniendo una pesadilla a su lado y luego tratando de agredirla hacen doler más su cuerpo que los mismos golpes propinados por el gigantón Eliseo Por lo cual sus lágrimas brotan sin poderlo evitar. Ana La mira con condescendencia y se acerca para pasar la esponja con el ungüento por su espalda brazos y piernas lleva puesto un traje de baño de dos piezas facilitándol
La voz de Bastián suena grave, temblorosa e inestable. La mujer que lo enloquece se encuentra en el salón de lo que puede catalogar como su refugio tomándose su vino más costoso con su amiga y eso lo hace sentir en casa aunque no le pasa desapercibido el moratón en su brazo derecho producto de la locura que ha sido apañada por su jefe de seguridad a quien le pesará por unos días la gracia, según piensa. Sin embargo esa estrategia sirvió de pantalla para mantenerla alejada del peligro que suponía sacarlo de la clínica donde se encontraba recluido y si bien no hubo inconveniente, tuvieron que someter tres hombres que se encontraban custodiando el lugar. Las dos mujeres se encuentran casi en estado de ebriedad considerando sus rostros colorados y las vistas perdidas, Bastián se provoca una tos tratando de esconder la risa que le produce lo atónita que se ve Amelia, pero no cuenta con que Ana guarda un ligero rencorcillo en su contra que estalla en su rostro por el alcohol. — ¡A hombres
Bastián levanta a Amelia y la sienta en su regazo para proporcionarle el consuelo si bien no el que necesita en este momento, el que cree que debe darle como su pareja sentimental. Siente su cuerpo totalmente tenso sin saber si es a causa del abrazo o por lo difícil que se le hace continuar, prefiere pensar lo último ya que si le demuestra un ápice de temor sería capaz de encerrarse en un infierno para purgar lo que le ha hecho, sin embargo al hombre que la lastimó en su pasado le tiene preparada una sorpresa, solo está esperando que le diga su nombre y apellido para llevarlo a la ruina total y de ese modo hacerlo pagar por su atrevimiento. Por otra parte queda la duda de que lo perdone, ella es una mujer fuerte y decidida razón por la cual lo vuelve loco y desea pasar el resto de su vida con ella aunque sea más de quince años mayor se siente rejuvenecido a su lado como si su sola presencia le devolviera los años que perdió recibiendo los maltratos de su progenitor y posteriormente
Amelia gime extasiada por el sabor a menta que destila la boca de Bastián, es adictivo y definitivamente se ha vuelto su favorito. Independiente de todo lo que ha pasado en estos últimos días no desea estar lejos de él, se siente masoquista ante el hecho de que desea estar a su lado y luchar juntos contra los demonios que los acechan, pero tiene buenas expectativas al respecto. — Deberíamos comer algo, muero de hambre – sonríe y sus ojos brillan oscuros. — ¡Claro! – es lo único que loga decir. En la intensidad de su mirada reconoce que es una insinuación. Se dirigen hacia el comedor donde ya espera la comida. , piensa y su rostro se colorea. — ¡Vaya! Me fascinaría saber en que piensas para ponerte así de roja – le sonríe insolente. — Pensaba en que ayer mi mejor amiga y yo no recogimos el reguero y ya no está ¿Quién limpió el desastre? – él la mira expresando que no le cree una sola palabra. — Mi ama de llaves por su
Los brazos de Amelia se enrollan en su cuello atrayéndolo nuevamente a su boca, ya no es la pequeña enajenada por el alcohol de la noche anterior Bastián se encuentra frente a una mujer que tiene necesidades y deseos reprimidos considerando su pasado y el abuso del que fue objeto aunque la terapia haya resultado en su caso él se siente, aunque muy excitado; todavía un poco cohibido porque ni siquiera sabe el nombre del hombre que la lastimó y como protector y dominante se siente responsable de su virtud y siente la imperativa necesidad de cuidarla hasta de él mismo. — ¡Amelia mírame! – dice cuando logra cortar el beso que lo ha dejado jadeando. Se acomoda de rodillas en la cama trayéndola consigo hacia su regazo sentada a horcajadas donde su miembro queda entre sus bellas piernas completamente debajo de su sexo, posición que lo deja sin aliento completamente, pero al menos se siente seguro de tomar el mando aunque se le hace difícil ya que la mujer que tiene entre sus brazos es el ob