La voz de Bastián suena grave, temblorosa e inestable. La mujer que lo enloquece se encuentra en el salón de lo que puede catalogar como su refugio tomándose su vino más costoso con su amiga y eso lo hace sentir en casa aunque no le pasa desapercibido el moratón en su brazo derecho producto de la locura que ha sido apañada por su jefe de seguridad a quien le pesará por unos días la gracia, según piensa. Sin embargo esa estrategia sirvió de pantalla para mantenerla alejada del peligro que suponía sacarlo de la clínica donde se encontraba recluido y si bien no hubo inconveniente, tuvieron que someter tres hombres que se encontraban custodiando el lugar. Las dos mujeres se encuentran casi en estado de ebriedad considerando sus rostros colorados y las vistas perdidas, Bastián se provoca una tos tratando de esconder la risa que le produce lo atónita que se ve Amelia, pero no cuenta con que Ana guarda un ligero rencorcillo en su contra que estalla en su rostro por el alcohol. — ¡A hombres
Bastián levanta a Amelia y la sienta en su regazo para proporcionarle el consuelo si bien no el que necesita en este momento, el que cree que debe darle como su pareja sentimental. Siente su cuerpo totalmente tenso sin saber si es a causa del abrazo o por lo difícil que se le hace continuar, prefiere pensar lo último ya que si le demuestra un ápice de temor sería capaz de encerrarse en un infierno para purgar lo que le ha hecho, sin embargo al hombre que la lastimó en su pasado le tiene preparada una sorpresa, solo está esperando que le diga su nombre y apellido para llevarlo a la ruina total y de ese modo hacerlo pagar por su atrevimiento. Por otra parte queda la duda de que lo perdone, ella es una mujer fuerte y decidida razón por la cual lo vuelve loco y desea pasar el resto de su vida con ella aunque sea más de quince años mayor se siente rejuvenecido a su lado como si su sola presencia le devolviera los años que perdió recibiendo los maltratos de su progenitor y posteriormente
Amelia gime extasiada por el sabor a menta que destila la boca de Bastián, es adictivo y definitivamente se ha vuelto su favorito. Independiente de todo lo que ha pasado en estos últimos días no desea estar lejos de él, se siente masoquista ante el hecho de que desea estar a su lado y luchar juntos contra los demonios que los acechan, pero tiene buenas expectativas al respecto. — Deberíamos comer algo, muero de hambre – sonríe y sus ojos brillan oscuros. — ¡Claro! – es lo único que loga decir. En la intensidad de su mirada reconoce que es una insinuación. Se dirigen hacia el comedor donde ya espera la comida. , piensa y su rostro se colorea. — ¡Vaya! Me fascinaría saber en que piensas para ponerte así de roja – le sonríe insolente. — Pensaba en que ayer mi mejor amiga y yo no recogimos el reguero y ya no está ¿Quién limpió el desastre? – él la mira expresando que no le cree una sola palabra. — Mi ama de llaves por su
Los brazos de Amelia se enrollan en su cuello atrayéndolo nuevamente a su boca, ya no es la pequeña enajenada por el alcohol de la noche anterior Bastián se encuentra frente a una mujer que tiene necesidades y deseos reprimidos considerando su pasado y el abuso del que fue objeto aunque la terapia haya resultado en su caso él se siente, aunque muy excitado; todavía un poco cohibido porque ni siquiera sabe el nombre del hombre que la lastimó y como protector y dominante se siente responsable de su virtud y siente la imperativa necesidad de cuidarla hasta de él mismo. — ¡Amelia mírame! – dice cuando logra cortar el beso que lo ha dejado jadeando. Se acomoda de rodillas en la cama trayéndola consigo hacia su regazo sentada a horcajadas donde su miembro queda entre sus bellas piernas completamente debajo de su sexo, posición que lo deja sin aliento completamente, pero al menos se siente seguro de tomar el mando aunque se le hace difícil ya que la mujer que tiene entre sus brazos es el ob
Amelia se encoge ante la expresión de enojo de Bastián, no porque le tema sino porque había olvidado por completo los moratones que tiene encima. La vista de él se vá al cardenal de su brazo y sus ojos la escudriñan de manera acusatoria esperando una respuesta, explicación o algo que lo convenza de no golpear a los que la maltrataron de esa manera, pero al parecer espera demasiado tiempo y con un resoplido de hombre de las cavernas la deja tirada en la cama alejándose de ella de un salto como si fuese un tigre que, aunque pesado por su tamaño no escatima en usar su agilidad felina. Desconcierto ante su actitud es lo que siente Amelia porque solo deseaba sacarlo de la clínica donde se encontraba cautivo ¿a menos que?Coloca su mano en la frente cuando se incorpora en la cama dándose cuenta de que su novio nunca estuvo en peligro o encerrado como ella lo creía y peor aun… como se lo hicieron creer.— ¡Todo fue un engaño, m*****a sea! – se gira hacia Bastián quien ya se encuentra vestido
Aunque las palabras de Bastián la desestabilizan trata por todos los medios de mantener el tipo delante de él sabiendo que hay algo oculto detrás de ello. Pero también supone que como le había dicho con antelación sostenía enemistades que podrían darle problemas razón por la cual le advertía que debía estar en guardia sin embargo no entendió en el momento el sentimiento con el que le habló aún cuando decidió callarlo.— ¿Te sientes cómoda? – ella levantó las cejas en una pregunta tácita — me refiero a esto - explica señalándose a si mismo y luego a ella —, a nosotros, a lo que vas a enfrentarte siendo mi prometida – ella lo mira de frente sintiendo un leve desvanecimiento.Agradece estar sentada en el cómodo cojín de la limusina ya que de otro modo habría c
— ¿Qué te parece si entramos ya? – refiere Bastián cortando el beso con la frente pegada a la de Amelia —. Creo que ya está bien de espectáculo por hoy – le hace un guiño.La burbuja se rompe y toma la mano de su chica para adentrarse en el lugar dejando el revuelo atrás. El espectacular sitio adornado muy sofisticadamente hace que Amelia cierre los ojos por un momento pensando en que todo esto le parece un sueño y que en cualquier momento despertará.Los recibe una mujer elegantísima con un recogido en su cabello rojizo – teñido – que es la envidia de cualquier mujer que tenga rizos rebeldes, aparece con una sonrisa de pasta dental hasta que se sitúa frente a ellos y se percata de sus manos unidas, su rostro se arruga de una manera grotesca y a Amelia casi se le sale una carcajada. Su sonrisa de alegría se borra para componer una
En ese momento se da cuenta de que nunca ha sentido nada igual hacia otra mujer incluso el placer del sexo es completamente diferente con Amelia, su forma de mirarlo y ahora su manera de tocarlo desencadenan una serie de expectativas que le aterra no poder concretar sin embargo la necesita como el aire para respirar, está seguro que le daría todo lo que le pidiera.— ¿Qué les parece si ordenamos y dejamos la contienda para aplicarla a personas que valgan la pena? – reclama Belice con la intención de provocar a Amelia.— Tienes toda la razón querida – responde Amelia con una sonrisa sarcástica y la cabeza ladeada sin dejar de mostrar la sortija —, ordenemos – la sonrisa de la rubia se borra al instante.< ¡Ja, Amelia = 1, Arpía rubia = 0! >, piensa sabiendo que va a ser difícil, pero decid