Por aquí otro capítulo preciosuras... Gracias por el apoyo y ya saben... Lean, comenten y denle megusta. Así sé que les agrada la historia.
Capítulo 29. Amelia abre los ojos y solo percibe oscuridad, siente debajo de ella un cuerpo duro y con un aroma que reconoce perfectamente: Bastián. Sabe que tiene cierto problema con acatar reglas, seguir órdenes y sobre todo con el control de sus impulsos. Suspira ya que esta al tanto de que debe regresar a terapia de inmediato ya que aun más ciertas situaciones que la incomodan se le escapan de las manos llevándola a la violencia. Pero el estar en este momento recostada al cuerpo de este hombre le devuelve toda la paz y sosiego que necesita. Se estira sobre su cuerpo y aunque ella no es una mujer de muy baja estatura él le saca casi cabeza y media, eso sin mencionar que sus hombros son tan anchos y su torso se encuentra tan lleno de músculo que literalmente parece un colchón duro, blando y suave. Ronronea disfrutando del calor que emana y se estira como si fuese un gato. — Me alegra que se encuentre tan cómoda Srta. Blackstone – Bastián acaricia su espalda hasta la cintura y es
Bastián observa detenidamente el cuerpo de la mujer que descansa en el sofá plácidamente, se ve confiada y sin temores., señala la voz de su conciencia.Se siente atrapado entre su propio mundo y la duda de hablarle a Amelia acerca de su pasado y el secreto que esconde, espera no tener que hacerlo ya que llegado el momento en el que ella se entere de todo lo que hizo va a abandonarlo y entonces será otra decepción la cual duda que su corazón resista.— Deberías compartir tus pensamientos conmigo – expresa Amelia sentada en el sofá mirándolo fijamente.— Te ves preciosa, en eso pensaba – responde mirándola con tal intensidad que el cuerpo de ella sufre espasmos involuntarios y su rostro enrojece.— Sin embargo creo que hay algo más ¿Por qué no me lo dices ahora? – indaga tratando de que comparta algunas cosas con ella ya que es tan reservado que la abruma.— De hecho si hay otra cosa, es solo que no sé si me dirás que sí sin embargo me encanta
Bastián arruga el entrecejo por la mirada de molestia que le dedica Amelia, ciertamente sabe que las mujeres en cuestión de territorio son muy celosas. Su madre es un ejemplo palpable de una mujer sumamente celosa en cuanto a su territorio se refiere ya que toda su casa - y se habla en términos generales - se halla apegada a su personalidad la cual es bastante excéntrica no Obstante tiene un gusto exquisito para la decoración y la ambientación de cada uno de los lugares que conforman la mansión Christopoulos.— ¡Ah claro, es parte de la farsa! – Bastián arruga más la frente sin comprender —. Si, debí saberlo, todo es parte del teatrito…— ¿Se puede saber de qué me estás hablando Amelia? – gruñe las palabras.— Pues de esto – abre los brazos señalando alrededor todo lo que se encuentra en las paredes y todo lo que ha renovado — es para convencer a tu familia de que tienes una novia y que tu vida no es una m***** como ellos piensan – la boca del hombre se abre tanto que duda poder v
El cuerpo dolorido de Bastián Christopoulos es depositado en la cama de su habitación en su ático por sus guardias que detuvieron la brutal pelea de la cual formó parte en contra de tres sujetos y uno de ellos le sacaba una cabeza y era un gigante de ciento sesenta kilos. Borracho y casi inconsciente les grita mil insolencias amenazando con despedirlos a todos porque necesitaba quedarse acabar con el “Godzila” para recibir los aplausos – los cuales recibió cuando dejó noqueados a dos de los tres – ya que estaba fuera de forma teniendo más de cinco años sin incursionar en el mundo de las peleas callejeras. — ¡César estás despedido! – le grita a su Jefe de seguridad casi en un gemido —. Pude haberlo noqueado también – sus manos tiemblan al querer levantarse y su costado lastimado le pasa factura. — Debemos llamar a alguien – expresa uno de los esbirros. — ¿Crees que no lo sé? – responde César con agresividad ante la preocupación que siente —. Debo salir a hacer unas llamadas – info
Amelia queda impresionada con lo que ve en el instante en que la puerta del ático se abre, Bastián, se encuentra luchando con tres hombres que son de su tamaño aunque hay uno de ellos que casi le saca una cabeza y es un verdadero gigante. Los mueve más no puede sacárselos de encima. Lo detalla y encuentra que tienen la cara golpeada, los moratones son inmensos y sus ojos comienzan a picar sin poder dejar de pensar que cualquier cosa que haya sucedido es su culpa. Arístides la tapa con su cuerpo en el momento que su hermano se percata de su presencia. Se estremece ante la mirada gélida que le dedica sabiendo lo que viene a continuación. — ¡Vete, fuera! – Amelia siente temor ante el grito. — Deberías calmarte Bastián pareces una m*****a bestia – se carcajea escupiendo sangre coagulada de la boca. — ¿Y no es lo que soy? – su voz rota destroza el corazón de Amelia — ¿cómo lo dijo madre? ¡ah ya recuerdo! – trata infructuosamente de soltarse — Un alma perdida en el infierno de mi pr
El pitido de la máquina destroza los oídos de Amelia que se encuentra hecha un manojo de nervios ante la discusión que tuvo con la madre de Bastián hace ya día y medio, en este momento se percata de que no conoce ni un ápice de su persona y teme – luego de los hechos – que esa mujer cuente con la razón de que su cultura es prioritaria y ella quede a la deriva porque ya no puede esconderlo más. — Estoy enamorada de ti Bastián Christopoulos y no me importa que tu madre sea una perra hiriente de clase tan alta que llegue al cielo porque confío en que tú seas diferente aunque sus egos sean del igual tamaño – expresa en voz alta para que el inconsciente de él lo capte. — Perra hiriente de clase alta ¿eh? – salta de la silla para ver recostado al marco de la puerta a Arístides con los brazos cruzados — fuiste muy valiente ahí fuera chica lista – lo observa con detenimiento y nota que sus ojos son color café y que su cabello es castaño rojizo. — ¡Lo siento! Tengo una enorme boca que to
Capítulo 35. El pulso de Bastián se acelera ante la aseveración de Amelia, no quiere tocar puntos sensibles ya que duda sentirse preparado aun para ello, pero no puede ocultarle verdades que lo puedan exponer más adelante y corra el riesgo de que lo abandone aunque ni siquiera esté seguro de por qué quiere casarse con él. , piensa con emoción. Aun cuando la duda baila haciendo un ruido estrepitoso en su cabeza considerando que hace más o menos dos días ella misma dudaba de su honestidad al pretender tener algo serio que los llevara a un matrimonio feliz. , se reprocha el hecho de que sepa hacer las cosas de otro modo. — ¿Todo en orden vaquero? – la voz de Amelia lo saca de sus cavilaciones que destrozan sus nervios —. Espero regreses pronto de donde te hayas ido ya que quiero escuchar tu historia – dice en tono jocoso y él sonríe tenso —, no quiero obligarte a nada Bastián solo necesi
La negativa a coro le hace gracia a la mujer embutida en el traje blanco, expresión que a Amelia no le hace ninguna gracia ya que mira con interés a su novio y eso no es una opción para ella. — ¡Por favor, el paciente debe descansar! – ahora su tono era alto, chillón y enojado. — Quizás si no parecieras una actriz porno te dejara sola con él, pero lo lamento cariño es mi novio y no pienso irme a ningún lugar – advierte con los brazos en jarra —, te aconsejo que dejes la charola sobre la mesita y te largues por favor – se escucha de fondo la risa ahogada de Bastián. Ambas mujeres giran la cabeza hacia Bastián que se encoge de hombros ante la escena, no se burla de ellas sino de la insistencia de su madre ante la necesidad de controlar su vida. — ¿Qué, qué sucede? – pregunta disimulando la risa que pugna por salir de su boca —. Mi madre no se cansa de querer controlarme ¿cierto Lera? – se refiere a la chica. — Ella dijo que necesitabas una enfermera porque no tenías a nadie q