Tres días después…
— ¿Quieres calmarte Amelia Blackstone? – regaña Ana a Amelia porque no puede dejar de caminar de un lado a otro —. Todo va a salir bien ya tu novio lo dijo – se detiene de súbito y gira para asesinarla con la mirada — ¿qué?
— Bastián no es mi novio y se encuentra hablando con mi madre al respecto – la morena abre mucho los ojos —, no quiero mentirle a mi madre Ana eso duele – la aludida resopla.
— Creo que es muy tarde para ello ¿no lo crees? – reprocha —. Además ya habías aceptado la propuesta del buenorro ¿no?
— Sí, pero en circunstancias diferentes – Ana levanta una ceja.
— ¿Cómo diferentes?
Bastián se deleita con el sabor de su boca, acaricia todo lo que puede de su hermoso cuerpo y ella lo premia con gemidos de placer ya que nunca había experimentado un éxtasis igual. Introduce los dedos acariciando las hebras deliciosamente suaves de su cabello un poco largo, las manos de él se van directo a su bello trasero y la levanta para que enrolle sus largas piernas en su cintura y de ese modo poder degustarla más a fondo. Se dirige con ella a cuestas para sentarla en su escritorio, los gemidos de Amelia llenan la oficina y Bastián se siente cada vez más excitado. Corta el beso y se retira, ella tambalea y casi cae al piso. — ¡Amelia! – grita su nombre jadeando — ¿todo bien? – asiente aun atontada. — Si, no te preocupes, estoy… bien – responde con un jadeo y la respiración entrecortada. — Te perdono la falta de confianza, pero quiero – necesito que en otra ocasión lo pienses mejor Amelia, esto – señala su brazo aun vendado — pudo haber
— Deberías bailar con ese chico Calíope – sugiere Amelia con una sonrisa.La chica en cuestión enrojece hasta el cuello, todo lo que deja ver el vestido. Ana se mantiene en la pista bailando con un joven de piel canela como ella.— Pero tu te quedarás sola, no creo que sea buena idea – abre los ojos una Calíope asombrada porque el chico no ha quitado la mano de su lado esperando que la acepte.— Descuida, no me importa mucho quedarme sola aquí – le sonríe convenciéndola.— No tiene que quedarse sola señorita, podemos ir todos a la pista – Amelia sube la vista para encontrarse con unos ojos color caramelo que le sonríen por si solos.— ¡Sí, vamos Amelia por favor! – súplica Calíope y ella acepta.< ¿Por qué no? >, Piensa.
— Jefe hemos llegado – se escucha la voz de César el guardia. Amelia se encuentra profundamente dormida y Bastián la levanta en brazos para llevársela por el ascensor privado hasta su ático en el último piso del edificio. Observa los rasgos de la chica que lleva en brazos, definitivamente diferente a su raza. Tiene ojos almendrados color café, nariz perfilada y pequeña, labios gruesos y provocativos, pero lo que en realidad lo enloquece es su piel pálida envuelta en un halo de puntos del color de la miel, sus pecas en conjunto con el tono rojo cobre de su cabello lo envuelven como una frazada térmica que calienta, enajena y desequilibra todo su ser.Razón que lo hace mirar su vida en retrospectiva luego del divorcio con el cual sufrió los horrores de ser rechazado y señalado de manera negativa por su familia y allegados tan solo por no aceptar que la realidad lo golpeó en ese momento y tuvo que actuar con sangre fría a pesar del dolor que le causó la ruptura.Hoy día no se conside
Amelia gira en la cómoda cama donde se encuentra acostada y se descubre con una sensación diferente, su cuerpo choca con otro duro, firme y suave a la vez cubierto con una fina tela que huele delicioso a hombre. Ronronea en voz baja. Pero de repente flashes de lo ocurrido la noche anterior la golpean fuertemente y entra en pánico, asustada y temblorosa trata de levantar la cabeza para darse cuenta del error que ha cometido pensando en la posibilidad de que se hubiese ido a la cama con el desconocido con el que bailaba en el club. Suspira con tranquilidad al descubrir que el cuerpo a su lado es Bastián, poco a poco comienza a recordar lo que sucedió dentro y fuera de la disco e inclusive al llegar a esta habitación anoche, luego de que él se comportará como un caballero ella parecía una… , Piensa muerta de vergüenza. Toma la decisión de irse a su habitación aprovechando que el hombre atractivo y deliciosamente perfumado que tiene a su lado duerme p
— Tranquila mi amor, todo fue un mal entendido – consuela Ana a su amiga luego de haber recibido la llamada de un Bastián muy malhumorado. — Es que tu no lo entiendes yo pensé que… - sorbe los mocos y la mira con tristeza — que él… había abusado de mi – Ana abre mucho los ojos — y lo acusé injustamente – llora de nuevo. — ¿Y pensaste que te había abusado solo porque te sentiste diferente? – Amelia asiente con ojos irritados y la nariz roja —. Tienes razón de llorar, estaba furioso cuando me llamó – levanta la cabeza pestañeando muchas veces. — ¿Dices que él… te llamó? – afirma la morena con la cabeza haciendo que sus rizos se muevan — ¿y que te dijo? – pregunta una Amelia totalmente arrepentida del error cometido en contra de su supuesto novio. — Pues nada en particular – se encoge de hombros —, me ordenó con su usual encanto que viniera a tu lado porque yo te hacía más falta que él y colgó – Amelia se echa a llorar de nuevo. — ¡No me va a hablar! – dice haciendo un puche
— ¿Qué le vas a regalar? – Amelia se encoge de hombros al ver todas las bellezas en alhajas, bisutería y oro que encuentra a su alrededor —. Te aconsejo algo que diga lo siento mucho y estoy dispuesta a que comencemos de nuevo en una gran cama de agua – Ana la mira con expresión de inocencia y Amelia entrecierra los ojos con advertencia. — Eres terrible con eso del sexo querida amiga – le habla de manera irónica —, lamento decirte que es un presente solo para decir lo siento – y sus ojos se van tras una cadena en la cual el tejido es en forma de argolla con pequeñas piedras preciosas diminutas, unida con eslabones dorados y blancos en oro y plata con un dije de diamante en forma de gota de agua. Se enamoró perdidamente de la cadena pensando en la expresión de Bastián cuando la viera. La toma entre sus manos y la dependienta se acerca a ella con interés. — Hermosa ¿verdad? – sugiere con un suspiro —. Cuesta una fortuna también – dice mirando a Amanda de pies a cabeza —, el broche
— ¿Qué dijiste? – la mujer coloca la mano en su pecho y aprieta los labios — ¿se puede saber quien es este disfraz de mujer querido? — La que te va a arrancar el cabello perra – corre hacia Tania y es detenida por Bastián en el camino. — ¡No! – la retiene entre sus brazos, forcejea con ella y se percata de la caja que lleva en la mano — sal de aquí Tania ¡ahora! – advierte. — Pues que se vaya ella, es la que está interrumpiendo – Amelia grita desesperada porque no puede arrancarle el cabello a la mujer. — ¿Por qué no me echas tú? ¡suéltame Bastián, m*****a sea! – se remueve entre los fuertes brazos de su novio y este sonríe por la insolencia. El roce hace que su cuerpo reaccione olvidando que se hallaba furioso con ella y que pensaba romper el contrato que en ningún momento ha firmado sin embargo ella se muestra enfadada y celosa porque Tania se encuentra en la oficina y aunque sabe que en el momento que salga de allí van a discutir y pelear, se siente en el cielo dado que s
Capítulo 29. Amelia abre los ojos y solo percibe oscuridad, siente debajo de ella un cuerpo duro y con un aroma que reconoce perfectamente: Bastián. Sabe que tiene cierto problema con acatar reglas, seguir órdenes y sobre todo con el control de sus impulsos. Suspira ya que esta al tanto de que debe regresar a terapia de inmediato ya que aun más ciertas situaciones que la incomodan se le escapan de las manos llevándola a la violencia. Pero el estar en este momento recostada al cuerpo de este hombre le devuelve toda la paz y sosiego que necesita. Se estira sobre su cuerpo y aunque ella no es una mujer de muy baja estatura él le saca casi cabeza y media, eso sin mencionar que sus hombros son tan anchos y su torso se encuentra tan lleno de músculo que literalmente parece un colchón duro, blando y suave. Ronronea disfrutando del calor que emana y se estira como si fuese un gato. — Me alegra que se encuentre tan cómoda Srta. Blackstone – Bastián acaricia su espalda hasta la cintura y es