—¿Tienes hambre? —¿Quién querría tener hambre contigo al lado? Sigo negando mientras él adivina, pero ya me cansé, me rindo, no le insistiré más.
—Si es para orinar, ven y te ayudo, pero con una condición: tienes que dejarte lamer esas tetas.
Niego en forma intermitente y esto lo hace enojar tanto que me toma del cuello con una mano y con la otra conduce. Me quedo quieta, aguantando el dolor para que no cometa una trágica locura (o sea, pegarme un tiro), pero su mano es liberada cuando su celular suena.
—Te salvaste, malnacida —saca el celular y contesta enojado—. Sí, señor, ya le dije que aquí llevo a su próxima perra. ¿Qué, acaso las otras perras no están atendiendo bien a los hombres?
Dios mío, papi, ayúdame. Papi... me van a vender o prostituir. No, no...
Luego cuelga la llamada y acelera su auto a toda marcha, hasta que llegamos a un club o prostíbulo (creo). En general, no conozco mucho las raíces de esta ciudad. Me lo imagino ya que veo afuera muchas chicas vestidas con poca ropa, abrazadas con hombres. Además, en mi país, las chicas que visten así son prepago.
—Ven, baja —abre la puerta y sale, luego abre la mía y de un brusco jalón me saca del auto. Las personas que habitan aquí me ven como si nada, como si traer chicas obligadas fuera el pan de cada día...
Al entrar, el primer sonido que impacta mis oídos es una música electrónica que retumba por todo el lugar, acompañado de risas y gritos. Este entorno no me gusta, tengo miedo, mientras soy arrastrada del antebrazo hacia algún lugar desconocido. Me detengo luego de ver lo que tanto imaginé que harían conmigo. Quedo en shock y una sensación de ganas de vomitar rodea mi estómago.
¡Por la madre de Dios! ¿Qué es esto? ¡Qué asco! Nada más ver a esas mujeres deslizar su trasero por ese tubo me da náuseas, pero lo más repugnante son los hombres morbosos que acarician su cuerpo.
Soy sacada de mis pensamientos tras oír la estruendosa voz del hombre cerca de mi tímpano.
—¿Qué haces ahí parada como estatua? Ven y ándale, que el señor te quiere ver... ¡rápido, hija de perra!
Me jala y me lleva hasta un cuartito pequeño, que parece ser una oficina.
Al entrar completamente, veo a un señor ya de edad sentado en un sillón, cruzado de piernas.
—Señor, aquí está la puti puerca —dice el cerdo.
—Uy, nada mal para mi gusto —dice el viejo y me examina con sus asquerosos ojos de arriba abajo, luego se levanta del asiento—. Bossa, te puedes marchar —ordena con voz firme. Así que ese es el nombre del cerdo, “Bossa”. Él le hace caso y sale del lugar dejándome con este pervertido. El sonido de la puerta le da la confianza para pasar uno de sus dedos sobre la cinta que cubre mi boca. Pensé que la quitaría, pero no fue así.
—Me imagino que debes tener bonitos labios, perfectos para darme una mamada, y esos ojos tan grandes como para pedir más y más durante el acto sexual, pero...
Él se detiene y toma un mechón de mi pelo, lo olfatea.
—Tu cabello rosa huele a sandía. Además, sabes algo, para convertirte en una perfecta prostituta tienes que: primero, cambiar ese color de cabello a rubio, eso llama más la atención de los clientes; segundo, ponerte un poco más de bubis y pompis; y tercero, aprender a fingir en la cama. Claro está, no todos los hombres excitan a una mujer. —No, yo no quiero eso. Yo solo quiero irme y estar cerca de mis padres. Yo no soy de tener novios, además nunca he besado a nadie, ya que mi papá es muy estricto conmigo y me recalca a diario que el día que me enamore de alguien que realmente me valore es donde encontraré el amor de mi vida. Para mi sorpresa, nunca me he enamorado.
El hombre sale de la puerta y le pone seguro. Por mi parte, comienzo a averiguar cada rinconcito de este lugar. Tengo que encontrar ya sea un teléfono o una salida. Busco como ratón de monte por todo el lugar, y nada, no hay nada, solo archivos, ropa y conservantes.
Soy sorprendida por el crujir de la puerta. Entra una mujer de aspecto fatal, acompañada del mismo señor de hace un momento. Está llena de tatuajes y silicona, parece una muñeca.
—Así que esta es la nueva. No está nada mal, pero con un toque se verá mejor —ella se acerca a mí y me mira de reojo.
—Por cierto, es virgen —la mujer, al escuchar la noticia, aplaude de felicidad y abraza al señor.
—Creo que nos pagarán mucho por ella.
—Sí, eso creo, aunque podamos dejarla en el club. Es bonita, lo único que no me gusta es que está un poco plana, tanto que parece una tabla. Bueno, ya le envié un mensaje a Johan para que mañana mismo la opere.
—Sí, cariño —ella besa los labios de ese baboso animal. Luego se despegan y el hombre retira la cinta de mi boca y dice con malicia en sus ojos:
—Efectivamente, como lo imaginé, tienes unos labios chupadores.
—Señor, déjeme ir, por favor. Yo no soy quien busca, está equivocado —le ruego por mi liberación, pero nada, no me hace caso.
—Cállate, te quité la cinta para hacerte unas preguntas, así que haz silencio o de lo contrario te violaré.
Me quedo callada, intentando controlarme, pero luego escucho a la mujer reír.
—Ay, Carlos, deja las payasadas. Si la violas, el hombre que la compre se dará cuenta. Además, por su acento me parece que es extranjera y ¿sabes lo que significa, verdad? —el hombre asiente, pero ¿qué significa lo que ella dijo? Estoy tan confundida.
—Lo sé, "cachetona". Solo la estoy presionando.
—Dime algo, "muchachita". ¿Cuántos años tienes?—No le diré una m****a —le tuerzo los ojos y miro para otro lado.—¿Cuántos años tienes? —repite con voz pasiva y lenta, tan lenta que parece borrar cada palabra dicha.Él se acuesta en un sofá mientras respira lentamente y cierra sus ojos.—Niña, haz caso y dile tu edad, no lo hagas enojar. Míralo, está tratando de no coger rabia —dice la mujer cerca de mi oído.—No me importa, yo no tengo derecho de revelar mi edad y menos a un desconocido —al decir la palabra "desconocido", el hombre se levanta del sofá y se encamina hacia mí.—¡Maldita perra! ¿Acaso estás tratando de hacerme enojar? —eleva su mano y sorprende mi mejilla con una gran bofetada.—¡Carlos, ya basta! —exclama la mujer interviniendo.—¡Qué edad tienes, grandísima zorra! —me dice el hombre con furia en su rostro. No me queda otra que decirlo.—Tengo 20 años —él se acerca a su portátil y empieza a teclear. Mis lágrimas amenazan con salir, pero las detengo y doy severos suspir
—Llegamos, morrita —dice ella tirando de mi brazo de forma violenta—. Henry, espérame afuera. No te vayas por si intenta escapar esta culera.—Está bien —cierra la puerta y sale del baño.Sé que por mi desobediencia me está pasando lo que me está pasando. Si tan solo no me hubiera escondido de las escoltas de papá... Mientras viajaba, uno de los escoltas me envió un mensaje diciendo que ya había llegado a España, por ello me estaba esperando a las afueras del aeropuerto. Me dio tanta rabia cuando lo leí que inmediatamente lo bloqueé. Estaba muy al pendiente de no ser vista por el escolta, quien por su parte no paraba de buscarme con sus ojos. Me escondí como rata y con mi ignorancia fui a la salida del aeropuerto donde supuestamente Sasha me esperaba.—¿Qué tanto piensas? ¡Rápido! Quítate la ropa.Me quito toda la ropa que llevo en mi cuerpo de manera rápida, quedando desnuda. Me meto a la ducha y empiezo a bañarme. Al terminar, ella me dice:—Ten —me entrega una bolsa negra que contie
—¡No puedo levantarme, me duele el cuerpo! —exclamé, aferrada a las sábanas. Por cierto, puedo hablar; me imagino que ellos quitaron la cinta de mi boca mientras dormía.—Déjame y te explico. En estos momentos, tus implantes fueron colocados con éxito, por ello te quedarán en reposo durante dos meses —dijo Johan, como siempre, con su voz pasiva.—Señor, me siento mareada —él se echó a reír. De momento, siento que mi capucha es retirada de mi cabeza y es ahí donde por fin veo mi cuerpo.¿Qué es esto? Mis senos están súper grandes y mis nalgas son anchas y gruesas. Esta no soy yo, definitivamente no soy yo.—Te ves muy linda, es más, ahora sí pareces una sirena —dijo Henry, quien me mira de forma morbosa.—Bueno, Henry, ya ella está lista. Llévala y me haces el favor y me traes a Fernanda, la que trajeron hoy.¿Qué? ¿Acaso todos los días traen chicas nuevas? ¡Qué hijos de perra! Pobres niñas indefensas, mira que venir aquí engañadas.—Ah, Johan, esta mañana recibí un mensaje de Sasha dic
Me acuesto en la cama y siento como si un peñón me cayera encima. —Aquí puedes estar tranquila, le pediré a las chicas que duerman en las otras habitaciones. —Pero… Esto es grande ellas también tienen derecho de venir. —Sirena, solo quiero que estés bien y te recuperes pronto—notó a Henry un poco extraño, no sé durante el camino, no se atrevió a verme a la cara. Pero bueno, yo creo que él es bipolar, él me arropa, me regala una “sonrisa” y sale de la habitación, que raro ese sonriendo algo se trae. Luego de algunos minutos siento como si la anestesia se me hubiera pasado, ya que el dolor que tenía se ha advertido cinco veces más que el anterior, mis quejidos quieren salir, pero los detengo mordiendo mi lengua, prometí que no lloraría por esta gente de España. Tengo que aguantar… De momento escucho el crujido de la puerta y de inmediato intentó voltear, pero no puedo porque mi cuello está inflamado, si no estoy mal creo que fue por culpa del hombre que me trajo por primera vez al cl
Ellas se retiraron de la habitación, por su parte la cachetona se había marchado mucho antes de que empezaran a hacer su labor. Mientras me veo detenidamente en el espejo admirando mi belleza y que será de ella, si estos hijos de perra me vendan a un hombre el cual le gusta golpear mujeres, alguien toca la puerta. El individuo no se inmuta en decir quién es cuando de inmediato entra a la propiedad, pensé que sería el hombre de anoche, pero no, no fue él, era Henry otra vez, ya que lo vi atreves del espejo. —Hola estrellita, qué linda te ves. —Mira, Henry no trata de ser amable conmigo por qué eso no te luce. —Solo vine a pedirte perdón, bueno por haberte tratado mal. —Ya lo hecho está hecho, te puedes largar—le digo combinar la espalda. —No, no seas grosera, yo estoy muy apenado—él acaricia mi mejilla y me mira fijamente. Henry es muy lindo, no lo había analizado bien, pero el malvado se manda tremendo cuerpo y un rostro espectacular, pero es malo, para mí es malo, sé que es es
—Estos malditos nunca hacen nada solos—dice Carlos dándome un empujón para ponerse de pie.Se dirige a la puerta y la abre como puertas de iglesia de par en par, elevó mi rostro y veo a Henry muy tenso, pensé que no me miraría pero si lo hizo, luego de mirarme su rostro cambió de tenso a bobo hasta casi que su Baba sale de su boca, me imagino por como estoy vestida parezco prostituta barata.le pido ayuda en silencio y él solo desvía sus ojos marrones hacia Carlos quién lo mira como lobo salvaje.—Jefe tenemos problemas—le explica con voz pasiva.—¿Y ahora cuál es tu joda?—dice colocándose el cinturón.—Uno de los clientes está herido, al parecer otro le sacó una navaja y lo apuñaló—Carlos toma a Henry de la camisa y lo empuja contra la pared.—¿¡Dime por qué m****a dejas entrar a los clientes con armas!?—Jefe, yo no estaba vigilando en la entrada, usted sabe que a mí los sábados me toca en las bodegas.—Si es verdad, entonces qué hicieron con el herido?.—No lo se señor, solo sé que
—Déjeme y lo ayudo señor—dice Jesús y ambos me agarran de los brazos y me sacan como bulto de la habitación, miró desesperada en busca de Henry y no lo veo, soy llevado a un cuarto oscuro, donde no escucho ni veo nada, ellos me sientan en una silla y luego se van y cierran la puerta ¿Qué es esto?Poco después las luces se encienden y soy sorprendida por la voz de la cachetona quien sostiene un micrófono.—Hola a todos queridísimos invitados y compradores—estoy sentado de espaldas ¿acaso esto es una subasta? Intento voltear a quien les habla la cachetona pero ella me fulmina con sus ojos transmitiendo odio. me quedo donde estoy haciendo caso a su disgusto—En el día de hoy tenemos a una mujer exótica y caliente llamada sirena, quien busca como loca a ver que hombre acaba con su preciada y majestuosa virginidad!.—Venga ya tía, decime cuánto vale y le romperé ese culo de unas!—grita un hombre desde el fondo—Ostias mujer dime cuánto vale y me la llevo hoy mismo—dice otro hombre con voz
—Señor si no se retira, téngalo por seguro que ninguno saldrá vivo, así que por favor retírese—me dice uno de ellos.—Yo solo vengo a buscar a mi hija estrella.—Yo no conozco a ninguna estrella.—Entonces quién me llamó?, y no me digas que no fue de aquí, porque en el reporte aparece este apestoso lugar.—Señor lárguese, este es un lugar privado, aquí no traemos a mujeres sin su consentimiento—dice una mujer vestida sexi con sus brazos llenos de tatuajes.—Por favor cachetona, retírate que este galán lo que quiere es una guerra.—Chicos ustedes seis buscan a estrella, nosotros nos quedamos, si este tipo quiere pelea pues con mucho gusto se la daré—tomo mi arma y la llevó al nivel de mi pecho apretando el gatillo y este sale como bala de cañón impactando en el tórax de uno de los escoltas.No me importa si muero hoy, lo que más quiero y deseo es que mi hija esté sana y salva, me deslizó por la mesa del bar para ocultarme de los impactos causados por estos hijos de perra, están locos q