—¡No puedo levantarme, me duele el cuerpo! —exclamé, aferrada a las sábanas. Por cierto, puedo hablar; me imagino que ellos quitaron la cinta de mi boca mientras dormía.
—Déjame y te explico. En estos momentos, tus implantes fueron colocados con éxito, por ello te quedarán en reposo durante dos meses —dijo Johan, como siempre, con su voz pasiva.
—Señor, me siento mareada —él se echó a reír. De momento, siento que mi capucha es retirada de mi cabeza y es ahí donde por fin veo mi cuerpo.
¿Qué es esto? Mis senos están súper grandes y mis nalgas son anchas y gruesas. Esta no soy yo, definitivamente no soy yo.
—Te ves muy linda, es más, ahora sí pareces una sirena —dijo Henry, quien me mira de forma morbosa.
—Bueno, Henry, ya ella está lista. Llévala y me haces el favor y me traes a Fernanda, la que trajeron hoy.
¿Qué? ¿Acaso todos los días traen chicas nuevas? ¡Qué hijos de perra! Pobres niñas indefensas, mira que venir aquí engañadas.
—Ah, Johan, esta mañana recibí un mensaje de Sasha diciendo que Fernanda, la chica nueva, había fallecido.
—¿En serio? ¿Y qué le pasó?
—Pues sufría del corazón, y al enterarse que vino engañada, le dio un infarto.
—Qué tristeza, bueno, no por ella sino por el dinero que hubiéramos ganado con ella —verdaderamente las apariencias engañan. Ese Johan, quien aparenta ser amable, es peor que Satanás; es un codicioso estratega.
—Ven, vamos —Henry me carga entre sus brazos. Mientras salíamos del lugar, me di cuenta de que tenía toda la razón al pensar que era una casa donde me habían ingresado. Lo único extraño es que no reside nadie en ella; es más, ni vecinos hay por aquí. Al parecer es un sitio abandonado en el cual traen chicas a realizarles estas porquerías.
Henry me sube al auto delicadamente para después subirse él.
—Ven para acá, zorra —me pone otra vez la sucia cinta en la boca—. Esto es por si se te ocurre abrir la bocota.
Luego de algunos minutos, llegamos al club. Él me ayuda a bajar del auto y después llegamos a la entrada. Al entrar, mi carne se puso de gallina tras oír el sonido de la música. En la noche se escucha más alto que en el día, tanto que el piso vibra y la multitud de personas es inmensa.
Camino con algo de dificultad, ya que mi cuerpo tiembla como gelatina después de la operación. Algunos hombres que están a mi alrededor me miran como si quisieran devorarme, mientras que otros solo me ignoran.
—Por favor, Henry, ve más despacio, me duele el cuerpo —le pido, ya que él me lleva de arrastre. Él asiente y su velocidad disminuye de a poco.
Mientras vamos de camino a la misma habitación donde horas antes había conocido a Maritza, veo parado a un hombre bastante alto de espaldas.
—Señor, está prohibida la entrada al cuarto de las trabajadoras —dice Henry de manera exagerada. El hombre se voltea ante el reclamo y esboza una sonrisa.
—Disculpa, estaba perdido. Es la primera vez que vengo a este lugar —su voz es gruesa y su perfume intenso cautiva mi olfato. Pero ¿qué estoy diciendo? Tengo que pedir ayuda. Creo que es el momento.
Le hago señas con mis cejas una y otra vez para captar su atención, pero no. Henry lo tiene haciéndole centenares de preguntas y él me ignora.
—Con permiso, señores, me retiro —se marcha del lugar. Creo que hubiera sido una muy buena oportunidad. *Me volteo para ver al hombre por última vez y él está parado al fondo, mirándome extraño. Pero siento un jalón de brazo que me hace voltear de frente otra vez.
—¿Qué tanto ves a ese tipo? ¿Dime, acaso te gustó? —niego con la cabeza.
... Por otro lado ...
—Señor, discúlpenos, pero su hija escapó —dice Junior.
—¿Qué tonterías dices? Ella jamás haría eso.
—Pero, señor, la azafata nos dijo que Estrella Lember sí ingresó al avión —me explica, asustado.
—Mira, si sigues hablando m****a, te juro que te voy a matar, porque de mi hija nadie habla mal.
—Señor, la encontraremos.
—¡Maldita sea! Busquen a mi hija ¡YA! ¡Rápido!
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Escucho la voz de Yusuf resonar por toda la casa. Salgo de la cocina y me dirijo a la sala de estar. Al entrar, lo encuentro llorando con sus puños apretados y maldiciendo una y otra vez.
—Amor, ¿qué pasó? —me acerco a él e intento abrazarlo, pero él me rechaza.
—Cariño, nuestro bebé está desaparecido. Esos hijos de perra no la encuentran. ¿Viste? ¿Viste por qué no quería que se fuera?
—¿Qué? —algo se me subió a la cabeza y mis nervios salieron como un auto sin freno. Estoy desesperada; no me quiero ni imaginar cosas malas, pero eso es lo que siempre uno se imagina: lo fatal.
—Te juro que la encontraré. Es más, hoy mismo me voy para España —me dice entre lágrimas. Mi esposo no quiere fiestas con Estrella; él dice que ella es la luz de sus ojos.
—No, amor, si vas puedes ir preso —sostengo su brazo para detenerlo, pero él me abraza con fuerza y sus sollozos ablandan mi corazón tanto que termino llorando junto a él.
—Amor, por mi hija hago lo que sea y tú lo sabes. Si es de volver a lo que años antes renuncié, lo hago, pero tengo que traer a mi hija sana y salva.
—Pero, amor, esperemos hasta mañana. Quizás ella esté bien, y si se fue con Sasha, su amiga de la que ella me habló.
—Princesa, ella nos hubiera llamado para avisarnos, tal y como lo prometió. Además, su celular está apagado y tú sabes que ella jamás lo apaga. Sé que mi hija corre peligro.
—Yo voy contigo —él me mira con tristeza y acaricia mi mejilla.
—No, amor, de esto me encargo yo.
Me acuesto en la cama y siento como si un peñón me cayera encima. —Aquí puedes estar tranquila, le pediré a las chicas que duerman en las otras habitaciones. —Pero… Esto es grande ellas también tienen derecho de venir. —Sirena, solo quiero que estés bien y te recuperes pronto—notó a Henry un poco extraño, no sé durante el camino, no se atrevió a verme a la cara. Pero bueno, yo creo que él es bipolar, él me arropa, me regala una “sonrisa” y sale de la habitación, que raro ese sonriendo algo se trae. Luego de algunos minutos siento como si la anestesia se me hubiera pasado, ya que el dolor que tenía se ha advertido cinco veces más que el anterior, mis quejidos quieren salir, pero los detengo mordiendo mi lengua, prometí que no lloraría por esta gente de España. Tengo que aguantar… De momento escucho el crujido de la puerta y de inmediato intentó voltear, pero no puedo porque mi cuello está inflamado, si no estoy mal creo que fue por culpa del hombre que me trajo por primera vez al cl
Ellas se retiraron de la habitación, por su parte la cachetona se había marchado mucho antes de que empezaran a hacer su labor. Mientras me veo detenidamente en el espejo admirando mi belleza y que será de ella, si estos hijos de perra me vendan a un hombre el cual le gusta golpear mujeres, alguien toca la puerta. El individuo no se inmuta en decir quién es cuando de inmediato entra a la propiedad, pensé que sería el hombre de anoche, pero no, no fue él, era Henry otra vez, ya que lo vi atreves del espejo. —Hola estrellita, qué linda te ves. —Mira, Henry no trata de ser amable conmigo por qué eso no te luce. —Solo vine a pedirte perdón, bueno por haberte tratado mal. —Ya lo hecho está hecho, te puedes largar—le digo combinar la espalda. —No, no seas grosera, yo estoy muy apenado—él acaricia mi mejilla y me mira fijamente. Henry es muy lindo, no lo había analizado bien, pero el malvado se manda tremendo cuerpo y un rostro espectacular, pero es malo, para mí es malo, sé que es es
—Estos malditos nunca hacen nada solos—dice Carlos dándome un empujón para ponerse de pie.Se dirige a la puerta y la abre como puertas de iglesia de par en par, elevó mi rostro y veo a Henry muy tenso, pensé que no me miraría pero si lo hizo, luego de mirarme su rostro cambió de tenso a bobo hasta casi que su Baba sale de su boca, me imagino por como estoy vestida parezco prostituta barata.le pido ayuda en silencio y él solo desvía sus ojos marrones hacia Carlos quién lo mira como lobo salvaje.—Jefe tenemos problemas—le explica con voz pasiva.—¿Y ahora cuál es tu joda?—dice colocándose el cinturón.—Uno de los clientes está herido, al parecer otro le sacó una navaja y lo apuñaló—Carlos toma a Henry de la camisa y lo empuja contra la pared.—¿¡Dime por qué m****a dejas entrar a los clientes con armas!?—Jefe, yo no estaba vigilando en la entrada, usted sabe que a mí los sábados me toca en las bodegas.—Si es verdad, entonces qué hicieron con el herido?.—No lo se señor, solo sé que
—Déjeme y lo ayudo señor—dice Jesús y ambos me agarran de los brazos y me sacan como bulto de la habitación, miró desesperada en busca de Henry y no lo veo, soy llevado a un cuarto oscuro, donde no escucho ni veo nada, ellos me sientan en una silla y luego se van y cierran la puerta ¿Qué es esto?Poco después las luces se encienden y soy sorprendida por la voz de la cachetona quien sostiene un micrófono.—Hola a todos queridísimos invitados y compradores—estoy sentado de espaldas ¿acaso esto es una subasta? Intento voltear a quien les habla la cachetona pero ella me fulmina con sus ojos transmitiendo odio. me quedo donde estoy haciendo caso a su disgusto—En el día de hoy tenemos a una mujer exótica y caliente llamada sirena, quien busca como loca a ver que hombre acaba con su preciada y majestuosa virginidad!.—Venga ya tía, decime cuánto vale y le romperé ese culo de unas!—grita un hombre desde el fondo—Ostias mujer dime cuánto vale y me la llevo hoy mismo—dice otro hombre con voz
—Señor si no se retira, téngalo por seguro que ninguno saldrá vivo, así que por favor retírese—me dice uno de ellos.—Yo solo vengo a buscar a mi hija estrella.—Yo no conozco a ninguna estrella.—Entonces quién me llamó?, y no me digas que no fue de aquí, porque en el reporte aparece este apestoso lugar.—Señor lárguese, este es un lugar privado, aquí no traemos a mujeres sin su consentimiento—dice una mujer vestida sexi con sus brazos llenos de tatuajes.—Por favor cachetona, retírate que este galán lo que quiere es una guerra.—Chicos ustedes seis buscan a estrella, nosotros nos quedamos, si este tipo quiere pelea pues con mucho gusto se la daré—tomo mi arma y la llevó al nivel de mi pecho apretando el gatillo y este sale como bala de cañón impactando en el tórax de uno de los escoltas.No me importa si muero hoy, lo que más quiero y deseo es que mi hija esté sana y salva, me deslizó por la mesa del bar para ocultarme de los impactos causados por estos hijos de perra, están locos q
—¿Qué tanto me ves?—le pregunto y él se echa a reír.—Pues, anhelando probar tu zona húmeda.—Mira yo no quiero nada contigo, no me gustas, me das asco, eres feo—me detiene.—Que yo soy que?—me reclama en tono incrédulo y se levanta de la cama, me agarra del brazo y me levanta a su altura—sabes algo, jamás y nunca había escuchado que una mujercita me haya llamado de esta manera—su voz se clava en mi oído y cada palabra dicha por él salpica en mi rostro decenas de chispas de saliva—eres muy bonita, pero tu boca daña tu imagen.—Mire señor, no me obligué a quererlo, no puedo, simplemente no puedo, así que por favor déjeme en paz.—Esta imbécil—eleva su mano para darme un golpe, al saber que eso se avecina cierro mis ojos esperando otro de sus puños, pero no, no fue así, él me tumbo a la cama y salió enojado por la puerta, dándolo seguro, uh, me duele...me siento mal creo que sí sigo así moriré antes, mis heridas aún están vivas, y como me está pensando este salvaje creo que no sanarán rápido
—¿Qué tanto me ves?—le preguntó y él se echó a reír.—Pues, anhelando probar tu zona húmeda.—Mira yo no quiero nada contigo, no me gustas, me das asco, eres feo—me detiene.—Que yo soy que?—me reclama en tono incrédulo y se levanta de la cama, me agarra del brazo y me levanta a su altura—sabes algo, jamás y nunca había escuchado que una mujercita me halla llamado de está manera—su voz se clava en mi oído y cada palabra dicha por el salpica en mi rostro decenas de chispas de saliva—eres muy bonita, pero tu boca daña tu imagen.—Mire señor, no me obligué a quererlo, no puedo, simplemente no puedo, así que por favor déjeme en paz.—Esta imbécil—eleva su mano para darme un golpe, al saber que eso se avecina cierro mis ojos esperando otro de sus puños, pero no, no fue así, el me tumbo a la cama y salió enojado por la puerta, dándolo seguro, auh, me duele...me siento mal creo que sí sigo así moriré antes, mis heridas aún están vivas, y como me está pensando este salvaje creo que no sanarán
Tengo que salir de aquí como sea, me levanto de la cama toda partida y sangrada, intente abrir la manija pero está cerrada.—¡Ayuda!—grito esperanzada en que alguien escuche mis gritos.luego de algunos minutos la puerta se abre a topé, y lo primero que veo son unos tacones negros mientras mis ojos subían ya mi mente se estaba imaginando lo que él había dicho acerca de sus otras mujeres, y cuando llegó al rostro de la procedente de aquellos tacones es...es Maritza, pero esta vez luce espantosa su ojo derecho está herido y sus brazos están rasguñados.—¿Estás bien?—le pregunto y me dirijo a ella para abrazarla.—Él me dio una golpiza—me abraza y se pone a llorar.-¿Que Paso?—Yo estaba acostada y él fue donde mi, me tumbo de la cama y empezó a golpearme, mientras lo hacía me gritaba que por tu culpa, por no dejar que te hiciera el amor, tu, tú eres la culpable de todo esto, si tan solo lo hubiera dejado el tal vez no me hubiera golpeado—se aparta de mí mientras me mira con odio.—Lo si