—Dime algo, "muchachita". ¿Cuántos años tienes?
—No le diré una m****a —le tuerzo los ojos y miro para otro lado.
—¿Cuántos años tienes? —repite con voz pasiva y lenta, tan lenta que parece borrar cada palabra dicha.
Él se acuesta en un sofá mientras respira lentamente y cierra sus ojos.
—Niña, haz caso y dile tu edad, no lo hagas enojar. Míralo, está tratando de no coger rabia —dice la mujer cerca de mi oído.
—No me importa, yo no tengo derecho de revelar mi edad y menos a un desconocido —al decir la palabra "desconocido", el hombre se levanta del sofá y se encamina hacia mí.
—¡Maldita perra! ¿Acaso estás tratando de hacerme enojar? —eleva su mano y sorprende mi mejilla con una gran bofetada.
—¡Carlos, ya basta! —exclama la mujer interviniendo.
—¡Qué edad tienes, grandísima zorra! —me dice el hombre con furia en su rostro. No me queda otra que decirlo.
—Tengo 20 años —él se acerca a su portátil y empieza a teclear. Mis lágrimas amenazan con salir, pero las detengo y doy severos suspiros para no llorar.
—¿Cómo te llamas?
—Estrella Lember Scott —al oír mis apellidos, él se detiene para fijar su mirada en mí.
—Espera, "Lember"... ¿tienes el apellido de un hijo de perra que traficaba droga por todo el país y más aquí en España? Dime, ¿cómo se llama tu padre?
—Murac Lember.
—¿Estás segura? No mientes, porque de quien te hablaba era Yusuf Lember —al oír el nombre de mi padre, algo dentro de mí se marchita. No podía decir el nombre de mi padre, temo que le pase algo a mi familia, por eso mentí.
—En fin, no creo que lo conozcas. Si no estoy mal, creo que murió, ya que nadie ha sabido de su existencia. Pero volvamos a lo nuestro, a eso que tanto me encantan, las preguntas atrevidas. ¿Dime, con qué apodo quieres ser reconocida?
—Con ninguno, solo quiero irme.
—Está bien, no digas nada, yo mismo te colocaré tu apodo: te llamarás "la sirena". Dicho esto, terminan las preguntas. ¡Cachetona! —se refiere a la mujer de aspecto fatal—. Llévala al baño y dale un baño, que apesta a cocodrilo.
—Está bien, pero... ¿después qué hago con ella?
—Esperemos mañana para realizar la operación y le daremos un mes para que se recupere. Ya después, haremos lo que queramos con ella.
La mujer asiente. Me toma del antebrazo y me saca de la oficina. Mientras vamos de camino al baño, trato de convencerla para que me suelte.
—Señora, por favor, déjeme ir. Yo sé que usted también está aquí obligada, por eso escapemos juntas.
—Calla tu estúpida boca, niña. Yo estoy aquí porque quiero. Además, con el tiempo te acostumbrarás y esta será tu casa.
—No, no, déjeme —intento zafarme de ella, sacudiendo mis brazos. Ella me agarra más fuerte, pero aprovecho la desventaja que tiene contra mí: sus tacones. Impulso mi pierna hacia arriba y le doy con mi pie en el tacón. Ella me suelta de inmediato para quejarse.
—¡Auch, m*****a niña!
Corro sin rumbo por todo el club. Los hombres del lugar me miran extraño, pero yo sigo en lo mío: escapar. Escucho en el fondo la voz de la cachetona gritando a todo pulmón.
—¡Henry, Jesús, no la dejen salir!
Los escoltas, al percatarse de la situación, cierran las entradas y salidas del club.
—Por favor, señor, déjeme salir.
—¡Vuelve a tu cubículo! —me grita uno de ellos y me toma de la camisa. Tengo la mala suerte de tener las manos atadas, o de lo contrario le hubiera golpeado la cara a este baboso.
Poco después, la cachetona llega a la entrada con algo de dificultad por sus enormes tacones.
—Henry, llévala al baño y desvístela —dice con voz agitada.
—Pero, señora, no tengo esa orden. El jefe se enoja.
—¡Oye, estúpido! Que la lleves o te castigaré —desvía sus ojos hacia mí con odio—. Te defendí de las garras de Carlos y ahora tú me pagas escapándote.
El hombre me lleva a rastras mientras yo pongo resistencia, pero es difícil.
—Camina rápido, mensa —me exige. Yo hago caso a lo que él dice y camino rápido. Justo ahora estamos bajando unas escaleras.
Al pisar el último escalón, la voz de un hombre hace que en cuestión de segundos Henry me suelte.
—¡Ey, no la maltrates! —me volteo en dirección a la voz masculina.
—Callado te ves más bonito, Marcus —dice Henry y me aprieta más el antebrazo. Marcus, o como se hace llamar, se levanta de su asiento y se acerca a mí. Su perfume despierta mis sentidos y sus ojos, llenos de arrogancia y maldad, viajan por todo mi cuerpo. Su rubia melena combina con sus ojos.
—Señor, ayúdeme, ellos me trajeron a la fuerza. Yo solo quiero estar con mi padre. Por favor, señor.
Se echa a reír de una manera incontrolable para después colocarse detrás de mí. Su respiración hace mover mi cabello rosa y mis manos empiezan a temblar, lo cual delata mi temor. Él recoge mi cabello con sus manos y luego olfatea mi cuello una y otra vez.
—No tengas miedo, mamacita. Todo estará bien.
—Señor, por favor, ayúdeme —insisto, asustada, sin perder las esperanzas de que él me ayude.
—¿Cómo se llama ella? —le pregunta a Henry. Este frunce sus hombros, sin importancia.
—No tengo idea, solo sé que es de las nuevas.
—Ah, es nueva. Sé que pronto se acostumbrará a este sitio.
Mientras ellos hablan, son interrumpidos por el sonido de los tacones de la cachetona.
—Hola, pequeño Marcus. No sabía que estabas por acá.
—Sí, solo pasaba para tener un rato de diversión con alguna de las chicas, y de paso me encuentro con esta mamacita.
—Ojo con ella, es nueva. Aún no se sabe si la subastarán o será una trabajadora más.
La mujer me jala del otro brazo junto con Henry y me llevan hasta el baño, no sin antes el muchacho llamado Marcus dice:
—Juro que será mía primero.
—Eso lo tendrás que consultar con Carlos —responde ella de forma indiferente.
Él asiente y se marcha del lugar. Este hombre me parece bastante sospechoso, pese a que es muy atractivo. Todavía no comprendo por qué una persona tan linda sería partícipe de este plan macabro.
—Llegamos, morrita —dice ella tirando de mi brazo de forma violenta—. Henry, espérame afuera. No te vayas por si intenta escapar esta culera.—Está bien —cierra la puerta y sale del baño.Sé que por mi desobediencia me está pasando lo que me está pasando. Si tan solo no me hubiera escondido de las escoltas de papá... Mientras viajaba, uno de los escoltas me envió un mensaje diciendo que ya había llegado a España, por ello me estaba esperando a las afueras del aeropuerto. Me dio tanta rabia cuando lo leí que inmediatamente lo bloqueé. Estaba muy al pendiente de no ser vista por el escolta, quien por su parte no paraba de buscarme con sus ojos. Me escondí como rata y con mi ignorancia fui a la salida del aeropuerto donde supuestamente Sasha me esperaba.—¿Qué tanto piensas? ¡Rápido! Quítate la ropa.Me quito toda la ropa que llevo en mi cuerpo de manera rápida, quedando desnuda. Me meto a la ducha y empiezo a bañarme. Al terminar, ella me dice:—Ten —me entrega una bolsa negra que contie
—¡No puedo levantarme, me duele el cuerpo! —exclamé, aferrada a las sábanas. Por cierto, puedo hablar; me imagino que ellos quitaron la cinta de mi boca mientras dormía.—Déjame y te explico. En estos momentos, tus implantes fueron colocados con éxito, por ello te quedarán en reposo durante dos meses —dijo Johan, como siempre, con su voz pasiva.—Señor, me siento mareada —él se echó a reír. De momento, siento que mi capucha es retirada de mi cabeza y es ahí donde por fin veo mi cuerpo.¿Qué es esto? Mis senos están súper grandes y mis nalgas son anchas y gruesas. Esta no soy yo, definitivamente no soy yo.—Te ves muy linda, es más, ahora sí pareces una sirena —dijo Henry, quien me mira de forma morbosa.—Bueno, Henry, ya ella está lista. Llévala y me haces el favor y me traes a Fernanda, la que trajeron hoy.¿Qué? ¿Acaso todos los días traen chicas nuevas? ¡Qué hijos de perra! Pobres niñas indefensas, mira que venir aquí engañadas.—Ah, Johan, esta mañana recibí un mensaje de Sasha dic
Me acuesto en la cama y siento como si un peñón me cayera encima. —Aquí puedes estar tranquila, le pediré a las chicas que duerman en las otras habitaciones. —Pero… Esto es grande ellas también tienen derecho de venir. —Sirena, solo quiero que estés bien y te recuperes pronto—notó a Henry un poco extraño, no sé durante el camino, no se atrevió a verme a la cara. Pero bueno, yo creo que él es bipolar, él me arropa, me regala una “sonrisa” y sale de la habitación, que raro ese sonriendo algo se trae. Luego de algunos minutos siento como si la anestesia se me hubiera pasado, ya que el dolor que tenía se ha advertido cinco veces más que el anterior, mis quejidos quieren salir, pero los detengo mordiendo mi lengua, prometí que no lloraría por esta gente de España. Tengo que aguantar… De momento escucho el crujido de la puerta y de inmediato intentó voltear, pero no puedo porque mi cuello está inflamado, si no estoy mal creo que fue por culpa del hombre que me trajo por primera vez al cl
Ellas se retiraron de la habitación, por su parte la cachetona se había marchado mucho antes de que empezaran a hacer su labor. Mientras me veo detenidamente en el espejo admirando mi belleza y que será de ella, si estos hijos de perra me vendan a un hombre el cual le gusta golpear mujeres, alguien toca la puerta. El individuo no se inmuta en decir quién es cuando de inmediato entra a la propiedad, pensé que sería el hombre de anoche, pero no, no fue él, era Henry otra vez, ya que lo vi atreves del espejo. —Hola estrellita, qué linda te ves. —Mira, Henry no trata de ser amable conmigo por qué eso no te luce. —Solo vine a pedirte perdón, bueno por haberte tratado mal. —Ya lo hecho está hecho, te puedes largar—le digo combinar la espalda. —No, no seas grosera, yo estoy muy apenado—él acaricia mi mejilla y me mira fijamente. Henry es muy lindo, no lo había analizado bien, pero el malvado se manda tremendo cuerpo y un rostro espectacular, pero es malo, para mí es malo, sé que es es
—Estos malditos nunca hacen nada solos—dice Carlos dándome un empujón para ponerse de pie.Se dirige a la puerta y la abre como puertas de iglesia de par en par, elevó mi rostro y veo a Henry muy tenso, pensé que no me miraría pero si lo hizo, luego de mirarme su rostro cambió de tenso a bobo hasta casi que su Baba sale de su boca, me imagino por como estoy vestida parezco prostituta barata.le pido ayuda en silencio y él solo desvía sus ojos marrones hacia Carlos quién lo mira como lobo salvaje.—Jefe tenemos problemas—le explica con voz pasiva.—¿Y ahora cuál es tu joda?—dice colocándose el cinturón.—Uno de los clientes está herido, al parecer otro le sacó una navaja y lo apuñaló—Carlos toma a Henry de la camisa y lo empuja contra la pared.—¿¡Dime por qué m****a dejas entrar a los clientes con armas!?—Jefe, yo no estaba vigilando en la entrada, usted sabe que a mí los sábados me toca en las bodegas.—Si es verdad, entonces qué hicieron con el herido?.—No lo se señor, solo sé que
—Déjeme y lo ayudo señor—dice Jesús y ambos me agarran de los brazos y me sacan como bulto de la habitación, miró desesperada en busca de Henry y no lo veo, soy llevado a un cuarto oscuro, donde no escucho ni veo nada, ellos me sientan en una silla y luego se van y cierran la puerta ¿Qué es esto?Poco después las luces se encienden y soy sorprendida por la voz de la cachetona quien sostiene un micrófono.—Hola a todos queridísimos invitados y compradores—estoy sentado de espaldas ¿acaso esto es una subasta? Intento voltear a quien les habla la cachetona pero ella me fulmina con sus ojos transmitiendo odio. me quedo donde estoy haciendo caso a su disgusto—En el día de hoy tenemos a una mujer exótica y caliente llamada sirena, quien busca como loca a ver que hombre acaba con su preciada y majestuosa virginidad!.—Venga ya tía, decime cuánto vale y le romperé ese culo de unas!—grita un hombre desde el fondo—Ostias mujer dime cuánto vale y me la llevo hoy mismo—dice otro hombre con voz
—Señor si no se retira, téngalo por seguro que ninguno saldrá vivo, así que por favor retírese—me dice uno de ellos.—Yo solo vengo a buscar a mi hija estrella.—Yo no conozco a ninguna estrella.—Entonces quién me llamó?, y no me digas que no fue de aquí, porque en el reporte aparece este apestoso lugar.—Señor lárguese, este es un lugar privado, aquí no traemos a mujeres sin su consentimiento—dice una mujer vestida sexi con sus brazos llenos de tatuajes.—Por favor cachetona, retírate que este galán lo que quiere es una guerra.—Chicos ustedes seis buscan a estrella, nosotros nos quedamos, si este tipo quiere pelea pues con mucho gusto se la daré—tomo mi arma y la llevó al nivel de mi pecho apretando el gatillo y este sale como bala de cañón impactando en el tórax de uno de los escoltas.No me importa si muero hoy, lo que más quiero y deseo es que mi hija esté sana y salva, me deslizó por la mesa del bar para ocultarme de los impactos causados por estos hijos de perra, están locos q
—¿Qué tanto me ves?—le pregunto y él se echa a reír.—Pues, anhelando probar tu zona húmeda.—Mira yo no quiero nada contigo, no me gustas, me das asco, eres feo—me detiene.—Que yo soy que?—me reclama en tono incrédulo y se levanta de la cama, me agarra del brazo y me levanta a su altura—sabes algo, jamás y nunca había escuchado que una mujercita me haya llamado de esta manera—su voz se clava en mi oído y cada palabra dicha por él salpica en mi rostro decenas de chispas de saliva—eres muy bonita, pero tu boca daña tu imagen.—Mire señor, no me obligué a quererlo, no puedo, simplemente no puedo, así que por favor déjeme en paz.—Esta imbécil—eleva su mano para darme un golpe, al saber que eso se avecina cierro mis ojos esperando otro de sus puños, pero no, no fue así, él me tumbo a la cama y salió enojado por la puerta, dándolo seguro, uh, me duele...me siento mal creo que sí sigo así moriré antes, mis heridas aún están vivas, y como me está pensando este salvaje creo que no sanarán rápido