capitulo 2

—Estrella, ¡por fin te veo! Estás genial. —Es igual que en las fotos, con esos hermosos ojos y sus grandes curvas.

—Sí, tú también.

—Entonces nos vamos. Mi hermana me llamó y me dijo que no confiabas en ella, y por eso me tocó venir para que creyeras. —Lo dice con risa en su voz. Ella es genial, es igual que en I*******m y lo más agradable es que es muy cariñosa.

Ya voy en el auto de Sasha, mientras que su hermana va en su camioneta. Durante el viaje, noto a Sasha muy nerviosa; además, toma su teléfono una y otra vez como si estuviera hablando por mensajes de texto.

—Dime, Sasha, ¿acaso estás nerviosa? —le pregunto dudosa.

—No-no, es solo que estoy contra el tiempo. Sabes, me impresiona tu capacidad mental para aprender español tan rápido. Eres tan perfecta para ellos.

—Disculpa, ¿quiénes?

—Mis mascotas. Son adorables y creo que te agradarán. —Suelto una risa ya que ambas compartimos los mismos gustos.

Luego de algunos minutos, llegamos a una casa de cerámica.

—Ven, esta es mi casa —dice saliendo de su auto y abre la puerta—. Adelante.

—Es muy bonita, gracias. —Me volteo para ver si su hermana vino, pero no, a la casa solo llegamos Sasha y yo. Al entrar, la casa está completamente vacía—. ¿Y no la tienes amueblada? —le pregunto y ella me mira con un rostro de malicia.

—¿Acaso pensaste que yo quería ser tu amiga?

—¿Qué dices? Somos amigas.

Ella se echa a reír y le pone el seguro a la puerta, luego tira las llaves por la ventana. Tengo miedo. ¿Ella me ha engañado? ¿Por qué actúa así? ¿Por qué quiso que viniera? Son tantas mis preguntas.

—Muchachos, vengan. —De la casa salen dos hombres y se encaminan a mí como toros de corraleja. Al parecer estaban escondidos esperando mi llegada. Intento correr, pero no... la puerta está cerrada.

—Ven, pedazo de perra. —Uno de ellos me da un jalón y me tumba al piso para después agarrarme de los brazos y así poder estabilizar mis movimientos, mientras que el otro saca un pañuelo y le echa un líquido que no reconozco y me lo pone en la nariz.

Poco a poco voy perdiendo el conocimiento. Solo me resuena en la mente la voz de mi madre: Cuídate, hija...

Al despertar, estoy atada en una cama de manos y pies. Luego entran Sasha y una mujer vestida con ropa corta.

—Así que esta es la niña. Muy bien, Sasha, está muy bonita. Tú, como siempre, buscando lo mejor.

—¿Tú no eras mi amiga?

—Amigo el ratón y el queso, pendeja —se echa a reír y luego dice—: Entonces me tienes que dar doble ya que es virgen. Mientras estaba dormida, uno de los hombres la revisó.

Esa m*****a me ha tocado mi parte baja. Es una perra. La mujer le da el dinero y ella sale por la puerta sin siquiera mirarme. Ella es una proxeneta.

—¡Sasha, por qué me hiciste esto!? —grito como loca por todo el lugar. Estoy en un cuarto pequeño que huele horrible; además, hay ratas.

—Niña, ya cállate. Cuando te estés metiendo las pollas de los hombres, verás que es muy delicioso.

—¡Cállese usted, m*****a! —Ella me da un jalón de cabello y me mira con odio, luego me escupe en la cara.

—Sabes, no te pego una cachetada porque después te dañaría el rostro y los hombres no pagarían por tu sucio culo. De lo contrario, por mí estarías muerta. Luego, ella me suelta y saca su teléfono.

—Ven rápido y llévatela, porque si tardas, lo que vas a encontrar es un cadáver.

—¡Ayuda, ayuda! ¡Por favor!

Grito sin cesar, pero nadie me escucha. ¿Qué me va a pasar ahora que salga de aquí?

Luego de unos 20 minutos, llega un hombre vestido de blanco y me pone una cinta en la boca. Me desata solo para atarme de nuevo y ser arrastrada hasta un auto azul.

Él se embarca y es ahí donde comienza mi sufrimiento, mis deseos apagados y mis ganas de ser libre.

—¿Sabes, preciosa, por qué no te puse una capucha?

No respondo y solo guardo silencio acompañado de mis sollozos.

—Porque hoy es el último día que verás esta preciosidad de ciudad. Prepárate para que te rompan ese trasero. La primera vez duele mucho, pero después te acostumbras. Quizás alguien se interese en ti y te compre. No sé, todo está en manos del jefe Carlos. Él decide si te quedas o te vas con alguien.

Es lo último que él dice antes de encender un cigarro. Aprovecho para abrir la manija, pero está cerrada.

—Si intentas hacer algo extraño, tengo la orden de golpearte. ¿Lo sabes?

Mujo como vaca; no puedo hablar y eso me asfixia. El hombre acerca su mano a mi boca y retira la cinta con brusquedad. Es ahí cuando empiezo a hablar como loro.

—Señor, le daré todo el dinero que necesite. Mi padre es muy rico. Por favor, no desaproveche esta oportunidad. —Él suelta una enorme carcajada que hace vibrar el auto. ¿Qué acaso no quiere dinero?

—¡Ostras, deja de decir tonterías! Ya me han engañado así. Una vez, una tonta como tú me dijo exactamente lo mismo y, para mi sorpresa, era una agente de la DEA. Casi caigo tras las rejas, pero gracias a mi jefe Carlos, todo salió bien. Bueno, bien porque trajo a toda su manada de panteras y les caímos a esos gringos. Instantáneamente acabamos con ellos de un dos por tres. ¿Y te preguntarás qué pasó con la perra que me engañó?

Él detiene sus palabras y mete su mano derecha debajo de su chaqueta y saca un arma. Dios santo, nunca antes había visto una.

—Con esta misma que ves aquí —acerca el arma justo en mi cabeza— le pegué dos plomazos y cayó al piso como una guanábana. Así que quédate quieta si no quieres que vuele tu m*****a cabeza al igual que esa perra.

Él me mira riéndose para después guardar su arma y colocarme la cinta nuevamente.

—Hablas mucha m****a y eso me irrita.

En todo el camino, me la pasé asustada y con el corazón en la boca, ya que este tipo tiene la mente muy sucia con respecto a asesinatos y extorsión. Lo sé porque me contó toda su historia mientras conducía. Lo único que faltaba eran las palomitas.

—Mmm, mm —mujo como vaca para tratar de avisarle a este cerdo que tengo ganas de ir al baño, pero... ¿cómo explicarle? Él me mira de costado y esboza una sonrisa.

—¿Qué, acaso te pica el culo? —Niego con mi cabeza una y otra vez mientras él sigue adivinando lo que quiero.

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