112. EL EXTRAÑO

Por su parte, Teresa Vivaldi observaba con recelo al hombre que tenía delante de ella, aparentando ser un vagabundo a simple vista. Sin embargo, algo en su forma de moverse y mantener una postura erguida revelaba que no era cualquier vagabundo. Intrigada, Teresa le invitó con un gesto de la mano a sentarse.

—Buenas noches—, comenzó a hablar el hombre con un acento extranjero que Teresa no pudo identificar. —Sé que mi presencia aquí en su casa le resulta extraña.

Teresa Vivaldi lo observó en silencio mientras junto a dos hombres de seguridad se acercaban y se sentaban frente al extraño. Aún continuaba mirando al hombre, quien se dejaba observar con una tranquilidad aterradora.

Tal como su sirviente le había descrito, llevaba un parche en el ojo derecho y sus ropas, aunque limpias, parecían muy desgastadas. Sin embargo, un bastón reluciente parecía mantener su esplendor. Una vez satisfecha con su observación, Teresa decidió responder.

—Buenas noches. Por más que trato de imaginar por
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