113. INTIMIDAD

En su habitación, Fenicio miraba a Mía con admiración, reconociendo su valentía y determinación. A pesar de su deseo, se mantuvo a cierta distancia, luchando contra sus propios miedos e inseguridades.

—¡Estoy lista! Ven aquí, es una orden, cadete.

Fenicio sonrió levemente, manteniendo su postura firme, pero con un destello de admiración en sus ojos. De a poco en lo que avanzaba hacía ella, se fue quitando la ropa, liberando a su animal que saltó chocando contra su bien formado abdomen.

—Mía, eres valiente y hermosa —comenzó a hablar Fenicio como era su costumbre, directo al punto, aunque a Mía a pesar de estar un poco mareada, no se le escapó que parecía un poco nervioso. — Pero mírame bien, debes entender que mi condición ha causado dolor en el pasado. No quiero que te sientas incómoda o que te arrepientas.

Mía se acercó a Fenicio, mirándolo directamente a los ojos y sin más lo besó con verdadera pasión, lo cual él respondió de igual manera, al tiempo que recorría el hermoso cuerp
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