«Debe ser una jodid@ broma»Desde la fiesta, Kassio no había podido sacar a Sienna de sus pensamientos, apareciendo en los momentos más inesperados, y ahora estaba a solo unos metros. Durante un fugaz instante, consideró que era fruto de su imaginación, pero entonces ella le dedicó una sonrisa y movió su mano en señal de saludo. Kassio no sonrió y tampoco le devolvió el saludo.Su atención se desvió hacia el hombre que estaba sentado junto a ella cuando este se inclinó y le susurró algo al oído. Los dos parecían bastante cercanos y se preguntó cuál sería su relación. Se convenció de que no era asunto suyo y regresó su atención hacia la barra.Al día siguiente de la fiesta, Kassio, con los pensamientos más claros, se había dado cuenta de la estupidez que había estado a punto de hacer. Besar a Sienna habría sido un grave error. No tenía idea de lo que lo había poseído, pero se alegraba de no haber cedido.Como no confiaba en su control cerca de ella, había preferido mantener las distanc
Kassio se dio cuenta de lo ridículo que se veía, apoyado contra el coche, bloqueándole el paso a Sienna. Pero, a pesar de sus intentos por mantenerse distante, se encontraba incapaz de hacerlo. Durante toda la noche, había estado pendiente de ella, incluso cuando fingía prestar atención a las palabras de Domenico.—¿Es ahora cuando debería llamar a la policía? —preguntó Sienna y se dio la vuelta.Estaba demasiado cerca de ella. Ya le era difícil mantener el control como para seguir poniendo a prueba su resistencia. Debería haber dado un paso atrás, pero no se movió. —Esto se está poniéndose raro.Kassio sostuvo la mirada de Sienna, aun con la poca iluminación, pudo darse cuenta de que sus ojos brillaban con desafío. Bajó la mirada hasta sus labios y lo consumió una necesidad irrefrenable de besarla.Esta vez, no hubo sentido común que lo detuviera. Se inclinó y la besó. Sus labios eran suaves y tenían un ligero sabor a fresas. Sacó la lengua para pedir permiso y habría sonreído de s
Kassio aguardó en silencio mientras la camarera finalizaba de colocar los platos sobre la mesa. Debería haber estado en casa, descansando, después de pasar una semana en Londres resolviendo algunos asuntos. Su avión había aterrizado unas horas antes y apenas había tenido el tiempo suficiente para una ducha. Sin embargo, se encontraba reunido con uno de sus clientes más importantes porque, durante su ausencia, el hombre había decidido que no quería firmar el contrato de renovación.—El señor Barone me informó que ha cambiado de opinión —dijo una vez la camarera los dejó a solas—. Estoy interesado en saber el motivo, ya que la última vez que nos reunimos, llegamos a un acuerdo. —No he cambiado de opinión, todavía estoy interesado en continuar trabajando con ustedes.—Entonces, ¿cuál es el problema?—La oferta no cumple mis expectativas.—Creí que ya habíamos pasado por eso —dijo, aburrido.—Recibí una llamada interesante hace unos días y me pusieron al tanto de los términos del contr
Sienna observó la mano que descansaba sobre el hombro de su primo y subió la mirada lentamente, sabiendo muy bien a quién se encontraría.—Sienna —saludó él sin soltar a su primo y por la manera en que lo estaba agarrando, tenía certeza de que no era un suave apretón, aunque su primo no hiciera ni una sola mueca.—Señor Volkov —saludó con más molestia de la que había querido demostrar—. ¿Puedes soltarlo?Kassio miró a Sebastian y pareció considerarlo durante unos segundos antes de por fin retirar su mano.—¿Terminaste? —preguntó él, mirando su plato.—¿Qué?—¿Terminaste de comer? —aclaró Kassio—. Te llevaré a casa.Sienna rio.—Esto se está volviendo una especie de costumbre. ¿Me ves y lo primero que piensas es “debo llevar a esta chica a su casa”?Su primo ocultó una risa detrás de una falsa tos. —Descuida, Sebastian me trajo y me iré con él.—Eso no va suceder.Sienna no podía entender su actitud. Estaba segura de que se estaba perdiendo algo, pero no podía identificar lo que era.
Sienna tenía ganas de darse una patada en el traser0. Sin querer, había revelado más de lo necesario. Kassio no necesitaba saber que nunca nadie la había besado como él. Ahora probablemente estaría pensando que lo único que había hecho en los últimos días era soñar con aquel momento en el estacionamiento… lo cual era cierto, pero, otra vez, él no necesitaba saberlo. Kassio la tomó de la muñeca cuando ella intentó apartarse y la atrajo hacia sí. Sus cuerpos se estrellaron y, de repente, fue demasiado consciente de su cercanía. Un escalofrío recorrió su columna cuando él colocó la otra mano en su espalda baja y comenzó a hacer movimientos circulares con el pulgar.Se ordenó respirar, pero esa resultó ser una mala idea. La fragancia de Kassio la envolvió y, por un instante, se olvidó de lo que habían estado hablando mientras se imaginaba recostando la cabeza en su pecho. Entonces, recupero un poco de sentido común e intentó escapar de su agarre.—¿Qué demonios estás haciendo ahora? —si
Sienna se despidió de la jefa de marketing de Industrias Vose, uno de sus principales patrocinadores. Habían estado reunidas durante la última media hora coordinando los detalles para la sesión de fotos que tenía programada para dentro de una semana.Cuando salió al pasillo escuchó algunas voces más adelante. Reconoció una como la del director de Vose, Constantino Coppola, y avanzó con la intención de saludarlo. Su sonrisa vaciló al ver quién lo acompañaba.—No hay peor suerte que la mía —susurró, y se las arregló para recomponerse. Nunca antes había evitado una situación, por muy incómoda que fuera, y esa no iba a ser la primera vez. Aunque se imaginó a sí misma huyendo tan rápido como sus pies se lo permitieran.—¡Oh! ¡Allí está mi piloto favorita! —Constantino alzó los brazos y le sonrió.Constantino era un hombre robusto, con una barriga algo prominente y una sonrisa amable. Tenía la apariencia de un adorable anciano y era igual de cálido que uno, a menos que estuviera tratando
Sienna recibió a Maxim con una sonrisa cordial. Él se acercó y le dio un beso en la mejilla, colocando una mano en su espalda baja. Ella retrocedió cuando el contacto comenzó a prolongarse demasiado para su gusto. —Te ves muy linda hoy día. —¿Eso quiere decir que no lo estaba hace dos días? —preguntó con total seriedad. La sonrisa de Maxim vaciló y la miró confundido. —No era eso lo que quería decir. —¿Entonces qué? —Es solo que te ves… Sienna empezó a reír mucho antes de que él terminara de explicarse. —Descuida —le dio una palmada en el brazo—. Estaba bromeando. Ya hablé con mi jefe para que puedas subir conmigo. Tendrás que un mono como el que llevo puesto y equipo de seguridad. Es para evitar cualquier accidente. Las personas mueren a diario haciendo esto, ayer fue uno de los mecánicos, hoy podrías ser tú. Maxim, sonrió. —¿Esa es otra broma? —No —dijo, de nuevo seria y la sonrisa de Maxim desapareció—. ¿Seguro que quieres hacer esto? —Yo... Sienna no pudo soportar much
Kassio golpeaba un dedo contra el volante mientras observaba por el parabrisas el edificio donde vivía Sienna. Ella había decidido ignorar cada una de sus llamadas y la única forma de hablar con ella, al parecer, era en persona. El problema era que vivía en uno de los edificios más seguros del país y, si ella se negaba a recibirlo, no había manera de que pudiera acercársele.¿Cuándo se había vuelto tan indeciso? Iría hasta el edificio y solicitaría hablar con Sienna. Si ella no lo recibía, entonces se olvidaría del asunto.Sujetó la manija y abrió la puerta, pero antes de poder bajar, un auto que conocía muy bien se detuvo unos metros delante de él, justo frente al edificio. Se preguntó qué hacía Maxim allí y no tardó en obtener su respuesta.Su hermano bajó del auto y lo rodeó para abrir la puerta. Se sorprendió al ver bajar a Sienna. —Maldición —siseó y apretó el volante con fuerza al verlos interactuar como si fueran amigos cercanos.Esperó hasta que su hermano se subió a su auto