Capítulo 58: Protector

Maxim mecía a su hija, mientras se acercaba a la cuna que habían trasladado a su habitación. Él y Valeria habían dedicado meses a preparar una habitación especial para su bebé, pero cuando finalmente la trajeron a casa, no eran capaces de separarse de ella por mucho tiempo y menos de dejarla dormir en otra habitación.

Sonrió al ver cómo la bebé hacía un mohín. Irina era tan delicada tierna y perfecta, que a veces le parecía irreal. Y también era demasiado pequeña. Aunque ya había ganado peso desde su nacimiento, dos semanas atrás, Maxim aún la veía diminuta, como si con un movimiento descuidado pudiera romperla.

La primera vez que la sostuvo en sus brazos, un sudor frío había recorrido su espalda. Nunca había sentido tanto temor de cometer un error. Cada fibra de su ser había estado en tensión, temiendo aplastarla o dejarla caer. Pero mentiría si dijera que la inquietud había desaparecido por completo. Una parte de él sabía que ese temor nunca se desvanecería del todo. Siempre estar
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