Kassio llevó el vaso de whisky a sus labios mientras sus ojos seguían los movimientos del abogado de Nastia. El hombre aún no se había dado cuenta de su presencia. Aunque las luces estaban encendidas, Battaglia tenía una empleada, así que no tenía por qué sospechar de que las luces estuvieran encendidas.—Es una bebida bastante buena —comentó, agitando suavemente el contenido de su vaso.Battaglia se dio la vuelta demasiado rápido, tanto que le sorprendió que no se tambaleara.—¿Kassio? ¿Qué es lo que haces aquí? ¿Cómo entraste?—Debiste gastar una pequeña fortuna en esto —continuó sin molestarse en responder ninguna de sus preguntas—. Siéntate —ordenó.—Aun no me has explicado qué haces en mi casa y sin invitación.Le dio otro trago a su bebida.—Battiagli, no me gusta repetirme. Creí que después de tantos años conociéndome, ya lo sabrías. Te dije que te sientes.Durante un breve instante hubo un brillo de desprecio en los ojos del abogado, fue tan fugaz que se lo habría perdido, de
Sienna se acomodó junto a Kassio después de saludar a Maxim. Había sido una casualidad estar en la oficina de su novio cuando Maxim llegó. Ella se había ofrecido a darles algo de privacidad para que pudieran hablar, pero Kassio se había negado.—Es demasiado arriesgado que hayas venido aquí —dijo Kassio.—No te preocupes, mi mamá sabe que estoy aquí. Le dije que intentaría razonar contigo para que te deje ver a Natasha. También le dije que vendría a presumir que está yendo la empresa ahora que estoy a la cabeza.—Buena estrategia —comentó Sienna, con una sonrisa.Maxim le dio un guiño. Podía verse como el mismo joven despreocupado que había conocido meses atrás, pero ahora parecía tan solo una fachada. Sus ojos mostraban una dureza que no tenían antes y, por las ojeras que los adornaban, parecía que no había dormido bien en un tiempo.Kassio le había contado con orgullo de lo bien que Maxim estaba manejando la empresa y cuan en serio se había tomado su trabajo.—Ella no es ninguna ton
Maxim no le había mentido a Kassio, al menos no por completo. Había esperado hasta el final para entregarle el testamento porque quería causar la mejor impresión. Sin embargo, era solo una parte de la verdad. La otra era que había dudado antes de entregárselo. Había dudado cuando lo encontró y descubrió de que se trataba. Había dudado mientras manejaba hasta la oficina de su hermano con el sobre en el asiento de al lado. Y había dudado al entrar a la oficina y ver el rostro de su hermano. Sabía que eso le pesaría en la consciencia por mucho tiempo. Quería responsabilizar a su madre y a todos los años que ella había pasado llenándole la cabeza de pensamientos en contra de su hermano, pero no podía hacerlo. Era su propia ambición la que le había susurrado al oído que se deshiciera del testamento y fingiera que no existía. Lo peor era que ya ni siquiera estaba seguro si quería dirigir la empresa. Había pasado tanto tiempo escuchando que ese era su lugar que se convenció de que así era.
Kassio se acercó a la mesa en la que Nastia estaba sentada. Estaba lo suficientemente lejos de oídos curiosos y una columna lo separaba del resto de las mesas, dando privacidad. Nastia estaba absorta en su celular, así que no notó su llegada hasta que se sentó frente a ella. Su madrastra levantó la mirada y abrió los ojos con sorpresa al verlo. Por supuesto, no duró demasiado. Siempre había sido tan hábil como él para mantener sus emociones bajo control y la fachada de desinterés. —Hijo, es un gusto verte después de tanto tiempo —dijo ella, con una sonrisa fría. Una actuación perfecta para cualquiera que pudiera estar viéndolos—. No he sabido mucho de ti en las últimas semanas. ¿Cómo te está yendo en tu nuevo trabajo? Kassio no tuvo que responder porque un camarero se acercó para ofrecerle la carta, pero antes de que se marchara le pidió una limonada. —¿Quieres algo más? —preguntó mirando a su madrastra que tenía una taza de café sobre la mesa. —Yo quiero un pastel de vainilla y u
Sienna nunca había visto a alguien más patético que Nastia. Tenía las pruebas de que Kassio siempre fue el que debió estar al mando de la empresa, pero todavía no se daba por vencida. Debería haber aceptado la oferta de Kassio cuando tuvo oportunidad porque cuando él acabara con ella, probablemente no le quedaría mucho de su vida actual llena de lujos y sería repudiada por los que ahora se hacían llamar sus amigos.Sienna la observó en silencio, esperando sentir algo de compasión por ella, pero no podía hacerlo, no cuando había hecho tanto daño. El padre de Kassio había muerto, Antonella podría haber resultado lastimada, y solo Nastia conocía el nombre de quienes más se habían visto afectados a causa de su ambición. Era hora de que ella pagara por sus crímenes.—Estuviste casada con mi padre durante muchos años —dijo Kassio sacándola de sus divagaciones—, creo que puedes reconocer su letra.—Perderás el tiempo porque ningún juez le dará validez a esto. Sienna rodó los ojos.—Supongo
Kassio se recostó en su silla, soltando un suspiro.—Deberíamos detenernos por hoy —dijo, mirando a Domenico. La mayoría, si no es que todos, ya debían de estar en sus casas o al menos en camino. La hora de salida había sido hace una hora atrás, pero Kassio y su amigo se habían quedado para revisar algunos documentos para la reunión que tenían el día siguiente.Todavía tenía mucho trabajo por delante e, incluso con la ayuda de Domenico, le iba llevar un tiempo mejorar los números de Castelli Insurance, pero no haría mucha diferencia si continuaban trabajando esa noche o lo dejaban para el día siguiente. Habían pasado el día entre reuniones de trabajo y revisiones de contratos, y en ese momento lo único que quería era regresar a casa con Sienna. Escucharla hablar sobre su día siempre le levantaba el ánimo y hacerle el amor sonaba a la manera perfecta de cerrar su día.—Es extraño —dijo su amigo, cerrando su laptop—. Solía ser yo quien debía recordarte que necesitábamos descansar. No
Horas antes—¿Qué los trae por aquí? —preguntó Kassio y le hizo un gesto a Angelo y a su jefe de seguridad para que tomaran asiento.—Sucedió algo. —Angelo le tendió una tablet—. Al parecer, Nastia está bastante desesperada y te quiere muerto cuanto antes. Lo que estás viendo son las imágenes de de las cámaras del edificio. Un hombre se infiltró en el estacionamiento y estuvo jugando con tu coche.Kassio observó al hombre de la pantalla. Aun si Angelo no le hubiera contado lo que había hecho, habría podido deducir que no tramaba nada bueno. Avanzaba con prisa y miraba a los lados de vez en cuando ajustándose la gorra que cubría su cabeza.—¿Cómo fue que llegó hasta el estacionamiento? —preguntó. Debería haber sido imposible llegar a cualquier lugar en el edificio sin ser detectado con toda la seguridad del lugar.—Lo dejamos hacerlo.Levantó la mirada, dejando la tablet sobre la mesa.—¿Por qué?—Queríamos saber exactamente lo que estaba tramando —explicó su jefe de seguridad—, así qu
—Tienes los ojos rojos —dijo Kassio, con el ceño fruncido—. ¿Has estado llorando?Sienna rodó los ojos. Estaba delante de él lista para darle el sermón de su vida, pero él parecía más preocupado por su bienestar. Era demasiado tierno y parte de su ira se esfumó.—Por supuesto que he estado llorando. Crees que los reporteros se creerían que soy la novia afligida si no derramara ni un par de lágrimas. Puede que no me avisaran con tiempo —dijo entre dientes—, pero sé que hay que hacer para mantener esta farsa.—Llegar gritando, no creo que sea de mucha ayuda —intervino Angelo.—El piso está despejado. Nadie a excepción de tus hombres podía escucharme. Deja de ser un jodido dramático.Angelo levantó las manos al aire.—Olvida que dije algo.Sienna regresó su atención a Kassio.—¿Qué demonios, Kassio? —dijo, bajando la voz unas décimas—. Se supone que nos lo decimos todo y tú fuiste y elaboraste este loco plan sin decírmelo.—De hecho, fue mi plan —intervino Angelo.Sienna giró la cabeza y