Para Denise, los últimos tres días habían resultado ser un tanto caóticos; sin embargo, los había disfrutado como una niña pequeña, aun cuando sentía los nervios a flor de piel, como si fuera su boda la que se acercaba y no la de su nueva mejor amiga y su cuñado. Durante aquellos últimos días, previos a la boda, había acompañado a Caitlín en cada uno de los detalles, aunque solo fuera a través de llamadas telefónicas. Las emociones de su amiga no habían dejado de aumentar desde el día en el que le había comunicado que su novela, la única que había escrito en inglés hasta el momento, había sido aprobada por los editores de una reconocida editorial irlandesa.Jamás olvidaría la reacción de Liam cuando le había comunicado la noticia. Él, incrédulo pero completamente feliz, se había levantado de su asiento y se había acercado a ella, estrechándola en un fuerte abrazo, para luego besarla, como si en la cocina no se encontraran más que ellos dos.¿Cómo podía negarse a ayudar a su amiga, cua
―Ánimos, es tu día, ¡disfrútalo! ―dijo Denise, tomándola de la mano y haciéndola girar ante el espejo, permitiendo que se admirara de pies a cabeza―. Eres hermosa, tienes un marido que espera por ti en el altar, familia, amigos… Disfruta de este momento.Caitlín no respondió, tan solo se limitó a suspirar profundamente. Por su cabeza pasaban miles de imágenes de su vida, situaciones que había vivido y que la habían destruido, pero que la habían llevado hasta allí, hasta ese momento en el que se uniría definitivamente, ante los ojos de Dios, al hombre que había juntado los fragmentos de su alma y los había unido, devolviéndole la vida.Denise podía ver en el rostro de su amiga, como miles de pensamientos surcaban su mente y como el llanto pugnaba por salir. No sabía en qué estaba pensando, pero sí era capaz de comprender el centenar de emociones que con seguridad estaba experimentando. Sí, Mike y Cait ya habían contraído matrimonio ante la ley, pero no había sido más que un trámite civ
Liam se sentía un tanto incómodo en aquella situación. Una parte de sí quería dar marcha atrás, mientras que otra, mucho más grande, lo instaba a seguir adelante. No estaba seguro de cuál sería la reacción de Denise y eso lo aterraba; sin embargo, debía hacerlo, debía continuar con lo que se había propuesto. Cuando la voz de Michael lo llamó a través de los altavoces su corazón se paralizó, para, segundos más tarde, comenzar a latir desbocado. Llevaba días preparando aquello; hablando con Michael y Caitlín a escondidas, evaluando aquella posibilidad. Tras seguir su impulso, se había sentido avergonzado de que siquiera se le hubiese ocurrido aquella idea; sin embargo, no había podido evitar que la felicidad lo invadiera por completo luego de hablar con ellos y de que ambos le aseguraran de que estaban más que felices de poder ayudarlo. Ahogando un suspiro, se armó de valor y se apartó de Denise para encaminarse hacia el escenario, en donde Michael y Caitlín lo esperaban, sonrientes.
17 años después…―¡Amy Carter! ―oigo que dice la voz de Denise desde la sala mientras yo intento poner punto final a esta historia―. Están todos en casa y tú aún encerrada. Hazme el favor y baja de una buena vez.Suspiro y observo las letras que figuran en la pantalla de mi ordenador, procurando llenarme de paciencia. Es mi madre, la mejor del mundo, pero… tiene ese tono autoritario que más que estresarme, me angustia.Inspiro profundamente y me trago el nudo que se ha formado en mi garganta. No me queda más remedio que ponerme mi máscara de felicidad y bajar a la sala. Sin embargo, nada, ni mucho menos la celebración de año nuevo, me impedirá que termine esta historia.Sonrío. Mis padres ni siquiera se imaginan lo que he estado haciendo durante este último año, encerrada tantas horas en mi habitación, pero eso no importa, sé que cuando lo lean se sentirán orgullosos. O, al menos, eso es lo que espero. No pueden reprenderme por preferir sumergirme en su historia de amor, cuando la mía
Liam se encontraba impaciente. La brisa posterior a la tormenta, que entraba por la ventana que se encontraba frente a su escritorio, no hacía más que irritarlo, por lo que, frunciendo el ceño, cerró los postigos de un fuerte golpe.Suspirando, se quitó las gafas de ver de cerca y las dejó junto al fino anillo con incrustaciones de rubí en el que había intentado focalizarse en los últimos treinta minutos; tarea que le había resultado por demás imposible. No era capaz de concentrarse cuando su mente estaba completamente enfocada en Denise.«¿Por qué diablos no me ha llamado?», pensó, abriendo el último cajón de su escritorio y sacando un paquete de tabaco y papel para liar.No podía negar que estaba preocupado.La última conexión con su amiga había sido hacía más de un día, horas antes de que ella se montara en el avión, en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza de Buenos Aires, con rumbo a Dublín.Él se había ofrecido a viajar hasta la capital irlandesa con la intención de esperarla a
Cuando Denise despertó, frunció el ceño al percatarse de la oscuridad reinante en la habitación que Liam le había asignado, recordando que este le había mencionado que el ventanal del cuarto contaba con una gruesa cortina que impedía que, en verano, la temprana luz del alba ingresara en el dormitorio. Confundida, tomó el móvil que había dejado cargando sobre la mesilla de noche y comprobó que tenía un par de mensajes privados en su Instagram o, mejor dicho, reacciones a las últimas historias que había subido.Suspiró. Nadie sabía por qué diablos se había montado en aquel avión y no tenían por qué conocer la verdad. Por eso le gustaban las redes sociales, podía mostrar solo lo que quería. Sonrió ante uno de los mensajes, el cual decía: «Buen viaje, cariño, disfruta». Si aquella seguidora conociera el motivo de su partida… Sin embargo, a pesar de la incomodidad que le causaba pensar en su ignorancia, le agradeció por los buenos deseos, para luego de apretar los párpados por un segundo,
La visita a la iglesia georgiana no resultó ser horriblemente aburrida, pero tampoco fue tan interesante como Denise había deseado. Sin embargo, aquellas apreciaciones se las guardó para sí misma y a Liam tan solo le dijo que le había parecido uno de los mejores sitios que había visitado, lo cual no era una completa mentira, dado que consideraba que la arquitectura de aquella iglesia era históricamente bellísima. Liam se sentía satisfecho con el resultado de aquel improvisado plan, a pesar de que había podido notar como Denise, poco a poco, había ido perdiendo el interés y la concentración en lo que le decía. Sin embargo, aquello no le disgustó, ya que al menos había logrado reflotar, aunque solo fuese un poco, a la Denise bromista que lograba sacarlo de sus casillas y que tanto le divertía. —¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó, una vez se montaron en el coche. —No sé tú, pero yo necesito un té y una ducha caliente, cuanto antes. —Entiendo, creo que yo también —dijo, encendiendo n
Liam se sentía inquieto y no podía dejar de dar vueltas en la cama. La llegada de Denise lo había tranquilizado lo suficiente como para, por primera vez en un año, confesarle que sentía miedo y hasta vergüenza de revisar las pertenencias de su madre. Sin embargo, lo que lo inquietaba era que, tras aquella confesión, cuando Denise lo había mirado a los ojos y luego lo había abrazado, había sido capaz de notar algo diferente en ella. Sus ojos tenían un brillo distinto, y hasta sus gestos y sus muestras de cariño hacia él le resultaban extraños. Era Denise, pero a la vez sentía que era alguien completamente diferente.—Es obvio que está diferente, Liam —se dijo, mientras observaba el techo de su habitación, sin siquiera entender por qué diablos se dirigía a sí mismo en segunda persona.Sí, era más que obvia la razón por la que Denise probablemente había cambiado, pero no podía evitar sentir que había algo más, como si quisiera decirle algo con la mirada. Si tan solo… —Cállate, Liam, dej