Denise procuró ignorar el insistente sonido de su teléfono móvil, lo último que quería en ese momento eran distracciones. Necesitaba terminar aquel trabajo cuanto antes, y solo le quedaba una hora de su jornada laboral. Era consciente de que no debía forzarse, pero no podía dejar aquello sin concluir, y mucho menos cuando llevaba toda la mañana trabajando en ello. Ya demasiado tiempo había dejado pasar el día anterior, en el cual se había dedicado a oír a su jefe, pacientemente, mientras este le comentaba como trabajarían, en tanto ella no pudiera regresar a la oficina.El técnico informático de la empresa había habilitado el sistema de la cristalería, al igual que el correo electrónico, para que Denise pudiese ingresar sin problemas y pudiese cumplir con sus tareas; al menos en un setenta por ciento, dado que los papeles que Adam tuviese que firmar debería enviárselos por mail para que él pudiese imprimirlos. En cuanto a las reuniones, Adam le había aclarado que se pasaría por su cas
Una hora más tarde, luego de almorzar el exquisito estofado de pollo que Liam había preparado, para su sorpresa y deleite, Denise se encaminó hacia el dormitorio con una sonrisa de satisfacción grabada en el rostro. Sin embargo, esta se borró cuando recordó que tenía que estar lista en tiempo récord, cuando lo único que le apetecía era echarse en la cama y dormir una buena siesta. No obstante, no le quedaba más remedio que buscar qué ponerse y darse una buena ducha que despejara su somnolencia. Había aceptado la invitación de Cait y ella no era de las que cancelaban citas a último minuto.Mientras rebuscaba entre sus prendas, sin lograr decidirse por nada en particular, halló una boina de estilo francés que hacía demasiado tiempo que no utilizaba. No era para nada de su estilo, pero la conservaba porque era el único recuerdo que le quedaba de su abuela, quien se la había regalado para unas navidades, y le alegraba que aún permaneciera entre sus cosas. Aquello le ahorraría tiempo. No q
Para Denise, los últimos tres días habían resultado ser un tanto caóticos; sin embargo, los había disfrutado como una niña pequeña, aun cuando sentía los nervios a flor de piel, como si fuera su boda la que se acercaba y no la de su nueva mejor amiga y su cuñado. Durante aquellos últimos días, previos a la boda, había acompañado a Caitlín en cada uno de los detalles, aunque solo fuera a través de llamadas telefónicas. Las emociones de su amiga no habían dejado de aumentar desde el día en el que le había comunicado que su novela, la única que había escrito en inglés hasta el momento, había sido aprobada por los editores de una reconocida editorial irlandesa.Jamás olvidaría la reacción de Liam cuando le había comunicado la noticia. Él, incrédulo pero completamente feliz, se había levantado de su asiento y se había acercado a ella, estrechándola en un fuerte abrazo, para luego besarla, como si en la cocina no se encontraran más que ellos dos.¿Cómo podía negarse a ayudar a su amiga, cua
―Ánimos, es tu día, ¡disfrútalo! ―dijo Denise, tomándola de la mano y haciéndola girar ante el espejo, permitiendo que se admirara de pies a cabeza―. Eres hermosa, tienes un marido que espera por ti en el altar, familia, amigos… Disfruta de este momento.Caitlín no respondió, tan solo se limitó a suspirar profundamente. Por su cabeza pasaban miles de imágenes de su vida, situaciones que había vivido y que la habían destruido, pero que la habían llevado hasta allí, hasta ese momento en el que se uniría definitivamente, ante los ojos de Dios, al hombre que había juntado los fragmentos de su alma y los había unido, devolviéndole la vida.Denise podía ver en el rostro de su amiga, como miles de pensamientos surcaban su mente y como el llanto pugnaba por salir. No sabía en qué estaba pensando, pero sí era capaz de comprender el centenar de emociones que con seguridad estaba experimentando. Sí, Mike y Cait ya habían contraído matrimonio ante la ley, pero no había sido más que un trámite civ
Liam se sentía un tanto incómodo en aquella situación. Una parte de sí quería dar marcha atrás, mientras que otra, mucho más grande, lo instaba a seguir adelante. No estaba seguro de cuál sería la reacción de Denise y eso lo aterraba; sin embargo, debía hacerlo, debía continuar con lo que se había propuesto. Cuando la voz de Michael lo llamó a través de los altavoces su corazón se paralizó, para, segundos más tarde, comenzar a latir desbocado. Llevaba días preparando aquello; hablando con Michael y Caitlín a escondidas, evaluando aquella posibilidad. Tras seguir su impulso, se había sentido avergonzado de que siquiera se le hubiese ocurrido aquella idea; sin embargo, no había podido evitar que la felicidad lo invadiera por completo luego de hablar con ellos y de que ambos le aseguraran de que estaban más que felices de poder ayudarlo. Ahogando un suspiro, se armó de valor y se apartó de Denise para encaminarse hacia el escenario, en donde Michael y Caitlín lo esperaban, sonrientes.
17 años después…―¡Amy Carter! ―oigo que dice la voz de Denise desde la sala mientras yo intento poner punto final a esta historia―. Están todos en casa y tú aún encerrada. Hazme el favor y baja de una buena vez.Suspiro y observo las letras que figuran en la pantalla de mi ordenador, procurando llenarme de paciencia. Es mi madre, la mejor del mundo, pero… tiene ese tono autoritario que más que estresarme, me angustia.Inspiro profundamente y me trago el nudo que se ha formado en mi garganta. No me queda más remedio que ponerme mi máscara de felicidad y bajar a la sala. Sin embargo, nada, ni mucho menos la celebración de año nuevo, me impedirá que termine esta historia.Sonrío. Mis padres ni siquiera se imaginan lo que he estado haciendo durante este último año, encerrada tantas horas en mi habitación, pero eso no importa, sé que cuando lo lean se sentirán orgullosos. O, al menos, eso es lo que espero. No pueden reprenderme por preferir sumergirme en su historia de amor, cuando la mía
Liam se encontraba impaciente. La brisa posterior a la tormenta, que entraba por la ventana que se encontraba frente a su escritorio, no hacía más que irritarlo, por lo que, frunciendo el ceño, cerró los postigos de un fuerte golpe.Suspirando, se quitó las gafas de ver de cerca y las dejó junto al fino anillo con incrustaciones de rubí en el que había intentado focalizarse en los últimos treinta minutos; tarea que le había resultado por demás imposible. No era capaz de concentrarse cuando su mente estaba completamente enfocada en Denise.«¿Por qué diablos no me ha llamado?», pensó, abriendo el último cajón de su escritorio y sacando un paquete de tabaco y papel para liar.No podía negar que estaba preocupado.La última conexión con su amiga había sido hacía más de un día, horas antes de que ella se montara en el avión, en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza de Buenos Aires, con rumbo a Dublín.Él se había ofrecido a viajar hasta la capital irlandesa con la intención de esperarla a
Cuando Denise despertó, frunció el ceño al percatarse de la oscuridad reinante en la habitación que Liam le había asignado, recordando que este le había mencionado que el ventanal del cuarto contaba con una gruesa cortina que impedía que, en verano, la temprana luz del alba ingresara en el dormitorio. Confundida, tomó el móvil que había dejado cargando sobre la mesilla de noche y comprobó que tenía un par de mensajes privados en su Instagram o, mejor dicho, reacciones a las últimas historias que había subido.Suspiró. Nadie sabía por qué diablos se había montado en aquel avión y no tenían por qué conocer la verdad. Por eso le gustaban las redes sociales, podía mostrar solo lo que quería. Sonrió ante uno de los mensajes, el cual decía: «Buen viaje, cariño, disfruta». Si aquella seguidora conociera el motivo de su partida… Sin embargo, a pesar de la incomodidad que le causaba pensar en su ignorancia, le agradeció por los buenos deseos, para luego de apretar los párpados por un segundo,