El lunes, entre clase y clase llamé para solicitar visitar los apartamentos que quedaban, supuse que el sábado volvería a ser un día de visita. Después de estar dos horas en el laboratorio pasé por la residencia para quitarme el chándal y verme decente antes de partir a la empresa. Había llovido un poco y eso limpió un poco el coche. De todos los que había en el garaje de la empresa, el mío, era el peor y el más feo, pero también sería el más barato y para lo que lo usábamos Cindy y yo nos iba de perlas. No salí ni del ascensor cuando Jerry me llamó y atravesé hasta su despacho.—Llama a Jeanne o sube, tiene que darte unos papeles con información de una reunión social.Así que no salí del ascensor, pulsé el botón de la última planta y subí. No había visto el coche de Dante y Jeanne me confirmó que no estaba.—Si buscas a Dante no ha llegado aún, no sé si vendrá hoy.—No, Jerry me manda aquí. Dice que tienes unos papeles para él. Se le abrieron los ojos tras los cristales gruesos de
Levanté la mano y le di un saludo, vi el ligero asentimiento de cabeza que me dio y deseé que bajara para estar juntos un rato, pero las cosas esa noche no estaban a mi favor respecto a él. Yo no podía subir a la VIP sin invitación pero si él hubiera querido, podría haber bajado para vernos un rato o hablar, pero no lo hizo. Por el momento, con el alcohol y la bruma de la fiesta junto a la diversión, me conseguí olvidar un poco de que él estaba ahí arriba aunque lo pillé mirándome más de una vez cuando levantaba la vista. Gia me tiró del brazo y vi como contoneaba un par de porros entre los dedos. Me pegó la boca al oído. —¿Te apetece? Yo asentí. De vez en cuando lo consumía y no consideraba que fuera tan malo. Me cogió del brazo al momento que moví la cabeza y me arrastró serpenteando entre la gente hasta la puerta trasera de la discoteca. Todos los fumadores salían por allí a fumar sin salir del recinto del local. La puerta estaba entornada y por culpa del viento frío que hacía
Por lo menos dormí bien. Dante no me iba a quitar el sueño, más que dolida estaba enfadada, ¿cómo pudo mentirme así estando su muejr tan cerca? ¡Pensaba que le gustaba! Resoplé y Cindy me miró desde el asiento del copiloto. Tenía una resaca de muerte pero estaba bien, una pastilla y mucho agua me ayudaron bastante para estar fresca al ir a ver los apartamentos. Me animó ver que eran mejor que los de la semana enterior. Ese día encontramos el apartamento perfecto. El edificio era algo antiguo de ladrillo rojo y tenía un ascensor que chirriaba cuando se usaba, pero venía bien para subir hasta la quinta planta. El metal de la barandilla de las escaleras estaba algo oxidado y la puerta de entrada al apartamento se notaba que era muy vieja, pero por dentro era espectacular, era justo lo buscábamos. Era un apartamento blanco con muebles de madera modernos y vintage. Estaba amueblado y eso nos iba de perlas porque no teníamos nada allí. En el corto pasillo de la entrada teníamos un armario
DANTESábado noche -LA FIESTA-—Deberías ir dentro, estás helada.Joder si lo estaba. No llevaba sujetador y se le notaban los pezones a través de la tela de ese corsé que llevaba puesto. A Maya todo le quedaba bien. Quería enredarme esa coleta en la mano y no soltarla en toda la noche. Dominarla. Follarla bien, como me gustaba. Hacerla mía.Tenía los dedos fríos cuando me cogió de la mano. Su piel era suave, la había tocado ya tantas veces que pensé que estaba acostumbrado a ella. Había tocado a tantas mujeres... y ninguna era la mitad de lo que Maya conseguía ser.—¿Vienes?Era una putada porque si hubiera podido me hubiera quedado toda la noche con ella, seguro que tenía mucho que contarme, pero no podían vernos. Mucho menos cuando Sophie estaba allí. Estaba seguro de que se había enterado que salía por allí de fiesta y había convencido a sus amiguitas, porque Sophie no era una mujer de CLOUT. —Te acompaño —le dije, y lo hice solo para estar un rato más con ella. Maya me estaba
Se lo conté a Cindy y se limitó a escucharme divagar. ¿Qué tenía yo que escuchar? ¿Cómo iba por ahí con su mujer y según él era todo una farsa? Si, claro, ¿qué me iba a decir a mi? Si lo que Dante quería era una amante yo se lo estaba dando sin problemas. Me tiré de espaldas a la cama y me aplasté la cara con la almohada. Ojalá nunca hubiera empezado nada con él. Mi vida sentimental estaba genial antes de conocer a Dante: tenía escarceos por aquí y por allí y no me volvía loca porque un millonario diez años mayor que yo estuviera jugando conmigo. —Venga —me animó Cindy—. Te quedan... —miró al calendario que teníamos colgado de la pared—, veintisiete días para marcharte. Si dejaba pasar las Navidades sin hablar con Dante estaba casi convencida de que los dos daríamos las cosas por perdidas. Él seguiría con su vida y yo con la mía como si nada hubiera pasado. Pero quedaban veintisiete días para mi marcha y eso era mucho tiempo para evitarlo. Y yo no quería evitarlo, quería creer lo
Podía ser una locura, pero estaba siendo una experiencia. Dante y yo nos veíamos en la empresa, siempre estaba cerca y evité volver a buscarlo en internet por si me encontraba algo que no quería. Me estaba conformando con lo acordado: estar en silencio hasta que se divorciara.El día uno de diciembre fue viernes y de repente todo se transformó navideño. Había luces por las calles, el campus empezaba a llenarse de decoraciones y Cindy compró un ambientador para el coche que colgaba del espejo retrovisor con forma de calcetín de Santa Claus.—¿Te importa si paso a dejarte yo al trabajo? —me preguntó con una sonrisita—. Quiero ir a buscar los regalos de navidad, iré con Gia, podemos esperarte para cenar juntas después.Asentí terminando de abrocharme el abrigo. Me planté un gorro de lana blanco y le lancé las llaves. Me venía mejor porque odiaba conducir con las manos frías. Teníamos que arreglar la calefacción de ese coche, o alquilar otro. —¿Y si miramos otro coche? Este cada vez está
Me quedé con él hasta el domingo por la noche y estaba molida. Apenas había dormido esa noche, cuando nos montamos en su coche a las nueve de la noche todavía podía sentir sus manos por todo mi cuerpo y sus labios en mi piel. El lunes tendría que taparme un par de chupetones pero los había disfrutado como la que más. Me acarició la pierna a medio camino Iba más lento que de costumbre y había cogido el todoterreno. —¿Estás bien? —me preguntó. Yo asentí. ¿Por qué no iba a estarlo? Ah, sí, porque algo como eso no se repetiría hasta saber cuándo, hasta que se divorciara. No hablamos más del tema, no le pregunté por más, me estaba conformando con su palabra y esperaba que no me fallara. —Estoy cansada —admití. Soltó una sonrisa socarrona, con orgullo. —Podrías haberte quedado esta noche también. Negué. —Mañana tengo clase y contigo sé que no voy a descansar nada de nada. Soltó una risa que se me contagió. —No te quejabas tanto hace un par de horas. —No me estoy quejando, estoy c
DANTE—¡Dante! ¿Me estás escuchando o qué? Me dieron ganas de decirle que no, que últimamente ya nunca le prestaba atención. Un domingo como aquel podía estar haciendo otras cosas mejores que intentar buscar de esa forma la solución de conseguir el divorcio. Primer y último matrimonio. Pero asentí.—Sí.—Entonces, ¿pasamos la noche juntos?¿En qué momentó había pasado eso? Sacudí la cabeza. Igual sí que debía prestarle más atención.Sophia me miraba impaciente, con las manos entrelazadas al otro lado de la mesa del restaurante y los ojos se me fueron un segundo al escote que le hacía ese vestido ajustado.—Tengo una reunión importante por la mañana, no puedo faltar.Era mentira, todo aquello era mentira. Podría haberme llegado a dar pena, se le veía ilusionada con eso de intentarlo de nuevo, de volver juntos, la estaba ilusionando otra vez y no me podía dar más igual. No hubiera llegado a esa mierda si ella no lo hubiera jodido todo, o si hubiera firmado los papeles.La cara le camb