Me desperté por la mañana, desnuda en ese sofá negro y cubierta por una manta gruesa. Tenía unas pocas agujetas pero me senté y sujeté la manta contra mi cuerpo para taparme. Mi ropa estaba ordenada sobre la mesa de centro y la chimenea seguía funcionando. ¿Y Dante? No se escuchaba nada, así que me vestí y doblé la manta antes de coger mi teléfono y descubrir los mensajes de Cindy y una llamada perdida de mi padre. Ya hablaría con ellos después. Estaba abrochándome los botones de la camisa cuando la puerta se abrió y él apareció. Iba con unos pantalones de chándal grises y sin camiseta; ¿Hacía calor de nuevo, era yo o era el calor de la chimenea? —Buenos días —dijo.—Hola. ¿Puedes llevarme a la residencia? Asintió con la cabeza pero no dejó de mirarme ni hizo nada por moverse.—¿Te estás comiendo la cabeza otra vez?Negué.—¿Por qué lo haría?—Lo hiciste la otra vez.—Era diferente. Estuve a punto de decir que sólo era un divorciado más, pero remover ese tema a Dante le afectaba,
No volví a verlo hasta pasados unos días, el jueves. Estaba haciendo de becaria como mejor se daba: con el ir y venir de cafés. Llevé un par al despacho en conjunto de contabilidad de la empresa y alguien me pasó un post-it con un número escrito y unas indicaciones.—Para el jefe.Cogí el ascensor hasta la última planta y Jeanne me recibió igual de amable que siempre.—Hola, Jeanne, vengo a traer más recados. ¿Está disponible? —Sí, le pillas justo, acaba de irse un socio. Puedes pasar.Cogí aire y golpeé en su puerta antes de girar el pomo. Estaba de pie en mitad del despacho y giró el cuello para mirarme de reojo.—Dime que no tengo más cosas hoy —me pidió.Me reí.—Te traigo un número de teléfono de contabilidad. Dicen que tienes que llamar.Resopló y estiró la mano. Le pasé el papel y sus dedos rozaron los míos. Lo vi fruncir el ceño y pegó el post-it en la madera de su escritorio. Parecía desganado, me pregunté si tenía algo que ver con su mujer.—¿Va todo bien? —me interesé—. Me
DANTE —No está queriendo firmar los papeles —me comunicó mi abogado. > No quería seguir atado a una mujer como Sophia. Era jodido porque había estado con ella siete años y la mayoría fueron años buenos; era una mujer extraordinaria cuando no se estaba follando a sus compañeros de trabajo. Yo también fui un gilipollas, le perdoné demasiado y me terminé follándome a sus amigas. Nuestro matrimonio estaba roto desde hacía tiempo. —¿Y si vamos a juicio? Me miró y sacudió la cabeza. ¿Por qué coño no los firmaba? —¿De verdad quieres remover todo esto y que se haga público todo? No te conviene meterte en una pelea de juicios. Sus abogados saldrán con tus antecedentes. Resoplé. Había amado a Sophia pero había estado a punto de joderme la vida. Era una buena manipuladora hasta con lo que yo sentía. —¿Entonces? Han pasado ocho meses. —Deja que piense otra estrategia para que los firme por voluntad propia. Lo resolveremos. —Eso espero porque por algo te he contratado a ti. Haz b
Me quedé en casa de Dante hasta que se hizo de noche, hasta que sacó unas pizzas de su congelador y las metió en el horno. Haber pasado el día juntos me estaba gustando, era mucho más de lo que yo había hecho con algún exnovio. A mitad de nuestra cena, Cindy me llamó y Dante estuvo mirándome mientras hablaba con ella. —He llamado, podemos ir mañana por la mañana a ver un par de apartamentos. ¡Qué emoción! Me hizo reír. —Vale. Estaré de vuelta en un rato. Te veo luego. —¡Adiós! Dejé el teléfono sobre la isla, los pies me colgaban del taburete y los balanceé. —Puedes dormir aquí —me dijo. Me sorprendió, ¿estábamos ya en ese punto? Lo sopesé bien. Sabía que vivía solo, que nadie entraría y nos vería solos. Dante me gustaba, empezaba a hacerlo demasiado y había llegado a pensar que quizás debería frenarlo un poco. Pero era joven, ¿por qué no? Quería vivir intensamente las cosas mientras duraran porque sabía que muchas cosas no eran para siempre. —¿Vas a madrugar para llevarme p
El lunes, entre clase y clase llamé para solicitar visitar los apartamentos que quedaban, supuse que el sábado volvería a ser un día de visita. Después de estar dos horas en el laboratorio pasé por la residencia para quitarme el chándal y verme decente antes de partir a la empresa. Había llovido un poco y eso limpió un poco el coche. De todos los que había en el garaje de la empresa, el mío, era el peor y el más feo, pero también sería el más barato y para lo que lo usábamos Cindy y yo nos iba de perlas. No salí ni del ascensor cuando Jerry me llamó y atravesé hasta su despacho.—Llama a Jeanne o sube, tiene que darte unos papeles con información de una reunión social.Así que no salí del ascensor, pulsé el botón de la última planta y subí. No había visto el coche de Dante y Jeanne me confirmó que no estaba.—Si buscas a Dante no ha llegado aún, no sé si vendrá hoy.—No, Jerry me manda aquí. Dice que tienes unos papeles para él. Se le abrieron los ojos tras los cristales gruesos de
Levanté la mano y le di un saludo, vi el ligero asentimiento de cabeza que me dio y deseé que bajara para estar juntos un rato, pero las cosas esa noche no estaban a mi favor respecto a él. Yo no podía subir a la VIP sin invitación pero si él hubiera querido, podría haber bajado para vernos un rato o hablar, pero no lo hizo. Por el momento, con el alcohol y la bruma de la fiesta junto a la diversión, me conseguí olvidar un poco de que él estaba ahí arriba aunque lo pillé mirándome más de una vez cuando levantaba la vista. Gia me tiró del brazo y vi como contoneaba un par de porros entre los dedos. Me pegó la boca al oído. —¿Te apetece? Yo asentí. De vez en cuando lo consumía y no consideraba que fuera tan malo. Me cogió del brazo al momento que moví la cabeza y me arrastró serpenteando entre la gente hasta la puerta trasera de la discoteca. Todos los fumadores salían por allí a fumar sin salir del recinto del local. La puerta estaba entornada y por culpa del viento frío que hacía
Por lo menos dormí bien. Dante no me iba a quitar el sueño, más que dolida estaba enfadada, ¿cómo pudo mentirme así estando su muejr tan cerca? ¡Pensaba que le gustaba! Resoplé y Cindy me miró desde el asiento del copiloto. Tenía una resaca de muerte pero estaba bien, una pastilla y mucho agua me ayudaron bastante para estar fresca al ir a ver los apartamentos. Me animó ver que eran mejor que los de la semana enterior. Ese día encontramos el apartamento perfecto. El edificio era algo antiguo de ladrillo rojo y tenía un ascensor que chirriaba cuando se usaba, pero venía bien para subir hasta la quinta planta. El metal de la barandilla de las escaleras estaba algo oxidado y la puerta de entrada al apartamento se notaba que era muy vieja, pero por dentro era espectacular, era justo lo buscábamos. Era un apartamento blanco con muebles de madera modernos y vintage. Estaba amueblado y eso nos iba de perlas porque no teníamos nada allí. En el corto pasillo de la entrada teníamos un armario
DANTESábado noche -LA FIESTA-—Deberías ir dentro, estás helada.Joder si lo estaba. No llevaba sujetador y se le notaban los pezones a través de la tela de ese corsé que llevaba puesto. A Maya todo le quedaba bien. Quería enredarme esa coleta en la mano y no soltarla en toda la noche. Dominarla. Follarla bien, como me gustaba. Hacerla mía.Tenía los dedos fríos cuando me cogió de la mano. Su piel era suave, la había tocado ya tantas veces que pensé que estaba acostumbrado a ella. Había tocado a tantas mujeres... y ninguna era la mitad de lo que Maya conseguía ser.—¿Vienes?Era una putada porque si hubiera podido me hubiera quedado toda la noche con ella, seguro que tenía mucho que contarme, pero no podían vernos. Mucho menos cuando Sophie estaba allí. Estaba seguro de que se había enterado que salía por allí de fiesta y había convencido a sus amiguitas, porque Sophie no era una mujer de CLOUT. —Te acompaño —le dije, y lo hice solo para estar un rato más con ella. Maya me estaba