18. No puedo revelar mis fuentes.

Amir caminaba junto a Irina por los pasillos del castillo, asegurándose de pasar por los lugares cerrados al público. Tenía algo muy claro: no quería implicarla en lo que ocurría en sus fiestas, la quería muy lejos de las orgias, los bailes y los excesos que sucedían durante esos tres días.

Aunque sabía que Irina no era una persona inocente y que, desgraciadamente, había tenido que comerciar con su cuerpo, Amir prefería pensar que, a partir de ahora, podría protegerla de todos y de todo, que podría construir una muralla a su alrededor y que nada ni nadie la rozara, le respirara cerca si pudiera hasta evitaría que la miraran. Todos excepto él, claro.

Tardaron poco menos de diez minutos en llegar a la mazmorra donde William estaba encerrado. El hombre no tardó nada en levantar la vista y mirarlos con una sonrisa de oreja a oreja que demostraba que estaban actuando exactamente como esperaba que lo hiciera.

—Si estáis aquí los dos, supongo que no debe ser muy malo lo que sucederá conmigo,
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