Irina entró en aquel enorme probador con los tres vestidos de novia y no podía apartar la mirada de las elegantes telas, de los encajes y los detalles meticulosamente elaborados. Ni siquiera se fijó en el rostro sonrojado de la dependienta, porque no podía ver más allá de los vestidos de novia y de la propuesta que le acababa de hacer el hombre que había amado siempre, pero sobre todo cuando se arrodilló y le pidió matrimonio.Las lágrimas comenzaron a empañar sus ojos mientras un nudo se formaba en su garganta. Incapaz de contener la oleada de emociones, Irina dejó que las lágrimas rodaran por sus mejillas en silencio, como testigos de la felicidad y la incredulidad que inundaban su corazón.Amir permanecía arrodillado manteniendo su mano agarrada notando como los ojos se le llenaban de lágrimas.― Irina, mi amor... ―susurró con dulzura por todo ese amor que sentía por ella―. No puedo esperar más para llamarte mi esposa, para compartir cada momento contigo, para amarte más de lo que
Irina y Amir llegaron frente al juez de paz, quien los esperaba con una sonrisa cálida. Amir había movido todos sus contactos para hacer posible que pudieran casarse ese mismo día, y ahora estaban frente al hombre que oficializaría su unión.El sol brillaba alto en el cielo, como si celebrara junto a ellos este momento especial. Irina miraba a su alrededor, asombrada por la rapidez con la que todo se había organizado. Los detalles, como las flores frescas y el suave murmullo de la fuente cercana, añadían un toque de encanto al lugar.Amir tomó la mano de Irina con ternura, sus ojos reflejaban la emoción y el amor que sentía por ella. Sus dedos se entrelazaban con ternura mientras caminaban hacia el juez de paz, listos para dar el siguiente paso, lo que los llevaría a ser marido y mujer, aquello que los haría un único ser, aquello que creían los mantendría unidos para siempre.― Estamos aquí, mi amor ―susurró Amir, con una sonrisa oreja oreja adornando su rostro― Todo está listo para c
Amir llevaba a Irina en brazos por el umbral de la habitación. La luz cálida del atardecer se filtraba a través de las cortinas, bañando el espacio en tonos dorados y creando una atmósfera de intimidad que era perfecta para el instante que estaban viviendo juntos.Irina se aferraba al cuerpo de su recién estrenado esposo sin ser capaz de aceptar todavía que ya era suyo, que por fin estaban juntos y lejos de las garras de Asad. Sin embargo, un pensamiento en Asad la llenó de temor; debía contarle todo antes de que fuera más tarde, pero no quería estropear su primera noche como recién casados juntos.― Bienvenida a nuestro refugio de amor ―susurró Amir con ternura, depositándola con suavidad sobre la cama, adornada con pétalos de rosa y sutiles fragancias afrutadas que danzaban en el aire.Irina le sonrió por las palabras de amor, sus ojos brillaban llenos de esa emoción que él le provocaba, esa hermosa experiencia que vivía en sus brazos, esa vida que les esperaba juntos.― Es perfect
― Cada instante que no has estado a mi lado, he deseado estar contigo... ―Murmuró Amir contra su boca, solo un momento antes de volver a besarla con desesperación. No podía dejar de hacerlo, necesitaba sus labios y su cuerpo, todo de ella.Levantó el rostro y la observó, recordando que tenía un manjar que probar sobre su cuerpo. Eso lo hizo inclinarse sobre uno de sus pezones y comerse esa fresa cubierta con chocolate, la cual no tardó en llegar a la boca de Irina para que ella también la probara.Saboreó su boca con insistencia hasta que el delicioso sabor de la fresa mezclado con el amargor del chocolate se fundió entre sus bocas. Solo entonces se alejó para lamer el pezón que estaba ocultando la fresa, para morderlo y tirar de él levemente con los dientes hasta arrancarle un gemido notando como se tensaba.—No sé si voy a ser capaz de esperar para comerme toda la comida de tu cuerpo.Murmuró Amir con un tono de deseo apenas contenido. Sus ojos brillaban con intensidad mientras cont
Amir e Irina se quedaron momentáneamente petrificados al escuchar la voz desconocida resonando desde el salón de la suite. La sorpresa se apoderó de sus rostros mientras intercambiaban miradas cargadas de incertidumbre, parecía que la tranquilidad se había terminado y la burbuja de felicidad en la que se habían inmerso reventó en ese mismo instante trayendo los de vuelta a la realidad.Rápidamente, Amir reaccionó tapando a Irina con el cobertor y levantándose de la cama con agilidad. Su mente trabajaba a toda velocidad, evaluando posibles escenarios y buscando soluciones. Sin perder un instante, se puso rápidamente el boxer y comenzó a buscar su arma, que siempre mantenía cerca, preparado para enfrentar cualquier amenaza que se presentara.El corazón de Irina latía con fuerza, pero su confianza en Amir la reconfortaba en medio de la incertidumbre. Sus ojos seguían cada movimiento de su esposo con preocupación, sintiendo la necesidad de protegerse mutuamente en ese momento de intriga.
Irina se sintió abrumada por el peso de la decepción y el remordimiento cuando Amir la miró con los ojos llenos de dolor. Había querido explicarle todo antes, pero las circunstancias se lo habían impedido, y ahora se encontraba ante las consecuencias de su silencio.—Déjame explicarte, Amir —suplicó ella con la voz temblorosa, intentando acercarse a él y deseando que pudiera comprender la situación.Amir negó con un gesto de la mano, advirtiéndole con su lenguaje corporal que no avanzara, que no la quería cerca en ese instante, lo cual la confundió aún más.Las palabras de Amir resonaron como bloques de hielo, cortantes y frías, mientras se acercaba a Irina con determinación. Era como si su mirada penetrante quisiera desentrañar la verdad en el corazón de ella. El hombre de Asad observaba la escena con un deje de diversión maliciosa, como si disfrutara del drama que se desenvolvía frente a él.El corazón de Irina cayó en un abismo de desolación ante la severidad de las palabras de Ami
La risa de Amir resonó en la habitación, un sonido áspero y desprovisto de alegría, más bien cargado de desprecio y amargura, un eco punzante de su dolor y decepción que parecía clavarse directamente en el corazón de Irina.— Este matrimonio no tiene validez. Lo anularé en cuanto pueda, si es que puedo, si Asad no termina antes con mi vida — habló con desprecio desviando la mirada, ni siquiera quería verla, Amir no podía creer que ella lo hubiera traicionado, en los años de su vida lo único que pensó fue en liberarla y ahora ella lo había vendido.El hombre de Asad era solo un espectador sombrío de la escena, interrumpió el intercambio con calma, sus palabras eran cortantes como el filo de una navaja en el silencio tenso de la habitación.— En realidad, no puedes hacer eso —explicó con calma — La verdadera misión de Irina era casarse contigo. Irina estaba confundida observando a ese hombre y negó. Nadie le había mencionado que su misión incluía casarse con Amir. — Eso no puede ser c
El mayordomo de Amir, con su característico porte distinguido, observaba con inquietud cómo la fiesta llegaba a su fin sin la presencia de Amir, el anfitrión que había organizado el evento y que, para sorpresa de todos, había desaparecido misteriosamente. Había sido el propio mayordomo quien, con esmero, había colaborado en los preparativos para la Boda fugaz con Irina, asegurándose de que cada detalle estuviera perfectamente dispuesto por eso no se explicaba el retraso, él debía aparecer y cerrar la fiesta justo antes de marcharse en su viaje para su luna de miel.Pero desde que Amir e Irina abandonaron la fiesta, no había vuelto a saber de ellos. Amir le había prometido estar presente antes de que terminara el evento para el cierre, sin embargo, no solo no se había comunicado con él, sino que además estaba completamente fuera de su radar. Esta ausencia resultaba muy extraña en su jefe, pero lo primero era lo primero: debía cerrar la fiesta como correspondía.Con elegancia y serenida