El mayordomo de Amir, con su característico porte distinguido, observaba con inquietud cómo la fiesta llegaba a su fin sin la presencia de Amir, el anfitrión que había organizado el evento y que, para sorpresa de todos, había desaparecido misteriosamente. Había sido el propio mayordomo quien, con esmero, había colaborado en los preparativos para la Boda fugaz con Irina, asegurándose de que cada detalle estuviera perfectamente dispuesto por eso no se explicaba el retraso, él debía aparecer y cerrar la fiesta justo antes de marcharse en su viaje para su luna de miel.Pero desde que Amir e Irina abandonaron la fiesta, no había vuelto a saber de ellos. Amir le había prometido estar presente antes de que terminara el evento para el cierre, sin embargo, no solo no se había comunicado con él, sino que además estaba completamente fuera de su radar. Esta ausencia resultaba muy extraña en su jefe, pero lo primero era lo primero: debía cerrar la fiesta como correspondía.Con elegancia y serenida
Asad aguardaba la llegada de sus hijos en el aeropuerto, su jet privado aterrizó y él observaba desde su limusina mientras las escaleras se desplegaban sobre la pista. Al descender, Asad salió del vehículo, apoyado en su bastón, con una presencia imponente y una expresión imperturbable.Amir fue el primero en bajar por las escaleras, seguido de cerca por Irina. Asad se quitó las gafas de sol para observar a su primogénito con detenimiento, mientras Amir, al ver a su padre, experimentaba una mezcla de emociones encontradas. Por un lado, la nostalgia de tiempos pasados.Amir se quedó parado por un instante al ver a su padre caminando con cierta dificultad con la ayuda de ese bastón parecía que los años se le habían hechadi encima de repente solo habían pasado siete años pero parecía que hubieran pasado al menos el doble para élPor otro lado, un profundo resentimiento crecía en el corazón de Amir hacia el hombre que le había privado del amor de su vida con engaños y manipulaciones, una
Amir salió de la limusina con paso firme y se quedó en silencio observando la casa que alguna vez llamó hogar, más bien era un palacio que una casa.Su mente era un torbellino de recuerdos y emociones mientras contemplaba la imponente fachada. Cada rincón de aquel lugar guardaba una historia, algunas llenas de felicidad, pero otras teñidas por el dolor y traición.Mientras Irina descendía del vehículo, su semblante reflejaba una tristeza apenas contenida. Cuando intentó acercarse a Amir en un gesto de cariño, él la rechazó con un frío desdén, dejando claro el abismo que los separaba.Asad los observaba con atención, escrutando cada movimiento, aquello no era bueno para su plan y no quería tener que desvelar sus razones todavía. Se dirigió al interior de la casa tras Irina, pero se paró en seco y se giró al ver cómo su hijo tomaba una dirección diferente.— ¿Amir, a dónde vas? —inquirió Asad con un tono de voz que pretendía ser amenazante.— Si yo puedo esperar, tú también. Voy a vis
— Debo contaros muchas cosas — reconoció Asad — Aunque sospecho que Irina ya le habrá dicho la verdad a Amir, esperemos que él llegue de visitar la tumba de su madre.—Sí, creo que es lo mejor. Todo debe salir a la luz— respondió Irina asintiendo para reafirmar sus palabras.—Cuando él llegue, los espero a los tres en mi despacho— anunció Asad —Después de eso, veremos cómo proceder —concluyó, antes de continuar su camino acompañado por su hombre de confianza, quien había sido el encargado de traer a Aida y Amir.Mientras tanto, Said y Irina se quedaron en la sala, sumidos en sus pensamientos, esperando el momento crucial en el que Amir revelaría la verdad.Said observaba a Irina con una expresión confusa. Se sentía muy contrariado en ese momento, al menos eso parecía, y la miraba como si no la conociera de nada. Siempre supo que existía una conexión extraña entre sus hermanos, pero algo como eso era difícil de imaginar.A decir verdad, Asad mantenía a Said lejos de sus negocios ilegal
Irina se sentía profundamente herida por las palabras de Amir. No entendía por qué él había tomado la decisión de divorciarse sin siquiera intentar hablar con ella, de comprender su perspectiva o conocer la verdad completa. La decepción que sentía era evidente en su rostro mientras daba un paso al frente, interrumpiendo la conversación entre padre e hijo.—Creo que Amir tiene razón. Deberíamos divorciarnos. Después de todo, ya estoy aquí y he cumplido con mi tarea —dijo Irina con voz firme, aunque en su interior había un torbellino de emociones.Asad observó a sus hijos con una mezcla de tristeza y resignación. Suspiró y se dejó caer pesadamente en el sillón, preparándose para una conversación que sabía que sería larga y difícil.—Como estaba diciendo, les hice creer que Irina era la hija de una amante extranjera. Sin embargo, Irina y yo no compartimos ningún vínculo de sangre —explicó Asad, invitando a sus hijos a sentarse para escuchar la historia completa.Durante un tiempo conside
El avión surcaba los cielos en dirección a turkia la conversación entre William y Sven, el mayordomo de Amir, llevaba horas produciéndose, estar solos en un avión daba tiempo para hablar mucho.Sentados en sus asientos, con el zumbido del motor de fondo, los dos hombres intercambiaban palabras enigmáticas y cargadas de significado.—Sven, hay cosas que debes saber antes de seguir adelante —comenzó William, con una seriedad que no pasaba desapercibida.Sven asintió, con piedad en el rostro que poseía su interlocutor, preparándose para lo que William tenía que decir.—Lo que te he contado es solo la superficie, hay más en juego de lo que crees. Estamos entrando en un terreno peligroso, y necesito que estés preparado para lo que venga —continuó William en apartar su enigmática mirada de la del ruso.Sven frunció el ceño, sintiendo que las palabras de William eran ciertas, le ha contado suficiente como para tener sus propias razones para estar metido en la guerra que se produciría de un m
Irina no podía evitar sentirse desconcertada en ese instante. Apenas había transcurrido una semana desde su regreso, y ya notaba un cambio notable en Said. Se preguntaba cómo un chico que conocía tan bien podía transformarse de esa manera en tan poco tiempo. Tal vez siempre había sido así, y ella no lo había notado, o quizás estaba malinterpretando la situación. Suspiró, negando con la cabeza. Estaba demasiado alterada por lo sucedido con Amir, y eso estaba nublando su juicio.Decidió que era hora de abordar la situación con inteligencia. Ya era suficiente aguantar las expectativas de quien fuera que le gustara o no. Amir era ahora su esposo, y debía enfrentar esa realidad. Caminó rápidamente hasta su habitación, sin siquiera llamar a la puerta. Dina abrió, aparentemente lista para discutir con Amir, pero al entrar, se dio cuenta de que él no estaba allí. Estuvo a punto de cerrar la puerta y marcharse, pero escuchó el sonido del agua proveniente del baño.Intrigada, se encaminó hacia
La puerta del baño se cerró con un clic sordo, dejando a Irina sola con sus pensamientos y el eco de las palabras que Amir no había dicho al menos no con su vida aunque había hablado muchísimo sin hacer ni un solo sonido. El vapor llenaba el espacio, envolviendo su figura desnuda en una neblina cálida que apenas lograba calmar el tumulto emocional que bullía dentro de ella.Se apoyó contra la pared, sintiendo el agua resbalar por su piel, mezclándose con las lágrimas que amenazaban con empañar su visión. Cada gota que caía resonaba como un recordatorio de la fragilidad de su situación, de la complicada maraña de lealtades y afectos que la ataban.El comportamiento de Amir la dejó desarmada. No había podido retenerlo con sexo, tampoco con sus palabras de amor. ¿Cómo sería capaz de sobrevivir si él ya no quería tenerla en su vida?Cerró los ojos, tratando de encontrar claridad en medio del torbellino de pensamientos. Amir, el hombre al que amaba con toda su alma, se alejaba de ella con