34.¿Cómo puedes ser tan cínico?

Irina se sentía profundamente herida por las palabras de Amir. No entendía por qué él había tomado la decisión de divorciarse sin siquiera intentar hablar con ella, de comprender su perspectiva o conocer la verdad completa. La decepción que sentía era evidente en su rostro mientras daba un paso al frente, interrumpiendo la conversación entre padre e hijo.

—Creo que Amir tiene razón. Deberíamos divorciarnos. Después de todo, ya estoy aquí y he cumplido con mi tarea —dijo Irina con voz firme, aunque en su interior había un torbellino de emociones.

Asad observó a sus hijos con una mezcla de tristeza y resignación. Suspiró y se dejó caer pesadamente en el sillón, preparándose para una conversación que sabía que sería larga y difícil.

—Como estaba diciendo, les hice creer que Irina era la hija de una amante extranjera. Sin embargo, Irina y yo no compartimos ningún vínculo de sangre —explicó Asad, invitando a sus hijos a sentarse para escuchar la historia completa.

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