Sven se sentía desconcertado. Él había sido leal a Amir desde el día en que le salvó la vida seis años atrás. Se había convertido en su sombra, en su guardaespaldas, en su mejor amigo, en su mayordomo, su consejero y protector.Había vivido para devolverle el favor y sabía que por mucho que lo protegiera, jamás podría devolverle del todo lo que ese hombre había hecho por él. Ahora, tenía a la mujer que amaba secuestrada y, no solo eso, posiblemente a su futuro hijo. Se sentía un traidor, aunque sabía que lo hacía por su propio bien.Volvió a la casa y se encontró de nuevo con William, esta vez decentemente vestido. Con el cabello algo húmedo y oliendo a jabón, como parecía que el invitado de su jefe ya había abandonado el lugar y solo estaban ellos dos y la joven encerrada en la habitación que habían preparado para ella.— ¿Bien, compraste lo que te pedimos? —preguntó William, llevándose una taza de café a los labios.— Sí, señor —respondió Sven— Acabo de llegar de la farmacia y trai
Bajo el radiante sol de la mañana, Amir y Said compartían un desayuno en el apacible jardín de la mansión. El rumor de las hojas susurraba la ausencia de Irina, arrebatada de su lado justo en ese lugar en el que estaban— No puedo entender cómo pudieron entrar en la casa sin que nadie se diera cuenta —murmuró Amir, con la mirada perdida en el horizonte que se extendía ante ellos.Said, con la taza de café entre las manos, compartía la inquietud de su hermano. El rostro ceñudo reflejaba la gravedad del asunto.— Nuestro padre ha movilizado a casi todos los hombres para buscarla. No escatimará esfuerzos hasta encontrarla.Amir apretó los puños, luchando contra la oleada de culpa que lo embargaba.— No puedo sacudirme esta sensación de culpabilidad. Si no hubiera estado tan concentrado en mis propios problemas… ella me pidió que me quedara y yo solo podía ver la mano de Asad moviendo las cuerdas de Irina como si fuera un títere. Sus palabras se desvanecieron en el aire, ahogadas por la
Amir recorría las calles en su incansable búsqueda de Irina. Había revisado cada rincón, desde los barrios marginales hasta los lugares más exclusivos de la metrópoli, sin encontrar ni una pista sobre el paradero de su amada. El sol había alcanzado su cenit cuando finalmente regresó a su hogar, agotado y desesperado.Había consultado a informantes, interrogado a personas de dudosa reputación y ofrecido recompensas, pero todo había sido en vano. La desaparición de Irina parecía ser un enigma imposible de resolver. No había rastro, ni indicio, ni señal que pudiera guiarlo hacia ella.En su mansión, Amir había revuelto cada documento, cada rincón, en busca de alguna pista que pudiera haber pasado por alto, los socios de su padre en casa negocio legal o ilegal. Pero las respuestas no llegaban, todo se convertía en un callejón sin salida.Fue entonces cuando uno de los miembros de su equipo, un hábil hacker, irrumpió en la sala de control con una expresión de urgencia en el rostro. — Seño
En una habitación sumida en la penumbra, el amante secreto de William se prepara para partir, vistiéndose rápidamente ante la atenta mirada del hombre que ama.— Debo irme, cariño —susurró el chico con pesar, mirando a su amante con ojos llenos de complicidad.— Lo sé, pero no quiero que te vayas —respondió William, con un dejo de tristeza en la voz, atrayéndolo una última vez contra su cuerpo y besándolo, fue un beso intenso de despedida en el que no dudó en succionar su labio inferior como si pretendiera te dárselo para él justo antes de separarse.— Nos volveremos a ver pronto, te lo prometo. Solo necesitamos que todo salga bien —dijo el joven, acariciando suavemente el rostro de su amante.— Lo sé, pero no puedo evitar preocuparme por ti —confesó William, apretándole las manos con ternura.— Todo saldrá como lo planeamos, lo sé. Y cuando eso pase, podremos estar juntos sin tener que escondernos —aseguró el chico, no va a pasarme nada porque eSe miraron intensamente, sabiendo que
Irina yacía inmóvil en la silla, con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda. El rugido del caos resonaba fuera de la habitación, gritos y sonidos de pelea, intensificaban su ansiedad. La voz de Amir, áspera y tensa, se escuchó al otro lado de la puerta, confirmando lo que temía él era quien estaba fuera.Un escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar disparos. Varias lágrimas brotaron de sus ojos mientras un único pensamiento la atormentaba: que el muerto no fuera él.La puerta se abrió de golpe, y el corazón de Irina galopó como un caballo salvaje. Sentía que iba a estallar en su pecho. Un ataque de pánico la invadió. Forcejeó contra las cuerdas que la ataban, desesperada por quitarse la venda y confirmar que Amir estaba a salvo. La idea de un mundo sin él se le hacía tan insoportable que prefería morir que seguir viviendo si él ya no estaba.Intentó hablar, pero la mordaza le impedía emitir sonido alguno. Sus esfuerzos por liberarse se intensificaron.—Soy yo, Irina…Su voz
Cuando salieron de la casa, la batalla que se acababa de librar en el exterior parecía terminada.Un rugido de furia escapó de los labios de Amir al contemplar el escenario: varios hombres yacían en el suelo, víctimas del enfrentamiento. Irina se aferraba a él como si su vida dependiera de ello, y Amir no podía más que mantenerla así, con una mano alrededor de su cintura, contra su cuerpo, sin ser capaz de soltarla.—Ya estás a salvo, mi amor— susurró en su oído—. Te he rescatado y nadie volverá a alejarte de mí.En el instante en que la chica iba a responder, uno de sus hombres se acercó, con el rostro curtido por la batalla, interrumpiendo su conversación.—Señor, ¿qué hacemos con los supervivientes?Amir dirigió una mirada gélida al grupo de hombres maniatados que se encontraban en un rincón.—Conviértanlos en prisioneros— ordenó—. Interroguenlos y averigüen quién está detrás de todo esto. —Justo cuando iba a marcharse, recordó el encuentro con el hombre que había querido impedir qu
En ese instante, Irina abrió los ojos, parpadeando varias veces para adaptarse a la luz. Su mirada se encontró con la de Amir, y una sonrisa débil se dibujó en sus labios.—Amir…—murmuró, con la voz ronca por el sueño.—Estoy aquí, mi amor— respondió Amir, con un suspiro de alivio. No te vayas de mi lado nunca más.Irina se aferró a su mano con una fuerza inesperada.—No lo haré—prometió. —Nunca te dejaré solo, no vuelvas a marcharte.El médico, conmovido por la escena, se acercó a ellos con una sonrisa.—Parece que no hay nada de qué preocuparse— dijo, con una voz calmada. — Solo ha sido un desmayo debido al cansancio y la tensión. En unos minutos estará completamente recuperada.Amir respiró aliviado, sintiendo como una ola de calor recorría su cuerpo. Apretó la mano de Irina con más fuerza, agradeciendo al cielo por tenerla a salvo.— Doctor, Irina está embarazada — explicó Amir — debe tener poco más de un mes ¿Es posible explorarla ya? El médico, con una sonrisa amable, se dirigi
William y Sven habían observado en silencio las imágenes que les llegaban desde las cámaras ocultas en el lugar del secuestro. La tensión era palpable en la sala.—¿Estás seguro de que esto es lo mejor? —preguntó Sven algo dudoso William respiró hondo antes de responder.—Sí, estoy seguro. Es la única forma de asegurarnos de que… —se interrumpió al ver la mirada de duda en el rostro de Sven—. Confía en mí, Sven. Sven frunció el ceño y asintió con desgana.—¿Y ahora qué? —preguntó, ansioso por saber cuál era el siguiente paso.William esbozó una sonrisa apenas perceptible.—Ahora solo queda esperar. Apareceré cuando sea el momento adecuado. Todo saldrá como lo planeamos.Sven tragó saliva, intentando reprimir el miedo que le atenazaba el estómago. No podía evitar pensar en todo lo que podía salir mal. ¿Y si algo salía mal y terminaba por perjudicar a Amir? Al fin y al cabo él era el único por el que se había metido en esa guerra que estaba por suceder.En la consulta médica, la ten