Cuando Amir llegó a la habitación de Irina para estar un rato a solas con su mujer sin su padre, sin el médico, solo ellos dos tal y como le apetecía después de un mes de imaginar lo imaginable y de sufrir porque le estaría ocurriendo, solo becesitaba abrazarla y asegurarse nuevamente de que estaba en sus brazos y nadie le había hecho daño. Pero al llegar se encontró con la puerta cerrada con llave.Llamó con los nudillos esperando que la puerta se abriera.—Irina, por favor, abre. Necesitamos hablar—insistió Amir preocupado.Irina se acercó a la puerta, pero no la abrió. La acarició con los dedos, negando con la cabeza. Tenía sentimientos contradictorios hacia Amir, lo amaba con toda su alma, no había dejado de pensar en el en todo el cautiverio.A pesar de eso y de que su corazón seguía palpitando por él, aún recordaba la forma en que se había marchado y la había dejado un mes atrás, a pesar de sus súplicas, sin tener en cuenta sus sentimientos ni los de él simplemente por orgullo p
A Amir se le erizó la piel al sentir el contacto de esos dedos.No hacía falta más que la caricia de Irina en su rostro para que él se perdiera en las sensaciones que ella le provocaba. Fijó sus ojos negros en la profunda y serena mirada azulada que le devolvía el espejo y casi necesitó contener la respiración. ¿Cómo podía ser tan hermosa?— ¿Entonces vamos a desayunar juntos? —preguntó, armándose de valor para alejarse de ella, porque en ese instante lo que menos le apetecía realmente era desayunar o hablar, tenía ganas de agarrarla y lanzarla en la cama, y tomarla como lo que era: su mujer.Le tendió la mano para ayudarla a levantarse de la silla frente al tocador, y ella tomó su mano para caminar juntos hasta la mesa que había en un rincón de la habitación, con dos sillas una a cada lado donde se sentaron juntos.Pero Amir no quería estar lejos de ella, así que acercó su silla a la de ella mientras servía los cafés en dos tazas.— Sé que tal vez esto pueda ser difícil para ti, nena
Amir se acercó a Irina, sus miradas se encontraron en el espejo. Sus ojos brillaban con emoción y determinación mientras le decía:— ¿Y si nos volvemos a casar? —preguntó Irina, sorprendida por la propuesta. Las tradiciones de su cultura pesaban en ella, pero no esperaba que Amir las aceptara.Un torrente de dudas la invadió. ¿Era lo correcto? ¿Podría superar el dolor del pasado y empezar de nuevo?— ¿Tú lo deseas? —preguntó con un deje de tristeza en su voz, buscando la verdad en los ojos de Amir.Él la miró con firmeza pensando realmente en lo que quería decir antes de responder.—Si te lo propongo, es porque lo quiero con todo mi corazón. Quiero darte la boda que siempre has soñado, esa que te prometí y que por las circunstancias no pudimos tener. Quiero que este sea un nuevo comienzo para nosotros, un nuevo capítulo en nuestra historia, lleno de amor y felicidad.Una sonrisa radiante iluminó el rostro de Irina. Se giró hacia él y le dio un beso lleno de emoción y complicidad. Cada
En menos de una semana, la boda de Amir e Irina se había convertido en el evento del año. La noticia de que Asad, el hombre más poderoso del país, había dado en matrimonio a su supuesta hija a su propio hijo, su heredero Amir, había causado un escándalo sin precedentes. Irina, la protagonista de esta historia, no era realmente la hija de Asad. La habían adoptado en circunstancias extrañas que no se desvelaron y todos, habían creído siempre que era sangre de su sangre, ilegítima si, pero hija de Asad al fin y al cabo.Las pruebas de ADN, realizadas a petición del gobierno para dejarlos contraer matrimonio, no confirmaron que no era hija de Asad, y por lo tanto no había problema para que se casara con Amir.A pesar de las dificultades, el amor entre Amir e Irina se mantuvo firme. Y ahora, en la víspera de su boda, se celebraba la tradicional "Kına Gecesi", la ceremonia de la henna. Irina, sentada en un taburete bajo, con las manos extendidas sobre sus rodillas, observaba a las mujeres
La mansión de Asad era imponente. Sus torres parecían tocar el cielo y sus ventanales brillaban bajo el sol. Era como un castillo de cuento de hadas, pero con un aire de misterio que lo rodeaba todo.Amir e Irina se miraron a los ojos. Sus corazones latían con fuerza, como si estuvieran a punto de salir de sus pechos. Se querían desde hacía mucho tiempo, pero habían tenido que luchar por su amor y separarse durante varios años para que fuera posible. Ahora, por fin, se habían casado haciendo pública su relación.—Estás preciosa —le susurró Amir a Irina, tomándola de la mano—. No hay mujer más hermosa en el mundo.Irina se sonrojó y le sonrió observando aAsad, que con una copa de champán en la mano, levantó la voz para llamar la atención de todos.—Queridos amigos y familiares —dijo con una sonrisa—. Hoy es un día muy especial para mí. Mi hijo Amir y mi hija Irina se casan, y no puedo ser más feliz. Les deseo toda la felicidad del mundo.—Brindo por su amor— continuó Asad, levantando
La celebración de la boda era muy exclusiva.Acceder sin invitación era imposible, pero Said había solucionado el problema para que William y Sven pudieran entrar sin contratiempos, extendiéndoles dos invitaciones. Al llegar a la entrada, no tuvieron ningún problema para acceder a la fiesta.—No te muestres todavía—advirtió William a Sven mientras entraban en la casa de Asad para la celebración nupcial—. **Necesito que me cubras las espaldas por si algo sucede.** Muero de ganas de ver a Said.Sven asintió en silencio y se alejó para buscar un lugar estratégico desde el cual pudiera controlar todo lo que ocurría sin ser demasiado visible. Por su parte, William no tardó en encontrar a su amante secreto. Odiaba tener que acercarse en secreto, mantener una relación clandestina durante años, sin poder amar libremente al hombre que amaba.—Por fin te encuentro—murmuró, acercándose por detrás a Said, quien sonrió y no tardó en extender los brazos hacia una de las bandejas que los camareros pa
Los jardines de la mansión familiar rebosaban de alegría. La boda de Amir e Irina era un evento al que nadie importante del país se habría querido perder. Era más que una boda, era una reunión social donde cerrar negocios, donde se encontraba la gente más rica de medio mundo. Para Asad, era más que una celebración del amor que unía a la pareja, era una oportunidad para expandir su imperio.Su mirada, cargada de preocupación, recorría cada rincón del jardín, buscando en vano el rostro de su primogénito.Irina se dio cuenta de la insistencia con la que su padre estaba buscando a Amir y se acercó para intentar calmarlo. Sabía que si tardaba mucho en ver a su hijo, Asad no dudaría en mandar a sus hombres a registrar toda la casa y el pueblo, algo que no era conveniente, sobre todo después de la paranoia que le había envuelto tras su secuestro.—Padre, ¿te apetece una copa de champán? ¡Este día tan especial lo amerita! —le dijo ella acercándose con una sonrisa radiante.—No, gracias —sin ap
Irina observaba, preocupada y a distancia, la tensa conversación entre Asad y Amir. Veía cómo el padre pretendía entrar al jardín y el hijo se interponía en su camino. Temía que esa situación alcanzara un punto crítico, un punto de no retorno.Su corazón latía con fuerza mientras contemplaba a su esposo y a su padre, deseando desesperadamente encontrar una manera de detener lo que parecía una inminente tragedia.Entonces, una idea repentina cruzó por su mente: ella era la única que podía intervenir y calmar los ánimos. Se llevó la mano a su vientre todavía plano, recordando que tenía la excusa perfecta.Dejó que su cuerpo se desplomara suavemente hacia un lado, fingiendo un desmayo. Se dejó caer al suelo con cuidado de no hacerse daño.Rápidamente se armó un revuelo a su lado que llamó la atención de Amir y Asad. Ambos dejaron de discutir y corrieron hacia ella.— ¡Irina! ¡¿Qué ha pasado?! —exclamó Asad, visiblemente alarmado. — ¡Llama a un médico de inmediato! —ordenó a uno de sus ho