La celebración de la boda era muy exclusiva.Acceder sin invitación era imposible, pero Said había solucionado el problema para que William y Sven pudieran entrar sin contratiempos, extendiéndoles dos invitaciones. Al llegar a la entrada, no tuvieron ningún problema para acceder a la fiesta.—No te muestres todavía—advirtió William a Sven mientras entraban en la casa de Asad para la celebración nupcial—. **Necesito que me cubras las espaldas por si algo sucede.** Muero de ganas de ver a Said.Sven asintió en silencio y se alejó para buscar un lugar estratégico desde el cual pudiera controlar todo lo que ocurría sin ser demasiado visible. Por su parte, William no tardó en encontrar a su amante secreto. Odiaba tener que acercarse en secreto, mantener una relación clandestina durante años, sin poder amar libremente al hombre que amaba.—Por fin te encuentro—murmuró, acercándose por detrás a Said, quien sonrió y no tardó en extender los brazos hacia una de las bandejas que los camareros pa
Los jardines de la mansión familiar rebosaban de alegría. La boda de Amir e Irina era un evento al que nadie importante del país se habría querido perder. Era más que una boda, era una reunión social donde cerrar negocios, donde se encontraba la gente más rica de medio mundo. Para Asad, era más que una celebración del amor que unía a la pareja, era una oportunidad para expandir su imperio.Su mirada, cargada de preocupación, recorría cada rincón del jardín, buscando en vano el rostro de su primogénito.Irina se dio cuenta de la insistencia con la que su padre estaba buscando a Amir y se acercó para intentar calmarlo. Sabía que si tardaba mucho en ver a su hijo, Asad no dudaría en mandar a sus hombres a registrar toda la casa y el pueblo, algo que no era conveniente, sobre todo después de la paranoia que le había envuelto tras su secuestro.—Padre, ¿te apetece una copa de champán? ¡Este día tan especial lo amerita! —le dijo ella acercándose con una sonrisa radiante.—No, gracias —sin ap
Irina observaba, preocupada y a distancia, la tensa conversación entre Asad y Amir. Veía cómo el padre pretendía entrar al jardín y el hijo se interponía en su camino. Temía que esa situación alcanzara un punto crítico, un punto de no retorno.Su corazón latía con fuerza mientras contemplaba a su esposo y a su padre, deseando desesperadamente encontrar una manera de detener lo que parecía una inminente tragedia.Entonces, una idea repentina cruzó por su mente: ella era la única que podía intervenir y calmar los ánimos. Se llevó la mano a su vientre todavía plano, recordando que tenía la excusa perfecta.Dejó que su cuerpo se desplomara suavemente hacia un lado, fingiendo un desmayo. Se dejó caer al suelo con cuidado de no hacerse daño.Rápidamente se armó un revuelo a su lado que llamó la atención de Amir y Asad. Ambos dejaron de discutir y corrieron hacia ella.— ¡Irina! ¡¿Qué ha pasado?! —exclamó Asad, visiblemente alarmado. — ¡Llama a un médico de inmediato! —ordenó a uno de sus ho
Amir al principio se sintió sorprendido, y luego aliviado, al ver a Sven entre los invitados. Su presencia significaba mucho más que simplemente tener a su mano derecha allí. Era como si recuperara una parte de sí mismo que había perdido desde que volvió a casa: el recuerdo de lo que realmente quería: derrocar a Asad y liberar a Irina, aunque la realidad ahora era otra. Un velo de incertidumbre cubría sus planes.Con una sonrisa tensa en el rostro, Amir se dirigió hacia Sven confiado . Se detuvo frente a él, con los hombros erguidos y la mirada penetrante. —Sven, me alegra verte aquí. Tu presencia es un faro en la tormenta —dijo Amir, estrechando la mano de su hombre de confianza con una fuerza inusual.Sven le devolvió el apretón de manos, con una expresión seria y sin apartar la mirada de la suya, era leal a su jefe le debía la vida y eso no tenía discusión para él.En silencio, se alejaron de la multitud, buscando un lugar más discreto para hablar.Una vez alejados de las miradas
Amir observó el lugar por donde había salido su hombre de confianza durante unos minutos, hasta que la voz de Asad a su espalda lo hizo sobresaltarse. Intentó disimular su turbación.¿Cuánto tiempo llevaba Asad ahí? ¿Habría escuchado algo? ¿Se habría dado cuenta de la situación?—Amir, ¿qué pasa? —preguntó Asad al notar la sorpresa de su hijo.—No pasa nada, padre —sonrió Amir, intentando disimular su nerviosismo.Asad lo observó dubitativo, pero decidió no preguntar más. Demasiados sobresaltos en un solo día.—Es hora de que tú e Irina bailen juntos.Amir asintió. Tenía razón. Debía bailar con su esposa frente a todos los presentes para terminar con la ceremonia y dar paso a la fiesta. Sin embargo, su mente no dejaba de pensar en lo que acababa de ocurrir. Debía encontrar a Ait, su hermano, y que le explicara realmente lo que estaba sucediendo con William y qué deseaba hacer él. Sin duda, si necesitaba ayuda, lo ayudaría.Pero eso podía esperar. Ahora, lo importante era cumplir con s
Amir e Irina se despidieron de los invitados con cálidos abrazos y palabras de afecto. La fiesta había sido un éxito rotundo, a pesar de los imprevistos. Por fin, la celebración había llegado a su fin y Amir podía disfrutar de su esposa como se debía, sin tener que pensar en nadie más que en ellos dos.Tomados de la mano, se dirigieron hacia la salida, dejando atrás el bullicio y la música. La noche era cálida y la luna brillaba con fuerza en el cielo, creando un ambiente romántico y perfecto para el inicio de su nueva vida juntos.Al llegar al auto, Amir se giró hacia Irina y le susurró al oído:—Prepárate para la sorpresa que tengo para ti, mi amor.Con una sonrisa pícara, abrió la puerta del vehículo y la invitó a entrar. Irina se acomodó en el asiento del copiloto, llena de expectación por lo que deparaba la noche.Al cabo de unos minutos, llegaron a un destino inesperado: en medio del desierto, una gran jaima se alzaba frente a ellos. Al entrar, Irina quedó sin aliento. La jaima
Las manos de ella no dejaban de explotar su pecho, sus hombros hasta llegar a sus abdominales y de ahí a su polla la cual se encontraba duro dentro de ese pantalón.—Dejame sacarla y mostrarte dónde te necesito.Sintió como ella liberaba su polla y él no podía dejar de tocarla, de desearla de necesitar sentirse dentro de ella, notando como se alzaba levemente solo para dejarse caer, autopenetrandose.— Irina— gimió su nombre mientras se empujaba con dureza en su interior incapaz de ser delicado, de ir despacio atrapando uno de sus senos con su boca y saboreándolo, le encantaba esa posición porque tenía sus pechos a la altura del rostro.— te crecieron los senos con el embarazo — más seguro llevando la otra mano al otro seno sostenerlo y acariciar el pezón con el pulgar.—Amir ...— gimió ella con fuerza al sentirlo penetrarla, entrando en su interior con fuerza, incrementando su placer en el momento en el que lo sintió saborear uno de sus pechos.Llevándola a gemir suavemente mientras
Los tres días posteriores a la boda, Amir e Irina fueron incapaces de salir de la cama. Prácticamente vivían en aquella lujosa haima en medio del desierto. Habían decidido no ir de viaje de novios a causa del secuestro de Irina una semana atrás. Sin embargo, no echaron nada de menos porque con tenerse el uno al otro les bastaba.Aquella tienda digna de un sultán se convirtió en su refugio. Comían lo que les servían cuando tenían hambre: dulces y ricas comidas árabes. No tenían ningún tipo de contacto con nadie aparte de ellos mismos, y tampoco lo necesitaban. Conversaban durante horas, compartiendo sueños y anhelos, risas y confidencias. Luego, expresaban su amor con sus cuerpos. La luna de miel que no habían podido disfrutar en el exterior se transformaba en una experiencia íntima y profunda dentro de esas cuatro paredes.A pesar de estar aislados del mundo por seguridad, aquello se había convertido en un paraíso. Era su paraíso porque ninguno de los dos quería apartarse y tener que